Nota aclaratoria e introductoria: en todo el artículo, he optado por citar a Brossa en su traducción al español por ser esta la lengua de este espacio, aunque no el idioma de los escritos del poeta, que siempre se sirvió para su creación del catalán.
La obra plástica de Joan Brossa es de una construcción vanguardista tan radical y extrema que no tiene parangón en ningún otro artista occidental del siglo XX. Haciendo uso de los metros tradicionales y de los tropos clásicos, nos ha dejado un legado poético que, a pesar de la utilización de estos modos de expresión, se dota de una irresistible e irrepetible carácter personal. Brossa hizo de la extrema libertad su particular bandera y carta de presentación, para poner sobre la palestra formas artísticas inexistentes hasta entonces. Hablo de poesía visual o de la poesía escénica, entre otras expresiones innovadoras.
“Si no pudiera escribir, en los momentos de euforia sería guerrillero, en los de pasividad, prestidigitador. Ser poeta incluye las dos cosas”. Con estas frases se definía, se describía y descubría quien, quizá, sea uno de los más sugerentes vanguardistas de la cultura occidental: el poeta, el artista plástico, el dramaturgo, el creador de performances y de arte concreto, Joan Brossa. Nacido en Barcelona, en 1919, ciudad de la que prácticamente no se movió hasta su muerte, ocurrida en 1998.
De origen humilde, su formación estuvo en todo momento dirigida a hacer de él un honesto comerciante o un oscuro empleado de banca. Aunque, en un primer momento y como casi todos, se plegó a los deseos de su familia para hacer lo que de él se esperaba (realizar y terminar su formación mercantil), la historia (jugando como siempre, a barajar las infinitas posibilidades del azar) se encargaría de modificar el rumbo trazado.
Los inicios de en la escritura de Joan Brossa: las imágenes hipnagógicas y el psicoanálisis
Como su padre, Joan Brossa se inició en el mercado laboral en calidad de artesano grabador, pero la Guerra Civil (que tantos destinos truncó y cambió) también iría a ser determinante en la carrera artística del joven Joan. Movilizado en un primer momento por la República, estuvo adscrito a la Trigésima División. Fue allí, en el hueco estrecho de una trinchera, donde el azar le ofreció la combinación propicia para escamotear a la muerte. Y, en un suceso revestido de una fuerte impronta iniciática, nuestro artista tomaría contacto, de manera brutal, con las fuerzas que rigen el universo.
La experiencia fue de tal envergadura que encaminó al entonces joven Joan por unos derroteros impensables siquiera unos meses antes. Lo llevó hacia los enrevesados caminos de la escritura y de la creación poética. El escenario de la contienda serviría de emplazamiento para sus primeras frases como escritor. Este texto inaugural es, simplemente, un relato en el que da cuenta de una incursión bélica y fue leído allí mismo, en el campo de batalla, ante sus compañeros tras ser alentado por un superior. Pero dejemos hablar al poeta quien, años más tarde, en 1950, en unos versos que se publicarían en su libro Ball de sang (Baile de sangre) recordaría lo sucedido.
…Una noche, a eso de las doce,
nací por segunda vez.
Estoy solo, rodeado
de sacos, en un lugar de observación.
Una voz grita “Joan”.
Regreso a la trinchera y, al comprobar
que no había nadie, cae
en el lugar donde antes estaba una bomba
que, al fallar la espoleta,
me llena de humo y olor
a asado. Mi silban
los oídos. Luego
soy trasladado, tendido
en una litera,
y miro, como puedo, el firmamento.
(Como a Wotan, la sapiencia
me cuesta un ojo de la cara)…
Esto ocurrió en el frente de Lérida. Más tarde, las circunstancias harían que pasara a engrosar las filas franquistas para realizar el servicio militar obligatorio, en una de esas contradicciones del universo. Porque Joan Brossa ya había estado luchando, precisamente, en el bando contrario. Había perdido la función de un ojo por una causa bien distinta. Aún así y todo, es enviado a Salamanca donde nuestro hombre, abrumado por la realidad que se le ponía delante y que siempre dio cuenta hasta el fin de sus días, se arrastró hacia el alcohol y los ambientes prostibularios.
La guerra, los sucesos extraños ocurridos en su persona, la toma de contacto con el mundo onírico y el significado de los sueños, la aceptación del comportamiento caprichoso del cosmos, las ideas amontonadas y en ebullición en alguna parte de su cabeza, la lectura de algunos libros (Chung Kei o Domador de demonios, la obra de Lao Tse, Freud, García Lorca…) irían conformando los ingredientes necesarios para que, de vuelta a Barcelona, iniciara una nueva vida de la que no renunciaría jamás.
Y así nos encontramos con que Joan Brossa gastó, prácticamente, todas sus horas escribiendo y trabajando en su obra durante las mañanas. Y el tiempo que le restaba por las tardes lo repartía entre sus largos paseos por las calles de esa ciudad de la que se sentía parte. El cine, empezó por esta época, a ser parte importante de su cotidianidad. En su estudio, donde el papel, los libros, los periódicos atrasados y las pequeñas cosas de todo tipo encontradas en la acera se iban acumulando en un desorden abrumador. Este caos convivía en perfecta armonía junto a los mirós y tàpies. Joan Brossa iría forjando, día a día, con constancia, en absoluta soledad, sin ningún tipo de reconocimiento y en el anonimato más extremo su obra personal, sin fronteras y universal.
La vida y la obra de Joan Brossa en la Barcelona de las décadas de los cuarenta y cincuenta
En esta época su única fuente de ingresos provenía, únicamente, de la venta ambulante de libros prohibidos por la censura. El trabajo continuado en su obra poética, primero, en la plástica, después, estuvo siempre exento del más mínimo reconocimiento público, aunque tenía, también, sus grandes y pequeñas compensaciones. Una de estas recompensas, inherente a toda labor artística, fue el contacto directo con otros poetas y pintores de Barcelona: Miró, Tàpies, Ponç o Foix.
Así, Joan Prats, un comerciante sombrerero amigo del artista, le presentó en 1940 al poeta J.V. Foix, uno de los pocos escritores experimentales de preguerra que optó por seguir en la Ciudad Condal tras la finalización del conflicto. El encuentro fue decisivo para el joven Joan Brossa porque el veterano de la literatura catalana le da un consejo importante. En definitiva, lo introduce en el estudio, entrenamiento y uso de los metros y estrofas clásicas (en concreto el soneto y la oda sáfica) pero sin perjurar de su estética.
Es la de Joan Brossa una estética, una forma de hacer poesía, que se conforma ya en sus primeros poemas. Puesto que, hace del lenguaje de la calle, de la forma sencilla, despojada de todo artificio y casi prosaica, su sello de identidad literaria.
En sus versos, los objetos cotidianos o seriados, las gentes corrientes de las plazas o las tabernas, las palabras desnudas de cualquier connotación erudita y simbólica se aúnan, se mezclan, se combinan para crear unos poemas dotados de una sencilla y elemental belleza. Y digo belleza a sabiendas de que es una palabra poco grata para los críticos de la transmodernidad contemporánea. Ya desde sus inicios, el poeta consideraba que el verdadero arte consiste en un mirar de nuevo, como si se hiciera por primera vez, como si el mundo fuese inventado cada mañana. Como si fuéramos todos tan inocentes que cada gesto y cada objeto se dispusieran a inaugurar un conocimiento desconocido hasta entonces.
Las imágenes hipnagógicas de Joan Brossa
Los primeros escritos de Joan Brossa fueron bautizados, por el mismo poeta, con el sugestivo nombre de imágenes hipnagógicas. Están estas imágenes, estos pequeños (poemas semejantes a los flases visuales) claramente influidos por las lecturas de las teorías psicológicas de Freud, y concretamente, por la importancia del mundo onírico en el desarrollo y conformación de la personalidad de los individuos.
En 1941, el contacto con la obra y la persona de Joan Miró será también decisivo para la evolución de la poesía de Joan Brossa que, cada vez con más fuerza, se circunscribe en esa estética minimalista que caracteriza la obra de Miró. En el fondo, Brossa estaba constantemente embarcado en la búsqueda sin fin de la raíz de la palabra, al mismo tiempo que perseguía el encuentro con el punto más profundo e inaprensible de los objetos.
Continuando esta línea de trabajo, en 1943, realiza su primer experimento en el arte concreto. Se trata de la obra titulada como Escorza (Corteza). Una simple corteza de pino, encontrada en uno de sus diarios paseos por las calles de la ciudad, es elevada a la categoría de arte al colocarla sobre un pedestal y titularla debidamente.
La poesía visual de Joan Brossa
A partir de esta obra Joan Brossa comienza, para no abandonar jamás, sus investigaciones en la posibilidades comunicativas y artísticas no solo de los objetos cotidianos, sencillos y de uso corriente, sino también, en las combinaciones iconográficas de la palaba y de las distintas letras del alfabeto.
Lee a Mallarmé y, más tarde, con la lectura de la obra de Apollinaire, se adentra en el estudio del caligrama (de esos textos poéticos que pretenden ser leídos en un golpe de vista). El poeta francés, en 1941, escribe este clásico que se ha convertido en referencia ineludible.
ESTE
ARBOLILLO
QUE SE DISPONE
A FRUTIFICAR
SE
TE
PA
RE
CE
Un texto que se serviría de inspiración y base para, por ejemplo, su poema “Dominó” o, en un paso siempre más elevado en lo que a innovación plástica y/o lingüística se refiere, para la ejecución de su conocido y reproducido “Elegía al Che”, donde las letras ausentes del alfabeto son las que conforman el significado de la composición poética.
Elegía al Che
El período hipnagógico, con el que el poeta se estrena en la poesía, sigue vigente con su participación en la revista Agol (1947) y en el grupo denominado Dau al Set (1948-1951). Mientras que el pensamiento y la estética surrealista intentan abrirse camino en el triste y desolado panorama artístico de la España de la posguerra, Joan Brossa, como el resto de sus colegas de Agol, primero, y de Dau al Set, después se siente también profundamente influido y atraído por el dadaísmo.
Los poetas y artistas de Dau al Set (1948-1951)
El germen del núcleo denominado Dau al Set se encuentra en la Revista Agol. De ella solo se publica un número (1947). Y salió a la calle gracias al trabajo del pintor Joan Ponç, Francesc Boadella, Enric Rormo y Joan Brossa. El nombre de la publicación dice mucho de las ideas defendidas por sus distintos miembros. Agol es la denominación de una estrella doble que, según la tradición árabe, simboliza y representa las acciones y la persona del demonio.
De ese núcleo inicial nace Dau al Set, la única publicación con visos experimentales y vanguardistas de los años cuarenta. Aunque tiene una vida un poco más larga que la revista matriz, Agol, tampoco se extiende demasiado en el tiempo. Así que, debido a controversias internas entre las distintas concepciones artísticas y la no controlada egolatría (esto también hay que decirlo) de los distintos componentes del grupo, solo se publican tres números. Será uno al año y, para 1951, el contubernio está totalmente disuelto. Como cabría esperar, por la época, por los contenidos y porque siempre pasa lo mismo, la empresa apenas tuvo repercusión alguna. Esto no quita para que, en la actualidad, sea prácticamente imposible encontrar un ejemplar de cualquiera de estos números a un precio razonables, pero a esto también estamos acostumbrados.
Más datos sobre esta publicación, casi mítica, en lo que a revistas literarias-artísticas de vanguardia se refiere. En ella dejaron sus escritos Joan Brossa, Juan Eduardo Cirlot (conocido por su Diccionario de símbolos) o Arnau Puig. A la par, dejaron aquí dibujos e imágenes los pintores Joan Joseph Tharrats, quien hizo las veces de editor, Joan Ponç y Antoni Tàpies. Este último seguiría colaborando con Brossa con magníficos libros de artista, aunque el trabajo en común se materializa en otras publicaciones más modestas y artesanales.
El período realista en la obra de Joan Brossa
A principio de la década de los cincuenta, coincidiendo con el encuentro con el poeta brasileño Joâo Cabral de Melo Neto y la disgregación del grupo de Dau al Set, Brossa comienza lo que la crítica ha venido en denominar “período realista”. Desde 1950 hasta casi la entrada de la década de los ochenta, sa obra, tanto poética como plástica, vislumbra una especial preocupación por cuestiones políticas y de justicia social. Ahora, esa búsqueda de conocimiento a través de la palabra (que en el período hipnagógico se había realizado con recursos cercanos al sueño) da paso a certeras investigaciones en la compleja realidad del ser humano en su relación con los demás.
Conforme se va cimentando su compromiso político, se acrecienta, al tiempo y paralelamente, su preocupación por el lenguaje, por la interior hermeneútica de las palabras. Si el poeta, desde que tenía uso de razón, hizo de la libertad y de la fraternidad humana su particular canon ético, estas convicciones se afianzaron, con mayor profundidad, tras su encuentro y posterior amistad con el poeta y diplomático brasileño Joâo Cabral de Melo Neto quien fue guía y maestro de Joan Brossa por los escritos marxistas.
Los dos poetas estaban convencidos de que el mundo puede cambiarse con el poder de las palabras. La combinación de las letras, de las vocales con las consonantes, debería tener el germen de una realidad nueva, más justa para todos. Aunque es bastante afín a los principios del Partido Comunista de Cataluña e, incluso, le llegan a publicar, de forma clandestina, un libro, Des d’un got d’aigua fins al petroli, nunca llega afiliarse ni a pertenecer al partido.
Ahora es cuando se conforma el particular universo poético de Joan Brossa. Y esto sucede precisamente al tiempo que va tomando conciencia de las posibilidades literarias de la imagen y de la fuerza expresiva de lo icónico en la sociedad moderna. No podemos caer en la tentación de achacarle oportunismo artístico en esta evolución de su poesía hacia la visualidad. Y es así porque todo lo que hacía, todo lo que se traía entre manos, era ejecutado solo y únicamente si emanaba desde una sincera convicción interna. Nunca se movió por motivos espurios o propagandísticos –ni tan siquiera por algo tan corriente en la época como el escándalo-.
Joan Brossa realizó toda su obra, como ya he señalado anteriormente, en un discreto casi anonimato y la publicación de la misma siempre fue muy retrasada con respecto a la fecha de ejecución.
En lo que respecta a sus recursos económicos, me gustaría reflejar, aquí y ahora, que su situación pecuniaria siempre estuvo muy cerca del precipicio, de la penuria e, incluso, de la indigencia. Una circunstancia que solo cambió, para bien, cuando en 1972, con cincuenta y tres años, Pepa Llopis, íntima amiga del poeta, le ofrece su casa, su mesa y su lavadora. Una invitación que Joan Brossa acepta. Así, de repente, se encuentra en un confortable ambiente familiar. Es a partir de esa fecha cuando el poeta barcelonés logra vivir con un mínimo desahogo económico.
Magia y poesía escénica en la obra de Joan Brossa
Lo que nunca abandona Joan Brossa es su fascinación por la magia, la prestidigitación, los juegos de mano y su admiración desmedida por el transformista italiano Leopoldo Fragoli. Algunos críticos han visto en su amor por el circo, la tramoya teatral y el carnaval la génesis compositiva de un género nuevo bautizado por el artista como poesía escénica.
Si la poesía escénica fue inventada por Brossa, ésta se articula en torno y a modo de las acciones o performances que se desarrollan a partir de los años 70. Estas obras, las encuadradas dentro de la poesía escénica, deben ser clasificadas como teatrales, puesto que están pensadas para ser representadas en escena.
En un número muy amplio se hilvanan casi sin diálogos y el hilo conductor, en algunos casos, está formado por unas someras indicaciones de los movimientos de los personajes. A pesar de esto, no son mudas y tampoco se pueden considerar pantomimas o mimos, aunque, en algún momento, beban de estas fuentes.
Por otro lado, están concebidas para que el público interactúe no solo con los actores que están sobre las tablas sino también con la obra misma. Es esta una característica que, por otra parte, comparte con la gran mayoría de la obras visuales e, incluso, discursivas del poeta. Esta comunicación o interacción del receptor con la obra forma parte integrante e inherente de la acción, de tal modo que la poesía escénica de Joan Brossa no puede entenderse sin esta característica.
El hecho de que muchas de estas acciones están sin publicar e, incluso, que no se hayan representado jamás complica su futura puesta en escena. Y es así porque, si una representación teatral es siempre e inevitablemente una adaptación o una interpretación de aquello que rondaba por la cabeza del creador de la misma, esto se complica con la obra de Joan Brossa.
Los últimos años y el legado de Joan Brossa
Con la exposición de su obra completa en la Fundación Joan Miró de Barcelona, en 1987, su trabajo sale de los estrechos círculos de amigos e incondicionales más cercanos para servir de inspiración y estudio a los jóvenes creadores de Europa, primero, y de América, después. Con la muestra comienza su reconocimiento público, un reconocimiento que a Joan Brossa le venía grande, casi le sobraba, y que sucede parejo a su desencanto por el rumbo que tomó la sociedad democrática española a mediados de la década de los ochenta.
El poeta sentía que esa libertad (bandera enarbolada durante toda su vida, tanto en lo que respecta a los recursos artísticos como en lo referente a su devenir cotidiano) conquistada con dolor y renuncia no estaba siendo utilizada para engrandecer al hombre.
Ante este panorama sus preocupaciones sociales se vertieron hacia un ahondamiento en al esencia última del hombre. Desde unos planteamientos políticos donde el hombre debe luchar por la libertad y por un mundo más justo para todos, Joan Brossa evoluciona hacia la problemática del hombre que mira dentro de sí. Se vuelve a lo más íntimo, en el centro de aquello que lo forma y lo conforma como individuo (como persona siempre sola ante la vida y, también, ante su propia muerte). Por supuesto, este giro, en su forma de afrontar la realidad, es debido, en mayor o menor medida al inevitable cambio del paso de los años. Pero, también, a esa evolución en las costumbres cívicas que no era, del todo, compartida por ese Brossa revolucionario y rebelde.
A partir de esa exposición, la de la Fundación Joan Miró y la posterior del Reina Sofía, se suceden los encuentros, los homenajes y los premios. Recibió:
- Poesía Catalana de la Ciudad de Barcelona en 1988,
- Nacional de Artes Plásticas de la Generalitat de Catalunya en 1992,
- Premio de la Crítica “Serra d’Or” de poesía
- Premio de la Crítica Nacional de Poesía Catalana en 1996.
- Fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Barcelona a título póstumo.
Cuando el artista se encontraba al límite de sus fuerzas físicas, una caída en su estudio, atestado de objetos útiles e inútiles, viene a agravar su debilitado estado de salud dejándole, prácticamente, postrado hasta el día de su muerte. Su fallecimiento se produciría un año después de ser incluido en la representación española de la Bienal Internacional de Venecia en su edición de 1997. En el año 2000 se levanta acta de la fundación que lleva su nombre.
Libros y obras publicadas de Joan Brossa
- Sonets de Caruixa. 1949. Ediciones Cobalto. Barcelona.
- Dragolí. 1950. Dau al Set. Barcelona. Joan Ponç ilustrador.
- Em va fer Joan Brossa. 1951. Ediciones Cobalto. Barcelona.
- Poemes civils. 1961. Ed. R.M. Barcelona. Antoni Tàpies ilustrador.
- Or i sal. 1963. Ed. Joaquim Horta. Barcelona.
- El pa a la barca. 1963. Ed. Sala Gaspar. Barcelona.
- Cop de poma. 1963. Ed. R.M. Barcelona.
- Teatre de Joan Brossa. 1964. Ed. R.M. Barcelona.
- Novel.la 1965. Sala Gaspar. Barcelona.
- Quadern de poemes. 1969. Ariel. Barcelona.
- El salmarti. 1969. Ocnos. Barcelona.
- Frègoli. 1969. Ed. Sala Gaspar. Barcelona. Antoni Tàpies ilustrador.
- Poesia Rasa: tria de llibres. 1970. Ariel. Barcelona.
- Poemes per a una oda. 1970. Barcelona.
- Nocturn matinal. 1970. Ediciones Polígrafa. Barcelona.
- Calç y rajoles. 1971. Ediciones 62. Barcelona.
- Des d’ un got d’aigua fins al petroli. 1971. Edición clandestina de PSUC. Barcelona.
- Càntir de càntics. 1972. Ediciones 62. Barcelona.
- Oda a Joan Miró. 1973. Polígrafa. Barcelona.
- Cinc poemes. 1973. Edi. Filògraf. Barcelona.
- Cappare. 1973. Proa. Barcelona.
- Teatre complet. Volumen I. 1973. Ediciones 62. Barcelona.
- La barba del cranc. 1974. Ediciones 62. Barcelona.
- Cartipàs. 1974. Edición de la Sala Gaspar. Barcelona.
- La cabaleta. 1974. Edición de la sala Gaspar. Barcelona.
- Les ungles del guant. 1974. Llibres del Mall. Barcelona.
- Poemes visuals. 1975. Ediciones 62. Barcelona.
- Accions musicals (1962-1968) 1975. Llibres del Mall. Barcelona.
- Teatre complet. Volumen II. 1975. Ediciones 62. Barcelona.
- Oda a Macià i Oda al president Companys. 1975. Ediciones de Sala Gaspar. Barcelona.
- Maneres. 1976. Edción Urgell. Lleida.
- Oda a Lluis M. Xirinacs. 1976. Ed. Comissió Lluís Xirinacs. Barcelona.
- Sextinas 76. 1977. Llibres del Mall. Barcelona.
- Poemes de seny i cabell. 1977. Ariel. Barcelona.
- Tres joans. 1970. Polígrafa. Barcelona.
- Poemes objecte. 1978. Servicios editoriales. Barcelona.
- Teatre complet. Volumen III. 1978. Ediciones 62. Barcelona.
- Tal i tant. 1978. Polígrafa. Barcelona.
- Septet visual. 1978. Taller Vallirana. Barcelona.
- Cinc poemes visuals. 1979. Galeria 49. Barcelona.
- Ú no es ningú. 1979. Pológrafa. Barcelona.
- Antologia de poemes de revolta. 1979. Ediciones 62. Barcelona.
- Llibre de la pluja. 1979. Taller Vallirana. Barcelona.
- Teatre complet. Volumen IV. 1980. Ediciones 62. Barcelona.
- Rua de llibres. 1980. Ariel. Barcelona.
- Vint-i-set sextines i un sonet. 1981. Ediciones 62. Barcelona.
- El camí de l’oca. 1981. Ediciones Galeria d’art. Girona.
- So d’arrels. 1981. Ed. Pal.las. Barcelona.
- Ball de sang. 1982. Ediciones Crítica. Barcelona.
- Els ulls d’òbila.1982. Edicions 3 I 4. València.
- Teatre complet. Volumen V. 1983. Ediciones 62. Barcelona.
- Teatre complet. Volumen VI. 1983. Ediciones 62. Barcelona.
- Askatasuna. 1983. Ediciones Alta Fulla. Barcelona.
- Pas d’amors. 1983. Ediciones Albert Ferrer. Barcelona.
- Ot. 1984. Alta Fulla. Barcelona.
- Sextina en el Museu de Joguets de Figueres. 1985. Tristan Barbarà. Figueres.
- Calcomanics. 1985. Alta Fulla. Barcelona.
- Qui diu foc, diu flama. 1985. Empúries. Barcelona.
- Els entra-i-surts del poeta. 1986. Alta Fulla. Barcelona.
- Sonets a Gofredina. 1986. La Magrama. Barcelona.
- El rei de la màgia. 1986. Ediciones Tristan Barbarà. Figueres.
- Poemes públics. 1987. Ediciones Alta Fulla. Barcelona.
- Viatge per la sextina. 1987. Edicions dels Quaderns Crema. Barcelona.
- Anafil. 1987. Ediciones 1962. Barcelona.
- Oi. 1987. Ediciones Lluis Pessa. Barcelona.
- Tarannà. 1988. Ediciones Alta Fulla. Barcelona.
- Ventall de poemes urbans. 1988. Ediciones De la Guerra. València.
- Mom. 1988. Ediciones Miquel Sambrò. Barcelona.
- Diorames. 1988. Centre Internacional de Recerca Gràfica Calella.
- Tria. Ediciones Tabelaria. Barcelona.
- Joan Brossa. 1988. Ed. Traç. Mataró.
- Ollaó. 1989. Alta Fulla. Barcelona.
- El bosc a casa. 1990. Argràfic. Barcelona.
- Los casigrafismos de Brossa. 1990. Mario Eskenazi & asociados. Barcelona.
- Carrer de Wàgner. 1990. Edicions T. Barcelona.
- Tri. 1990. Ediciones Lluis Pessa. Barcelona.
- Cinamon. 1991. Edición Tristan Barbarà. Figueres.
- Paràntesi. 1991. Edición Lluis Pessa. Barcelona.
- Jo, qui? 1992. Edición Lluis Pessa. Barcelona.
- El veí. 1992. Edición Lluis Pessa. Barcelona.
- Flor de claus. 1992. Ediciones Tristany. Figueres.
- Furgó de cua. 1993. Quaderns Crema. Barcelona.
- Trasllat. 1903. Edicions del Terme. Calella.
- Foc negre. 1993. Ed. Antoni Valero. Barcelona.
- Deu gravats i una ombra de mà. 1993. Ed. Lluis Pessa. Barcelona.
- Suit tràmpol o el compte enrera. 1994. La Rosa Cúbica. Barcelona.
- Poemas escollits. 1995. Ediciones 62. Barcelona.
- Poemes hipnagògics. 1995. Ed. R. Salvo. Barcelona.
- Passat festes. 1995. Ediciones Empúries. Barcelona.
- Añafil 2. 1995. Huerga y Fierro. Barcelona.
- Capgirada. 1995. Lluis Pessa. Barcelona.
- Aigua de foc. 1995. Centre Cultural Contemporari Pelaires. Palma de Mallorca.
- Arlequins. 1996. Sala Tandem. Barcelona.
- Teatre. 1996. Pedra de Toc. L’Alfás del Pi.
- Tria de poemes conversables i tras de poemes. 1996. Barcanova. Barcelona.
- La clau a la boca. 1997. Barcanova. Barcelona.
- Alfabet desbaratat. 1998. Empúries. Barcelona.
Hoy, con el siglo XXI ya en marcha, la poesía visual es aún practicada por artistas contemporáneos que ven en las posibilidades expresivas de la forma una de las manera más eficaces de expresión.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla