¿De quién hablamos cuando hablamos de Homero? Lo poco que se sabe de la vida del precursor de la literatura contrasta con el legado inmenso que nos ha dejado. El milagro del aedo desconocido que alcanzó la inmortalidad.
El mundo estaba a oscuras y él lo iluminó con su canto. Cuando Homero se puso a cantar, la maquinaria de la civilización occidental se puso en marcha y aún hoy seguimos enganchados a la poesía épica de este aedo con el que comenzó todo. Homero abrió las puertas de la escritura, de la literatura, de la mitología, de la sociedad. Y el mundo se ha limitado a seguir su estela.
Al hablar de Homero podemos hablar de literatura, de genio creador, de magia, de cultura, de pionero, de sabio...pero sobre todo hablamos de inmortalidad. Porque la Ilíada y la Odisea son poemas épicos que cantan el carácter inmortal de los héroes griegos, de los dioses y del propio autor. Navegamos por las procelosas aguas homéricas intentando no hundirnos en el misterio.
Quién fue Homero, el poeta griego
La figura de Homero se ha estudiado hasta la saciedad, pero poco es lo que se ha podido verificar sobre su biografía. Habitualmente se le caracteriza como un aedo ciego procedente de Asia Menor que recorría el mundo heleno allá por el siglo VIII a. C. ejerciendo su profesión, es decir cantando sus poemas épicos para un público variado que podía ir desde el pueblo llano en las plazas y mercados hasta los nobles en sus cenas de palacio.
Lo que sí está claro es que tanto la Ilíada como la Odisea son majestuosas obras atribuidas a Homero, a la figura de Homero. Y es su figura la que ha perdurado a través de los siglos como inmortal gracias a los antiguos griegos que consideraron a Homero como un gran sabio, un maestro que condensó en sus epopeyas todo el conocimiento necesario. Y tal y como los antiguos griegos adoraron a Homero y le elevaron casi a la categoría de divinidad, así lo hacemos nosotros.
El minucioso análisis al que han sido sometidas tanto la Ilíada como la Odisea han planteado la posibilidad de que Homero ni siquiera existiera. Homero como tal, como aedo y poeta creador de las dos obras primeras de la literatura griega sería una especie de pseudónimo bajo el que se agruparían varios autores desconocidos. Esta duda sobre la existencia real de Homero es lo que se conoce como la 'cuestión homérica' y es un debate abierto desde la antigüedad que aún hoy no se ha cerrado.
La cuestión Homérica
Sin duda, resulta asombrosa la capacidad creativa y memorística de una persona capaz de cantar los 15.690 versos de la Ilíada o los 12.110 de la Odisea, porque no podemos olvidar que la épica griega se concebía para ser cantada en público y que no fue hasta la llegada de Homero cuando perdió su carácter oral para pasar a obra escrita. Pero no fue la extensión de los poemas lo que más alertó sobre la posibilidad de que Homero no fuera uno, sino varios.
En los poemas encontramos ciertas incongruencias, digresiones que poco tienen que ver con los versos anteriores, diferentes estilos narrativos especialmente si se comparan las técnicas narrativas de la Ilíada con las de la Odisea, distintas variedades de la lengua griega y anacronismos que sitúan las escenas en diferentes épocas históricas. Todo esto llevó a pensar que había varios autores tras las epopeyas y que en algún momento se habrían decidido a poner por escrito las historias que se cantaban en una larga tradición oral.
Y hablando de tradición oral también debemos mencionar el aspecto que más llamó la atención que quienes buscaban la verdadera identidad del autor que compuso los versos más cantados, recitados, leídos, traducidos y estudiados de la historia. Nos referimos a las fórmulas, epítetos y repeticiones.
Las fórmulas de poesía y literatura de Homero
En la lectura de las obras de Homero llama poderosamente la atención del lector la cantidad de repeticiones que se encuentran. Versos que aparecen repetidos en los distintos cantos, series de versos o incluso escenas típicas que leemos una y otra vez y que casi llegamos a memorizar. Ocurre lo mismo con los epítetos atribuidos a dioses o a los diferentes héroes y personajes que aparecen.
Aquiles 'de pies ligeros', 'la ventosa' Ilión, 'la arenosa' Pilos, Eos 'de rosados dedos', Héctor 'de tremolante penacho', Diomedes 'domador de caballos'...son expresiones que encontramos repetidas muchas veces y que no responden a una falta de creatividad del autor, sino al carácter oral de la poesía épica. La dicción formular homérica fue explicada de forma convincente por Milman Parry cuando descubrió el mismo proceso de creación formular y repetitivo en la poesía oral serbocroata.
Ante la enorme extensión de la Ilíada y la Odisea, el aedo se ve obligado a utilizar estas fórmulas que le permiten hacer una especie de descanso para recordar los siguientes versos. No podemos olvidar en ningún momento que son poemas pensados para ser cantados, no para ser leídos. Lógicamente, al público oyente no le resultaban extrañas las repeticiones formulares de Homero.
La obra de Homero
Entramos de lleno en la obra de Homero haciéndonos una pregunta, ¿qué sería de la literatura sin la épica homérica? En efecto, Ilíada y Odisea suponen la puerta de entrada de la literatura occidental y Homero, fuera quien fuera este misterioso aedo o poeta, es el primer nombre que aparece en el canon literario. La Historia de la literatura comienza con Homero, con la Ilíada y con la Odisea.
- Ilíada
Se considera la Ilíada como una obra anterior a la Odisea, por lo que estamos ante la primera obra de la literatura griega y el foco de inspiración de toda la literatura posterior. En contra de la opinión general, la Ilíada no narra la guerra de Troya, aunque sí es una buena fuente para adentrarse tanto en la mitología griega como en la Historia del mundo egeo en el II milenio a. C. Insistimos, Homero no canta la guerra de Troya, el tema de la Ilíada es la cólera de Aquiles tal y como se anuncia en los primeros versos.
'Canta, oh musa, la cólera funesta del pelida Aquiles que causó infinitas desgracias a los aqueos y precipitó al Hades numerosas almas valerosas de héroes...'
Esto coloca a este héroe griego, hijo de Tetis y Peleo, casi inmortal excepto por el talón, como protagonista indiscutible del poema épico. Sin embargo, otros personajes como Agamenón, Odiseo, Menelao, Néstor, Paris Alejandro, Héctor o Príamo le hacen sombra en cuanto a fama gracias no solo a las artes del autor de la Ilíada, sino a la tradición posterior que se encargó de contarnos lo que Homero calló. Y no nos olvidemos de la bella Helena.
- Odisea
Sin salirnos del género de la épica, la Odisea además inaugura el género de aventuras y viajes. El protagonista indiscutible de esta obra que se considera posterior a la Ilíada es el héroe griego Odiseo (más conocido por su nombre latino Ulises) que pasa 10 años intentando regresar a su Ítaca natal tras la guerra de Troya. De lectura más amena que la Ilíada, la Odisea también cuenta con la problemática narrativa que hizo dudar de la existencia de Homero.
En la Odisea se dan respuesta a muchas preguntas que surgen entre los versos de la Ilíada, por lo que el conocimiento de la historia mítica se amplía. Las aventuras de Odiseo han generado el interés durante milenios y aún siguen generándolo. ¿Acaso no se trata de eso la inmortalidad? Pero más que los hechos que acontecen en la Odisea, interesa las consecuencias de esos hechos para la humanidad. Y como botón de muestra y colofón de lo que la obra de Homero desencadenó, nada mejor que cerrar el capítulo de la Odisea con estos versos del poeta griego Kavafis.
'Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla
enriquecido de cuanto ganaste en el camino...'
El impacto de Homero en la cultura occidental
Literatura, música y pintura, filosofía y ética, arqueología e historia...pocas disciplinas escapan a la influencia que ejerció Homero. Venerado por los antiguos, las obras de Homero contienen todo lo que concierne al ser humano y por eso son poemas inmortales. A quienes dudaron de la veracidad de lo que cantaba Homero, a quienes aseguraron que el relato de Homero eran simples cuentos, solo les contestamos con un nombre: Heinrich Schliemann.
Este comerciante prusiano del Siglo XIX veneró a Homero tanto como los antiguos griegos y pasó media vida amasando una ingente fortuna para poder dedicarse su otra media a vida a conseguir su sueño: seguir los pasos marcados por los relatos homéricos y encontrar Troya. Con Homero comenzó la literatura y con Schliemann comenzó la arqueología. Y entre ambos consiguieron que el mundo reconociera que lo cantado por Homero no eran meras leyendas para entretener a la audiencia, sino que era real. Tan real era Troya como la guerra y como los lugares marcados en los poemas. Cabe suponer, por tanto, que Homero también fue real.
Por Laura Velez