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¿Por qué? ¿Por qué será que esta serie, primero de Antena3 y ahora en Neflixt ha conquistado los corazones de millones de adictos a la TV? ¿Qué encontramos en estos capítulos que nos dejan enganchados hora y horas y que, además, se han convertido en icono cultural contemporáneo? A estas alturas, cuando ya está finalizada la cuarta temporada y se espera la quinta, no da lugar al spoiler. Así que avanzo con los entresijos de La Casa de Papel.  

El argumento y los personajes principales de La Casa de Papel  

Recordamos el argumento principal de La Casa de Papel. Un grupo de ladrones (desgraciados según las palabras de su líder) se unen para asaltar la Casa de la Moneda y Timbre de Madrid. Ninguno tiene nada que perder y cada uno de ellos hace gala de un talento especial. Liderados por un personaje extraño con conflictos relacionales, introvertido y, a la par, tremendamente inteligente  (apodado El Profesor), se esconden bajo el anonimato de una ciudad. Entran en juego Río, experto en informática, la positiva Nairobi, la veterana en atracos Tokio (que nos narra la historia), los soldados Oslo y Helsinki (un grandullón sensible y gay), el inflexible Berlín, un antiguo minero, Moscú, y su hijo Denver. Todos ellos, con un plan maestro, se atrincheran con rehenes en la Fábrica de Moneda con el fin de hacer su propio dinero (extremo que logran al final de la segunda temporada al imprimir casi mil millones). La incursión no sale gratis,  hay bajas y algunas incorporaciones a la banda. Estas son la de Estocolmo (una rehén) y Lisboa (la inspectora que lleva la negociación) quienes (ambas por amor) se pasan al otro lado. 

La tercera y cuarta temporada son más ricas en personajes: Marsella, Manila, el atormentado Palermo, Bogotá… y también en iconografía y tramas. El asalto es ahora al Banco de España donde no van a robar oro sin más sino “el oro”. Esto es, El Profesor se propone (con el fin de liberar de la tortura policial a Río) un pulso al sistema y, por ahora y a la espera de la quinta temporada, lo está consiguiendo. Por tanto, La Casa de Papel de Neflixt, nada más empezar, se articula en torno a un argumento con personajes rebeldes ante un sistema (el capitalista contemporáneo) que se representa corrupto a más no poder. Bueno… la realidad se parece muchísimo en algunos aspectos… Y no hay más que decir en este sentido ¿Y esto solo justifica su éxito? ¡Claro que no! Y voy a intentar desentrañar qué hay detrás del éxito de una serie que, sencillamente, está muy bien, pero que muy bien hecha.  

1.- El idealismo y la utopía detrás de La Casa de Papel 

A pesar de que los protagonistas son ladrones con un entrenamiento importante y que van armados hasta los dientes, en ellos reside un espíritu de idealismo. Aunque no lo consiguen, su meta es que no haya ni bajas ni heridos y que tampoco se robe (hasta ahora) a nadie. Ellos, en principio, van a fabricar su propio dinero como hicieron los bancos centrales para capear la crisis financiera. La diferencia es que ese dinero va a ir a parar a personajes desahuciados por el sistema que poco o nada tienen que perder. Ese idealismo y espíritu utópico es lo que hace que nos identifiquemos con los personajes. Se nos aparece, no como delincuentes sino como combatientes de la resistencia ante un sistema corrupto. 

2.- El triunfo de la inteligencia frente a la brutalidad en La Casa de Papel

Aunque algunos personajes pierden los nervios siempre o se lían a tiros a la primera de cambio, se hace un alegato al plan, siempre al plan. Este ha sido urdido en todos los detalles posibles con tesón, inteligencia y estudio al milímetro. Los ladrones con nombre de ciudad no se meten sin más en la Casa de la Moneda o en el Banco de España a verlas venir, sino que saben todos los detalles, desde el carácter de Gandía (que les juega una mala pasada por no querer abatirlo) hasta los recovecos de los distintos edificios. Estudian los planos, las salidas, las posibles reacciones, las respuestas de la policía, el comportamiento de los rehenes… Y, cuando las cosas se tuercen, El Profesor, el líder del grupo, es capaz de darle la vuelta a la situación pensando y, como en una partida de ajedrez, mover las piezas a su favor. Son atracadores pero guiados por un plan inteligente. Y eso nos gusta. La brutalidad sin más no tiene cabida en el espectador del siglo XXI.  

3.- La Casa de Papel no pertenece a ninguno de los géneros cinematográficos conocidos

Ya que mezcla la acción (incluso juegos de guerra)  con el romanticismo y con el drama. Dramática es la escena no solo de la muerte de Nairobi (disculpas por el spoiler) sino su salida a hombros de la guardia petroniana del Gobernador del Banco de España acompañados por la armónica de su inseparable amigo Helsinki, cuyo amor fue imposible. Y otras relaciones no lo son tanto como la que unió a la Inspectora Murillo con El Profesor o Estocolmo y Denver (ahora hecha añicos debido a las circunstancias). Los ladrones no pueden tener la cabeza fría y se enredan en asuntos del corazón. Son, por tanto, personajes radicalmente humanos que nos reclaman nuestra simpatía desde el minuto uno. Además, en ellos hay una acumulación de fragilidad, de derrota, de demonios del pasado revueltos en su interior y un deseo por hacer las cosas bien que nos lleva también a identificarnos completamente con el grupo. Sencillamente, aquí hay un acierto de los guionistas que son unos genios de la literatura al ponernos por delante a personajes en evolución, con graves traumas no resueltos.  

4.- En La Casa de Papel hay una delgada línea que separa los buenos y los malos 

Tanto es así que llegan a preguntárselo incluso (ahora soy de los buenos o de los malos se pregunta Palermo), un tanto de los mismo sucede con la Inspectora Murillo y con Estocolmo. En la serie, el bien y el mal no depende del bando en el que estés sino de lo que hagas. Esto es, hay una responsabilidad individual en cada uno de los personajes, los cuales están tratados desde un sentido de profunda humanidad. Arturo Román, por poner un caso, es el director de la fábrica y, en principio, un rehén inocente. Eso es en principio, ya que, conforme avanza la trama, no solo se nos pinta como un cobarde o un miserable sino que va resbalando por la abyección más abominable. Primero, se sirve de la manipulación para medrar y, luego, continua bajando hacia un delito atroz: la violación (a Amanda la cual droga previamente al final de la cuarta temporada). Un tanto de lo mismo (pero en el sentido contrario) sucede con Berlín que aparece, al principio, como un psicópata también abusador que, al final de la segunda temporada, se redime al aceptar inmolarse para salvaguardar a los suyos. Y, como estos dos ejemplos, casi todos los protagonistas principales y parte de los secundarios. En definitiva, ante una situación extrema salen a relucir las luces y las sombras, las contradicciones, los amores no correspondidos, los miedos amordazados, las miserias pero también las grandezas. Y este carácter épico (porque luchan contra las fuerzas de fuera como con los demonios internos) nos gusta y mucho. 

5.- Al hilo de lo anterior en La Casa de Papel sale a relucir la complejidad de la mente humana 

Y lo hace de forma magistral apelando a los diálogos y a situaciones que aparecen en un escenario reducido. De hecho, la trama puede llevarse al teatro sin ningún problema. Arturo no es el héroe que dice ser y es un auténtico psicópata manipulador que se esconde bajo una máscara de respetabilidad. Si Berlín se presenta como un narcisista, también aparece en toda su vulnerabilidad la cual acepta cuando sabe que ha llegado el fin. Nairobi, personaje encarnado por Alba Flores, despierta todas las simpatías porque, a pesar de su espíritu positivo y su liderazgo arengando a todo el mundo, esconde una grave secreto: el de haber perdido a su hijo por no prestarle el cuidado adecuado. Si la Inspectora Sierra encarna el sadismo más absoluto (incluso cómico por su brutalidad), Lisboa (Inspectora Murillo) es la personificación de la contradicción, del individuo en busca de un centro, de una misión, más allá de la indefensión aprendida de una relación tóxica no superada… Todo eso hace que los personajes se salgan del puro guión consabido y nos tengan enganchados a la pantalla temporada tras temporada. 

6.- Los personajes evolucionan capítulo por capítulo

Estos choques emocionales provocan que los personajes vayan evolucionando capítulo por capítulo y que no aparezcan como en una fotografía fija. Aquí sí ha habido inteligencia por parte de los guionistas y del equipo directivo, ya que los han tratado como sucedería en la vida misma rompiendo los moldes de las series tradicionales. Esto es, el simpático puede convertirse en el triste y el machista en el más defensor de las mujeres. También hacen tambalear a los más fuertes cuando las cosas se ponen mal y cada uno de ellos busca una salida. En el lado contrario, aparecen atributos y dones escondidos en momentos de clímax que atraen nuestra simpatía.   

7.- Los personajes de La Casa de Papel son la resistencia

Y la resistencia apoya al grupo a pesar de los golpes de estado y alguna puñalada por la espalda entre ellos. Todo ello no quita para que haya una fuerte conciencia de clan. Tanto es así que, incluso, se consideran (como así se verbaliza en algunos momentos) una familia peculiar con miembros unidos por lazos no de sangre. Este concepto, además, se vehicula a través de distintos flashback donde nos enteramos de pormenores que nos hacen “entender” el comportamiento presente (y el carácter anímico) de algunos de ellos: el amor no resuelto de Palermo hacia Berlín, las dudas de Lisboa, la especial amistad (pasión) entre Helsinki y Nairobi… Esta complejidad está magistralmente llevada y articulada. Nos encontramos con personajes que arrastran grandes demonios y, sin embargo, ponen su vida al servicio del dinero, por supuesto, pero también al de una particular revolución que tiene como meta sacar los colores al sistema. Y ponerlo en jaque también.  

8.- El attrezzo, las máscaras y los decorados son acertados al máximo 

Tanto es así que el mono rojo y la máscara de Dalí se han convertido en uno de los disfraces más buscados y no solamente para las fiestas, sino también para dar golpes al estilo de la serie. Además, la puesta en escena está muy bien conseguida contraponiendo de manera efectiva ese atrezzo con el color negro, el gris, el pálido del escenario al completo. Con ello se consigue un efecto visual y artístico poderoso potenciado por el símbolo del rojo, el tono de la sangre, de la pasión, de la guerra, del amor  y de las fuerzas transformadoras.  

9.- Además La Casa de Papel tiene un himno  

Que es esa canción que ni siquiera es nueva, ya que tanto es así que seguramente ya no habrá ni que pagar los derechos de autor. Se trata de un himno de los partisanos italianos en lucha contra los nazis. La letra alude a todos los temas de la serie: el amor, la pérdida, la derrota, el afán de cambio de mundo, el carácter de resistencia y de lucha contra un sistema corrupto y malvado. Tremendamente pegadiza y rítmica, además, en ella encontramos uno de los grandes temas artísticos de todos los tiempos: la lucha por la libertad.  

10.- La búsqueda de la libertad y, en el fondo, el desapego al dinero

Porque eso es lo que buscan los protagonistas de La Casa de Papel: libertad. Y no solo la financiera que le va a posibilitar (con sus peajes a pagar) el primer golpe. También es un intento por alcanzar la propia libertad individual, aquella que les permita dejar atrás los demonios personales. A pesar de los lazos de confraternidad, todos y cada uno de los personajes están atados a una circunstancia, a un dolor, a un pecado del pasado… Y, de alguna manera u otra, buscan redimirse y dejar atrás ese bagaje. Será la única manera de alcanzar una libertad que no solo se consigue con una montaña (literal) de dinero. Es más, hay un despego de esos billetes que comparten incluso con la gente corriente que se encuentran (cuando se queda atascada la caravana), con los rehenes o lo lanzan al cielo. Podrían haber creado el caos de otra manera pero, en su afán de redención, quieren compartir su particular botín con gentes anónimas. 

Por todo esto, y por el ritmo magistral de guión, trama, sonido, atrezzo, los personajes de La Casa de Papel nos resultan simpáticos, amigables y cercanos. Son ellos los que han convertido la serie en todo un éxito internacional del que ya solo queda esperar la quinta y última temporada. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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¿Por qué? ¿Por qué será que esta serie, primero de Antena3 y ahora en Neflixt ha conquistado los corazones de millones de adictos a la TV? ¿Qué encontramos en estos capítulos que nos dejan enganchados hora y horas y que, además, se han convertido en icono cultural contemporáneo? A estas alturas, cuando ya está finalizada la cuarta temporada y se espera la quinta, no da lugar al spoiler. Así que avanzo con los entresijos de La Casa de Papel.  

El argumento y los personajes principales de La Casa de Papel  

Recordamos el argumento principal de La Casa de Papel. Un grupo de ladrones (desgraciados según las palabras de su líder) se unen para asaltar la Casa de la Moneda y Timbre de Madrid. Ninguno tiene nada que perder y cada uno de ellos hace gala de un talento especial. Liderados por un personaje extraño con conflictos relacionales, introvertido y, a la par, tremendamente inteligente  (apodado El Profesor), se esconden bajo el anonimato de una ciudad. Entran en juego Río, experto en informática, la positiva Nairobi, la veterana en atracos Tokio (que nos narra la historia), los soldados Oslo y Helsinki (un grandullón sensible y gay), el inflexible Berlín, un antiguo minero, Moscú, y su hijo Denver. Todos ellos, con un plan maestro, se atrincheran con rehenes en la Fábrica de Moneda con el fin de hacer su propio dinero (extremo que logran al final de la segunda temporada al imprimir casi mil millones). La incursión no sale gratis,  hay bajas y algunas incorporaciones a la banda. Estas son la de Estocolmo (una rehén) y Lisboa (la inspectora que lleva la negociación) quienes (ambas por amor) se pasan al otro lado. 

La tercera y cuarta temporada son más ricas en personajes: Marsella, Manila, el atormentado Palermo, Bogotá… y también en iconografía y tramas. El asalto es ahora al Banco de España donde no van a robar oro sin más sino “el oro”. Esto es, El Profesor se propone (con el fin de liberar de la tortura policial a Río) un pulso al sistema y, por ahora y a la espera de la quinta temporada, lo está consiguiendo. Por tanto, La Casa de Papel de Neflixt, nada más empezar, se articula en torno a un argumento con personajes rebeldes ante un sistema (el capitalista contemporáneo) que se representa corrupto a más no poder. Bueno… la realidad se parece muchísimo en algunos aspectos… Y no hay más que decir en este sentido ¿Y esto solo justifica su éxito? ¡Claro que no! Y voy a intentar desentrañar qué hay detrás del éxito de una serie que, sencillamente, está muy bien, pero que muy bien hecha.  

1.- El idealismo y la utopía detrás de La Casa de Papel 

A pesar de que los protagonistas son ladrones con un entrenamiento importante y que van armados hasta los dientes, en ellos reside un espíritu de idealismo. Aunque no lo consiguen, su meta es que no haya ni bajas ni heridos y que tampoco se robe (hasta ahora) a nadie. Ellos, en principio, van a fabricar su propio dinero como hicieron los bancos centrales para capear la crisis financiera. La diferencia es que ese dinero va a ir a parar a personajes desahuciados por el sistema que poco o nada tienen que perder. Ese idealismo y espíritu utópico es lo que hace que nos identifiquemos con los personajes. Se nos aparece, no como delincuentes sino como combatientes de la resistencia ante un sistema corrupto. 

2.- El triunfo de la inteligencia frente a la brutalidad en La Casa de Papel

Aunque algunos personajes pierden los nervios siempre o se lían a tiros a la primera de cambio, se hace un alegato al plan, siempre al plan. Este ha sido urdido en todos los detalles posibles con tesón, inteligencia y estudio al milímetro. Los ladrones con nombre de ciudad no se meten sin más en la Casa de la Moneda o en el Banco de España a verlas venir, sino que saben todos los detalles, desde el carácter de Gandía (que les juega una mala pasada por no querer abatirlo) hasta los recovecos de los distintos edificios. Estudian los planos, las salidas, las posibles reacciones, las respuestas de la policía, el comportamiento de los rehenes… Y, cuando las cosas se tuercen, El Profesor, el líder del grupo, es capaz de darle la vuelta a la situación pensando y, como en una partida de ajedrez, mover las piezas a su favor. Son atracadores pero guiados por un plan inteligente. Y eso nos gusta. La brutalidad sin más no tiene cabida en el espectador del siglo XXI.  

3.- La Casa de Papel no pertenece a ninguno de los géneros cinematográficos conocidos

Ya que mezcla la acción (incluso juegos de guerra)  con el romanticismo y con el drama. Dramática es la escena no solo de la muerte de Nairobi (disculpas por el spoiler) sino su salida a hombros de la guardia petroniana del Gobernador del Banco de España acompañados por la armónica de su inseparable amigo Helsinki, cuyo amor fue imposible. Y otras relaciones no lo son tanto como la que unió a la Inspectora Murillo con El Profesor o Estocolmo y Denver (ahora hecha añicos debido a las circunstancias). Los ladrones no pueden tener la cabeza fría y se enredan en asuntos del corazón. Son, por tanto, personajes radicalmente humanos que nos reclaman nuestra simpatía desde el minuto uno. Además, en ellos hay una acumulación de fragilidad, de derrota, de demonios del pasado revueltos en su interior y un deseo por hacer las cosas bien que nos lleva también a identificarnos completamente con el grupo. Sencillamente, aquí hay un acierto de los guionistas que son unos genios de la literatura al ponernos por delante a personajes en evolución, con graves traumas no resueltos.  

4.- En La Casa de Papel hay una delgada línea que separa los buenos y los malos 

Tanto es así que llegan a preguntárselo incluso (ahora soy de los buenos o de los malos se pregunta Palermo), un tanto de los mismo sucede con la Inspectora Murillo y con Estocolmo. En la serie, el bien y el mal no depende del bando en el que estés sino de lo que hagas. Esto es, hay una responsabilidad individual en cada uno de los personajes, los cuales están tratados desde un sentido de profunda humanidad. Arturo Román, por poner un caso, es el director de la fábrica y, en principio, un rehén inocente. Eso es en principio, ya que, conforme avanza la trama, no solo se nos pinta como un cobarde o un miserable sino que va resbalando por la abyección más abominable. Primero, se sirve de la manipulación para medrar y, luego, continua bajando hacia un delito atroz: la violación (a Amanda la cual droga previamente al final de la cuarta temporada). Un tanto de lo mismo (pero en el sentido contrario) sucede con Berlín que aparece, al principio, como un psicópata también abusador que, al final de la segunda temporada, se redime al aceptar inmolarse para salvaguardar a los suyos. Y, como estos dos ejemplos, casi todos los protagonistas principales y parte de los secundarios. En definitiva, ante una situación extrema salen a relucir las luces y las sombras, las contradicciones, los amores no correspondidos, los miedos amordazados, las miserias pero también las grandezas. Y este carácter épico (porque luchan contra las fuerzas de fuera como con los demonios internos) nos gusta y mucho. 

5.- Al hilo de lo anterior en La Casa de Papel sale a relucir la complejidad de la mente humana 

Y lo hace de forma magistral apelando a los diálogos y a situaciones que aparecen en un escenario reducido. De hecho, la trama puede llevarse al teatro sin ningún problema. Arturo no es el héroe que dice ser y es un auténtico psicópata manipulador que se esconde bajo una máscara de respetabilidad. Si Berlín se presenta como un narcisista, también aparece en toda su vulnerabilidad la cual acepta cuando sabe que ha llegado el fin. Nairobi, personaje encarnado por Alba Flores, despierta todas las simpatías porque, a pesar de su espíritu positivo y su liderazgo arengando a todo el mundo, esconde una grave secreto: el de haber perdido a su hijo por no prestarle el cuidado adecuado. Si la Inspectora Sierra encarna el sadismo más absoluto (incluso cómico por su brutalidad), Lisboa (Inspectora Murillo) es la personificación de la contradicción, del individuo en busca de un centro, de una misión, más allá de la indefensión aprendida de una relación tóxica no superada… Todo eso hace que los personajes se salgan del puro guión consabido y nos tengan enganchados a la pantalla temporada tras temporada. 

6.- Los personajes evolucionan capítulo por capítulo

Estos choques emocionales provocan que los personajes vayan evolucionando capítulo por capítulo y que no aparezcan como en una fotografía fija. Aquí sí ha habido inteligencia por parte de los guionistas y del equipo directivo, ya que los han tratado como sucedería en la vida misma rompiendo los moldes de las series tradicionales. Esto es, el simpático puede convertirse en el triste y el machista en el más defensor de las mujeres. También hacen tambalear a los más fuertes cuando las cosas se ponen mal y cada uno de ellos busca una salida. En el lado contrario, aparecen atributos y dones escondidos en momentos de clímax que atraen nuestra simpatía.   

7.- Los personajes de La Casa de Papel son la resistencia

Y la resistencia apoya al grupo a pesar de los golpes de estado y alguna puñalada por la espalda entre ellos. Todo ello no quita para que haya una fuerte conciencia de clan. Tanto es así que, incluso, se consideran (como así se verbaliza en algunos momentos) una familia peculiar con miembros unidos por lazos no de sangre. Este concepto, además, se vehicula a través de distintos flashback donde nos enteramos de pormenores que nos hacen “entender” el comportamiento presente (y el carácter anímico) de algunos de ellos: el amor no resuelto de Palermo hacia Berlín, las dudas de Lisboa, la especial amistad (pasión) entre Helsinki y Nairobi… Esta complejidad está magistralmente llevada y articulada. Nos encontramos con personajes que arrastran grandes demonios y, sin embargo, ponen su vida al servicio del dinero, por supuesto, pero también al de una particular revolución que tiene como meta sacar los colores al sistema. Y ponerlo en jaque también.  

8.- El attrezzo, las máscaras y los decorados son acertados al máximo 

Tanto es así que el mono rojo y la máscara de Dalí se han convertido en uno de los disfraces más buscados y no solamente para las fiestas, sino también para dar golpes al estilo de la serie. Además, la puesta en escena está muy bien conseguida contraponiendo de manera efectiva ese atrezzo con el color negro, el gris, el pálido del escenario al completo. Con ello se consigue un efecto visual y artístico poderoso potenciado por el símbolo del rojo, el tono de la sangre, de la pasión, de la guerra, del amor  y de las fuerzas transformadoras.  

9.- Además La Casa de Papel tiene un himno  

Que es esa canción que ni siquiera es nueva, ya que tanto es así que seguramente ya no habrá ni que pagar los derechos de autor. Se trata de un himno de los partisanos italianos en lucha contra los nazis. La letra alude a todos los temas de la serie: el amor, la pérdida, la derrota, el afán de cambio de mundo, el carácter de resistencia y de lucha contra un sistema corrupto y malvado. Tremendamente pegadiza y rítmica, además, en ella encontramos uno de los grandes temas artísticos de todos los tiempos: la lucha por la libertad.  

10.- La búsqueda de la libertad y, en el fondo, el desapego al dinero

Porque eso es lo que buscan los protagonistas de La Casa de Papel: libertad. Y no solo la financiera que le va a posibilitar (con sus peajes a pagar) el primer golpe. También es un intento por alcanzar la propia libertad individual, aquella que les permita dejar atrás los demonios personales. A pesar de los lazos de confraternidad, todos y cada uno de los personajes están atados a una circunstancia, a un dolor, a un pecado del pasado… Y, de alguna manera u otra, buscan redimirse y dejar atrás ese bagaje. Será la única manera de alcanzar una libertad que no solo se consigue con una montaña (literal) de dinero. Es más, hay un despego de esos billetes que comparten incluso con la gente corriente que se encuentran (cuando se queda atascada la caravana), con los rehenes o lo lanzan al cielo. Podrían haber creado el caos de otra manera pero, en su afán de redención, quieren compartir su particular botín con gentes anónimas. 

Por todo esto, y por el ritmo magistral de guión, trama, sonido, atrezzo, los personajes de La Casa de Papel nos resultan simpáticos, amigables y cercanos. Son ellos los que han convertido la serie en todo un éxito internacional del que ya solo queda esperar la quinta y última temporada. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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