El efecto Pigmalión explicado con ejemplos

El efecto Pigmalión

El efecto Pigmalión

Candela Vizcaíno

 

La denominación efecto Pigmalión apareció en la década de los cincuenta del siglo XX aplicado a la psicología y a la incipiente pedagogía. El término se toma del mito clásico de Pigmalión y Galatea. Este fue ampliamente tratado por los artistas desde el Renacimiento con su vuelta a la cultura grecolatina. La temática continuó hasta bien entrado el siglo XX. El término se refiere a las expectativas que un superior (maestro, jefe, cabeza de familia o guía) proyecta sobre alguien en desarrollo emocional, profesional o académico. Dependiendo de si son positivas o negativas así serán los resultados sobre el que aprende. Las posibilidades de alcanzar las metas propuestas son proporcionales a esas expectativas positivas que se proyectan sobre quién está en proceso de evolución. Encontramos ejemplos del efecto Pigmalión en todos los ámbitos de la vida y no solo en el educativo o familiar sino también en el ámbito laboral. De una manera u otra está en la base de las técnicas modernas de coaching. 

El mito de donde procede el efecto Pigmalión  

Este término psicológico hunde sus raíces en los mitos antiguos y se basa en la historia de Pigmalión y Galatea recogida por Ovidio (siglo I de nuestra era) en su obra las Metamorfosis. Pigmalión era el rey de Chipre incapaz de elegir esposa de entre las candidatas de la élite de su pueblo. Consideraba que todas las mujeres eran chismosas y superficiales. Así que intentó tapar su misoginia con una actividad artística. Se pasaba las horas en su taller realizando delicadas esculturas hasta que llegó al cenit de su creación artística labrando una escultura en blanco mármol representando una hermosa doncella. 

Con la soledad creciente llegó a poner nombre a la escultura, Galatea, y se pasaba las horas contándole sus problemas, cuitas y ilusiones al trozo de mármol. Tanta fue la intimidad que Pigmalión desplegó sobre Galatea que acabó enamorándose de la escultura. A partir de aquí las fuentes difieren en la continuidad del relato. Unas dicen que Afrodita, diosa del amor, apiadándose del dolor anímico del rey, transformó sin más la escultura en una hermosa mujer justo cuando Pigmalión la abrazaba para darle un beso. Otras fuentes hacen entrar en escena el fuego. El rey pide a Afrodita que Galatea tenga vida. La diosa provoca un incendio en el taller real y, cuando se apagan los rescoldos de la ceniza, Pigmalión se da cuenta de que Galatea no ha sufrido daño. Corre a abrazarla y a besarla y en ese momento se convierte en una hermosa muchacha. Algunos libros medievales apuntan, además, a que ambos tuvieron descendencia, un hijo y una hija.  

Pigmalión en las artes antes que en psicología 

Los artistas a partir del Renacimiento, con su gusto por la cultura grecolatina, representaron ampliamente este mito. Veían en esta fábula (y así se recoge por la literatura especializada) una simbolización perfecta de la creación humana. Esto es, Galatea, una cosa inerte aunque bella, toma vida (aunque sea por intervención divina) gracias a la acción del artista, del creador, del ser humano. En este sentido, Pigmalión actúa como Dios al crear a Eva desde la costilla de Adán. El arte, por tanto, la mayor expresión de la creatividad humana, se equipara a la llama de la vida. 

En 1913 Bernard Shaw estrena una obra teatral (Pigmalión) en la que una florista sin formación es acogida por un lingüista que se propone convertirla en una dama de la alta sociedad. En la obra, el creador ya no es un artista sino un científico. Y la transformación no es de ser inanimado a organismo vivo. Asistimos, por tanto, a un moldeado sobre los principios de la educación y formación. La obra fue llevada al cine con el título de My Fair Lady y Audrey Hepburn como protagonista. 

¿Qué es el efecto Pigmalión y cómo afecta a la educación?  

El efecto Pigmalión en psicología, siguiendo este esquema argumental, se equipara al moldeado que los individuos de autoridad (familia, maestros, jefes, guías…) ejercen sobre las mentes por desarrollar. El término fue propuesto a mediados del siglo XX por el psicólogo Robert Rosenthal (1933) y la maestra, directora de un colegio, Lenore Jacobson (1922) intentando demostrar las teorías de las profecías autocumplidas. Esto es, ambos habían observado que los niños sobre los que se tenían altas expectativas y se les incentivaba recordándoles que eran inteligentes obtenían mejores resultados académicos que aquellos que no se esperaban nada de ellos. Lograron demostrar estos resultados dividiendo la clase en la mitad sin tener en cuenta, en principio, el nivel intelectual. Aquellos que fueron motivados (independientemente de su procedencia) obtuvieron un mejor rendimiento que los que se dejaron sin ningún tipo de estímulo o refuerzo positivo.  

Por tanto, el efecto Pigmalión en psicología y pedagogía, venía a demostrar que la misma pasión que el rey de la mitología clásica desplegó hacia su obra servía para “dar vida” a pequeños en edad escolar. Este principio que está en la base del coaching actual centrado en el desarrollo de la autoestima y autoconocimiento fue todo un hito en la época muy condicionada por ideas genetistas y prejuicios tanto de clase como de raza. El efecto Pigmalión, por tanto, nos viene a decir que las expectativas sobre individuos en desarrollo (educativo, emocional, profesional) tiene una correlación proporcional en sus resultados vitales.  

Apunto, por último, para terminar la descripción que el efecto Pigmalión puede ser positivo o negativo. En este último caso se denomina efecto Gólem, denominación tomada del monstruo de la mitología hebrea que solo obedecía de manera literal sin plantearse ni cuestionar sus actos. El Gólem, al contrario que Galatea, se identifica con la masa no pensante, con la obediencia ciega y con aquellos cuyo trabajo es útil para la sociedad pero no para ellos mismos, ya que están vacíos de todo afán de trascendencia o de espiritualidad.  

Ejemplos de efecto Pigmalión en la vida real 

1.- Quizás el más importante sea en el aspecto educativo que se ejerce sobre niños y jóvenes. Si estos están en un ambiente en el que se valora sus habilidades y talentos naturales acabarán desarrollándolos y, por tanto, se cumplirá la profecía de la consecución de sus sueños. Sin embargo, aquellos pequeños que se le cierran las puertas y las ventanas de los mundos posibles poco podrán hacer para una transformación que les beneficie. 

2.- El efecto Pigmalión también se ha estudiado desde el punto de vista de la conciencia de clase. Si en el entorno no hay estímulos seductores para evolucionar, pocos serán los que salgan de lo mismo que han repetido padres, abuelos o vecinos. Por el contrario, aquellos insertos en un medio enriquecedor tendrán más fácil desarrollar sus distintas habilidades y talentos. 

3.- Es en la vida familiar donde el efecto Pigmalión puede brillar en todo su esplendor y no solo cuando se hace uso por parte de los padres sino también por la pareja. El coaching contemporáneo se basa en estas premisas: cuando creemos en nuestras fortalezas y en las de aquellos que están más cerca, aumentan las posibilidades de que las metas se cumplan. 

4.- Desde la psicología también se trabaja con esta premisa en adultos con autoestima baja, ya que las falsas creencias actúan a modo de autosabotaje. Se trata de suprimir cargas emocionales para que el individuo pueda moldearse emocionalmente con libertad. 

5.- En la última década se trabaja en el ámbito laboral utilizando las técnicas del efecto Pigmalión. Se trata de sacar lo mejor de cada uno según sus habilidades y formación siendo la tarea principal del líder. Gran parte del coaching laboral actual se basa en estas premisas. 

El efecto Pigmalión, por tanto, nos dice de la vida que hay en la obra humana, en la semilla de luz con capacidad para la transformación. Nos remite a las expectativas que abren posibilidades, opciones y espacios de libertad. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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