romanticismo

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La Canción del pirata de José de Espronceda (1808-1842) es uno de los poemas más representativos del Romanticismo en España. Apareció publicada en 1835 en la revista El Artista y posteriormente fue incluida en la edición de las obras del poeta de 1840. En este puñado de versos no solo encontramos buena parte de las características del Romanticismo sino también se transparenta la personalidad del escritor. En este sentido, tengo que comenzar diciendo que es quizás el primer texto literario en lengua española en el que se apela a la libertad como bien supremo. A la par, la naturaleza se convierte casi en protagonista junto con un prototipo social marginado en extremo. Este le sirve al poeta para poner de manifiesto todas las contradicciones y choques de la constreñida vida burguesa que comenzaba a abrirse paso en los albores del capitalismo industrial. 

Canción del pirata de José de Espronceda, texto completo 

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
mi velero bergantín:
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul: 


Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor. 

 

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria, la mar.

Allá muevan feroz guerra,
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor. 

 

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
como vira y se previene,
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
solo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por la mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar. 

Análisis y comentario básico de Canción del pirata de José de Espronceda 

1.- En cuanto a los tropos y las rimas 

El texto al completo no sigue las características de una sola estrofa y en el mismo se combinan las octavillas, las octavillas de cuatro sílabas, las cuartetas (en el estribillo repetitivo) y las sextinas. Las rimas en consonante son muy marcadas ayudando a generar un ritmo trepidante y altamente sonoro: violento-viento; sacudidos-bramidos; aquilones-cañones; tierra-guerra… Y todo ello utilizando también la rima en asonante: libertad-mar. A pesar de esta combinación estrófica y métrica, el poema mantiene una uniformidad tan rítmica que puede, incluso, ser musicado.  

2.- La fuerza temática se consigue eliminando la adjetivación  

Y esto es una constante en la obra poética de Espronceda que en la Canción del pirata llega a un extremo máximo. Los sentidos de avance, fuerza e intrepidez no solo se consiguen utilizando vocablos de esta línea semántica (bravío, violento, tormenta, libertad…) sino también renunciando a cualquier adjetivo. En el poema solo existen verbos, sustantivos, los artículos necesarios y mínimas conjunciones. Las frases son cortas, certeras, sin subordinaciones. Renuncia a metáforas y recursos estilísticos rebuscados. Todo lo contrario: se busca la simpleza y la sencillez extrema. Todo ello contribuye al ritmo intrépido y a seguir la lectura con la misma rapidez tal cual se nos antoja la vida del pirata. Nada se interpone entre las palabras del protagonista y el receptor del poema. El mensaje llega directo y certero al corazón del lector.  

3.- Características del Romanticismo en la Canción del pirata

Hasta inicios del siglo XIX, la literatura se había forjado (con sus matices por supuesto) siempre teniendo presente la tradición. Llegado el Romanticismo este concepto salta por los aires y se invoca, por primera vez en arte, la libertad, la originalidad artística y la genialidad. Paralelamente, se buscan nuevos mundos posibles que se antojan situados en un plano distinto al de la realidad tangible y cotidiana. Por eso, hay un gusto por los cementerios, las ánimas y las referencias a la muerte. Todo ello se adoba con un tratamiento de la naturaleza inédito hasta ese momento. Así, el paisaje deja de ser mero decorado para convertirse en protagonista.  

Tal como estamos viendo, la Canción del pirata se regodea (siguiendo estos parámetros) con una forma de vida fuera de cualquier frontera social. Y en este sentido (hago el inciso) se encuentran otros poemas de Espronceda, como El diablo mundo. El pirata no se ajusta a ninguna norma social y desafía constantemente las leyes de los hombres al buscar la felicidad mediante una forma de vida fuera de cualquier cliché preestablecido. La libertad es la bandera y guía, tal como se reitera en el repetitivo estribillo. Y su mundo se desarrolla en un espacio natural (el del mar indomable) alejado incluso de las imposiciones de la civilización. Todas estas características están presentes en los escritores románticos y  son ensalzadas en aquellos (como nuestro protagonista) que se manejaron en una vida de rebeldía política.  

4.- Los valores del Romanticismo en la Canción del pirata

Enarbolando la bandera de la libertad (en un marco natural) nos encontramos también el recurso al exotismo, del que echan mano constantemente los escritores de la época. Entendemos este como el uso de personajes ajenos a los clichés sociales y siempre en búsqueda de un modo de vida que no puede satisfacerse con el sistema establecido. Es frecuente, así, echar mano de protagonistas que viven en países fuera del área cultural europeo, vagabundos, tipos transfronterizos espiritualmente, bandidos, revolucionarios, trotamundos… Y aquí el pirata nos habla de otra forma de vida radicalmente distinta sin importar que la suya sea al margen de la ley. Y la alaba con plena consciencia (ya que no teme a que lo atrapen y lo condenen) eligiéndola con gusto. No estamos ante un forajido que huye sino ante alguien que seduce, convence y se enfrenta con convicción a las normas.  

Y por último, la Canción del pirata de José de Espronceda se unifica por ese repetitivo estribillo en el que se concentran (como píldoras) todos los temas de un movimiento (el romántico) que avanzaba hacia mundo posibles, a veces subversivos. Por primera vez en la literatura española se abandona cualquier sentimiento religioso, patriótico o cívico para ensalzar la libertad personal. La individualidad (bajo los parámetros de la época) solo podía ser leída como una transgresión. En este sentido, el poeta no puede acertar mejor al elegir a un pirata como protagonista, el mismo que canta una canción que nos lleva por los mares de la felicidad. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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La Canción del pirata de José de Espronceda (1808-1842) es uno de los poemas más representativos del Romanticismo en España. Apareció publicada en 1835 en la revista El Artista y posteriormente fue incluida en la edición de las obras del poeta de 1840. En este puñado de versos no solo encontramos buena parte de las características del Romanticismo sino también se transparenta la personalidad del escritor. En este sentido, tengo que comenzar diciendo que es quizás el primer texto literario en lengua española en el que se apela a la libertad como bien supremo. A la par, la naturaleza se convierte casi en protagonista junto con un prototipo social marginado en extremo. Este le sirve al poeta para poner de manifiesto todas las contradicciones y choques de la constreñida vida burguesa que comenzaba a abrirse paso en los albores del capitalismo industrial. 

Canción del pirata de José de Espronceda, texto completo 

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
mi velero bergantín:
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul: 


Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor. 

 

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria, la mar.

Allá muevan feroz guerra,
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor. 

 

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
como vira y se previene,
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
solo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por la mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar. 

Análisis y comentario básico de Canción del pirata de José de Espronceda 

1.- En cuanto a los tropos y las rimas 

El texto al completo no sigue las características de una sola estrofa y en el mismo se combinan las octavillas, las octavillas de cuatro sílabas, las cuartetas (en el estribillo repetitivo) y las sextinas. Las rimas en consonante son muy marcadas ayudando a generar un ritmo trepidante y altamente sonoro: violento-viento; sacudidos-bramidos; aquilones-cañones; tierra-guerra… Y todo ello utilizando también la rima en asonante: libertad-mar. A pesar de esta combinación estrófica y métrica, el poema mantiene una uniformidad tan rítmica que puede, incluso, ser musicado.  

2.- La fuerza temática se consigue eliminando la adjetivación  

Y esto es una constante en la obra poética de Espronceda que en la Canción del pirata llega a un extremo máximo. Los sentidos de avance, fuerza e intrepidez no solo se consiguen utilizando vocablos de esta línea semántica (bravío, violento, tormenta, libertad…) sino también renunciando a cualquier adjetivo. En el poema solo existen verbos, sustantivos, los artículos necesarios y mínimas conjunciones. Las frases son cortas, certeras, sin subordinaciones. Renuncia a metáforas y recursos estilísticos rebuscados. Todo lo contrario: se busca la simpleza y la sencillez extrema. Todo ello contribuye al ritmo intrépido y a seguir la lectura con la misma rapidez tal cual se nos antoja la vida del pirata. Nada se interpone entre las palabras del protagonista y el receptor del poema. El mensaje llega directo y certero al corazón del lector.  

3.- Características del Romanticismo en la Canción del pirata

Hasta inicios del siglo XIX, la literatura se había forjado (con sus matices por supuesto) siempre teniendo presente la tradición. Llegado el Romanticismo este concepto salta por los aires y se invoca, por primera vez en arte, la libertad, la originalidad artística y la genialidad. Paralelamente, se buscan nuevos mundos posibles que se antojan situados en un plano distinto al de la realidad tangible y cotidiana. Por eso, hay un gusto por los cementerios, las ánimas y las referencias a la muerte. Todo ello se adoba con un tratamiento de la naturaleza inédito hasta ese momento. Así, el paisaje deja de ser mero decorado para convertirse en protagonista.  

Tal como estamos viendo, la Canción del pirata se regodea (siguiendo estos parámetros) con una forma de vida fuera de cualquier frontera social. Y en este sentido (hago el inciso) se encuentran otros poemas de Espronceda, como El diablo mundo. El pirata no se ajusta a ninguna norma social y desafía constantemente las leyes de los hombres al buscar la felicidad mediante una forma de vida fuera de cualquier cliché preestablecido. La libertad es la bandera y guía, tal como se reitera en el repetitivo estribillo. Y su mundo se desarrolla en un espacio natural (el del mar indomable) alejado incluso de las imposiciones de la civilización. Todas estas características están presentes en los escritores románticos y  son ensalzadas en aquellos (como nuestro protagonista) que se manejaron en una vida de rebeldía política.  

4.- Los valores del Romanticismo en la Canción del pirata

Enarbolando la bandera de la libertad (en un marco natural) nos encontramos también el recurso al exotismo, del que echan mano constantemente los escritores de la época. Entendemos este como el uso de personajes ajenos a los clichés sociales y siempre en búsqueda de un modo de vida que no puede satisfacerse con el sistema establecido. Es frecuente, así, echar mano de protagonistas que viven en países fuera del área cultural europeo, vagabundos, tipos transfronterizos espiritualmente, bandidos, revolucionarios, trotamundos… Y aquí el pirata nos habla de otra forma de vida radicalmente distinta sin importar que la suya sea al margen de la ley. Y la alaba con plena consciencia (ya que no teme a que lo atrapen y lo condenen) eligiéndola con gusto. No estamos ante un forajido que huye sino ante alguien que seduce, convence y se enfrenta con convicción a las normas.  

Y por último, la Canción del pirata de José de Espronceda se unifica por ese repetitivo estribillo en el que se concentran (como píldoras) todos los temas de un movimiento (el romántico) que avanzaba hacia mundo posibles, a veces subversivos. Por primera vez en la literatura española se abandona cualquier sentimiento religioso, patriótico o cívico para ensalzar la libertad personal. La individualidad (bajo los parámetros de la época) solo podía ser leída como una transgresión. En este sentido, el poeta no puede acertar mejor al elegir a un pirata como protagonista, el mismo que canta una canción que nos lleva por los mares de la felicidad. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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Aunque La canción del pirata es quizás la obra de José de Espronceda más conocida entre el gran público, El diablo mundo, sin lugar a dudas, es la más ambiciosa desde el punto de vista literario. Y ello a pesar de que quedó sin terminar. Y ese así porque una de las características del Romanticismo (tanto en literatura como en artes plásticas) es la consideración del artista como demiurgo. Esto es, el creador se erige en intérprete o vehículo de comunicación entre las fuerzas cósmicas divinas y el mundo terrenal. Bajo este aspecto, no podemos olvidar el sentido que el término tiene para la filosofía de los gnósticos. Es aquí donde el demiurgo es considerado un hacedor de mundos posibles, un artesano del universo o un impulsor de las fuerzas cósmicas.  El poeta (así elevado) goza de auto-consideración ya que es capaz de ver una realidad vetada a los profanos. Si anoto esto antes de comenzar es porque El diablo mundo se adhiere a esta línea de pensamiento filosófico. Y el poema en su totalidad pretende ser un canto, una descripción o una manifestación entre lo profano terrenal y lo ignoto sagrado. Vamos por partes. 

Temática y argumento básico de los cantos de El diablo mundo de José de Espronceda

La crítica da por cierto que la obra se inició en 1839 y quedó inconclusa debido a la repentina muerte del poeta (1842). No obstante, ya se conocía la obra antes de esta fecha, ya que aparecieron fragmentos en distintas revistas. Además, se leyeron otros tantos en la tertulias de El Liceo. Tal como ha llegado hasta nosotros, tiene una introducción y seis cantos. Muy esquemáticamente tenemos lo siguiente: 

1.- Introducción  

Hasta la irrupción del Romanticismo literario no podemos hablar de originalidad personal en la creación tal como la entendemos actualmente. Es en el siglo XIX cuando el artista se sacude de cualquier influencia pasada y se adentra en los terrenos pantanosos del genio. Y aquí se incluye los choques emocionales de la creación. Es en este sentido en el que tenemos que poner en valor la obra El diablo mundo de José de Espronceda al completo. Y especialmente la introducción. En ella, una serie de criaturas de otro plano espiritual giran en torno a la cabeza del poeta enfrentadas entre seres del mal y del bien. Los primeros atormentan al creador y los segundos le dan la oportunidad de redención. Aparece inmediatamente el Luzbel romántico, el ángel caído al proclamar el “non serviam” ante Dios y, por tanto, al elegir la libertad aunque a costa de sufrir oscuridad. Este ser es la simbolización extrema de todas las contradicciones humanas, las mismas que comenzarían a desenredarse décadas más tarde con las propuestas del inconsciente según Freud.  

2.- Canto I y el adanismo como redención del hombre 

Porque para el poeta la única manera de progreso espiritual solo puede ser posible con un espíritu nuevo, inmaculado y libre de cualquier visión envenenada de la sociedad. Así, el protagonista, de nombre don Pablo, es un anciano que se encamina hacia la muerte al que se le concede la oportunidad de la juventud con un alma limpia. Esto es, no tendría ni recuerdos ni experiencia de la vida anterior y, paralelamente, debería aceptar (con todo lo que conlleva) la inmortalidad. Como Fausto, firma el pacto y totalmente desnudo se presenta ante la sociedad.  

3.- Canto II o Canto a Teresa, el más hermoso poema de amor de Espronceda y del Romanticismo

Nada más empezar el poeta nos dice:  

Este canto es un desahogo de mi corazón; sáltelo el que no quiera leerlo, sin escrúpulo, pues no está ligado de manera alguna con el poema.

A pesar de esta advertencia, la crítica actual no considera el Canto a Teresa un mero añadido y más bien todo lo contrario, ya que la pérdida expresada en el poema genera un todo temático con el resto de la obra. Al mismo pertenecen estos bellos versos que se encuentran en el cenit del Romanticismo en España, más allá de la Canción del pirata de todos conocida.  

Yo amaba todo; un noble sentimiento 

exaltaba mi ánimo y sentía 

en mi pecho un secreto movimiento,

de grandes hechos generoso guía. 

El mismo sirve para incidir no solo en las aristas del amor sino también para tratar el cruel destino humano, mortal y pasajero. El Canto a Teresa muestra siempre una felicidad pasada de la que el poeta se queja y se duele amargamente.  

4.- Canto III

Seguimos con las aventuras del protagonista del poema. Mientras que don Pablo, convertido en Adán, se pasea desnudo para escándalo de todos, el poeta aprovecha para insertar digresiones personales y sobre el sentido de la vida. Todas ellas se caracterizan por el tono pesimista que es común en la literatura española de todos los tiempos. También se deslizan ideas políticas tratadas con espíritu satírico.  

5.- Canto IV o el costumbrismo romántico

Este fragmento es una sucesión descriptiva de los distintos tipos sociales españoles a propósito de la entrada en prisión (por escándalo público) de Adán. Allí se topa con Salada quien cae rendida de amor, un sentimiento que no puede ser correspondido por el protagonista puesto que, en su inocencia, no entiende tal pasión.  

6.- Canto V de El diablo mundo de José de Espronceda 

En él se incide en el drama amoroso entre Salada y Adán poniendo de manifiesto los choques tan de gusto de la literatura romántica.  

7.- Canto VI y último 

Los distintos personajes que pueblan la cárcel (Adán incluido) acuerdan dan un asalto al palacio de la condesa de Alcira. Lo llevan a cabo y nuestro protagonista, unido al grupo, primero queda prendado de las riquezas inservibles para el resto de la sociedad del emplazamiento. Inmediatamente debe huir. La huída sirve al poeta para poner en evidencia los distintos espacios simbólicos usados en literatura para mostrar los contrastes y la desigualdad social. Se vale de los lugares de la abyección mediante un prostíbulo polarizado al extremo. Mientras que en una habitación se celebra una orgía, en otra una madre vela el cadáver de su hija. Adán, como no podía ser de otra manera, se apiada de la progenitora y la insta a rezar con el convencimiento de una imposible resurrección.  

Análisis básico de El diablo mundo de José de Espronceda 

1.- Aunque la primera crítica puso de manifiesto la influencia de Byron, bien es verdad que el poema en su totalidad es original e inserto en la tradición literaria española más que en la europea. 

2.- El pesimismo (tan de las letras españolas) se conjuga con la crítica social y las proclamas políticas que fueron una constante en la vida del escritor. 

3.- A pesar de esta visión negativa de la existencia, sí encontramos un humor (negro en la mayoría de la ocasiones) que hace de vehículo temático de todo el poema. 

4.- También se pone en contraposición El diablo mundo de José de Espronceda con el conocido Fausto de Goethe. Sin embargo, Adán, el protagonista español, regresa a la vida con una juventud inocente sin traba alguna por recuerdos o experiencias pasadas. Este hecho convierte al personaje en un ser cándido sin ninguna doblez mientras que el Fausto alemán es joven solo de cuerpo mientras su espíritu es el de un viejo carcomido por el rencor. 

5.- La obra de José de Espronceda no duda en poner en evidencia la desigualdad social y las injusticias a la par que la corrupción de las almas de un pueblo incapaz de ver la belleza de la naturaleza. 

6.- La obra tiene una gran variedad de tonos. Tan pronto nos encontramos con digresiones filosóficas como con descripciones irónicas de algunos tipos carcelarios. 

7.- Como he anotado antes, es el humorismo pesimista (tan propio de la literatura española) el que da unidad a todos los fragmentos de la obra. 

8.- En concordancia con las distintas voces presentes en la misma también nos encontramos metros y estrofas distintas.  

Recordemos, por último, que, aunque es la Canción del pirata la obra más conocida del poeta, El diablo mundo de José de Espronceda, a decir de la crítica más especializada, se sitúa en el cenit de la literatura española del Romanticismo. Y en este contexto hay que leerlo siempre.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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Aunque La canción del pirata es quizás la obra de José de Espronceda más conocida entre el gran público, El diablo mundo, sin lugar a dudas, es la más ambiciosa desde el punto de vista literario. Y ello a pesar de que quedó sin terminar. Y ese así porque una de las características del Romanticismo (tanto en literatura como en artes plásticas) es la consideración del artista como demiurgo. Esto es, el creador se erige en intérprete o vehículo de comunicación entre las fuerzas cósmicas divinas y el mundo terrenal. Bajo este aspecto, no podemos olvidar el sentido que el término tiene para la filosofía de los gnósticos. Es aquí donde el demiurgo es considerado un hacedor de mundos posibles, un artesano del universo o un impulsor de las fuerzas cósmicas.  El poeta (así elevado) goza de auto-consideración ya que es capaz de ver una realidad vetada a los profanos. Si anoto esto antes de comenzar es porque El diablo mundo se adhiere a esta línea de pensamiento filosófico. Y el poema en su totalidad pretende ser un canto, una descripción o una manifestación entre lo profano terrenal y lo ignoto sagrado. Vamos por partes. 

Temática y argumento básico de los cantos de El diablo mundo de José de Espronceda

La crítica da por cierto que la obra se inició en 1839 y quedó inconclusa debido a la repentina muerte del poeta (1842). No obstante, ya se conocía la obra antes de esta fecha, ya que aparecieron fragmentos en distintas revistas. Además, se leyeron otros tantos en la tertulias de El Liceo. Tal como ha llegado hasta nosotros, tiene una introducción y seis cantos. Muy esquemáticamente tenemos lo siguiente: 

1.- Introducción  

Hasta la irrupción del Romanticismo literario no podemos hablar de originalidad personal en la creación tal como la entendemos actualmente. Es en el siglo XIX cuando el artista se sacude de cualquier influencia pasada y se adentra en los terrenos pantanosos del genio. Y aquí se incluye los choques emocionales de la creación. Es en este sentido en el que tenemos que poner en valor la obra El diablo mundo de José de Espronceda al completo. Y especialmente la introducción. En ella, una serie de criaturas de otro plano espiritual giran en torno a la cabeza del poeta enfrentadas entre seres del mal y del bien. Los primeros atormentan al creador y los segundos le dan la oportunidad de redención. Aparece inmediatamente el Luzbel romántico, el ángel caído al proclamar el “non serviam” ante Dios y, por tanto, al elegir la libertad aunque a costa de sufrir oscuridad. Este ser es la simbolización extrema de todas las contradicciones humanas, las mismas que comenzarían a desenredarse décadas más tarde con las propuestas del inconsciente según Freud.  

2.- Canto I y el adanismo como redención del hombre 

Porque para el poeta la única manera de progreso espiritual solo puede ser posible con un espíritu nuevo, inmaculado y libre de cualquier visión envenenada de la sociedad. Así, el protagonista, de nombre don Pablo, es un anciano que se encamina hacia la muerte al que se le concede la oportunidad de la juventud con un alma limpia. Esto es, no tendría ni recuerdos ni experiencia de la vida anterior y, paralelamente, debería aceptar (con todo lo que conlleva) la inmortalidad. Como Fausto, firma el pacto y totalmente desnudo se presenta ante la sociedad.  

3.- Canto II o Canto a Teresa, el más hermoso poema de amor de Espronceda y del Romanticismo

Nada más empezar el poeta nos dice:  

Este canto es un desahogo de mi corazón; sáltelo el que no quiera leerlo, sin escrúpulo, pues no está ligado de manera alguna con el poema.

A pesar de esta advertencia, la crítica actual no considera el Canto a Teresa un mero añadido y más bien todo lo contrario, ya que la pérdida expresada en el poema genera un todo temático con el resto de la obra. Al mismo pertenecen estos bellos versos que se encuentran en el cenit del Romanticismo en España, más allá de la Canción del pirata de todos conocida.  

Yo amaba todo; un noble sentimiento 

exaltaba mi ánimo y sentía 

en mi pecho un secreto movimiento,

de grandes hechos generoso guía. 

El mismo sirve para incidir no solo en las aristas del amor sino también para tratar el cruel destino humano, mortal y pasajero. El Canto a Teresa muestra siempre una felicidad pasada de la que el poeta se queja y se duele amargamente.  

4.- Canto III

Seguimos con las aventuras del protagonista del poema. Mientras que don Pablo, convertido en Adán, se pasea desnudo para escándalo de todos, el poeta aprovecha para insertar digresiones personales y sobre el sentido de la vida. Todas ellas se caracterizan por el tono pesimista que es común en la literatura española de todos los tiempos. También se deslizan ideas políticas tratadas con espíritu satírico.  

5.- Canto IV o el costumbrismo romántico

Este fragmento es una sucesión descriptiva de los distintos tipos sociales españoles a propósito de la entrada en prisión (por escándalo público) de Adán. Allí se topa con Salada quien cae rendida de amor, un sentimiento que no puede ser correspondido por el protagonista puesto que, en su inocencia, no entiende tal pasión.  

6.- Canto V de El diablo mundo de José de Espronceda 

En él se incide en el drama amoroso entre Salada y Adán poniendo de manifiesto los choques tan de gusto de la literatura romántica.  

7.- Canto VI y último 

Los distintos personajes que pueblan la cárcel (Adán incluido) acuerdan dan un asalto al palacio de la condesa de Alcira. Lo llevan a cabo y nuestro protagonista, unido al grupo, primero queda prendado de las riquezas inservibles para el resto de la sociedad del emplazamiento. Inmediatamente debe huir. La huída sirve al poeta para poner en evidencia los distintos espacios simbólicos usados en literatura para mostrar los contrastes y la desigualdad social. Se vale de los lugares de la abyección mediante un prostíbulo polarizado al extremo. Mientras que en una habitación se celebra una orgía, en otra una madre vela el cadáver de su hija. Adán, como no podía ser de otra manera, se apiada de la progenitora y la insta a rezar con el convencimiento de una imposible resurrección.  

Análisis básico de El diablo mundo de José de Espronceda 

1.- Aunque la primera crítica puso de manifiesto la influencia de Byron, bien es verdad que el poema en su totalidad es original e inserto en la tradición literaria española más que en la europea. 

2.- El pesimismo (tan de las letras españolas) se conjuga con la crítica social y las proclamas políticas que fueron una constante en la vida del escritor. 

3.- A pesar de esta visión negativa de la existencia, sí encontramos un humor (negro en la mayoría de la ocasiones) que hace de vehículo temático de todo el poema. 

4.- También se pone en contraposición El diablo mundo de José de Espronceda con el conocido Fausto de Goethe. Sin embargo, Adán, el protagonista español, regresa a la vida con una juventud inocente sin traba alguna por recuerdos o experiencias pasadas. Este hecho convierte al personaje en un ser cándido sin ninguna doblez mientras que el Fausto alemán es joven solo de cuerpo mientras su espíritu es el de un viejo carcomido por el rencor. 

5.- La obra de José de Espronceda no duda en poner en evidencia la desigualdad social y las injusticias a la par que la corrupción de las almas de un pueblo incapaz de ver la belleza de la naturaleza. 

6.- La obra tiene una gran variedad de tonos. Tan pronto nos encontramos con digresiones filosóficas como con descripciones irónicas de algunos tipos carcelarios. 

7.- Como he anotado antes, es el humorismo pesimista (tan propio de la literatura española) el que da unidad a todos los fragmentos de la obra. 

8.- En concordancia con las distintas voces presentes en la misma también nos encontramos metros y estrofas distintas.  

Recordemos, por último, que, aunque es la Canción del pirata la obra más conocida del poeta, El diablo mundo de José de Espronceda, a decir de la crítica más especializada, se sitúa en el cenit de la literatura española del Romanticismo. Y en este contexto hay que leerlo siempre.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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José de Espronceda (1808-1842) junto con Mariano José de Larra (1808-1837) ocupan el podio del Romanticismo en España sin olvidarnos de la figura de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) que hay que catalogar como postromántico. De vida tan agitada que, incluso, como veremos a continuación, es hasta difícil poner en pie algunos pasajes de la misma, su poesía es siempre un canto a la libertad. Y aquí hay que encuadrar su obra más famosa: Canción del pirata.  

Biografía de José de Espronceda 

Formación y primeros años

Críticos hay del escritor que lo sitúan desde el momento mismo de su nacimiento en el campo de batalla. Y lo entendemos cuando conocemos los pormenores de los primeros años de su vida. Nuestro protagonista fue hijo del teniente coronel Juan José Camilo de Espronceda Pimentel (1750-1833) llamado a comandar el Regimiento de Caballería tras los sucesos de Aranjuez. Eso ocurrió el 18 de marzo de 1808 y supuso el derrocamiento de Godoy, favorito del rey. Nuestro escritor nació el 25 de marzo en un lugar indeterminado del municipio extremeño de Almendralejo, ya que su madre (fuera de cuentas y en la retaguardia) acompañaba la tropa militar. A partir de aquí, vienen las especulaciones puesto que algunos biógrafos apuntan a que el futuro poeta acompañó de niño a su padre en todas las campañas militares en las que participó. Sin embargo, este extremo no está corroborado y más bien parece que vivió plácidamente con su madre en Madrid. Se sabe que en 1820 estaba empadronado en la Calle Lobo de la capital y que en 1821 estaba matriculado como cadete en el Colegio de Artillería de Segovia. Así que  hay dos puntos contrastados: primero, que recibió instrucción militar y, segundo, que manejaba el arte de la esgrima. Esta habilidad sacó a José de Espronceda de más de un apuro económico al poder impartir clases durante su exilio europeo. 

Los rigores de los cuarteles fueron sustituidos por el Colegio de San Mateo ese mismo año (1821) donde enseñaba Alberto Lista que ejercería una notable influencia en el futuro poeta José de Espronceda. Aquí recibió clases hasta 1823 cuando un nuevo golpe político (el fin del Trienio Liberal) pone en una situación comprometida al joven estudiante. ¿Por qué? Porque llevado por sus ideales, funda con sus compañeros una sociedad secreta: Los Numantinos, la cual preside. Aunque eran todos unos niños jugando a la revolución, con la reposición del absolutismo de Fernando VII se perseguía (a veces con saña) estos grupos de opinión. Espronceda fue obligado a recluirse en el Convento de San Francisco de Guadalajara donde comenzó su poema Pelayo que no concluiría hasta pasados diez años.  

La escritura y la política de la mano en la biografía de José de Espronceda

A partir de esa fecha la biografía del poeta sería un ir y venir entre el exilio y España siempre en búsqueda de una ansiada libertad que no terminaría de cuajar a nivel institucional. En 1826 (tras completar el periodo de instrucción con Alberto Lista) marcha a Lisboa tras pasar por Gibraltar. En la capital portuguesa está en 1827 ya que su nombre aparece en la lista de los recluidos en el Castillo de San Jorge. Es en ese emplazamiento donde conoce a quien sería el amor de su vida: Teresa Mancha. En 1829 escribe desde Bruselas y ese mismo año aparece en Burdeos como agente del general Torrijos (1791-1831). Al año siguiente se encuentra en París combatiendo en las barricadas. Y por esa fecha se fragua su carácter revolucionario y es fichado como tal por la policía española. Aún le quedan fuerzas para luchar contra el zar Nicolás en las filas polacas. 

Todo este deambular guerrillero termina en 1832 con la amnistía tras los Sucesos de la Granja. Regresa junto con Teresa a España. Comienza a escribir artículos políticos para El Español y El Artista. En el primero publica la Canción del Pirata en 1835. Antes, en 1834, nació su única hija (Blanca). Y en 1836 Teresa abandona el domicilio conyugal, a la bebé y a nuestro poeta el cual se resbala hacia un profundo dolor. Su actividad política se exalta progresivamente hasta el punto de ser considerado peligroso. En este sentido no podemos olvidar que ya se había desempeñado como poeta y que sus escritos tenían un notable éxito. La causa de su muerte está rodeada de un espeso misterio, ya que falleció repentinamente de una dolencia de garganta el 15 de mayo de 1842 tras asistir a un banquete ofrecido por Espartero. Desde el primer momento, los que elaboraron la biografía de José de Espronceda tuvieron en mente el envenenamiento como causa de la muerte del poeta. A partir de aquí comenzó la leyenda.  

Obras de José de Espronceda 

La primera edición de sus poemas reunidos apareció en 1840, aunque algunos de los versos allí publicados ya habían visto la luz en periódicos o revistas.  

1.- Pelayo, comenzado en 1825, fue publicado en El Artista en 1835 e incluido en la edición reseñada anteriormente. Consta de seis fragmentos sin conexión temática entre sí utilizando octavas. En la obra se afronta la figura de don Pelayo siguiendo el gusto por el medievalismo, una de las principales características del Romanticismo

2.- Las imitaciones de Ossian fueron escritas entre 1830 y 1833. En la obra se hace un canto a los astros y a la naturaleza. 

3.- Poemas políticos dedicados a personajes afines a su ideología o en los que se reflejan su carácter subversivo o su vida de proscrito. Hay que anotar A la muerte de Torrijos y sus compañeros, ¡Guerra!, A la Patria, El Dos de Mayo, A Guardia… La situación política de la época dio material más que suficiente para levantar estas obras en las que se reflejan un espíritu exaltado y pasional en busca de la ansiada libertad. 

4.- Poemas amorosos dedicados a su querida Teresa Mancha. Señalo Canto a Teresa, A una estrella, A Jarifa en una orgía… 

5.- Canciones reunidas junto con los dos poemas largos y donde se localizan lo mejor de las obras de José de Espronceda: Canción del pirata, Canto del cosaco, El mendigo, El reo de muerte y El verdugo. En este apartado hay que insertar también El estudiante de Salamanca y El diablo mundo, sus dos poemas largos. 

6.- La novela histórica Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar publicada en 1834. Está ambientada en el siglo XIII siguiendo la tradición del medievalismo tan del gusto de la estética romántica. 

7.- También hay que anotar entre las obras de José de Espronceda tres obras para teatro. Son la comedia Ni el tío ni el sobrino escrita en verso y estrenada en 1834. El drama en prosa Amor venga sus agravios, estrenada en 1838. Y, por último, hay que anotar la tragedia (siguiendo las características de la literatura neoclásica) Blanca de Borbón. Esta última recoge los amores entre Pedro el Cruel y doña María de Padilla que supuso la cárcel para la legítima reina: doña Blanca. Todas ellas tuvieron un éxito muy discreto. 

Cómo son los poemas de José de Espronceda 

Resumiendo mucho nos encontramos siempre las siguientes características:  

1.- En todos ellos brilla su ideología cívica en búsqueda constante de una moral individual llevada por el afán de libertad. 

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar. 

2.- En buena parte de ellos se adivina un poso personal entresacado de su biografía y de su manera de estar en el mundo. 

3.- Se eliminan (como en la Canción del pirata) los adjetivos priorizando sustantivos y verbos. Esto otorga un ritmo trepidante a la composición a la par que se recalca la acción.

4.- Por primera vez en la historia de la literatura castellana (obviando los cantares de gesta medievales) se escribe para un público amplio. Por eso, todos los poemas son sencillos sin tropos rebuscados ni cultismos. 

5.- Canción del pirata se ha convertido en el himno del Romanticismo y en la obra (a pesar del carácter del protagonista) se ensalza la libertad a toda costa. Esta misma temática la encontramos en El mendigo cuyo protagonista hace alarde de un interesado cinismo. 

6.- Por su parte, Canción del cosaco es una crítica a los valores burgueses acomodaticios y centrados en el materialismo. 

7.- En El reo de muerte y en El verdugo se pone énfasis en una sociedad carente de empatía y se apunta a la moderna concepción de la dignidad humana. 

8.- La obra El estudiante de Salamanca fue publicada por primera vez en El Español en 1836 y sigue la temática del don Juan y de El burlador de Sevilla. Sin embargo, el protagonista del poema de José de Espronceda no es un conquistador como las figuras levantadas por Zorrilla o Tirso de Molina. Es más bien un rebelde que se adentra en los recovecos de la muerte sin miedo alguno. En este sentido, la obra adquiere un cariz simbólico y onírico en el que se ensalza, de alguna manera u otra, la figura del ángel caído, el Luzbel castigado por proclamar su libertad en ese “non serviam.”

9.- El diablo mundo se inició en 1839 y quedó inconclusa. Obra, como la anterior, de carácter simbólico, gira en torno a la percepción personal del artista que se ve acorralado por demonios. A la misma pertenece el Canto a Teresa (el número II).  

Yo amaba todo; un noble sentimiento 

exaltaba mi ánimo, y sentía

en mi pecho un secreto movimiento,

de grandes hechos generoso guía. 

En definitiva, las obras y poemas de José de Espronceda responde a ese espíritu libertario que supuso el Romanticismo. Es el mismo que encontramos en su azarosa vida del escritor, espoleada por el afán de libertad y de cambio. Recoge ese gusto por el pasado (una Edad Media totalmente idealizada) que hacía las delicias de los artistas de la época. Son los mismos que se regodean en seres espectrales (El estudiante de Salamanca), en el amor desmedido, en una dimensión que adelanta el concepto de inconsciente según Freud (El diablo mundo) y que capta a personajes que están fuera del ordenamiento social. Y estos pueden ser un pirata, un verdugo o un condenado a muerte.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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José de Espronceda (1808-1842) junto con Mariano José de Larra (1808-1837) ocupan el podio del Romanticismo en España sin olvidarnos de la figura de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) que hay que catalogar como postromántico. De vida tan agitada que, incluso, como veremos a continuación, es hasta difícil poner en pie algunos pasajes de la misma, su poesía es siempre un canto a la libertad. Y aquí hay que encuadrar su obra más famosa: Canción del pirata.  

Biografía de José de Espronceda 

Formación y primeros años

Críticos hay del escritor que lo sitúan desde el momento mismo de su nacimiento en el campo de batalla. Y lo entendemos cuando conocemos los pormenores de los primeros años de su vida. Nuestro protagonista fue hijo del teniente coronel Juan José Camilo de Espronceda Pimentel (1750-1833) llamado a comandar el Regimiento de Caballería tras los sucesos de Aranjuez. Eso ocurrió el 18 de marzo de 1808 y supuso el derrocamiento de Godoy, favorito del rey. Nuestro escritor nació el 25 de marzo en un lugar indeterminado del municipio extremeño de Almendralejo, ya que su madre (fuera de cuentas y en la retaguardia) acompañaba la tropa militar. A partir de aquí, vienen las especulaciones puesto que algunos biógrafos apuntan a que el futuro poeta acompañó de niño a su padre en todas las campañas militares en las que participó. Sin embargo, este extremo no está corroborado y más bien parece que vivió plácidamente con su madre en Madrid. Se sabe que en 1820 estaba empadronado en la Calle Lobo de la capital y que en 1821 estaba matriculado como cadete en el Colegio de Artillería de Segovia. Así que  hay dos puntos contrastados: primero, que recibió instrucción militar y, segundo, que manejaba el arte de la esgrima. Esta habilidad sacó a José de Espronceda de más de un apuro económico al poder impartir clases durante su exilio europeo. 

Los rigores de los cuarteles fueron sustituidos por el Colegio de San Mateo ese mismo año (1821) donde enseñaba Alberto Lista que ejercería una notable influencia en el futuro poeta José de Espronceda. Aquí recibió clases hasta 1823 cuando un nuevo golpe político (el fin del Trienio Liberal) pone en una situación comprometida al joven estudiante. ¿Por qué? Porque llevado por sus ideales, funda con sus compañeros una sociedad secreta: Los Numantinos, la cual preside. Aunque eran todos unos niños jugando a la revolución, con la reposición del absolutismo de Fernando VII se perseguía (a veces con saña) estos grupos de opinión. Espronceda fue obligado a recluirse en el Convento de San Francisco de Guadalajara donde comenzó su poema Pelayo que no concluiría hasta pasados diez años.  

La escritura y la política de la mano en la biografía de José de Espronceda

A partir de esa fecha la biografía del poeta sería un ir y venir entre el exilio y España siempre en búsqueda de una ansiada libertad que no terminaría de cuajar a nivel institucional. En 1826 (tras completar el periodo de instrucción con Alberto Lista) marcha a Lisboa tras pasar por Gibraltar. En la capital portuguesa está en 1827 ya que su nombre aparece en la lista de los recluidos en el Castillo de San Jorge. Es en ese emplazamiento donde conoce a quien sería el amor de su vida: Teresa Mancha. En 1829 escribe desde Bruselas y ese mismo año aparece en Burdeos como agente del general Torrijos (1791-1831). Al año siguiente se encuentra en París combatiendo en las barricadas. Y por esa fecha se fragua su carácter revolucionario y es fichado como tal por la policía española. Aún le quedan fuerzas para luchar contra el zar Nicolás en las filas polacas. 

Todo este deambular guerrillero termina en 1832 con la amnistía tras los Sucesos de la Granja. Regresa junto con Teresa a España. Comienza a escribir artículos políticos para El Español y El Artista. En el primero publica la Canción del Pirata en 1835. Antes, en 1834, nació su única hija (Blanca). Y en 1836 Teresa abandona el domicilio conyugal, a la bebé y a nuestro poeta el cual se resbala hacia un profundo dolor. Su actividad política se exalta progresivamente hasta el punto de ser considerado peligroso. En este sentido no podemos olvidar que ya se había desempeñado como poeta y que sus escritos tenían un notable éxito. La causa de su muerte está rodeada de un espeso misterio, ya que falleció repentinamente de una dolencia de garganta el 15 de mayo de 1842 tras asistir a un banquete ofrecido por Espartero. Desde el primer momento, los que elaboraron la biografía de José de Espronceda tuvieron en mente el envenenamiento como causa de la muerte del poeta. A partir de aquí comenzó la leyenda.  

Obras de José de Espronceda 

La primera edición de sus poemas reunidos apareció en 1840, aunque algunos de los versos allí publicados ya habían visto la luz en periódicos o revistas.  

1.- Pelayo, comenzado en 1825, fue publicado en El Artista en 1835 e incluido en la edición reseñada anteriormente. Consta de seis fragmentos sin conexión temática entre sí utilizando octavas. En la obra se afronta la figura de don Pelayo siguiendo el gusto por el medievalismo, una de las principales características del Romanticismo

2.- Las imitaciones de Ossian fueron escritas entre 1830 y 1833. En la obra se hace un canto a los astros y a la naturaleza. 

3.- Poemas políticos dedicados a personajes afines a su ideología o en los que se reflejan su carácter subversivo o su vida de proscrito. Hay que anotar A la muerte de Torrijos y sus compañeros, ¡Guerra!, A la Patria, El Dos de Mayo, A Guardia… La situación política de la época dio material más que suficiente para levantar estas obras en las que se reflejan un espíritu exaltado y pasional en busca de la ansiada libertad. 

4.- Poemas amorosos dedicados a su querida Teresa Mancha. Señalo Canto a Teresa, A una estrella, A Jarifa en una orgía… 

5.- Canciones reunidas junto con los dos poemas largos y donde se localizan lo mejor de las obras de José de Espronceda: Canción del pirata, Canto del cosaco, El mendigo, El reo de muerte y El verdugo. En este apartado hay que insertar también El estudiante de Salamanca y El diablo mundo, sus dos poemas largos. 

6.- La novela histórica Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar publicada en 1834. Está ambientada en el siglo XIII siguiendo la tradición del medievalismo tan del gusto de la estética romántica. 

7.- También hay que anotar entre las obras de José de Espronceda tres obras para teatro. Son la comedia Ni el tío ni el sobrino escrita en verso y estrenada en 1834. El drama en prosa Amor venga sus agravios, estrenada en 1838. Y, por último, hay que anotar la tragedia (siguiendo las características de la literatura neoclásica) Blanca de Borbón. Esta última recoge los amores entre Pedro el Cruel y doña María de Padilla que supuso la cárcel para la legítima reina: doña Blanca. Todas ellas tuvieron un éxito muy discreto. 

Cómo son los poemas de José de Espronceda 

Resumiendo mucho nos encontramos siempre las siguientes características:  

1.- En todos ellos brilla su ideología cívica en búsqueda constante de una moral individual llevada por el afán de libertad. 

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar. 

2.- En buena parte de ellos se adivina un poso personal entresacado de su biografía y de su manera de estar en el mundo. 

3.- Se eliminan (como en la Canción del pirata) los adjetivos priorizando sustantivos y verbos. Esto otorga un ritmo trepidante a la composición a la par que se recalca la acción.

4.- Por primera vez en la historia de la literatura castellana (obviando los cantares de gesta medievales) se escribe para un público amplio. Por eso, todos los poemas son sencillos sin tropos rebuscados ni cultismos. 

5.- Canción del pirata se ha convertido en el himno del Romanticismo y en la obra (a pesar del carácter del protagonista) se ensalza la libertad a toda costa. Esta misma temática la encontramos en El mendigo cuyo protagonista hace alarde de un interesado cinismo. 

6.- Por su parte, Canción del cosaco es una crítica a los valores burgueses acomodaticios y centrados en el materialismo. 

7.- En El reo de muerte y en El verdugo se pone énfasis en una sociedad carente de empatía y se apunta a la moderna concepción de la dignidad humana. 

8.- La obra El estudiante de Salamanca fue publicada por primera vez en El Español en 1836 y sigue la temática del don Juan y de El burlador de Sevilla. Sin embargo, el protagonista del poema de José de Espronceda no es un conquistador como las figuras levantadas por Zorrilla o Tirso de Molina. Es más bien un rebelde que se adentra en los recovecos de la muerte sin miedo alguno. En este sentido, la obra adquiere un cariz simbólico y onírico en el que se ensalza, de alguna manera u otra, la figura del ángel caído, el Luzbel castigado por proclamar su libertad en ese “non serviam.”

9.- El diablo mundo se inició en 1839 y quedó inconclusa. Obra, como la anterior, de carácter simbólico, gira en torno a la percepción personal del artista que se ve acorralado por demonios. A la misma pertenece el Canto a Teresa (el número II).  

Yo amaba todo; un noble sentimiento 

exaltaba mi ánimo, y sentía

en mi pecho un secreto movimiento,

de grandes hechos generoso guía. 

En definitiva, las obras y poemas de José de Espronceda responde a ese espíritu libertario que supuso el Romanticismo. Es el mismo que encontramos en su azarosa vida del escritor, espoleada por el afán de libertad y de cambio. Recoge ese gusto por el pasado (una Edad Media totalmente idealizada) que hacía las delicias de los artistas de la época. Son los mismos que se regodean en seres espectrales (El estudiante de Salamanca), en el amor desmedido, en una dimensión que adelanta el concepto de inconsciente según Freud (El diablo mundo) y que capta a personajes que están fuera del ordenamiento social. Y estos pueden ser un pirata, un verdugo o un condenado a muerte.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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Mariano José de Larra (1809-1837) es el mayor representante del Romanticismo en España y uno de los más grandes periodistas en lengua castellana de todos los tiempos. De la importancia de sus escritos da cuenta la influencia que ejerció no solo entre los miembros de la Generación del 98 sino entre los intelectuales que llegaron detrás. Y todo ello a pesar de que la realidad contemporánea, en principio, poco tiene que ver con las problemáticas de inicios del siglo XIX. A pesar de que en sus obras y artículos (lo más destacado de su producción) no se dan todas las características del Romanticismo, sí tenemos que insertarlo, de pleno derecho, en esta corriente. Asimilada la cultura del Neoclasicismo, con su amor por la ciencia, la razón y el empirismo, se abren otras ideologías más pasionales que, como en décadas anteriores, proponen un cambio político como una única vía para avanzar social, cultural y económicamente.  

Biografía de Mariano José de Larra 

Como veremos, recibió una educación cosmopolita y afrancesada, aunque nació en Madrid en 1809 en plena Guerra de la Independencia (1808-1814). Era su padre un reputado médico que comulgaba con las ideas liberales llegadas de Francia, como tantos otros intelectuales de la época. Por eso, en 1813, cuando la derrota gala ya era cierta, se exiliaron en París tras pasar por Burdeos. Allí vivió y se educó el pequeño Larra hasta 1818 y eso que su padre logró hacerse con el puesto de médico de cabecera del infante don Francisco de Paula, hermano del futuro Fernando VII. Con aquel viajó por toda Europa aunque, al parecer, la familia se quedó cómodamente en París donde Mariano José de Larra aprendió (casi como lengua materna) el francés y la cultura que la sustentaba. 

Con 9 años regresa a Madrid donde comienza sus estudios en las Escuelas Pías. Era un estudiante tan aplicado que en sus ratos libres se afanaba con la traducción de obras clásicas, atreviéndose incluso con la Ilíada de Homero. De 1820 a 1824, debido a la nueva situación política en el llamado trienio liberal, la familia se decidió por residir en Navarra, en Corella. Allí Mariano José de Larra estudió con los jesuitas.  

Con 16 años comienza sus estudios de Leyes en la Universidad de Valladolid y dos años más tarde estaba, de nuevo, en la capital. Allí prosiguió los estudios ayudado por un tío paterno en los Reales Estudios de San Isidro.  De esta época son son sus primeros escritos.  

Con tan solo 20 años contrae matrimonio, enlace que no sería satisfactorio para nuestro escritor y ello a pesar de que a la familia se incorporan tres hijos (dos chicas y un chico). De “pronto y mal” califica Larra esta unión y en menos de tres años comienza una tormentosa relación con Dolores Armijo, casada y con fuerte influencia familiar en Madrid. En este sentido, críticos hay que explican su viaje europeo de nueve meses en 1835 a Bélgica (tras pasar por Lisboa y Londres) debido a un encontronazo con el marido de la señora.  

Dolores Armijo sería la última persona que vería al escritor con vida. La historia cuenta que quiso recuperar las cartas de amor (quizás en un afán de protegerse) y, tras abandonar la vivienda de nuestro protagonista, éste optó por el suicidio. Lo encontró con un tiro en la cabeza su hija Adela de tan solo seis años mientras Dolores bajaba precipitadamente las escaleras. La fecha: 13 de febrero de 1837.  

A pesar de las reticencias de la Iglesia, fue enterrado “en sagrado” (extremo prohibido para los suicidas) y, a pesar de este desengaño amoroso, parece que las razones para el fatal desenlace fueron múltiples. Larra se había postulado como diputado por Ávila y sus escritos (a pesar de que eran admirados) también le granjearon enemistades diversas. Su carácter pasional y el no encontrarse con asidero alguno quizás le empujara a dicha acción.  

Artículos de Mariano José de Larra 

Aunque, como veremos a continuación, escribió obras de diversos géneros e, incluso, poemas, es en el hacer periodístico donde el escritor se hizo un hueco en el canon literario español. Fue tal la importancia de su prosa que aún perdura su influencia encontrándonos, incluso, algunos textos que pueden, incluso, aplicarse a la realidad contemporánea. Los artículos de Larra se caracterizan por una prosa clara y, a la vez, pasional. En sus títulos se exponen con una clarividencia extrema los males sociales de la época. Además, en ellos predomina la sátira más mordaz sin dejar de lado su función didáctica y moral. Recordemos que no solo se exponen problemáticas sino también soluciones. Aunque los que se han incorporado al canon pueden calificarse de temática político-social, Mariano José de Larra también realizó innumerables críticas literarias, especialmente sobre teatro. En todos ellos aboga por la libertad de imprenta (de expresión), la cual defendía con las siguientes palabras:  

Libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia; he aquí la divisa de la época, he aquí la nuestra.

Algunos de los títulos de los artículos de Mariano José de Larra más famosos son los que siguen:  

1.- Publicados en El Pobrecito Hablador 

  • ¿Quién es el público y dónde se le encuentra? 
  • Vuelva usted mañana.
  • El casarse pronto y mal. 
  • El castellano viejo. 

2.- En la Revista Española con el pseudónimo de Fígaro

  • Nadie pase sin saludar al portero.
  • Artículo de Historia Natural. 
  • Mi nombre y mis propósitos.
  • El hombre menguado o el carlista en la proclamación. 
  • La planta nueva o el faccioso. 
  • Ventajas de las cosas a medio hacer.
  • Yo soy redactor. 
  • Un periódico nuevo.  

3.- En El Observador 

  • Las cartas de un liberal de acá a un liberal de allá. 

4.- En El Mensajero de las Cortes 

  • La alabanza do que me prohíban éste.
  • El duelo.
  • Un reo de muerte.
  • Modos de vivir que no dan de vivir.
  • Conventos españoles.
  • La diligencia.
  • Cuasi. Pesadilla política.  

5.- En El Español 

  • El Día de difuntos de 1836.
  • Fígaro en el cementerio.  

6.- En El Redactor General 

  • La Nochebuena de 1836.
  • Yo y mi criado. 
  • Delirio filosófico.  

7.- Artículos periodísticos aparecidos en el formato folletín 

  • Buenas noches. Segunda carta de Fígaro a su corresponsal en París acerca de la disolución de las Cortes y de otras varias cosas del día. 
  • Dios nos asista. Tercera carta de Fígaro a su corresponsal en París. 
  • El ministerio Mendizábal donde ataca al gobierno por enriquecer a la élite aún más a costa de los más pobres con la citada desamortización.  

Otras obras de Mariano José de Larra  

1.- Macías, obra dramática en la que el autor habla por boca del héroe, estrenada en 1834.  

2.- El doncel de don Enrique el Doliente, obra en prosa publicada también en 1834.

3.- Se han contabilizado hasta sesenta poemas de diversa calidad entre los que destacan la Oda a la libertad inspirada por la intervención europea en Grecia y Al terremoto de 1829

4.- La obra de teatro que nunca fue estrenada El Conde Fernán González y la exención de Castilla. Apareció publicada por primera vez en 1886 en Barcelona. 

5.- La comedia en cinco actos No más mostrador donde despliega todo su humor cínico e irónico. La crítica ha encontrado un hipotexto casi contemporáneo: Les adieux au comptoir de Scribe. 

6.- También hay que señalar, por último, dos traducciones desde el francés: Felipe (comedia de Scribe) y Don Juan de Austria o La vocación (de Delavigne). 

Todos estos títulos no deben distraernos de la más radical contribución de Mariano José de Larra a las letras españolas que reside en sus artículos de corte periodístico. En ellos despliega su prosa afilada, pesimista a veces, pero siempre irónica, con un toque de humor ácido en busca de una solución a una situación social y política nefasta.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Mariano José de Larra (1809-1837) es el mayor representante del Romanticismo en España y uno de los más grandes periodistas en lengua castellana de todos los tiempos. De la importancia de sus escritos da cuenta la influencia que ejerció no solo entre los miembros de la Generación del 98 sino entre los intelectuales que llegaron detrás. Y todo ello a pesar de que la realidad contemporánea, en principio, poco tiene que ver con las problemáticas de inicios del siglo XIX. A pesar de que en sus obras y artículos (lo más destacado de su producción) no se dan todas las características del Romanticismo, sí tenemos que insertarlo, de pleno derecho, en esta corriente. Asimilada la cultura del Neoclasicismo, con su amor por la ciencia, la razón y el empirismo, se abren otras ideologías más pasionales que, como en décadas anteriores, proponen un cambio político como una única vía para avanzar social, cultural y económicamente.  

Biografía de Mariano José de Larra 

Como veremos, recibió una educación cosmopolita y afrancesada, aunque nació en Madrid en 1809 en plena Guerra de la Independencia (1808-1814). Era su padre un reputado médico que comulgaba con las ideas liberales llegadas de Francia, como tantos otros intelectuales de la época. Por eso, en 1813, cuando la derrota gala ya era cierta, se exiliaron en París tras pasar por Burdeos. Allí vivió y se educó el pequeño Larra hasta 1818 y eso que su padre logró hacerse con el puesto de médico de cabecera del infante don Francisco de Paula, hermano del futuro Fernando VII. Con aquel viajó por toda Europa aunque, al parecer, la familia se quedó cómodamente en París donde Mariano José de Larra aprendió (casi como lengua materna) el francés y la cultura que la sustentaba. 

Con 9 años regresa a Madrid donde comienza sus estudios en las Escuelas Pías. Era un estudiante tan aplicado que en sus ratos libres se afanaba con la traducción de obras clásicas, atreviéndose incluso con la Ilíada de Homero. De 1820 a 1824, debido a la nueva situación política en el llamado trienio liberal, la familia se decidió por residir en Navarra, en Corella. Allí Mariano José de Larra estudió con los jesuitas.  

Con 16 años comienza sus estudios de Leyes en la Universidad de Valladolid y dos años más tarde estaba, de nuevo, en la capital. Allí prosiguió los estudios ayudado por un tío paterno en los Reales Estudios de San Isidro.  De esta época son son sus primeros escritos.  

Con tan solo 20 años contrae matrimonio, enlace que no sería satisfactorio para nuestro escritor y ello a pesar de que a la familia se incorporan tres hijos (dos chicas y un chico). De “pronto y mal” califica Larra esta unión y en menos de tres años comienza una tormentosa relación con Dolores Armijo, casada y con fuerte influencia familiar en Madrid. En este sentido, críticos hay que explican su viaje europeo de nueve meses en 1835 a Bélgica (tras pasar por Lisboa y Londres) debido a un encontronazo con el marido de la señora.  

Dolores Armijo sería la última persona que vería al escritor con vida. La historia cuenta que quiso recuperar las cartas de amor (quizás en un afán de protegerse) y, tras abandonar la vivienda de nuestro protagonista, éste optó por el suicidio. Lo encontró con un tiro en la cabeza su hija Adela de tan solo seis años mientras Dolores bajaba precipitadamente las escaleras. La fecha: 13 de febrero de 1837.  

A pesar de las reticencias de la Iglesia, fue enterrado “en sagrado” (extremo prohibido para los suicidas) y, a pesar de este desengaño amoroso, parece que las razones para el fatal desenlace fueron múltiples. Larra se había postulado como diputado por Ávila y sus escritos (a pesar de que eran admirados) también le granjearon enemistades diversas. Su carácter pasional y el no encontrarse con asidero alguno quizás le empujara a dicha acción.  

Artículos de Mariano José de Larra 

Aunque, como veremos a continuación, escribió obras de diversos géneros e, incluso, poemas, es en el hacer periodístico donde el escritor se hizo un hueco en el canon literario español. Fue tal la importancia de su prosa que aún perdura su influencia encontrándonos, incluso, algunos textos que pueden, incluso, aplicarse a la realidad contemporánea. Los artículos de Larra se caracterizan por una prosa clara y, a la vez, pasional. En sus títulos se exponen con una clarividencia extrema los males sociales de la época. Además, en ellos predomina la sátira más mordaz sin dejar de lado su función didáctica y moral. Recordemos que no solo se exponen problemáticas sino también soluciones. Aunque los que se han incorporado al canon pueden calificarse de temática político-social, Mariano José de Larra también realizó innumerables críticas literarias, especialmente sobre teatro. En todos ellos aboga por la libertad de imprenta (de expresión), la cual defendía con las siguientes palabras:  

Libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia; he aquí la divisa de la época, he aquí la nuestra.

Algunos de los títulos de los artículos de Mariano José de Larra más famosos son los que siguen:  

1.- Publicados en El Pobrecito Hablador 

  • ¿Quién es el público y dónde se le encuentra? 
  • Vuelva usted mañana.
  • El casarse pronto y mal. 
  • El castellano viejo. 

2.- En la Revista Española con el pseudónimo de Fígaro

  • Nadie pase sin saludar al portero.
  • Artículo de Historia Natural. 
  • Mi nombre y mis propósitos.
  • El hombre menguado o el carlista en la proclamación. 
  • La planta nueva o el faccioso. 
  • Ventajas de las cosas a medio hacer.
  • Yo soy redactor. 
  • Un periódico nuevo.  

3.- En El Observador 

  • Las cartas de un liberal de acá a un liberal de allá. 

4.- En El Mensajero de las Cortes 

  • La alabanza do que me prohíban éste.
  • El duelo.
  • Un reo de muerte.
  • Modos de vivir que no dan de vivir.
  • Conventos españoles.
  • La diligencia.
  • Cuasi. Pesadilla política.  

5.- En El Español 

  • El Día de difuntos de 1836.
  • Fígaro en el cementerio.  

6.- En El Redactor General 

  • La Nochebuena de 1836.
  • Yo y mi criado. 
  • Delirio filosófico.  

7.- Artículos periodísticos aparecidos en el formato folletín 

  • Buenas noches. Segunda carta de Fígaro a su corresponsal en París acerca de la disolución de las Cortes y de otras varias cosas del día. 
  • Dios nos asista. Tercera carta de Fígaro a su corresponsal en París. 
  • El ministerio Mendizábal donde ataca al gobierno por enriquecer a la élite aún más a costa de los más pobres con la citada desamortización.  

Otras obras de Mariano José de Larra  

1.- Macías, obra dramática en la que el autor habla por boca del héroe, estrenada en 1834.  

2.- El doncel de don Enrique el Doliente, obra en prosa publicada también en 1834.

3.- Se han contabilizado hasta sesenta poemas de diversa calidad entre los que destacan la Oda a la libertad inspirada por la intervención europea en Grecia y Al terremoto de 1829

4.- La obra de teatro que nunca fue estrenada El Conde Fernán González y la exención de Castilla. Apareció publicada por primera vez en 1886 en Barcelona. 

5.- La comedia en cinco actos No más mostrador donde despliega todo su humor cínico e irónico. La crítica ha encontrado un hipotexto casi contemporáneo: Les adieux au comptoir de Scribe. 

6.- También hay que señalar, por último, dos traducciones desde el francés: Felipe (comedia de Scribe) y Don Juan de Austria o La vocación (de Delavigne). 

Todos estos títulos no deben distraernos de la más radical contribución de Mariano José de Larra a las letras españolas que reside en sus artículos de corte periodístico. En ellos despliega su prosa afilada, pesimista a veces, pero siempre irónica, con un toque de humor ácido en busca de una solución a una situación social y política nefasta.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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A finales del siglo XVIII la cultura del Neoclasicismo era la imperante tanto en Europa como en los nuevos países que iban forjándose en América. El gusto por el empirismo, el racionalismo y el orden reglado, sin embargo, no era el mejor caldo del cultivo para el desarrollo de las artes. Y todo ello a pesar de que la arquitectura neoclásica sí dio respuestas a un sinfín de necesidades cívicas (teatros, academias, casinos o los recién creados museos) que muy pronto cristalizarían en un avance cultural importante. A igual que sucedió con la literatura, la pintura del Romanticismo se rebela contra estos moldes estancos, racionales y centrados en el materialismo. La mirada ahora se vuelve hacia al interior, hacia las emociones y, en último extremo, hacia el individualismo. Del arte con fines educativos y cívicos del llamado Siglo de las Luces se revoluciona hacia al artista como demiurgo, como comunicador entre dos planos siempre en el camino de búsqueda de la verdad a través de un proceso personal. 

Características generales de la pintura del Romanticismo  

1.- Como en literatura se atiende a los sentimientos y a lo que hay en un plano distinto al terrenal  

Así, se deja aparcado el racionalismo, la comprobación y el gusto por la ciencia. El arte, en todos los géneros, se torna tremendamente espiritual e individual. Además, la creación se convierte en una suerte de exorcismo ya que, a través de la obra, se intenta ver qué hay más allá de la realidad tangible. A la par, se erige al creador (el pintor, el poeta, el artista) en una especie de médium entre los sentimientos profundos y la cotidianidad.  

2.- La naturaleza deja de ser paisaje para convertirse en protagonista 

Y por primera vez en la historia del arte, las tormentas, los bosques desnudos o las montañas inexpugnables dejan de ser meros acompañamientos de la narración para erigirse en el centro temático. Además, cada elemento de la naturaleza adquiere un carácter simbólico que entronca con los sentimientos y con una realidad inasible y ajena a la vida diaria. 

3.- Gusto por las ruinas, lugares alejados o solitarios  

Sin embargo, los elementos que se buscan para plasmarlos en la pintura del Romanticismo son particulares y entran por primera vez también en la historia del arte. La naturaleza no es un lugar bucólico y amable. Todo lo contrario, ya que se recurren a las ruinas (sobre todo de espacios religiosos y/o apartados), a los árboles secos, a las tormentas y tempestades. A la par, se da carta de naturaleza a seres espectrales o a fantasmas que se mueven entre tumbas o lugares olvidados. 

4.- Los fantasmas, las sombras y la muerte se convierten en protagonistas 

Hilando con lo anterior, en esa búsqueda de un más allá que no puede encontrarse en este plano, la actividad artística recurre a almas en pena, a fantasmas, a seres espectrales que se encuentran en las fronteras de la realidad. Estas comunican mensajes importantes, pasionales o que desbaratan la cosmovisión aceptada.  

5.- El artista se erige en demiurgo, en comunicador entre un mundo desconocido y el plano de la realidad tangible

En este sentido adelantan el concepto de inconsciente según Freud ya que se intuye que hay “algo” cuyos mensajes son importantes para la raza humana. Ese algo se escapa a la razón y hay que ir a buscarlo a las fronteras mismas de lo conocido. Habría que esperar varias décadas para poner nombre a ese algo que informa a la raza humana (mediante símbolos) de un mensaje que se escamotea a la mente consciente. Porque ese algo es el inconsciente, el mismo que se manifiesta a través de los ritos, los sueños y el arte.  

Pintura del Romanticismo El caminante sobre un mar de nubes 1817 28 de Freiderich

6.- Lo único que importa es el mundo interior, el de los sentimientos y de las pasiones

Y este es el que se refleja en la pintura de la Romanticismo a través de elementos naturales y de personajes que buscan la verdad en soledad. 

7.- Prevalecen el desasosiego, la tristeza, la soledad y la melancolía

El artista siente el desarraigo y la imposibilidad de asumir los roles, obligaciones y perjuicios de la sociedad burguesa. Por eso, se aleja de sus semejantes y busca, a posta, la soledad. Por primera vez, tanto poetas como artistas plásticos no se satisfacen con la fórmula del mecenazgo y prefieren malvivir antes que “venderse” a los señores del incipiente capitalismo.  

8.- En pintura hay un gusto por elementos dramáticos de la naturaleza 

Predominan los árboles secos, las ruinas, las sombras, las tempestades, la noche, la hora del crepúsculo, los cuervos (símbolos en Occidente de mal agüero), los lugares abandonados, los caminos solitarios… Son emplazamientos donde el artista busca una verdad oculta, pasional y, a veces, sublime. 

9.- La figura humana es anodina y, a la vez, ocupa el centro del cuadro 

Ya no se representan personajes famosos o grandes relatos épicos. Eso no interesa. La pintura del Romanticismo pone el foco en la individualidad y lo único que importa es el interior anímico.

10.- La literatura y las artes plásticas reciben la influencia del Grand Tour 

Era este una especie de viaje de fin de estudios que realizaba la aristocracia centroeuropea hacia los países de la cultura clásica. El destino era, sobre todo, Italia, pero, también Grecia e, incluso, Egipto o Turquía. Constantinopla  (actual Estambul) era el destino favorito de los viajeros románticos. Se buscaban las ruinas y las huellas de las civilizaciones pasadas. Al encontrarlas había quien se embargaba con un tremendo sentimiento de finitud por el hecho de encontrarse con civilizaciones pasadas que, en ese momento, se antojaban olvidadas para siempre. Así, el arte egipcio o el exotismo de Oriente entran a formar parte de la pintura del Romanticismo, primero, y posteriormente en algunas escuelas más, como la de los auto denominados prerrafaelitas.  

El tratamiento estético en la pintura del Romanticismo 

Muy resumidamente nos encontramos con los siguientes extremos:  

1.- Hay un gusto por los colores apagados y oscuros que denotan tristeza, melancolía, o spleen. 

2.- Son preponderantes la hora del crepúsculo o los ambientes nocturnos en plena naturaleza. No interesan las ciudades o la vida social alrededor de ella. Eso será más tarde con los nuevos modelos que adelantan las características del impresionismo

3.- Hay una prevalencia de las sombras sobre la luz. Esto aporta el dramatismo tan del gusto de la pintura del Romanticismo. 

Pintura romantica William Turner El naufragio

4.- Los paisajes aparecen desnudos o con elementos mínimos y en ellos encontramos pocas figuras. 

5.- Se ensaya con la pincelada suelta y difuminada al estilo de Francisco de Goya, el primer pintor moderno y modelo tanto de los románticos como de las vanguardias que vendrán después. 

6.- Hay que hacer notar que la pintura de naturaleza comienza con el romanticismo. Hasta ese momento solo era considerada mero paisaje y no protagonista. Ahora se pretende manifestar el interior del artista. 

7.- Aparecen los cuervos como símbolos de lo funesto, de la muerte, del más allá. No solo en la pintura sino también en literatura. En este sentido, anoto el poema El Cuervo (1845) de Edgar Allan Poe y la repetición de ese dramático “Nevermore”, el cual ya adelanta a las características del simbolismo

Y para terminar destacan dos creadores de la pintura del Romanticismo: el alemán Caspar David Friederich (1774-1840) y el inglés William Turner (1775-1851). Este último vivió toda su vida en Londres donde cosechó éxito, fama y fortuna, ya que llegó a ser miembro de la Academia de las Artes. Sus obras giran alrededor de dramáticos paisajes con un fuerte contraste entre la luz y las sombras. Por su parte, Friederich es el autor de grandes obras que se encuentran entre lo más significativo de la pintura del Romanticismo. Las figuras en soledad, anónimas, se enfrentan a paisajes en descomposición o en plasmados en una dramática grandiosidad. Estos siempre tienen la función de interrogar el alma del protagonista (y también del espectador) en busca de una verdad oculta a la razón.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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A finales del siglo XVIII la cultura del Neoclasicismo era la imperante tanto en Europa como en los nuevos países que iban forjándose en América. El gusto por el empirismo, el racionalismo y el orden reglado, sin embargo, no era el mejor caldo del cultivo para el desarrollo de las artes. Y todo ello a pesar de que la arquitectura neoclásica sí dio respuestas a un sinfín de necesidades cívicas (teatros, academias, casinos o los recién creados museos) que muy pronto cristalizarían en un avance cultural importante. A igual que sucedió con la literatura, la pintura del Romanticismo se rebela contra estos moldes estancos, racionales y centrados en el materialismo. La mirada ahora se vuelve hacia al interior, hacia las emociones y, en último extremo, hacia el individualismo. Del arte con fines educativos y cívicos del llamado Siglo de las Luces se revoluciona hacia al artista como demiurgo, como comunicador entre dos planos siempre en el camino de búsqueda de la verdad a través de un proceso personal. 

Características generales de la pintura del Romanticismo  

1.- Como en literatura se atiende a los sentimientos y a lo que hay en un plano distinto al terrenal  

Así, se deja aparcado el racionalismo, la comprobación y el gusto por la ciencia. El arte, en todos los géneros, se torna tremendamente espiritual e individual. Además, la creación se convierte en una suerte de exorcismo ya que, a través de la obra, se intenta ver qué hay más allá de la realidad tangible. A la par, se erige al creador (el pintor, el poeta, el artista) en una especie de médium entre los sentimientos profundos y la cotidianidad.  

2.- La naturaleza deja de ser paisaje para convertirse en protagonista 

Y por primera vez en la historia del arte, las tormentas, los bosques desnudos o las montañas inexpugnables dejan de ser meros acompañamientos de la narración para erigirse en el centro temático. Además, cada elemento de la naturaleza adquiere un carácter simbólico que entronca con los sentimientos y con una realidad inasible y ajena a la vida diaria. 

3.- Gusto por las ruinas, lugares alejados o solitarios  

Sin embargo, los elementos que se buscan para plasmarlos en la pintura del Romanticismo son particulares y entran por primera vez también en la historia del arte. La naturaleza no es un lugar bucólico y amable. Todo lo contrario, ya que se recurren a las ruinas (sobre todo de espacios religiosos y/o apartados), a los árboles secos, a las tormentas y tempestades. A la par, se da carta de naturaleza a seres espectrales o a fantasmas que se mueven entre tumbas o lugares olvidados. 

4.- Los fantasmas, las sombras y la muerte se convierten en protagonistas 

Hilando con lo anterior, en esa búsqueda de un más allá que no puede encontrarse en este plano, la actividad artística recurre a almas en pena, a fantasmas, a seres espectrales que se encuentran en las fronteras de la realidad. Estas comunican mensajes importantes, pasionales o que desbaratan la cosmovisión aceptada.  

5.- El artista se erige en demiurgo, en comunicador entre un mundo desconocido y el plano de la realidad tangible

En este sentido adelantan el concepto de inconsciente según Freud ya que se intuye que hay “algo” cuyos mensajes son importantes para la raza humana. Ese algo se escapa a la razón y hay que ir a buscarlo a las fronteras mismas de lo conocido. Habría que esperar varias décadas para poner nombre a ese algo que informa a la raza humana (mediante símbolos) de un mensaje que se escamotea a la mente consciente. Porque ese algo es el inconsciente, el mismo que se manifiesta a través de los ritos, los sueños y el arte.  

Pintura del Romanticismo El caminante sobre un mar de nubes 1817 28 de Freiderich

6.- Lo único que importa es el mundo interior, el de los sentimientos y de las pasiones

Y este es el que se refleja en la pintura de la Romanticismo a través de elementos naturales y de personajes que buscan la verdad en soledad. 

7.- Prevalecen el desasosiego, la tristeza, la soledad y la melancolía

El artista siente el desarraigo y la imposibilidad de asumir los roles, obligaciones y perjuicios de la sociedad burguesa. Por eso, se aleja de sus semejantes y busca, a posta, la soledad. Por primera vez, tanto poetas como artistas plásticos no se satisfacen con la fórmula del mecenazgo y prefieren malvivir antes que “venderse” a los señores del incipiente capitalismo.  

8.- En pintura hay un gusto por elementos dramáticos de la naturaleza 

Predominan los árboles secos, las ruinas, las sombras, las tempestades, la noche, la hora del crepúsculo, los cuervos (símbolos en Occidente de mal agüero), los lugares abandonados, los caminos solitarios… Son emplazamientos donde el artista busca una verdad oculta, pasional y, a veces, sublime. 

9.- La figura humana es anodina y, a la vez, ocupa el centro del cuadro 

Ya no se representan personajes famosos o grandes relatos épicos. Eso no interesa. La pintura del Romanticismo pone el foco en la individualidad y lo único que importa es el interior anímico.

10.- La literatura y las artes plásticas reciben la influencia del Grand Tour 

Era este una especie de viaje de fin de estudios que realizaba la aristocracia centroeuropea hacia los países de la cultura clásica. El destino era, sobre todo, Italia, pero, también Grecia e, incluso, Egipto o Turquía. Constantinopla  (actual Estambul) era el destino favorito de los viajeros románticos. Se buscaban las ruinas y las huellas de las civilizaciones pasadas. Al encontrarlas había quien se embargaba con un tremendo sentimiento de finitud por el hecho de encontrarse con civilizaciones pasadas que, en ese momento, se antojaban olvidadas para siempre. Así, el arte egipcio o el exotismo de Oriente entran a formar parte de la pintura del Romanticismo, primero, y posteriormente en algunas escuelas más, como la de los auto denominados prerrafaelitas.  

El tratamiento estético en la pintura del Romanticismo 

Muy resumidamente nos encontramos con los siguientes extremos:  

1.- Hay un gusto por los colores apagados y oscuros que denotan tristeza, melancolía, o spleen. 

2.- Son preponderantes la hora del crepúsculo o los ambientes nocturnos en plena naturaleza. No interesan las ciudades o la vida social alrededor de ella. Eso será más tarde con los nuevos modelos que adelantan las características del impresionismo

3.- Hay una prevalencia de las sombras sobre la luz. Esto aporta el dramatismo tan del gusto de la pintura del Romanticismo. 

Pintura romantica William Turner El naufragio

4.- Los paisajes aparecen desnudos o con elementos mínimos y en ellos encontramos pocas figuras. 

5.- Se ensaya con la pincelada suelta y difuminada al estilo de Francisco de Goya, el primer pintor moderno y modelo tanto de los románticos como de las vanguardias que vendrán después. 

6.- Hay que hacer notar que la pintura de naturaleza comienza con el romanticismo. Hasta ese momento solo era considerada mero paisaje y no protagonista. Ahora se pretende manifestar el interior del artista. 

7.- Aparecen los cuervos como símbolos de lo funesto, de la muerte, del más allá. No solo en la pintura sino también en literatura. En este sentido, anoto el poema El Cuervo (1845) de Edgar Allan Poe y la repetición de ese dramático “Nevermore”, el cual ya adelanta a las características del simbolismo

Y para terminar destacan dos creadores de la pintura del Romanticismo: el alemán Caspar David Friederich (1774-1840) y el inglés William Turner (1775-1851). Este último vivió toda su vida en Londres donde cosechó éxito, fama y fortuna, ya que llegó a ser miembro de la Academia de las Artes. Sus obras giran alrededor de dramáticos paisajes con un fuerte contraste entre la luz y las sombras. Por su parte, Friederich es el autor de grandes obras que se encuentran entre lo más significativo de la pintura del Romanticismo. Las figuras en soledad, anónimas, se enfrentan a paisajes en descomposición o en plasmados en una dramática grandiosidad. Estos siempre tienen la función de interrogar el alma del protagonista (y también del espectador) en busca de una verdad oculta a la razón.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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Pintura del Romanticismo

  A finales del siglo XVIII la cultura del Neoclasicismo era la imperante tanto en Europa como...

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A pesar de que el neoclasicismo español no fue un movimiento mayoritariamente aceptado en estas tierras, el Siglo de las Luces sí trajo nuevos vientos a la vieja Iberia. El Romanticismo en España tiene, en primer lugar, un carácter tardío en cuanto a las renovaciones sociales, filosóficas,  políticas o artísticas. Sin embargo, eso no quita para que arraigara entre todos aquellos que no veían el día del fin del Antiguo Régimen. 

Características generales del Romanticismo que se dan también en España

Hacia la mitad del siglo XVIII Europa al completo está viviendo una revolución en todos los sentidos que da paso desde el viejo orden (social, político, económico y cultural) hacia uno nuevo. Si el Antiguo Régimen estaba dominado por la aristocracia y un clero apegado a costumbres medievales casi, la nueva sociedad industrial que se abre al mundo lleva el empuje de la burguesía. Eso hace que, desde todos los ámbitos la palabra que mejor define a la época es transformación. Las características del Romanticismo generales, a veces, no se dan en España pero sí todas aquellas que, de alguna manera u otra, suponen un deseo de cambio. Anoto lo siguiente:

1.- La vieja sociedad agraria o artesanal alrededor de las monarquías absolutas y la aristocracia se desmorona para dar paso a las grandes urbes industriales con el empuje de la ideología burguesa. Esto que supone la transformación hacia el Nuevo Régimen cuesta (o sencillamente no llega) en España. 

2.- Como consecuencia de esta confrontación aparecen movimientos revolucionarios que acabarían en los grandes hitos de principios del siglo XX (Revolución Rusa por poner un caso). 

3.- La filosofía positivista (la que cree en el progreso sin límites) convive con el empirismo (que se llevó incluso a la literatura neoclásica) y con el idealismo. 

4.- Aparecen las primeras ideas socialistas, de cambio radical de la sociedad. 

5.- El ambiente en general y en todos los órdenes se llenan de espíritu contestario. 

6.- Se rechazan todas las características del Neoclasicismo en el que, de alguna manera u otra, se primen los postulados de la razón. 

7.- Por contra, el Romanticismo en España y en el resto de Europa busca el dinamismo, la intensidad emocional, las fuerzas pasionales, los elementos del otro lado y con eso me refiero a fantasmas, excluidos, olvidados… 

8.- Hay un  gusto por buscar la verdad no ya en los hechos comprobados que había predominado en el Siglo de las Luces sino en las tinieblas del inconsciente, en las nuevas formas de misticismo, en las búsquedas  con seres que no pertenecen a este plano (fantasmas, espíritus, olvidados, locos…)

9.- La ilusión, la fantasía, la creatividad, lo novedoso se instala en toda la sociedad  y no solo en el arte.

10.- Escritores y artistas se auto erigen en guías de la sociedad como una suerte de demiurgos que pueden ver lo que otros no ven. 

La situación política en el periodo del Romanticismo en España

El periodo del Romanticismo en España dio lugar a la denominada “dos Españas”. Por un lado, se encontraban aquellos intelectuales que, bajo los postulados del pensamiento del Neoclasicismo,  buscaban un cambio a todos los niveles (social,  cultural,  político, económico…) Estos se autodenominaban como reformistas. Contra ellos estaba el sector tradicionalista, apegado aún a los modos del Antiguo Régimen. Este choque durará todo el siglo XIX y buena parte del XX incluso. Además, se agudiza con la invasión francesa dando lugar a una contra revolución de corte nacionalista.  

En 1812 se inauguran las Cortes de Cádiz y, muy tímidamente, se ponen las bases para un cambio político y social que sacara a España de la miseria económica a la par que se apostaba por el acceso a la instrucción de una forma más general. Quedaría mucho para que la educación universal se instalara en España. Sin embargo, este órdago reformador quedaría truncado en dos años, ya que en 1814, al subir al trono Fernando VII e instalar un régimen absolutista basado en el capricho casi. Estudiosos e historiadores hay quienes califican a este rey (descrito como poco inteligente por decirlo con palabras amables) como el peor de la historia de España.  

Aunque los reformistas se logran imponer en el llamado Trienio Liberal (1820-1823), este termina de la peor manera y buena parte de los intelectuales más progresistas de España deben emprender el camino del exilio. La mayoría elegirá Londres. Tras morir Fenrando VII, le sucede Isabel II que aún no había alcanzado la edad legal para gobernar. Mientras la reina crecía, el pueblo se ensalzó en la Primera Guerra Carlista (1833-1839). Las heridas de la contienda no llegaron a cerrarse y el conflicto entra las dos ideologías (la reformadora y la tradicional) continuaría por décadas. En este contexto político convulso a más no poder y donde es imposible consenso alguno se desarrollaría el Romanticismo en España. 

Penetración del Romanticismo en España

Desde Inglaterra, Francia o Alemania van entrando las nuevas ideas y las estéticas más novedosas. Ni que decir tiene que no se hizo de una manera uniforme. Aparte de los focos catalanes, estos vientos e cambio arraigan y se extienden a través de Cádiz, por entonces puerto importante. En Barcelona se publicó la revista El europeo (1823-1824) en la que se ensalzaba la nueva estética romántica.  

Tanto en el plano filosófico como en el político, a pesar de ser ideas nuevas, estamos ante un Romanticismo muy moderado, de corte conservador casi. Y es de entender, ya que defender algunos argumentos se penaban con cárcel, exilio o, directamente, la muerte por fusilamiento. 

Solo la élite intelectual de Madrid o de las grandes capitales tiene acceso a las nuevas obras románticas, las cuales se leen intentando engañar a la censura. Lo mismo sucedía en las tertulias, sobre todo las de la Corte, en la que participan escritores, filósofos, artistas o intelectuales. A pesar de que el hilo conductor (el afán o deseo de esta elite cultural) era dejarse caer en brazos de la ansiada libertad en todos los órdenes vitales, esta estaba lejos de alcanzarse. 

El exilio, por su parte, hizo una importante labor ya que, al estar fuera de las mordazas legales españolas, pudo empaparse de estas ideas de cambio. Llegaran a tierras hispánicas o bien al regreso o bien en forma de libros que irán calando en un público cada vez más amplio. Eso no será hasta 1833 con una amnistía casi general. 

Romanticismo literario en España

A pesar de que los europeos consideraban el carácter español meramente romántico, el movimiento estético tardó en penetrar en nuestro país. No es de extrañar debido a los adversos condicionantes políticos. No sería hasta 1835, con la vuelta del exilio, cuando se estrena Don Álvaro o la fuera del sino del Duque de Rivas y con ella se da por inaugurado de manera oficial el Romanticismo en España.  

Anteriormente, los intelectuales y críticos de Alemania, Suiza o Francia miraron a España como el país del origen del Romanticismo en una contradicción casi histórica. Se ve el teatro de Calderón o de los mejores dramaturgos del Siglo de Oro como una fuente de inspiración perfecta. Eso sin contar con las aventuras descritas por aquellos viajeros aristocráticos del Grand Tour que recabaron en todos los rincones de un país desconocido (incluso por los autóctonos) y  con una ingente riqueza cultural y patrimonial. Otra cosa bien distinta eran los contrastes sociales tan tremendos que se daban en la época. El Quijote, para terminar, se convierte en el tipo romántico por excelencia. 

La estética del Romanticismo en España 

Aunque el Neoclasicismo español tuvo importantes intelectuales que buscaron el orden y el razonamiento en todos los aspectos vitales, el carácter patrio (tal como apuntaban los intelectuales foráneos) gustaba de otras dinámicas más pasionales.  Por eso, en España pronto tuvieron éxito obras tremendamente dramáticas en las que se lleva el lenguaje a una distorsión importante. Los sentimientos mostrados son intensos al máximo potenciando ese espíritu pasional que caracteriza al Romanticismo en España y en el resto de Europa. 

Si por algo se caracteriza el Romanticismo en España es por la búsqueda (incluso hasta el delirio) de una libertad difícil de disfrutar en todos los órdenes. Por eso, de una forma rotunda se rechaza cualquier canon o la búsqueda del orden que había imperado durante el Siglo de las Luces. Se dinamitan las fronteras de los géneros, se mezclan los estilos, los tonos, los personajes de distinta extracción social, tal como venía dándose en la literatura hispana desde la Edad Media. 

Se vuelve incluso a los autores y modelos más antiguos, los de la literatura griega, sin olvidar los barrocos, con Lope y Calderón a la cabeza. Se busca la espontaneidad y, a la par, se inunda la literatura de versos y poemas. Se ensalzan los temas más dramáticos del momento, los amores pasionales, las ideas suicidas. Los cementerios, ruinas y lugares perdidos se convierten en los decorados favoritos. Entran en escena fantasmas y muertos vivientes (la leyenda de Don Juan o el convidado de piedra por poner un caso).  

La novela histórica, por su gusto por personajes pasados, es la protagonista de la prosa. En esta época comienza el género gótico y también se retoman las figuras propias de la caballería. A la par, se genera una corriente que responde al costumbrismo. Esta es más evidente en el teatro que tanto ha gustado entre el público en general en España. 

Se recurren a los temas en los que siempre hay una confrontación (normalmente entre el ansia de libertad y las costumbres instaladas). Las pasiones descontroladas (los amores y amoríos), la dificultad para alcanzar la felicidad, los fantasmas o personas que llevan el alma humana al límite son protagonistas del Romanticismo en España.  

Autores del Romanticismo en España 

El movimiento caló especialmente en la literatura donde destaca José de Espronceda (1808-1842) y su obra El moro expósito escrita en el exilio. Rosalía de Castro y Bécquer son los exponentes máximos de un movimiento tardío que dio sus mejores frutos en estos poetas.

Dedicados a la estética costumbrista destaco Mesonero Romanos y Estébanez Calderón. En el otro extremo, el que entronca con la prosa más culta y exquisita del Neoclasicismo tenemos a Larra (1808-1837) con una pluma fina, satírica al máximo que le sirve para exponer sus ideas políticas de corte liberal y su disconformidad con la cosmovisión imperante. 

En el teatro destaco dos grandes obras que han pasado al canon: Don Juan Tenorio de Zorrilla y Don Álvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas. 

 

En resumidas cuentas, el Romanticismo en España está caracterizado por un inconformismo a todos los niveles, desde el vital (la búsqueda de la libertad o la felicidad) hasta en el político o social. La inestabilidad personal y de gobierno se transparenta en unas obras que buscan la verdad más allá de los convencionalismos siempre recurriendo a unos sentimientos extremos o, directamente, a las pasiones.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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A pesar de que el neoclasicismo español no fue un movimiento mayoritariamente aceptado en estas tierras, el Siglo de las Luces sí trajo nuevos vientos a la vieja Iberia. El Romanticismo en España tiene, en primer lugar, un carácter tardío en cuanto a las renovaciones sociales, filosóficas,  políticas o artísticas. Sin embargo, eso no quita para que arraigara entre todos aquellos que no veían el día del fin del Antiguo Régimen. 

Características generales del Romanticismo que se dan también en España

Hacia la mitad del siglo XVIII Europa al completo está viviendo una revolución en todos los sentidos que da paso desde el viejo orden (social, político, económico y cultural) hacia uno nuevo. Si el Antiguo Régimen estaba dominado por la aristocracia y un clero apegado a costumbres medievales casi, la nueva sociedad industrial que se abre al mundo lleva el empuje de la burguesía. Eso hace que, desde todos los ámbitos la palabra que mejor define a la época es transformación. Las características del Romanticismo generales, a veces, no se dan en España pero sí todas aquellas que, de alguna manera u otra, suponen un deseo de cambio. Anoto lo siguiente:

1.- La vieja sociedad agraria o artesanal alrededor de las monarquías absolutas y la aristocracia se desmorona para dar paso a las grandes urbes industriales con el empuje de la ideología burguesa. Esto que supone la transformación hacia el Nuevo Régimen cuesta (o sencillamente no llega) en España. 

2.- Como consecuencia de esta confrontación aparecen movimientos revolucionarios que acabarían en los grandes hitos de principios del siglo XX (Revolución Rusa por poner un caso). 

3.- La filosofía positivista (la que cree en el progreso sin límites) convive con el empirismo (que se llevó incluso a la literatura neoclásica) y con el idealismo. 

4.- Aparecen las primeras ideas socialistas, de cambio radical de la sociedad. 

5.- El ambiente en general y en todos los órdenes se llenan de espíritu contestario. 

6.- Se rechazan todas las características del Neoclasicismo en el que, de alguna manera u otra, se primen los postulados de la razón. 

7.- Por contra, el Romanticismo en España y en el resto de Europa busca el dinamismo, la intensidad emocional, las fuerzas pasionales, los elementos del otro lado y con eso me refiero a fantasmas, excluidos, olvidados… 

8.- Hay un  gusto por buscar la verdad no ya en los hechos comprobados que había predominado en el Siglo de las Luces sino en las tinieblas del inconsciente, en las nuevas formas de misticismo, en las búsquedas  con seres que no pertenecen a este plano (fantasmas, espíritus, olvidados, locos…)

9.- La ilusión, la fantasía, la creatividad, lo novedoso se instala en toda la sociedad  y no solo en el arte.

10.- Escritores y artistas se auto erigen en guías de la sociedad como una suerte de demiurgos que pueden ver lo que otros no ven. 

La situación política en el periodo del Romanticismo en España

El periodo del Romanticismo en España dio lugar a la denominada “dos Españas”. Por un lado, se encontraban aquellos intelectuales que, bajo los postulados del pensamiento del Neoclasicismo,  buscaban un cambio a todos los niveles (social,  cultural,  político, económico…) Estos se autodenominaban como reformistas. Contra ellos estaba el sector tradicionalista, apegado aún a los modos del Antiguo Régimen. Este choque durará todo el siglo XIX y buena parte del XX incluso. Además, se agudiza con la invasión francesa dando lugar a una contra revolución de corte nacionalista.  

En 1812 se inauguran las Cortes de Cádiz y, muy tímidamente, se ponen las bases para un cambio político y social que sacara a España de la miseria económica a la par que se apostaba por el acceso a la instrucción de una forma más general. Quedaría mucho para que la educación universal se instalara en España. Sin embargo, este órdago reformador quedaría truncado en dos años, ya que en 1814, al subir al trono Fernando VII e instalar un régimen absolutista basado en el capricho casi. Estudiosos e historiadores hay quienes califican a este rey (descrito como poco inteligente por decirlo con palabras amables) como el peor de la historia de España.  

Aunque los reformistas se logran imponer en el llamado Trienio Liberal (1820-1823), este termina de la peor manera y buena parte de los intelectuales más progresistas de España deben emprender el camino del exilio. La mayoría elegirá Londres. Tras morir Fenrando VII, le sucede Isabel II que aún no había alcanzado la edad legal para gobernar. Mientras la reina crecía, el pueblo se ensalzó en la Primera Guerra Carlista (1833-1839). Las heridas de la contienda no llegaron a cerrarse y el conflicto entra las dos ideologías (la reformadora y la tradicional) continuaría por décadas. En este contexto político convulso a más no poder y donde es imposible consenso alguno se desarrollaría el Romanticismo en España. 

Penetración del Romanticismo en España

Desde Inglaterra, Francia o Alemania van entrando las nuevas ideas y las estéticas más novedosas. Ni que decir tiene que no se hizo de una manera uniforme. Aparte de los focos catalanes, estos vientos e cambio arraigan y se extienden a través de Cádiz, por entonces puerto importante. En Barcelona se publicó la revista El europeo (1823-1824) en la que se ensalzaba la nueva estética romántica.  

Tanto en el plano filosófico como en el político, a pesar de ser ideas nuevas, estamos ante un Romanticismo muy moderado, de corte conservador casi. Y es de entender, ya que defender algunos argumentos se penaban con cárcel, exilio o, directamente, la muerte por fusilamiento. 

Solo la élite intelectual de Madrid o de las grandes capitales tiene acceso a las nuevas obras románticas, las cuales se leen intentando engañar a la censura. Lo mismo sucedía en las tertulias, sobre todo las de la Corte, en la que participan escritores, filósofos, artistas o intelectuales. A pesar de que el hilo conductor (el afán o deseo de esta elite cultural) era dejarse caer en brazos de la ansiada libertad en todos los órdenes vitales, esta estaba lejos de alcanzarse. 

El exilio, por su parte, hizo una importante labor ya que, al estar fuera de las mordazas legales españolas, pudo empaparse de estas ideas de cambio. Llegaran a tierras hispánicas o bien al regreso o bien en forma de libros que irán calando en un público cada vez más amplio. Eso no será hasta 1833 con una amnistía casi general. 

Romanticismo literario en España

A pesar de que los europeos consideraban el carácter español meramente romántico, el movimiento estético tardó en penetrar en nuestro país. No es de extrañar debido a los adversos condicionantes políticos. No sería hasta 1835, con la vuelta del exilio, cuando se estrena Don Álvaro o la fuera del sino del Duque de Rivas y con ella se da por inaugurado de manera oficial el Romanticismo en España.  

Anteriormente, los intelectuales y críticos de Alemania, Suiza o Francia miraron a España como el país del origen del Romanticismo en una contradicción casi histórica. Se ve el teatro de Calderón o de los mejores dramaturgos del Siglo de Oro como una fuente de inspiración perfecta. Eso sin contar con las aventuras descritas por aquellos viajeros aristocráticos del Grand Tour que recabaron en todos los rincones de un país desconocido (incluso por los autóctonos) y  con una ingente riqueza cultural y patrimonial. Otra cosa bien distinta eran los contrastes sociales tan tremendos que se daban en la época. El Quijote, para terminar, se convierte en el tipo romántico por excelencia. 

La estética del Romanticismo en España 

Aunque el Neoclasicismo español tuvo importantes intelectuales que buscaron el orden y el razonamiento en todos los aspectos vitales, el carácter patrio (tal como apuntaban los intelectuales foráneos) gustaba de otras dinámicas más pasionales.  Por eso, en España pronto tuvieron éxito obras tremendamente dramáticas en las que se lleva el lenguaje a una distorsión importante. Los sentimientos mostrados son intensos al máximo potenciando ese espíritu pasional que caracteriza al Romanticismo en España y en el resto de Europa. 

Si por algo se caracteriza el Romanticismo en España es por la búsqueda (incluso hasta el delirio) de una libertad difícil de disfrutar en todos los órdenes. Por eso, de una forma rotunda se rechaza cualquier canon o la búsqueda del orden que había imperado durante el Siglo de las Luces. Se dinamitan las fronteras de los géneros, se mezclan los estilos, los tonos, los personajes de distinta extracción social, tal como venía dándose en la literatura hispana desde la Edad Media. 

Se vuelve incluso a los autores y modelos más antiguos, los de la literatura griega, sin olvidar los barrocos, con Lope y Calderón a la cabeza. Se busca la espontaneidad y, a la par, se inunda la literatura de versos y poemas. Se ensalzan los temas más dramáticos del momento, los amores pasionales, las ideas suicidas. Los cementerios, ruinas y lugares perdidos se convierten en los decorados favoritos. Entran en escena fantasmas y muertos vivientes (la leyenda de Don Juan o el convidado de piedra por poner un caso).  

La novela histórica, por su gusto por personajes pasados, es la protagonista de la prosa. En esta época comienza el género gótico y también se retoman las figuras propias de la caballería. A la par, se genera una corriente que responde al costumbrismo. Esta es más evidente en el teatro que tanto ha gustado entre el público en general en España. 

Se recurren a los temas en los que siempre hay una confrontación (normalmente entre el ansia de libertad y las costumbres instaladas). Las pasiones descontroladas (los amores y amoríos), la dificultad para alcanzar la felicidad, los fantasmas o personas que llevan el alma humana al límite son protagonistas del Romanticismo en España.  

Autores del Romanticismo en España 

El movimiento caló especialmente en la literatura donde destaca José de Espronceda (1808-1842) y su obra El moro expósito escrita en el exilio. Rosalía de Castro y Bécquer son los exponentes máximos de un movimiento tardío que dio sus mejores frutos en estos poetas.

Dedicados a la estética costumbrista destaco Mesonero Romanos y Estébanez Calderón. En el otro extremo, el que entronca con la prosa más culta y exquisita del Neoclasicismo tenemos a Larra (1808-1837) con una pluma fina, satírica al máximo que le sirve para exponer sus ideas políticas de corte liberal y su disconformidad con la cosmovisión imperante. 

En el teatro destaco dos grandes obras que han pasado al canon: Don Juan Tenorio de Zorrilla y Don Álvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas. 

 

En resumidas cuentas, el Romanticismo en España está caracterizado por un inconformismo a todos los niveles, desde el vital (la búsqueda de la libertad o la felicidad) hasta en el político o social. La inestabilidad personal y de gobierno se transparenta en unas obras que buscan la verdad más allá de los convencionalismos siempre recurriendo a unos sentimientos extremos o, directamente, a las pasiones.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Características del Romanticismo literario, movimiento creativo que se extiende por Europa desde finales del Siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. 

Fue un movimiento cultural pero también político y su fecha de origen se fija (aproximadamente) en 1770 cuando una serie de escritores reaccionan contra el racionalismo y el clasicismo de la época anterior. Como ocurre con cualquier movimiento artístico (desde las vanguardias históricas con Cubismo y Futurismo por poner dos casos hasta los contemporáneos), el Romanticismo literario y artístico se alza en contra de la tradición inmediatamente anterior. 

Contexto histórico del Romanticismo literario 

En política comienzan a desarrollarse los nacionalismos (el cual empezó en España) como una forma de luchar contra la expansión de Napoleón. Paralelamente, estamos ante la Revolución Industrial que trastoca de fondo todos los modelos económicos anteriores con sus proliferación de fábricas, industrias, cultura del hierro y el desarrollo tecnológico de entonces. 

Fruto de estos movimientos políticos y económicos, la sociedad también se mueve dejando atrás la división heredada de la Edad Media para instalarse en lo que conocemos como sociedad de clases. Surge el proletariado dependiente del trabajo en grandes centros de producción y, al tiempo, los primeros movimientos sindicales en demanda de derechos básicos. La vetusta aristocracia queda arrinconada por una pujante burguesía que se hace con el poder económico y cultural. 

En filosofía se instala el idealismo (como respuesta al racionalismo del siglo anterior). Se interesan por las formas de expresión del espíritu (una de las principales características del Romanticismo literario y artístico). El “yo” (que no el ego), el individualismo, el mundo de los sentimientos o las sensaciones, la búsqueda de las trascendencia, la libertad ansiada se convierten en los temas favoritos de esta corriente filosófica. A la par, en el Romanticismo literario vamos a encontrar como hilo conductor siempre un halo de tristeza, de negatividad, de derrota incluso que lleva a interesarse por las ruinas, la historia, los seres del más allá, los fantasmas y los procesos emocionales regidos por la melancolía. 

Características del Romanticismo literario 

Con este sustrato cultural y socioeconómico no es de extrañar que en el Romanticismo literario siempre encontremos como fuerzas en choque. Son los obreros (los pobres, sencillos o humildes) contra los intereses de la riqueza, la vida y la muerte (expresada siempre de manera dramática), las posibilidades del más allá… Resumiendo mucho nos encontramos lo siguiente:  

1.- El artista se erige en el centro de la creación aquejado de un sentimiento de insatisfacción constante

Es una de las principales características del Romanticismo literario: la exaltación del artista como demiurgo. Sería la persona revestida de poderes espirituales ajenos a la población normal que es capaz de ver más allá de la realidad dada. Bien es verdad que el arte, así sin más, abre puertas donde antes estaban cerradas, que “sirve” (si podemos utilizar este verbo) para entender o hacer nuestra una realidad que antes era desconocida u oculta. Sin embargo, en el Romanticismo esto se lleva a último extremo haciendo del artista una persona en constante conflicto con la realidad, con las circunstancias e, incluso, con la vida. Siempre habrá un motivo para la infelicidad más absoluta y para la nostalgia.  

2.- El Romanticismo literario muestra un choque frontal con la realidad

Ese desencuentro se va a manifestar en las temáticas de las obras y en la forma de plantear los conflictos literarios. Los protagonistas tienen que hacer frente a innumerables desgracias desde novias despechadas hasta muertos que se revuelven en su tumba. Siempre habrá algo que ha quedado por hacer, que ha imposibilitado que se complete el destino vital. Eso llevará a un eterno sentimiento de nostalgia, de tristeza, de melancolía, de estados que hoy en día podemos calificar de depresivos. 

3.- El yo, el alma y el espíritu es el centro de la obra literaria

Este choque constante entre la realidad y los mandatos internos anímicos llevan a que el espíritu (entendido de manera amplia) sea el centro de la obra literaria. La poesía se vuelve lírica, intimista, con un centro en lo que siempre pudo ser, en lo que falta, en la incompletez de la vida para llegar a ser todo aquello que se lleva dentro. 

4.- Por primera vez en la historia se ensalza la libertad como bien supremo

Ante este conflicto, se recurre a la libertad como uno de los bienes supremos (aún no llegarían al individualismo). Paralelamente a los cambios sociales que evolucionan hacia la proclamación de los primeros derechos civiles, el creador, el poeta, el literato, el dramaturgo y sus personajes van en busca de esa libertad que, a veces, es liberación por la ruptura de las normas impuestas. Ya no sirve lo que dice la sociedad y se apela al corazón, a los deseos, a la pasión con una vehemencia nunca vista en la historia del arte. 

5.- El Romanticismo literario gusta de las particularidades nacionales

De aquí el costumbrismo, tanto en novela como en teatro, que saca a relucir individuos típicos y estereotipados. De hecho, algunos de ellos han llegado hasta el día de hoy. De España (a través de los escritores ingleses y alemanes) se ensalza al bandolero o al prototipo de Don Juan. Fuera de la norma, en conflicto con ellos mismos las más de las veces, bordeando los estándares sociales (incluso la legalidad), henchidos de individualismo e, incluso de rebeldía, son considerados como prototipos que abrirán una nueva forma de ver la realidad. 

6.- El inconformismo del poeta o del literato llega, incluso, a la queja

Es frecuente encontrarse en novelas, obras dramáticas y, especialmente, poemas todo aquello que pudo ser y no es. La queja, el lamento, el llanto, la pena y la tristeza pueblan las obras del Romanticismo literario con una fuerte impronta.  

7.- Hay una vuelta a la naturaleza en el Romanticismo literario

Las ciudades comienzan a ser invivibles con una contaminación que no tenemos hoy en día, los choques entre la clase baja y los burgueses comienzan a despuntar, aunque llegarán a su máxima expresión décadas más tarde. Y tanto el Naturalismo com el Realismo se encargarán de recogerlos y darle difusión. En las grandes urbes habita la sociedad conformista e, incluso, la enfermedad. Para contraponer a esa situación hay un gusto por la naturaleza, los lugares abandonados, las ruinas, los lagos, los bosques… Allí el poeta puede sentirse a gusto consigo mismo y en paz. Son emplazamientoss que invitan a la introspección y al ahondamiento de ese espíritu individual que forma parte del carácter del Romanticismo. 

8.- Gusto por la novela histórica y el poema en prosa

Todo ello lleva a situar las obras en un pasado incluso remoto con una concepción idílica o deformada de lo que esas épocas supusieron. Se retoman las historias de conventos, de cruzados, de personas atrapadas en las convecciones de épocas pretéritas. Se abre el camino para el género gótico que ha llegado, incluso, hasta hoy en día. El drama en esos escenarios es extremo, asfixiando tanto a los protagonistas que, las más de las veces, se encuentran ante la imposibilidad de una salida. 

En poesía nos encontramos dos tendencias. Por un lado, el verso largo con rimas muy marcadas y un ritmo poético fuerte y, por el otro, se barajan otras fórmulas como los poemas en prosa, los cuentos o textos narrativos con una fuerte impronta lírica (las Leyendas de Bécquer es un claro ejemplo). En España,  hay un gusto por el teatro con dramas intensos tanto entre personajes de cultura como en tipos populares.  

9.- En el Romanticismo literario hay una tendencia a largas descripciones

Que intentan meter al lector en la melancolía, en la tristeza, en los recovecos de los lugares que se frecuentan. Hay un detenimiento en cada arista del alma, en cada suspiro o recuerdo, a la par que se describe exhaustivamente el sustrato situacional de las obras desde los paisajes hasta los interiores. La “intención” es introducir al lector en ese estado dramático, de choque, de imposibilidad o de rebeldía que tanto interesaba a los románticos.  

10.- Preferencia por temas antes considerados sórdidos o poco adecuados

El romanticismo literario echa mano de emplazamientos antes vetado a las obras artísticas como las tumbas, los cementerios, las noches oscuras, los lugares poblados de fantasmas o de almas en pena, las mansiones abandonadas, los conventos malditos o los campos de batalla testigos de cruentas guerras. Este gusto por esa realidad alternativa ha llegado incluso a las formas expresivas contemporáneas. Eso sí, se ha modificado un poco y los fantasmas se han convertido en zombis, las ruinas en paisajes de un Apocalipsis nuclear, los emplazamientos de guerra en horribles laboratorios de investigación siempre rozando (cuando no traspasando) los límites de la ética. 

11.-En el Romanticismo literario nos encontramos la tristeza y el drama llevado a su máxima expresión

Los amores son desgraciados e imposibles. Siempre hay alguien o algo que impide la felicidad de los amantes. Eso puede ser desde un malentendido sin importancia que acaba de manera trágica hasta la imposición paterna pasando por fuerzas mayores. Las venganzas, las muertes, las tragedias, las novias que se queden plantadas en el altar, las ánimas en pena que vuelven para terminar lo que no pudieron en vida, los suicidios (incluso reales entre los artistas del Romanticismo literario), las afrentas por nada y los duelos son temas preferidos de este movimiento.  

12.- A la par se difuminan los estilos hasta entonces muy bien delimitados 

Si la realidad se ha vuelto más compleja incorporando los conflictos del otro plano y llevándolos a la vida real (como si de un sueño se tratara), tampoco están definidas las fronteras de los géneros. Comienza (en un proceso que aún no ha acabado) a saltar por los aires los géneros literarios, los modos, las formas y las técnicas de cada uno de ellos y la mezcla encuentra su razón de ser. Todo esto llega, en el siglo XX, por poner un caso, a la poesía visual donde lo literario convive y se hace uno con el arte plástico. Antes, por supuesto, tenemos que asistir a todas las experimentaciones de las vanguardias históricas.  

Autores de Alemania (Goethe, Schiller…), de Inglaterra (Turner en la pintura, Lord Byron en la poesía), de España (el Duque de Rivas, el post-romántico Bécquer) hacen de estos principios el eje sobre el que gravitan sus obras. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Características del Romanticismo literario, movimiento creativo que se extiende por Europa desde finales del Siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. 

Fue un movimiento cultural pero también político y su fecha de origen se fija (aproximadamente) en 1770 cuando una serie de escritores reaccionan contra el racionalismo y el clasicismo de la época anterior. Como ocurre con cualquier movimiento artístico (desde las vanguardias históricas con Cubismo y Futurismo por poner dos casos hasta los contemporáneos), el Romanticismo literario y artístico se alza en contra de la tradición inmediatamente anterior. 

Contexto histórico del Romanticismo literario 

En política comienzan a desarrollarse los nacionalismos (el cual empezó en España) como una forma de luchar contra la expansión de Napoleón. Paralelamente, estamos ante la Revolución Industrial que trastoca de fondo todos los modelos económicos anteriores con sus proliferación de fábricas, industrias, cultura del hierro y el desarrollo tecnológico de entonces. 

Fruto de estos movimientos políticos y económicos, la sociedad también se mueve dejando atrás la división heredada de la Edad Media para instalarse en lo que conocemos como sociedad de clases. Surge el proletariado dependiente del trabajo en grandes centros de producción y, al tiempo, los primeros movimientos sindicales en demanda de derechos básicos. La vetusta aristocracia queda arrinconada por una pujante burguesía que se hace con el poder económico y cultural. 

En filosofía se instala el idealismo (como respuesta al racionalismo del siglo anterior). Se interesan por las formas de expresión del espíritu (una de las principales características del Romanticismo literario y artístico). El “yo” (que no el ego), el individualismo, el mundo de los sentimientos o las sensaciones, la búsqueda de las trascendencia, la libertad ansiada se convierten en los temas favoritos de esta corriente filosófica. A la par, en el Romanticismo literario vamos a encontrar como hilo conductor siempre un halo de tristeza, de negatividad, de derrota incluso que lleva a interesarse por las ruinas, la historia, los seres del más allá, los fantasmas y los procesos emocionales regidos por la melancolía. 

Características del Romanticismo literario 

Con este sustrato cultural y socioeconómico no es de extrañar que en el Romanticismo literario siempre encontremos como fuerzas en choque. Son los obreros (los pobres, sencillos o humildes) contra los intereses de la riqueza, la vida y la muerte (expresada siempre de manera dramática), las posibilidades del más allá… Resumiendo mucho nos encontramos lo siguiente:  

1.- El artista se erige en el centro de la creación aquejado de un sentimiento de insatisfacción constante

Es una de las principales características del Romanticismo literario: la exaltación del artista como demiurgo. Sería la persona revestida de poderes espirituales ajenos a la población normal que es capaz de ver más allá de la realidad dada. Bien es verdad que el arte, así sin más, abre puertas donde antes estaban cerradas, que “sirve” (si podemos utilizar este verbo) para entender o hacer nuestra una realidad que antes era desconocida u oculta. Sin embargo, en el Romanticismo esto se lleva a último extremo haciendo del artista una persona en constante conflicto con la realidad, con las circunstancias e, incluso, con la vida. Siempre habrá un motivo para la infelicidad más absoluta y para la nostalgia.  

2.- El Romanticismo literario muestra un choque frontal con la realidad

Ese desencuentro se va a manifestar en las temáticas de las obras y en la forma de plantear los conflictos literarios. Los protagonistas tienen que hacer frente a innumerables desgracias desde novias despechadas hasta muertos que se revuelven en su tumba. Siempre habrá algo que ha quedado por hacer, que ha imposibilitado que se complete el destino vital. Eso llevará a un eterno sentimiento de nostalgia, de tristeza, de melancolía, de estados que hoy en día podemos calificar de depresivos. 

3.- El yo, el alma y el espíritu es el centro de la obra literaria

Este choque constante entre la realidad y los mandatos internos anímicos llevan a que el espíritu (entendido de manera amplia) sea el centro de la obra literaria. La poesía se vuelve lírica, intimista, con un centro en lo que siempre pudo ser, en lo que falta, en la incompletez de la vida para llegar a ser todo aquello que se lleva dentro. 

4.- Por primera vez en la historia se ensalza la libertad como bien supremo

Ante este conflicto, se recurre a la libertad como uno de los bienes supremos (aún no llegarían al individualismo). Paralelamente a los cambios sociales que evolucionan hacia la proclamación de los primeros derechos civiles, el creador, el poeta, el literato, el dramaturgo y sus personajes van en busca de esa libertad que, a veces, es liberación por la ruptura de las normas impuestas. Ya no sirve lo que dice la sociedad y se apela al corazón, a los deseos, a la pasión con una vehemencia nunca vista en la historia del arte. 

5.- El Romanticismo literario gusta de las particularidades nacionales

De aquí el costumbrismo, tanto en novela como en teatro, que saca a relucir individuos típicos y estereotipados. De hecho, algunos de ellos han llegado hasta el día de hoy. De España (a través de los escritores ingleses y alemanes) se ensalza al bandolero o al prototipo de Don Juan. Fuera de la norma, en conflicto con ellos mismos las más de las veces, bordeando los estándares sociales (incluso la legalidad), henchidos de individualismo e, incluso de rebeldía, son considerados como prototipos que abrirán una nueva forma de ver la realidad. 

6.- El inconformismo del poeta o del literato llega, incluso, a la queja

Es frecuente encontrarse en novelas, obras dramáticas y, especialmente, poemas todo aquello que pudo ser y no es. La queja, el lamento, el llanto, la pena y la tristeza pueblan las obras del Romanticismo literario con una fuerte impronta.  

7.- Hay una vuelta a la naturaleza en el Romanticismo literario

Las ciudades comienzan a ser invivibles con una contaminación que no tenemos hoy en día, los choques entre la clase baja y los burgueses comienzan a despuntar, aunque llegarán a su máxima expresión décadas más tarde. Y tanto el Naturalismo com el Realismo se encargarán de recogerlos y darle difusión. En las grandes urbes habita la sociedad conformista e, incluso, la enfermedad. Para contraponer a esa situación hay un gusto por la naturaleza, los lugares abandonados, las ruinas, los lagos, los bosques… Allí el poeta puede sentirse a gusto consigo mismo y en paz. Son emplazamientoss que invitan a la introspección y al ahondamiento de ese espíritu individual que forma parte del carácter del Romanticismo. 

8.- Gusto por la novela histórica y el poema en prosa

Todo ello lleva a situar las obras en un pasado incluso remoto con una concepción idílica o deformada de lo que esas épocas supusieron. Se retoman las historias de conventos, de cruzados, de personas atrapadas en las convecciones de épocas pretéritas. Se abre el camino para el género gótico que ha llegado, incluso, hasta hoy en día. El drama en esos escenarios es extremo, asfixiando tanto a los protagonistas que, las más de las veces, se encuentran ante la imposibilidad de una salida. 

En poesía nos encontramos dos tendencias. Por un lado, el verso largo con rimas muy marcadas y un ritmo poético fuerte y, por el otro, se barajan otras fórmulas como los poemas en prosa, los cuentos o textos narrativos con una fuerte impronta lírica (las Leyendas de Bécquer es un claro ejemplo). En España,  hay un gusto por el teatro con dramas intensos tanto entre personajes de cultura como en tipos populares.  

9.- En el Romanticismo literario hay una tendencia a largas descripciones

Que intentan meter al lector en la melancolía, en la tristeza, en los recovecos de los lugares que se frecuentan. Hay un detenimiento en cada arista del alma, en cada suspiro o recuerdo, a la par que se describe exhaustivamente el sustrato situacional de las obras desde los paisajes hasta los interiores. La “intención” es introducir al lector en ese estado dramático, de choque, de imposibilidad o de rebeldía que tanto interesaba a los románticos.  

10.- Preferencia por temas antes considerados sórdidos o poco adecuados

El romanticismo literario echa mano de emplazamientos antes vetado a las obras artísticas como las tumbas, los cementerios, las noches oscuras, los lugares poblados de fantasmas o de almas en pena, las mansiones abandonadas, los conventos malditos o los campos de batalla testigos de cruentas guerras. Este gusto por esa realidad alternativa ha llegado incluso a las formas expresivas contemporáneas. Eso sí, se ha modificado un poco y los fantasmas se han convertido en zombis, las ruinas en paisajes de un Apocalipsis nuclear, los emplazamientos de guerra en horribles laboratorios de investigación siempre rozando (cuando no traspasando) los límites de la ética. 

11.-En el Romanticismo literario nos encontramos la tristeza y el drama llevado a su máxima expresión

Los amores son desgraciados e imposibles. Siempre hay alguien o algo que impide la felicidad de los amantes. Eso puede ser desde un malentendido sin importancia que acaba de manera trágica hasta la imposición paterna pasando por fuerzas mayores. Las venganzas, las muertes, las tragedias, las novias que se queden plantadas en el altar, las ánimas en pena que vuelven para terminar lo que no pudieron en vida, los suicidios (incluso reales entre los artistas del Romanticismo literario), las afrentas por nada y los duelos son temas preferidos de este movimiento.  

12.- A la par se difuminan los estilos hasta entonces muy bien delimitados 

Si la realidad se ha vuelto más compleja incorporando los conflictos del otro plano y llevándolos a la vida real (como si de un sueño se tratara), tampoco están definidas las fronteras de los géneros. Comienza (en un proceso que aún no ha acabado) a saltar por los aires los géneros literarios, los modos, las formas y las técnicas de cada uno de ellos y la mezcla encuentra su razón de ser. Todo esto llega, en el siglo XX, por poner un caso, a la poesía visual donde lo literario convive y se hace uno con el arte plástico. Antes, por supuesto, tenemos que asistir a todas las experimentaciones de las vanguardias históricas.  

Autores de Alemania (Goethe, Schiller…), de Inglaterra (Turner en la pintura, Lord Byron en la poesía), de España (el Duque de Rivas, el post-romántico Bécquer) hacen de estos principios el eje sobre el que gravitan sus obras. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Características del Romanticismo, el movimiento artístico y literario que se extendió desde finales del siglo XVIII hasta bien entrado el siglo XIX. 

Sintetizar y analizar las obras de una época nos exige, por un lado, distanciarnos y, por el otro lado, relacionar. Es en esta comparación cómo entendemos lo que hace única a cada generación de artistas o de literatos. Por eso, antes de adentrarnos en estas 10 resumidas características del Romanticismo tenemos que dar unas pequeñas pinceladas de lo que sucedió en el plano social, político y económico antes, mientras y después de este movimiento. El cual, recuerdo, se extiende desde finales del Siglo XVIII hasta mediados del XIX, aunque en algunos países, como el caso de España, la estética se alarga unas décadas más. 

Contexto histórico del Romanticismo

¿Qué ocurrió antes? Europa, donde el movimiento tuvo lugar, estaba estructurada en estamentos sociales heredados de la época medieval. Esto es, cualquier persona nacía en una clase y poco podía hacer para prosperar o para cambiar. La nobleza acaparaba riquezas, cultura y poder político. El pueblo llano, excepto una pequeña capa de artesanos, apenas tenía libertad de decisión en ninguno de los órdenes de la vida. A esto se une que, a mediados del siglo XVIII, se impone el Racionalismo en los círculos elitistas europeos. 

Todo ello comenzó a cambiar unas décadas antes de que encontremos las características del Romanticismo en los principales autores (especialmente en Alemania). Los avances de la técnica propicia la llamada Revolución Industrial con su maquinismo, por supuesto, pero también, con su trastoque en el orden social. La clase campesina comienza a emigrar a la ciudad en busca de un puesto de trabajo que le permitiera prosperar. Aunque eso no se consigue de la noche a la mañana ya hay un cambio de actitud. 

¿Y cómo influye este contexto histórico en las características del Romanticismo principales? 

Como consecuencia de esto, o paralelamente, va surgiendo una pujante burguesía tanto alta (dueños de fábricas o de centros de producción) como media (profesionales liberales, artesanos con un sistema laboral semejante al autónomo contemporáneo…) Esta nueva clase social (en general penetrante y más culta que la nobleza) comienza a desplazar a la aristocracia tradicional imponiendo sus valores. Y dentro de esos principios (también una de las características del Romanticismo) se encuentra la libertad. 

Todo ello será caldo de cultivo para los movimientos independentistas, las revoluciones (iniciándose con la Francesa) o las teorías marxistas o socialistas. Recordemos que el Manifiesto comunista de Marx y Engels se publica en 1848. Y nada hay en la historia de la humanidad que haya surgido de la mente de un iluminado. Este siempre recoge el espíritu de la época. Y la romántica es la del cambio social (con ese choque entre burguesía y proletariado), la de la libertad y la de la búsqueda en mundos antes inexplorados. En este sentido, por poner un solo ejemplo, esa búsqueda de individualismo en terrenos antes inexplorados avanza La interpretación de los sueños de Freud, unas cuantas décadas más tarde y germen de la psicología moderna y contemporánea.  

Entonces, cuáles son las principales características del Romanticismo

Te las dejo resumidas en estas 10 que considero las principales y las fundamentales.  

1.- De entre las principales características del Romanticismo está el hombre como centro del Universo

Como herencia del Racionalismo anterior, el hombre se convierte en un ángel caído casi olvidado por Dios y abandonado a sus únicas posibilidades. Como las herramientas de crecimiento personal (por utilizar un símil contemporáneo) eran, en la época, bastante limitadas ese centro va pendulando de un lado a otro buscando su sitio. Como consecuencia de todo ello, se ensalza el ego, el espíritu libre, la creatividad por encima de todas las cosas, la genialidad y, en ocasiones, hasta la locura. ¿Por qué hay un gusto por este estado? Porque, sencillamente, se comienza a ver a los enajenados como guías hacia otra realidad distinta a la establecida y, por tanto, como adalides de esa ansiada libertad. 

2.- La vida del espíritu con sus luces y sus sombras se encuentra en el centro de los temas

El hombre, en consecuencia, se encuentra limitado en su finitud física y se va hacia el más allá como emplazamiento alternativo donde encontrar lo buscado y anhelado. Aunque el Cristianismo, aún preponderante en la época, abría la posibilidad hacia una existencia posterior a la muerte, el espíritu romántico busca algo más. Y ese paso hacia adelante es hacia al interior del alma humana con sus luces y sus sombras, con sus bondades y su maldades, con entregas infinitas y mezquindades ruines. Hay una exploración sistemática en todos los sentimientos humanos sin precedentes en la historia del arte, de la literatura o del pensamiento. Como consecuencia de todo esto, se cae en un halo de no pertenecer a este mundo que lleva a buscar la plenitud en el plano fantasmal o en el otro lado que se abre tras la muerte. El número de artistas suicidas, por poner un caso, es en el Romanticismo de un porcentaje mucho mayor que en cualquier otro periodo histórico. 

3.- La libertad como una de las características del Romanticismo

De la mano va la sacrosanta libertad. Si las fórmulas políticas y sociales tradicionales no bastan para encontrar acomodo, hay que buscar unas nuevas. Y estas solo se consiguen si existe libertad y se pueden sacudir todos los parámetros impuestos anteriormente (desde la religión hasta la economía pasando por las clases sociales). Por tanto, los cuadros se llenan de pinceladas libres y de temas considerados hasta entonces como escabrosos (la violencia de algunas obras de Goya, por poner un ejemplo). La literatura no puede amoldarse a los cánones clásicos y el verso libre aparece para quedarse. 

Libertad y acomodo con la tradición parecen estar reñidos. Por eso, comienzan a crearse géneros nuevos (cuentos poéticos, poemas en prosa, piezas musicales cortas…) Todo lo que supusiera tradición era rechazado y había una conciencia muy exagerada de que se estaba en un mundo nuevo. Sin llegar a los postulados del Futurismo (unos cincuenta años más tarde) que querían quemar museos y obras arquitectónicas legadas del pasado, sí se busca acomodo en lo nuevo o en una visión renovada de lo antiguo. El espíritu libertario llega a la rebelión, a la exaltación del que va por libre, del solitario o del que rompe con los moldes establecidos. Esa idea será retomada más tarde por el Fauvismo al que se adhieren los nuevos románticos del siglo XX. 

5.- Una de las características del Romanticismo es la vuelta a la naturaleza

Las ciudades comienzan a ser invivibles con su trajín de fábricas, ruido y, especialmente, polución (nada que ver con lo que podamos sufrir en cualquier urbe europea contemporánea y un caso típico pueden ser Londres o Gante). La sociedad se hace fabril (tomando un verso de Luis Cernuda) y la nueva burguesía impone sus criterios mercantilistas a los que se adhieren el nuevo proletariado deseoso de progreso material. Como rechazo a esta situación, la élite intelectual se inhibe de este nuevo orden social proponiendo una vuelta a la sencillez del campo, a la soledad de las ruinas, a la perfección del orden natural. Las obras pictóricas se llenan con esta representación bucólica de lo agrícola o con el desgarro emocional de acantilados, mares embravecidos o lagos donde habitan criaturas fantásticas que te seducen para llevarte al otro lado. 

6.- Sentimiento de no plenitud y disconformidad

Todo esto que llevo expuesto hasta ahora desemboca en una de las características del Romanticismo más importantes: el desgarro ante la doblez del hombre y la sensación de vacío. Si hasta entonces se consideraba al individuo como un ser completo, ahora se vislumbran las luces y las sombras. En este sentido adelantan los estudios de Freud en La interpretación de los sueños. Y si repito es porque, tras la obra, hay un antes y un después en la concepción del ser humano. El Romanticismo ve que la contradicción es inherente al alma humana, algo que no se tenía en cuenta con anterioridad. Ese choque entre los deseos y la realidad, entre la fortaleza y la debilidad, entre el anhelo de trascendencia y la realidad cambiante de la época se fragua en el Romanticismo. 

7.- Se mira hacia la historia y los avances del pueblo 

Esto lleva por un lado, al gusto por la historia (siempre idealizada o vista con un prisma totalmente distinto) que se afianza con la costumbre conocida como Grand Tour. ¿Qué era este viaje tan particular? En esencia, como una especie de fin de estudios que llevaba a la élite de Europa Central por tierras italianas o griegas (también españolas) buscando la huella de la antigua Roma o de la exquisita Grecia. El Grand Tour se hacía en meses (recordemos que no existía aún el ferrocarril) con un plan preconcebido y la búsqueda era siempre hacia las ruinas, los textos antiguos o las obras de arte del pasado. Algunos de estos afortunados aristócratas llegaban hasta Egipto, Túnez o Tierra Santa. Con el avance del ferrocarril y los cómodos trenes del lujo (el Orient Express con destino a Estambul era uno de ellos) a finales del siglo XIX esta costumbre acabó en el olvido. 

Paralelamente la literatura y el arte plástico comienza a reflejar los modos y formas de vida del pueblo llano, de los campesinos, de las gentes de a pie de pueblos y ciudades, de los caminantes… Eso desemboca en el costumbrismo que en España, por poner un caso, se hace popular tanto entre creadores como entre los consumidores (por utilizar un término actual) de la época.  

Se recogen y recopilan los cuentos tradicionales (Andersen, los hermanos Grimm…) las leyendas y mitos de la cosmovisión romana y/o griega. En el arte, la arquitectura y la decoración entran elementos que se redescubren con las excavaciones arqueológicas que se comienzan a llevar a cabo (Pompeya, Herculano, Palmira…) A pesar de que se rechaza lo anterior se inauguran o se consolidan las Academias (Historia, Arte, Literatura…) 

8.- Gusto por las ruinas, los fantasmas, los ambientes que invitan a la melancolía  

Las ruinas de esos imperios perdidos y la melancolía asociada se hacen normales en la literatura y el arte. El ocaso, los atardeceres y su reflexión al ser asimilable al espíritu humano se convierten en una de las características del Romanticismo más visibles. Las tristezas, las ensoñaciones, las melancolías o los amores imposibles (porque se dan en distintos planos de conciencia o en distintas escalas sociales) son temas comunes. Si la literatura y la poesía se hizo eco en abundancia de esta forma de entender la realidad humana, fue la ópera (tanto la italiana como la alemana) la que llevó este amor por lo imposible, por el pasado o por las tristezas infinitas del alma a su último extremo. 

10.- Una de las características del Romanticismo en lo formal es la exaltación retórica

Y termino con el estilismo meramente visual y/o formal. En el Romanticismo todo es extremo, desde los sentimientos hasta la manera de plasmar esa realidad. Se hacen usos de los adjetivos al máximo. Todo es blanco o negro, muerte o vida, dolor o felicidad. Para ello se muestran realidades convulsas en un lenguaje (tanto artístico y/o plástico) como literario a tono. 

Este movimiento inauguró la época moderna y abrió la puerta, con su afán de cambio y libertad a las vanguardias históricas que se plasmarían unas décadas más tarde. El espíritu, además,  se retomaría con las distintas revoluciones que tuvieron lugar nada más comenzar el Siglo XX con los choques inherentes que desencadenaron las dos Guerras Mundiales. Pero eso es tema para otro día y, si lo saco a colación, es, sencillamente, para no poder el hilo histórico. Nada se da si no se entiende lo anterior e, incluso, lo que está por venir. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

En la imagen, La libertad guiando al pueblo de Delacroix 

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Características del Romanticismo, el movimiento artístico y literario que se extendió desde finales del siglo XVIII hasta bien entrado el siglo XIX. 

Sintetizar y analizar las obras de una época nos exige, por un lado, distanciarnos y, por el otro lado, relacionar. Es en esta comparación cómo entendemos lo que hace única a cada generación de artistas o de literatos. Por eso, antes de adentrarnos en estas 10 resumidas características del Romanticismo tenemos que dar unas pequeñas pinceladas de lo que sucedió en el plano social, político y económico antes, mientras y después de este movimiento. El cual, recuerdo, se extiende desde finales del Siglo XVIII hasta mediados del XIX, aunque en algunos países, como el caso de España, la estética se alarga unas décadas más. 

Contexto histórico del Romanticismo

¿Qué ocurrió antes? Europa, donde el movimiento tuvo lugar, estaba estructurada en estamentos sociales heredados de la época medieval. Esto es, cualquier persona nacía en una clase y poco podía hacer para prosperar o para cambiar. La nobleza acaparaba riquezas, cultura y poder político. El pueblo llano, excepto una pequeña capa de artesanos, apenas tenía libertad de decisión en ninguno de los órdenes de la vida. A esto se une que, a mediados del siglo XVIII, se impone el Racionalismo en los círculos elitistas europeos. 

Todo ello comenzó a cambiar unas décadas antes de que encontremos las características del Romanticismo en los principales autores (especialmente en Alemania). Los avances de la técnica propicia la llamada Revolución Industrial con su maquinismo, por supuesto, pero también, con su trastoque en el orden social. La clase campesina comienza a emigrar a la ciudad en busca de un puesto de trabajo que le permitiera prosperar. Aunque eso no se consigue de la noche a la mañana ya hay un cambio de actitud. 

¿Y cómo influye este contexto histórico en las características del Romanticismo principales? 

Como consecuencia de esto, o paralelamente, va surgiendo una pujante burguesía tanto alta (dueños de fábricas o de centros de producción) como media (profesionales liberales, artesanos con un sistema laboral semejante al autónomo contemporáneo…) Esta nueva clase social (en general penetrante y más culta que la nobleza) comienza a desplazar a la aristocracia tradicional imponiendo sus valores. Y dentro de esos principios (también una de las características del Romanticismo) se encuentra la libertad. 

Todo ello será caldo de cultivo para los movimientos independentistas, las revoluciones (iniciándose con la Francesa) o las teorías marxistas o socialistas. Recordemos que el Manifiesto comunista de Marx y Engels se publica en 1848. Y nada hay en la historia de la humanidad que haya surgido de la mente de un iluminado. Este siempre recoge el espíritu de la época. Y la romántica es la del cambio social (con ese choque entre burguesía y proletariado), la de la libertad y la de la búsqueda en mundos antes inexplorados. En este sentido, por poner un solo ejemplo, esa búsqueda de individualismo en terrenos antes inexplorados avanza La interpretación de los sueños de Freud, unas cuantas décadas más tarde y germen de la psicología moderna y contemporánea.  

Entonces, cuáles son las principales características del Romanticismo

Te las dejo resumidas en estas 10 que considero las principales y las fundamentales.  

1.- De entre las principales características del Romanticismo está el hombre como centro del Universo

Como herencia del Racionalismo anterior, el hombre se convierte en un ángel caído casi olvidado por Dios y abandonado a sus únicas posibilidades. Como las herramientas de crecimiento personal (por utilizar un símil contemporáneo) eran, en la época, bastante limitadas ese centro va pendulando de un lado a otro buscando su sitio. Como consecuencia de todo ello, se ensalza el ego, el espíritu libre, la creatividad por encima de todas las cosas, la genialidad y, en ocasiones, hasta la locura. ¿Por qué hay un gusto por este estado? Porque, sencillamente, se comienza a ver a los enajenados como guías hacia otra realidad distinta a la establecida y, por tanto, como adalides de esa ansiada libertad. 

2.- La vida del espíritu con sus luces y sus sombras se encuentra en el centro de los temas

El hombre, en consecuencia, se encuentra limitado en su finitud física y se va hacia el más allá como emplazamiento alternativo donde encontrar lo buscado y anhelado. Aunque el Cristianismo, aún preponderante en la época, abría la posibilidad hacia una existencia posterior a la muerte, el espíritu romántico busca algo más. Y ese paso hacia adelante es hacia al interior del alma humana con sus luces y sus sombras, con sus bondades y su maldades, con entregas infinitas y mezquindades ruines. Hay una exploración sistemática en todos los sentimientos humanos sin precedentes en la historia del arte, de la literatura o del pensamiento. Como consecuencia de todo esto, se cae en un halo de no pertenecer a este mundo que lleva a buscar la plenitud en el plano fantasmal o en el otro lado que se abre tras la muerte. El número de artistas suicidas, por poner un caso, es en el Romanticismo de un porcentaje mucho mayor que en cualquier otro periodo histórico. 

3.- La libertad como una de las características del Romanticismo

De la mano va la sacrosanta libertad. Si las fórmulas políticas y sociales tradicionales no bastan para encontrar acomodo, hay que buscar unas nuevas. Y estas solo se consiguen si existe libertad y se pueden sacudir todos los parámetros impuestos anteriormente (desde la religión hasta la economía pasando por las clases sociales). Por tanto, los cuadros se llenan de pinceladas libres y de temas considerados hasta entonces como escabrosos (la violencia de algunas obras de Goya, por poner un ejemplo). La literatura no puede amoldarse a los cánones clásicos y el verso libre aparece para quedarse. 

Libertad y acomodo con la tradición parecen estar reñidos. Por eso, comienzan a crearse géneros nuevos (cuentos poéticos, poemas en prosa, piezas musicales cortas…) Todo lo que supusiera tradición era rechazado y había una conciencia muy exagerada de que se estaba en un mundo nuevo. Sin llegar a los postulados del Futurismo (unos cincuenta años más tarde) que querían quemar museos y obras arquitectónicas legadas del pasado, sí se busca acomodo en lo nuevo o en una visión renovada de lo antiguo. El espíritu libertario llega a la rebelión, a la exaltación del que va por libre, del solitario o del que rompe con los moldes establecidos. Esa idea será retomada más tarde por el Fauvismo al que se adhieren los nuevos románticos del siglo XX. 

5.- Una de las características del Romanticismo es la vuelta a la naturaleza

Las ciudades comienzan a ser invivibles con su trajín de fábricas, ruido y, especialmente, polución (nada que ver con lo que podamos sufrir en cualquier urbe europea contemporánea y un caso típico pueden ser Londres o Gante). La sociedad se hace fabril (tomando un verso de Luis Cernuda) y la nueva burguesía impone sus criterios mercantilistas a los que se adhieren el nuevo proletariado deseoso de progreso material. Como rechazo a esta situación, la élite intelectual se inhibe de este nuevo orden social proponiendo una vuelta a la sencillez del campo, a la soledad de las ruinas, a la perfección del orden natural. Las obras pictóricas se llenan con esta representación bucólica de lo agrícola o con el desgarro emocional de acantilados, mares embravecidos o lagos donde habitan criaturas fantásticas que te seducen para llevarte al otro lado. 

6.- Sentimiento de no plenitud y disconformidad

Todo esto que llevo expuesto hasta ahora desemboca en una de las características del Romanticismo más importantes: el desgarro ante la doblez del hombre y la sensación de vacío. Si hasta entonces se consideraba al individuo como un ser completo, ahora se vislumbran las luces y las sombras. En este sentido adelantan los estudios de Freud en La interpretación de los sueños. Y si repito es porque, tras la obra, hay un antes y un después en la concepción del ser humano. El Romanticismo ve que la contradicción es inherente al alma humana, algo que no se tenía en cuenta con anterioridad. Ese choque entre los deseos y la realidad, entre la fortaleza y la debilidad, entre el anhelo de trascendencia y la realidad cambiante de la época se fragua en el Romanticismo. 

7.- Se mira hacia la historia y los avances del pueblo 

Esto lleva por un lado, al gusto por la historia (siempre idealizada o vista con un prisma totalmente distinto) que se afianza con la costumbre conocida como Grand Tour. ¿Qué era este viaje tan particular? En esencia, como una especie de fin de estudios que llevaba a la élite de Europa Central por tierras italianas o griegas (también españolas) buscando la huella de la antigua Roma o de la exquisita Grecia. El Grand Tour se hacía en meses (recordemos que no existía aún el ferrocarril) con un plan preconcebido y la búsqueda era siempre hacia las ruinas, los textos antiguos o las obras de arte del pasado. Algunos de estos afortunados aristócratas llegaban hasta Egipto, Túnez o Tierra Santa. Con el avance del ferrocarril y los cómodos trenes del lujo (el Orient Express con destino a Estambul era uno de ellos) a finales del siglo XIX esta costumbre acabó en el olvido. 

Paralelamente la literatura y el arte plástico comienza a reflejar los modos y formas de vida del pueblo llano, de los campesinos, de las gentes de a pie de pueblos y ciudades, de los caminantes… Eso desemboca en el costumbrismo que en España, por poner un caso, se hace popular tanto entre creadores como entre los consumidores (por utilizar un término actual) de la época.  

Se recogen y recopilan los cuentos tradicionales (Andersen, los hermanos Grimm…) las leyendas y mitos de la cosmovisión romana y/o griega. En el arte, la arquitectura y la decoración entran elementos que se redescubren con las excavaciones arqueológicas que se comienzan a llevar a cabo (Pompeya, Herculano, Palmira…) A pesar de que se rechaza lo anterior se inauguran o se consolidan las Academias (Historia, Arte, Literatura…) 

8.- Gusto por las ruinas, los fantasmas, los ambientes que invitan a la melancolía  

Las ruinas de esos imperios perdidos y la melancolía asociada se hacen normales en la literatura y el arte. El ocaso, los atardeceres y su reflexión al ser asimilable al espíritu humano se convierten en una de las características del Romanticismo más visibles. Las tristezas, las ensoñaciones, las melancolías o los amores imposibles (porque se dan en distintos planos de conciencia o en distintas escalas sociales) son temas comunes. Si la literatura y la poesía se hizo eco en abundancia de esta forma de entender la realidad humana, fue la ópera (tanto la italiana como la alemana) la que llevó este amor por lo imposible, por el pasado o por las tristezas infinitas del alma a su último extremo. 

10.- Una de las características del Romanticismo en lo formal es la exaltación retórica

Y termino con el estilismo meramente visual y/o formal. En el Romanticismo todo es extremo, desde los sentimientos hasta la manera de plasmar esa realidad. Se hacen usos de los adjetivos al máximo. Todo es blanco o negro, muerte o vida, dolor o felicidad. Para ello se muestran realidades convulsas en un lenguaje (tanto artístico y/o plástico) como literario a tono. 

Este movimiento inauguró la época moderna y abrió la puerta, con su afán de cambio y libertad a las vanguardias históricas que se plasmarían unas décadas más tarde. El espíritu, además,  se retomaría con las distintas revoluciones que tuvieron lugar nada más comenzar el Siglo XX con los choques inherentes que desencadenaron las dos Guerras Mundiales. Pero eso es tema para otro día y, si lo saco a colación, es, sencillamente, para no poder el hilo histórico. Nada se da si no se entiende lo anterior e, incluso, lo que está por venir. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

En la imagen, La libertad guiando al pueblo de Delacroix 

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