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Piedra de sol 

 

La treizième revient… c’est encor la première;

et c’est toujours la seule -ou c’est le seul moment;

car es-tu reine, ô toi, la première ou dernière?

es-tu roi, toi le seul ou le dernier amant? 

GÉRARD DE NERVAL, Arthémis 

 

 

un sauce de cristal, un chopo de agua, 

un alto surtidor que el viento arquea, 

un árbol bien plantado mas danzante, 

un caminar de río que se curva, 

avanza, retrocede, da un rodeo 

y llega siempre: 

                         un caminar tranquilo

de estrella o primavera sin premura, 

agua que con los párpados cerrados

mana toda la noche profecías,

unánime presencia en oleaje, 

ola tras ola hasta cubrirlo todo,

verde soberanía sin ocaso 

como el deslumbramiento de las alas

cuando se abren en mitad del cielo, 

 

un caminar entre las espesuras 

de los días futuros y el aciago 

fulgor de la desdicha como un ave 

petrificando el bosque con su canto

y las felicidades inminentes 

entre las ramas que se desvanecen,

horas de luz que pican ya los pájaros,

presagios que se escapan de la mano, 

 

una presencia como un canto súbito, 

como el viento cantando en el incendio,

una mirada que sostiene en vilo

al mundo con sus mares y sus montes,

cuerpo de luz filtrada por un ágata,

piernas de luz, vientre de luz, bahías, 

roca solar, cuerpo color de nube, 

color de día rápido que salta, 

la hora centellea y tiene cuerpo, 

el mundo ya es visible por tu cuerpo, 

es trasparente por tu transparencia, 

 

voy entre galerías de sonidos, 

fluyo entre las presencias resonantes,

voy por las transparencias como un ciego, 

un reflejo me borra, nazco en otro, 

oh bosque de pilares encantados, 

bajo los arcos de la luz penetro 

los corredores de un otoño diáfano, 

 

voy por tu cuerpo como por el mundo, 

tu vientre es una plaza soleada, 

tus pechos dos iglesias donde oficia 

la sangre sus misterios paralelos, 

mis miradas te cubren como yedra, 

eres una ciudad que el mar asedia, 

una muralla que la luz divide

en dos mitades de color durazno, 

un paraje de sal, rocas y pájaros

bajo la ley del mediodía absorto, 

 

vestida del color de mis deseos

como mi pensamiento vas desnuda, 

voy por tus ojos como por el agua, 

los tigres beben sueño en esos ojos, 

el colibrí se quema en esas llamas, 

voy por tu frente como por la luna, 

como la nube por tu pensamiento, 

voy por tu vientre como por tus sueños, 

 

tu falda de maíz ondula y canta, 

tu falda de cristal, tu falda de agua, 

tus labios, tus cabellos, tus miradas, 

toda la noche llueves, todo el día

abres mi pecho con tus dedos de agua, 

cierras mis ojos con tu boca de agua, 

sobre mis huesos llueves, en mi pecho

hunde raíces de agua un árbol líquido, 

 

voy por tu talle como por un río, 

voy por tu cuerpo como por un bosque, 

como por un sendero en la montaña 

que en un abismo brusco se termina, 

voy por tus pensamientos afilados 

y a la salida de tu blanca frente 

mi sombra despeñada se destroza,  

recojo mis fragmentos uno a uno 

y prosigo sin cuerpo, busco a tientas, 

 

corredores sin fin de la memoria, 

puertas abiertas a un salón vacío 

donde se pudren todos los veranos, 

las joyas de sed arden al fondo, 

rostro desvanecido al recordarlo, 

mano que se deshace si la toco, 

cabelleras de arañas en tumulto 

sobre sonrisas de hace muchos años, 

 

a la salida de mi frente busco, 

busco sin encontrar, busco un instante, 

un rostro de relámpago y tormenta

corriendo entre los árboles nocturnos, 

rostro de lluvia en un jardín a obscuras, 

agua tenaz que fluye a mi costado, 

 

busco sin encontrar, escribo a solas, 

no hay nadie, cae el día, cae el año, 

caigo con el instante, caigo a fondo, 

invisible camino sobre espejos

que repiten mi imagen destrozada, 

piso días, instantes caminados, 

piso los pensamientos de mi sombra, 

piso mi sombra en busca de un instante, 

 

busco una fecha viva como un pájaro, 

busco el sol de las cinco de la tarde 

templado por los muros de tezontle: 

la hora maduraba sus racimos

y al abrirse salían las muchachas

de su entraña rosada y se esparcían

por los patios de piedra del colegio, 

alta como el otoño caminaba 

envuelta por la luz bajo la arcada 

y el espacio al ceñirla la vestía

de una piel más dorada y transparente,

 

tigre color de luz, pardo venado

por los alrededores de la noche, 

entrevista muchacha reclinada

en los balcones verdes de la lluvia, 

adolescente como rostro innumerable, 

he olvidado tu nombre, Melusina, 

Laura, Isabel, Perséfone, María, 

tienes todos los rostros y ninguno, 

eres todas las horas y ninguna, 

te pareces al árbol y a la nube, 

eres todos los pájaros y un astro, 

te pareces al filo de la espada

y a la copa de sangre del verdugo,

yedra que avanza, envuelve y desarraiga

al alma y la divide de sí misma, 

 

escritura de fuego sobre el jade, 

grieta en la roca, reina de serpientes, 

columnas de vapor, fuente en la peña, 

circo lunar, peñasco de las águilas, 

grano de anís, espina diminuta

y mortal que da penas inmortales, 

pastora de valles submarinos

y guardiana del valle de los muertos, 

liana que cuelga del cantil del vértigo, 

enredadera, planta venenosa, 

flor de resurrección, uva de vida, 

señora de la flauta y del relámpago, 

terraza del jazmín, sal en la herida, 

ramo de rosas para el fusilado, 

nieve en agosto, luna del patíbulo, 

escritura del mar sobre el basalto, 

escritura del viento en el desierto, 

testamento del sol, granada, espiga, 

 

rostro de llamas, rostro devorado, 

adolescente rostro perseguido

años fantasmas, días circulares

que dan al mismo patio, al mismo muro, 

arde al instante y son un solo rostro

los sucesivos rostros de la llama, 

todos los nombres son un solo nombre, 

todos los rostros son un solo rostro, 

todos los siglos son un solo instante

y por todos los siglos de los siglos 

cierra el paso al futuro un par de ojos, 

 

no hay nada frente a mí, sólo un instante

rescatado esta noche, contra un sueño 

de ayuntadas imágenes soñado, 

duramente esculpido contra el sueño, 

arrancado a la nada de esta noche, 

a pulso levantado letra a letra, 

mientras afuera el tiempo se desboca 

y golpea las puertas de mi alma

el mundo con su horario carnicero, 

 

sólo un instante mientras las ciudades, 

los nombres, los sabores, lo vivido, 

se desmoronan en mi frente ciega, 

mientras la pesadumbre de la noche 

mi pensamiento humilla y mi esqueleto, 

y mi sangre camina más despacio

y mis dientes se aflojan y mi ojos

se nublan y los días y los años 

sus horrores vacíos acumulan, 

 

mientras el tiempo cierra su abanico 

y no hay nada detrás de sus imágenes

el instante se abisma y sobrenada

rodeado de muerte, amenazado

por la noche y su lúgubre bostezo, 

amenazado por la algarabía

de la muerte vivaz y enmascarada

el instante se abisma y se penetra, 

como un puño se cierra, como un fruto 

que madura hacia adentro de sí mismo

y a sí mismo se bebe y se derrama 

el instante translúcido se cierra

y madura hacia dentro de mí, me ocupa todo, 

me expulsa de su follaje delirante, 

mis pensamientos sólo son sus pájaros, 

su mercurio circula por mis venas,

árbol mental, frutos sabor de tiempo, 

 

oh vida por vivir ya vivida, 

tiempo que vuelve en una marejada

y se retira sin volver el rostro, 

lo que pasó no fue pero está siendo 

y silenciosamente desemboca

en otro instante que se desvanece: 

 

frente a la tarde de salitre y piedra 

armada de navajas invisibles 

una roja escritura indescifrable

escribes en mi piel y esas heridas 

como un traje de llamas me recubren, 

ardo sin consumirme, busco el agua

y en tus ojos no hay agua, son de piedra, 

y tus pechos, tu vientre, tus caderas

son de piedra, tu boca sabe a polvo,

tu boca sabe a tiempo emponzoñado, 

tu cuerpo sabe a pozo sin salida, 

pasadizo de espejos que se repiten

los ojos del sediento, pasadizo

que vuelve siempre al punto de partida, 

y tú me llevas ciego de la mano 

por esas galerías obstinadas

hacia el centro del círculo y te yergues

como un fulgor que se congela en hacha, 

como luz que desuella, fascinante 

como el cadalso para el condenado, 

flexible como el látigo y esbelta 

como un arma gemela de la luna, 

y tus palabras afiladas cavan 

mi pecho y me despueblan y vacían, 

uno a uno me arrancas los recuerdos, 

he olvidado mi nombre, mis amigos

gruñen entre los cerdos o se pudren

comidos por el sol en un barranco, 

 

no hay nada en mí sino una larga herida, 

una oquedad que ya nadie recorre,

presente sin ventanas, pensamiento 

que vuelve, se repite, se refleja 

y se pierde en su misma transparencia, 

conciencia traspasada por un ojo 

que se mira mirarse hasta anegarse 

de claridad: 

                  yo vi tu atroz escama, 

melusina, brillar verdosa alba, 

dormías enroscada entre las sábanas

y al despertar gritaste como un pájaro 

y caíste sin fin, quebrada y blanca, 

nada quedó de ti sino tu grito, 

y al cabo de los siglos me descubro 

con tos y mala vista, barajando 

viejas fotos: 

                  no hay nadie, no eres nadie, 

un montón de ceniza y una escoba, 

un cuchillo mellado y un plumero, 

un pellejo colgado de unos huesos, 

un racimo ya seco, un hoyo negro

y en el fondo del hoyo los dos ojos

de una niña ahogada hace mil años, 

 

miradas enterradas en un pozo, 

miradas que nos ven desde el principio, 

mirada niña de la madre vieja

que ve en el hijo grande un padre joven, 

mirada madre de la niña sola

que ve en el padre grande un hijo niño, 

miradas que nos miran desde el fondo

de la vida y son trampas de la muerte

-¿o es al revés: caer en esos ojos

es volver a la vida verdadera?, 

 

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen

otros ojos futuros, otra vida, 

otras nubes, morirme de otra muerte! 

-esta noche me basta, y este instante

que no acaba de abrirse y revelarme 

dónde estuve, quién fui, cómo te llamas, 

cómo me llamo yo: 

                              ¿hacía planes

para el verano -y todos los veranos- 

en Christopher Street, hace diez años, 

con Filis que tenía dos hoyuelos

donde bebían luz los gorriones?, 

¿por la Reforma Carmen me decía

“no pesa el aire, aquí siempre es octubre”,

o se lo dijo a otro que he perdido 

o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?, 

¿caminé por la noche de Oaxaca, 

inmensa y verdinegra como un árbol, 

hablando solo como el viento loco

y al llegar a mi cuarto -siempre un cuarto-

no me reconocieron los espejos?, 

¿desde el hotel Vernet vimos al alba

bailar con los castaños -“ya es muy tarde”

decías al peinarte y yo veía

manchas en la pared, sin decir nada?, 

¿subimos juntos a la torre, vimos 

caer la tarde desde el arrecife?,

¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos

gardenias en Perote?,

                                   nombres, sitios, 

calles y calles, rostros, plazas, calles, 

estaciones, un parque, cuartos solos, 

manchas en la pared, alguien se peina, 

alguien canta a mi lado, alguien se viste, 

cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos, 

 

Madrid 1937, 

en la Plaza del Ángel las mujeres

cosían y cantaban con sus hijos, 

después sonó la alarma y hubo gritos, 

casas arrodilladas en el polvo, 

torres hendidas, frentes escupidas 

y el huracán de los motores, fijo: 

los dos se desnudaron y se amaron 

por defender nuestra porción eterna, 

nuestra ración de tiempo y paraíso, 

tocar nuestra raíz y recobrarnos, 

recobrar nuestra herencia arrebatada

por ladrones de vida hace mil siglos, 

los dos se desnudaron y besaron 

porque las desnudeces enlazadas 

saltan el tiempo y, son invulnerables, 

nada las toca, vuelven al principio, 

no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres, 

verdad de los dos en sólo un cuerpo y alma, 

oh ser total…

                      cuartos a la deriva

entre ciudades que se van a pique,

cuartos y calles, nombres como heridas, 

el cuarto con ventana a otros cuartos 

con el mismo papel descolorido 

donde un hombre en camisa lee el periódico

o plancha una mujer; el cuarto claro 

que visitan las ramas del durazno; 

el otro cuarto: afuera siempre llueve. 

y hay un patio y tres niños oxidados; 

cuartos que son navíos que se mecen 

en un golfo de luz; o submarinos: 

el silencio se esparce en olas verdes, 

todo lo que tocamos fosforece; 

mausoleos del lujo, ya roídos 

los retratos, raídos los tapetes; 

trampas, celdas, cavernas encantadas, 

pajareras y cuartos numerados, 

todos se transfiguran, todos vuelan, 

cada moldura es nube, cada puerta 

da al mar, al campo, al aire, cada mesa

es un festín; cerrados como conchas

el tiempo inútilmente los asedia, 

no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio, 

abre la mano, coge esta riqueza, 

corta los frutos, come de la vida, 

tiéndete al pie de árbol, bebe el agua!, 

 

todo se transfigura y es sagrado, 

es el centro del mundo cada cuarto, 

es la primera noche, el primer día, 

el mundo nace cuando dos se besan, 

gota de luz de entrañas transparentes

el cuarto como un fruto se entreabre

o estalla como un astro taciturno 

y las leyes comidas de ratones, 

las rejas de los bancos y las cárceles, 

las rejas de papel, las alambradas, 

los timbres y las púas y los pinchos, 

el sermón monocorde de las armas, 

el escorpión meloso y con bonete, 

el tigre con chistera, presidente 

del Club Vegetariano y la Cruz Roja, 

el burro pedagogo, el cocodrilo

metido a redentor, padre de pueblos, 

el Jefe, el tiburón, el arquitecto 

del porvenir, el cerdo uniformado, 

el hijo predilecto de la Iglesia

que se lava la negra dentadura 

con el agua bendita y toma clases

de inglés y democracia, las paredes

invisibles, las máscaras podridas 

que dividen al hombre de los hombres, 

al hombre de sí mismo, 

                                     se derrumban 

por un instante inmenso y vislumbramos 

nuestra ciudad perdida, el desamparo

que es ser hombres, la gloria que es ser hombres

y compartir el pan, el sol, la muerte, 

el olvidado asombro de estar vivos; 

 

amar es combatir, si dos se besan 

el mundo cambia, encarnan los deseos, 

el pensamiento encarna, brotan alas

en las espaldas del esclavo, el mundo 

es real y tangible, el vino es vino, 

el pan vuelve a saber, el agua es agua, 

amar es combatir, es abrir puertas, 

dejar de ser fantasma con un número 

a perpetua cadena condenado 

por un amor sin rostro; 

                                    el mundo cambia 

si dos se miran y se reconocen, 

amar es desnudarse de los nombres: 

“déjame ser tu puta”, son palabras 

de Eloísa, mas él cedió a las leyes, 

la tomó por esposa y como premio 

lo castraron después; 

                                   mejor el crimen, 

los amantes suicidas, el incesto 

de los hermanos como dos espejos 

enamorados de su semejanza, 

mejor comer el pan envenenado, 

el adulterio en lechos de ceniza, 

los amores feroces, el delirio, 

su yedra ponzoñosa, el sodomita 

que lleva por el clavel en la solapa

un gargajo, mejor ser lapidado 

en las plazas que dar vuelta a la noria 

que exprime la substancia de la vida, 

cambia la eternidad en horas huecas, 

los minutos en cárceles, el tiempo

en monedas de cobre y mierda abstracta; 

 

mejor la castidad, flor invisible 

que se mece en los tallos del silencio, 

el difícil diamante de los santos

que filtra los deseos, sacia el tiempo, 

nupcias de la quietud y el movimiento, 

canta la soledad en su corola, 

pétalo de cristal es cada hora, 

el mundo se despoja de sus máscaras

y en su centro, vibrante transparencia, 

lo que llamamos Dios, el ser sin rostro 

emerge de sí mismo, sol de soles, 

plenitud de presencias y de nombres; 

 

sigo mi desvarío, cuartos, calles, 

camino a tientas por los corredores

del tiempo y subo y bajo sus peldaños

y sus paredes palpo y no me muevo, 

vuelvo adonde empecé, busco tu rostro, 

camino por las calles de mí mismo

bajo un sol sin edad, y tú a mi lado

caminas como un árbol, como un río

caminas y me hablas como un río, 

creces como una espiga entre mis manos, 

lates como una ardilla entre mis manos, 

vuelas como mil pájaros, tu risa

me ha cubierto de espuma, tu cabeza

es un astro pequeño entre mis manos, 

el mundo reverdece si sonríes 

comiendo una naranja, 

                                    el mundo cambia 

si dos, vertiginosos y enlazados,

caen sobre la yerba: el cielo baja, 

los árboles ascienden, el espacio 

sólo es luz y silencio, sólo espacio 

abierto para el águila del ojo, 

pasa la blanca tribu de las nubes, 

rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,

perdemos nuestros nombres y flotamos 

a la deriva entre el azul y el verde, 

tiempo total donde no pasa nada 

sino su propio transcurrir dichoso, 

 

no pasa nada, callas, parpadeas

(silencio: cruzó un ángel este instante

grande como la vida de cien soles), 

¿no pasa nada, sólo un parpadeo? 

-y el festín, el destierro, el primer crimen, 

la quijada del asno, el ruido opaco 

y la mirada incrédula del muerto 

al caer en el llano ceniciento, 

Agamenón y su mugido inmenso

y el repetido grito de Casandra

más fuerte que los gritos de las olas, 

Sócrates en cadenas (el sol nace, 

morir es despertar: “Critón, un gallo

a Esculapio, ya sano de la vida”), 

el chacal que diserta entre las ruinas

de Nínive, la sombra que vio Bruto 

antes de la batalla, Moctezuma

en el lecho de espinas de su insomnio, 

el viaje en la carreta hacia la muerte

-el viaje interminable mas contado

por Robespierre minuto tras minuto,

la mandíbula rota entre las manos-, 

Churruca en su barrica como un trono

escarlata, los pasos ya contados

de Lincoln al salir hacia el teatro, 

el estertor de Trotski y sus quejidos

de jabalí, Madero y su mirada

que nadie contestó. ¿por qué me matan?, 

los carajos, los ayes, los silencios

del criminal, el santo, el pobre diablo, 

cementerios de frases y de anécdotas 

que los perros retóricos escarban, 

el animal que muere y que lo sabe, 

saber común, inútil, ruido obscuro 

de la piedra que cae, el son monótono

de huesos machacados en la riña

y la boca de espuma del profeta

y su grito y el grito del verdugo 

y el grito de la víctima… 

                                       son llamas

los ojos y son llamas lo que miran, 

llama la oreja y el sonido llama, 

brasa los labios y tizón la lengua, 

el tacto y lo que toca, el pensamiento 

y lo pensado, llama el que piensa, 

todo se quema, el universo es llama, 

arde la misma nada que no es nada

sino un pensar en llamas, al fin humo: 

no hay verdugo ni víctima…

                                             ¿y el grito

en la tarde del viernes?, y el silencio

que se cubre de signos, el silencio 

que dice sin decir, ¿no dice nada?, 

¿no son nada los gritos de los hombres?,

¿no pasa nada cuando pasa el tiempo? 

 

-no pasa nada, sólo un parpadeo 

del sol, un movimiento apenas, nada, 

no hay redención, no vuelve atrás el tiempo, 

los muertos están fijos en su muerte 

y no pueden morirse de otra muerte, 

intocables, clavados en su gesto, 

desde su soledad, desde su muerte

sin remedio nos miran sin mirarnos, 

su muerte ya es la estatua de su vida, 

un siempre estar ya nada para siempre, 

cada minuto es nada para siempre, 

un rey fantasma rige tus latidos

y tu gesto final, tu dura máscara

labra sobre tu rostro cambiante: 

el monumento somos de una vida

ajena y no vivida, apenas nuestra, 

 

-¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?, 

¿cuándo somos de veras lo que somos?,

bien mirado no somos, nunca somos

a solas sino vértigo y vacío, 

muecas en el espejo, horror y vómito, 

nunca la vida es nuestra, es de los otros, 

la vida no es de nadie, todos somos 

la vida -pan de sol para los otros, 

los otros todos que nosotros somos-, 

soy otro cuando soy, los actos míos 

son más míos si son también de todos, 

para que pueda ser he de ser otro, 

salir de mí, buscarme entre los otros, 

los otros que no son si yo no existo, 

los otros que me dan plena existencia, 

no soy, no hay yo, siempre somos nosotros, 

la vida es otra, siempre allá, más lejos, 

fuera de ti, de mí, siempre horizonte, 

vida que nos desvive y enajena, 

que nos inventa un rostro y lo desgasta, 

hambre de ser, oh muerte, pan de todos, 

 

Eloísa, Perséfone, María,

muestra tu rostro al fin para que vea 

mi cara verdadera, la del otro, 

mi cara de nosotros siempre todos, 

cara de árbol y de panadero, 

de chófer y de nube y de marino, 

cara de sol y arroyo y Pedro y Pablo, 

cara de solitario colectivo, 

despiértame, ya nazco: 

                                     vida y muerte

pactan en ti, señora de la noche, 

torre de claridad, reina del alba, 

virgen lunar, madre del agua madre, 

cuerpo del mundo, casa de la muerte, 

caigo sin fin desde mi nacimiento, 

caigo en mí mismo sin tocar mi fondo,

recógeme en tus ojos, junta el polvo 

disperso y reconcilia mis cenizas, 

ata mis huesos divididos, sopla

sobre mi ser, entiérrame en tu tierra, 

tu silencio te dé paz al pensamiento 

contra sí mismo airado; 

                                      abre la mano, 

señora de semillas que son días, 

el día es inmortal, asciende, crece, 

acaba de nacer, un nacimiento

es cada amanecer y yo amanezco, 

amanecemos todos, amanece

el sol cara de sol, Juan amanece

con su cara de Juan cara de todos, 

puerta del ser, despiértame, amanece, 

déjame ver el rostro de este día, 

déjame ver el rostro de esta noche, 

todo se comunica y transfigura, 

arco de sangre, puente de latidos, 

llévame al otro lado de esta noche, 

adonde yo soy tú somos nosotros, 

al reino de pronombres enlazados, 

 

puerta del ser: abre tu ser, despierta, 

aprende a ser también, labra tu cara, 

trabaja tus facciones, ten un rostro

para mirar mi rostro y que te mire, 

para mirar la vida hasta la muerte, 

rostro de mar, de pan, de roca y fuente, 

manantial que disuelve nuestros rostros

en el rostro sin nombre, el ser sin rostro, 

indecible presencia de presencias… 

 

quiero seguir, ir más allá, y no puedo: 

se despeñó al instante en otro y otro, 

dormí sueños de piedra que no sueña 

y al cabo de los años como piedras

oí cantar mi sangre encarcelada, 

con un rumor de luz el mar cantaba, 

una a una cedían las murallas,

todas las puertas se desmoronaban 

y el sol entraba a saco por mi frente, 

despegaba mis párpados cerrados, 

desprendía mi ser de su envoltura, 

me arrancaba de mí, me separaba

de mi bruto dormir siglos de piedra

y su magia de espejos revivía

un sauce de cristal, un chopo de agua, 

un alto surtidor que el viento arquea, 

un árbol bien plantado mas danzante, 

un caminar de río que se curva, 

avanza, retrocede, da un rodeo

y llega siempre:

 

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Piedra de sol 

 

La treizième revient… c’est encor la première;

et c’est toujours la seule -ou c’est le seul moment;

car es-tu reine, ô toi, la première ou dernière?

es-tu roi, toi le seul ou le dernier amant? 

GÉRARD DE NERVAL, Arthémis 

 

 

un sauce de cristal, un chopo de agua, 

un alto surtidor que el viento arquea, 

un árbol bien plantado mas danzante, 

un caminar de río que se curva, 

avanza, retrocede, da un rodeo 

y llega siempre: 

                         un caminar tranquilo

de estrella o primavera sin premura, 

agua que con los párpados cerrados

mana toda la noche profecías,

unánime presencia en oleaje, 

ola tras ola hasta cubrirlo todo,

verde soberanía sin ocaso 

como el deslumbramiento de las alas

cuando se abren en mitad del cielo, 

 

un caminar entre las espesuras 

de los días futuros y el aciago 

fulgor de la desdicha como un ave 

petrificando el bosque con su canto

y las felicidades inminentes 

entre las ramas que se desvanecen,

horas de luz que pican ya los pájaros,

presagios que se escapan de la mano, 

 

una presencia como un canto súbito, 

como el viento cantando en el incendio,

una mirada que sostiene en vilo

al mundo con sus mares y sus montes,

cuerpo de luz filtrada por un ágata,

piernas de luz, vientre de luz, bahías, 

roca solar, cuerpo color de nube, 

color de día rápido que salta, 

la hora centellea y tiene cuerpo, 

el mundo ya es visible por tu cuerpo, 

es trasparente por tu transparencia, 

 

voy entre galerías de sonidos, 

fluyo entre las presencias resonantes,

voy por las transparencias como un ciego, 

un reflejo me borra, nazco en otro, 

oh bosque de pilares encantados, 

bajo los arcos de la luz penetro 

los corredores de un otoño diáfano, 

 

voy por tu cuerpo como por el mundo, 

tu vientre es una plaza soleada, 

tus pechos dos iglesias donde oficia 

la sangre sus misterios paralelos, 

mis miradas te cubren como yedra, 

eres una ciudad que el mar asedia, 

una muralla que la luz divide

en dos mitades de color durazno, 

un paraje de sal, rocas y pájaros

bajo la ley del mediodía absorto, 

 

vestida del color de mis deseos

como mi pensamiento vas desnuda, 

voy por tus ojos como por el agua, 

los tigres beben sueño en esos ojos, 

el colibrí se quema en esas llamas, 

voy por tu frente como por la luna, 

como la nube por tu pensamiento, 

voy por tu vientre como por tus sueños, 

 

tu falda de maíz ondula y canta, 

tu falda de cristal, tu falda de agua, 

tus labios, tus cabellos, tus miradas, 

toda la noche llueves, todo el día

abres mi pecho con tus dedos de agua, 

cierras mis ojos con tu boca de agua, 

sobre mis huesos llueves, en mi pecho

hunde raíces de agua un árbol líquido, 

 

voy por tu talle como por un río, 

voy por tu cuerpo como por un bosque, 

como por un sendero en la montaña 

que en un abismo brusco se termina, 

voy por tus pensamientos afilados 

y a la salida de tu blanca frente 

mi sombra despeñada se destroza,  

recojo mis fragmentos uno a uno 

y prosigo sin cuerpo, busco a tientas, 

 

corredores sin fin de la memoria, 

puertas abiertas a un salón vacío 

donde se pudren todos los veranos, 

las joyas de sed arden al fondo, 

rostro desvanecido al recordarlo, 

mano que se deshace si la toco, 

cabelleras de arañas en tumulto 

sobre sonrisas de hace muchos años, 

 

a la salida de mi frente busco, 

busco sin encontrar, busco un instante, 

un rostro de relámpago y tormenta

corriendo entre los árboles nocturnos, 

rostro de lluvia en un jardín a obscuras, 

agua tenaz que fluye a mi costado, 

 

busco sin encontrar, escribo a solas, 

no hay nadie, cae el día, cae el año, 

caigo con el instante, caigo a fondo, 

invisible camino sobre espejos

que repiten mi imagen destrozada, 

piso días, instantes caminados, 

piso los pensamientos de mi sombra, 

piso mi sombra en busca de un instante, 

 

busco una fecha viva como un pájaro, 

busco el sol de las cinco de la tarde 

templado por los muros de tezontle: 

la hora maduraba sus racimos

y al abrirse salían las muchachas

de su entraña rosada y se esparcían

por los patios de piedra del colegio, 

alta como el otoño caminaba 

envuelta por la luz bajo la arcada 

y el espacio al ceñirla la vestía

de una piel más dorada y transparente,

 

tigre color de luz, pardo venado

por los alrededores de la noche, 

entrevista muchacha reclinada

en los balcones verdes de la lluvia, 

adolescente como rostro innumerable, 

he olvidado tu nombre, Melusina, 

Laura, Isabel, Perséfone, María, 

tienes todos los rostros y ninguno, 

eres todas las horas y ninguna, 

te pareces al árbol y a la nube, 

eres todos los pájaros y un astro, 

te pareces al filo de la espada

y a la copa de sangre del verdugo,

yedra que avanza, envuelve y desarraiga

al alma y la divide de sí misma, 

 

escritura de fuego sobre el jade, 

grieta en la roca, reina de serpientes, 

columnas de vapor, fuente en la peña, 

circo lunar, peñasco de las águilas, 

grano de anís, espina diminuta

y mortal que da penas inmortales, 

pastora de valles submarinos

y guardiana del valle de los muertos, 

liana que cuelga del cantil del vértigo, 

enredadera, planta venenosa, 

flor de resurrección, uva de vida, 

señora de la flauta y del relámpago, 

terraza del jazmín, sal en la herida, 

ramo de rosas para el fusilado, 

nieve en agosto, luna del patíbulo, 

escritura del mar sobre el basalto, 

escritura del viento en el desierto, 

testamento del sol, granada, espiga, 

 

rostro de llamas, rostro devorado, 

adolescente rostro perseguido

años fantasmas, días circulares

que dan al mismo patio, al mismo muro, 

arde al instante y son un solo rostro

los sucesivos rostros de la llama, 

todos los nombres son un solo nombre, 

todos los rostros son un solo rostro, 

todos los siglos son un solo instante

y por todos los siglos de los siglos 

cierra el paso al futuro un par de ojos, 

 

no hay nada frente a mí, sólo un instante

rescatado esta noche, contra un sueño 

de ayuntadas imágenes soñado, 

duramente esculpido contra el sueño, 

arrancado a la nada de esta noche, 

a pulso levantado letra a letra, 

mientras afuera el tiempo se desboca 

y golpea las puertas de mi alma

el mundo con su horario carnicero, 

 

sólo un instante mientras las ciudades, 

los nombres, los sabores, lo vivido, 

se desmoronan en mi frente ciega, 

mientras la pesadumbre de la noche 

mi pensamiento humilla y mi esqueleto, 

y mi sangre camina más despacio

y mis dientes se aflojan y mi ojos

se nublan y los días y los años 

sus horrores vacíos acumulan, 

 

mientras el tiempo cierra su abanico 

y no hay nada detrás de sus imágenes

el instante se abisma y sobrenada

rodeado de muerte, amenazado

por la noche y su lúgubre bostezo, 

amenazado por la algarabía

de la muerte vivaz y enmascarada

el instante se abisma y se penetra, 

como un puño se cierra, como un fruto 

que madura hacia adentro de sí mismo

y a sí mismo se bebe y se derrama 

el instante translúcido se cierra

y madura hacia dentro de mí, me ocupa todo, 

me expulsa de su follaje delirante, 

mis pensamientos sólo son sus pájaros, 

su mercurio circula por mis venas,

árbol mental, frutos sabor de tiempo, 

 

oh vida por vivir ya vivida, 

tiempo que vuelve en una marejada

y se retira sin volver el rostro, 

lo que pasó no fue pero está siendo 

y silenciosamente desemboca

en otro instante que se desvanece: 

 

frente a la tarde de salitre y piedra 

armada de navajas invisibles 

una roja escritura indescifrable

escribes en mi piel y esas heridas 

como un traje de llamas me recubren, 

ardo sin consumirme, busco el agua

y en tus ojos no hay agua, son de piedra, 

y tus pechos, tu vientre, tus caderas

son de piedra, tu boca sabe a polvo,

tu boca sabe a tiempo emponzoñado, 

tu cuerpo sabe a pozo sin salida, 

pasadizo de espejos que se repiten

los ojos del sediento, pasadizo

que vuelve siempre al punto de partida, 

y tú me llevas ciego de la mano 

por esas galerías obstinadas

hacia el centro del círculo y te yergues

como un fulgor que se congela en hacha, 

como luz que desuella, fascinante 

como el cadalso para el condenado, 

flexible como el látigo y esbelta 

como un arma gemela de la luna, 

y tus palabras afiladas cavan 

mi pecho y me despueblan y vacían, 

uno a uno me arrancas los recuerdos, 

he olvidado mi nombre, mis amigos

gruñen entre los cerdos o se pudren

comidos por el sol en un barranco, 

 

no hay nada en mí sino una larga herida, 

una oquedad que ya nadie recorre,

presente sin ventanas, pensamiento 

que vuelve, se repite, se refleja 

y se pierde en su misma transparencia, 

conciencia traspasada por un ojo 

que se mira mirarse hasta anegarse 

de claridad: 

                  yo vi tu atroz escama, 

melusina, brillar verdosa alba, 

dormías enroscada entre las sábanas

y al despertar gritaste como un pájaro 

y caíste sin fin, quebrada y blanca, 

nada quedó de ti sino tu grito, 

y al cabo de los siglos me descubro 

con tos y mala vista, barajando 

viejas fotos: 

                  no hay nadie, no eres nadie, 

un montón de ceniza y una escoba, 

un cuchillo mellado y un plumero, 

un pellejo colgado de unos huesos, 

un racimo ya seco, un hoyo negro

y en el fondo del hoyo los dos ojos

de una niña ahogada hace mil años, 

 

miradas enterradas en un pozo, 

miradas que nos ven desde el principio, 

mirada niña de la madre vieja

que ve en el hijo grande un padre joven, 

mirada madre de la niña sola

que ve en el padre grande un hijo niño, 

miradas que nos miran desde el fondo

de la vida y son trampas de la muerte

-¿o es al revés: caer en esos ojos

es volver a la vida verdadera?, 

 

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen

otros ojos futuros, otra vida, 

otras nubes, morirme de otra muerte! 

-esta noche me basta, y este instante

que no acaba de abrirse y revelarme 

dónde estuve, quién fui, cómo te llamas, 

cómo me llamo yo: 

                              ¿hacía planes

para el verano -y todos los veranos- 

en Christopher Street, hace diez años, 

con Filis que tenía dos hoyuelos

donde bebían luz los gorriones?, 

¿por la Reforma Carmen me decía

“no pesa el aire, aquí siempre es octubre”,

o se lo dijo a otro que he perdido 

o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?, 

¿caminé por la noche de Oaxaca, 

inmensa y verdinegra como un árbol, 

hablando solo como el viento loco

y al llegar a mi cuarto -siempre un cuarto-

no me reconocieron los espejos?, 

¿desde el hotel Vernet vimos al alba

bailar con los castaños -“ya es muy tarde”

decías al peinarte y yo veía

manchas en la pared, sin decir nada?, 

¿subimos juntos a la torre, vimos 

caer la tarde desde el arrecife?,

¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos

gardenias en Perote?,

                                   nombres, sitios, 

calles y calles, rostros, plazas, calles, 

estaciones, un parque, cuartos solos, 

manchas en la pared, alguien se peina, 

alguien canta a mi lado, alguien se viste, 

cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos, 

 

Madrid 1937, 

en la Plaza del Ángel las mujeres

cosían y cantaban con sus hijos, 

después sonó la alarma y hubo gritos, 

casas arrodilladas en el polvo, 

torres hendidas, frentes escupidas 

y el huracán de los motores, fijo: 

los dos se desnudaron y se amaron 

por defender nuestra porción eterna, 

nuestra ración de tiempo y paraíso, 

tocar nuestra raíz y recobrarnos, 

recobrar nuestra herencia arrebatada

por ladrones de vida hace mil siglos, 

los dos se desnudaron y besaron 

porque las desnudeces enlazadas 

saltan el tiempo y, son invulnerables, 

nada las toca, vuelven al principio, 

no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres, 

verdad de los dos en sólo un cuerpo y alma, 

oh ser total…

                      cuartos a la deriva

entre ciudades que se van a pique,

cuartos y calles, nombres como heridas, 

el cuarto con ventana a otros cuartos 

con el mismo papel descolorido 

donde un hombre en camisa lee el periódico

o plancha una mujer; el cuarto claro 

que visitan las ramas del durazno; 

el otro cuarto: afuera siempre llueve. 

y hay un patio y tres niños oxidados; 

cuartos que son navíos que se mecen 

en un golfo de luz; o submarinos: 

el silencio se esparce en olas verdes, 

todo lo que tocamos fosforece; 

mausoleos del lujo, ya roídos 

los retratos, raídos los tapetes; 

trampas, celdas, cavernas encantadas, 

pajareras y cuartos numerados, 

todos se transfiguran, todos vuelan, 

cada moldura es nube, cada puerta 

da al mar, al campo, al aire, cada mesa

es un festín; cerrados como conchas

el tiempo inútilmente los asedia, 

no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio, 

abre la mano, coge esta riqueza, 

corta los frutos, come de la vida, 

tiéndete al pie de árbol, bebe el agua!, 

 

todo se transfigura y es sagrado, 

es el centro del mundo cada cuarto, 

es la primera noche, el primer día, 

el mundo nace cuando dos se besan, 

gota de luz de entrañas transparentes

el cuarto como un fruto se entreabre

o estalla como un astro taciturno 

y las leyes comidas de ratones, 

las rejas de los bancos y las cárceles, 

las rejas de papel, las alambradas, 

los timbres y las púas y los pinchos, 

el sermón monocorde de las armas, 

el escorpión meloso y con bonete, 

el tigre con chistera, presidente 

del Club Vegetariano y la Cruz Roja, 

el burro pedagogo, el cocodrilo

metido a redentor, padre de pueblos, 

el Jefe, el tiburón, el arquitecto 

del porvenir, el cerdo uniformado, 

el hijo predilecto de la Iglesia

que se lava la negra dentadura 

con el agua bendita y toma clases

de inglés y democracia, las paredes

invisibles, las máscaras podridas 

que dividen al hombre de los hombres, 

al hombre de sí mismo, 

                                     se derrumban 

por un instante inmenso y vislumbramos 

nuestra ciudad perdida, el desamparo

que es ser hombres, la gloria que es ser hombres

y compartir el pan, el sol, la muerte, 

el olvidado asombro de estar vivos; 

 

amar es combatir, si dos se besan 

el mundo cambia, encarnan los deseos, 

el pensamiento encarna, brotan alas

en las espaldas del esclavo, el mundo 

es real y tangible, el vino es vino, 

el pan vuelve a saber, el agua es agua, 

amar es combatir, es abrir puertas, 

dejar de ser fantasma con un número 

a perpetua cadena condenado 

por un amor sin rostro; 

                                    el mundo cambia 

si dos se miran y se reconocen, 

amar es desnudarse de los nombres: 

“déjame ser tu puta”, son palabras 

de Eloísa, mas él cedió a las leyes, 

la tomó por esposa y como premio 

lo castraron después; 

                                   mejor el crimen, 

los amantes suicidas, el incesto 

de los hermanos como dos espejos 

enamorados de su semejanza, 

mejor comer el pan envenenado, 

el adulterio en lechos de ceniza, 

los amores feroces, el delirio, 

su yedra ponzoñosa, el sodomita 

que lleva por el clavel en la solapa

un gargajo, mejor ser lapidado 

en las plazas que dar vuelta a la noria 

que exprime la substancia de la vida, 

cambia la eternidad en horas huecas, 

los minutos en cárceles, el tiempo

en monedas de cobre y mierda abstracta; 

 

mejor la castidad, flor invisible 

que se mece en los tallos del silencio, 

el difícil diamante de los santos

que filtra los deseos, sacia el tiempo, 

nupcias de la quietud y el movimiento, 

canta la soledad en su corola, 

pétalo de cristal es cada hora, 

el mundo se despoja de sus máscaras

y en su centro, vibrante transparencia, 

lo que llamamos Dios, el ser sin rostro 

emerge de sí mismo, sol de soles, 

plenitud de presencias y de nombres; 

 

sigo mi desvarío, cuartos, calles, 

camino a tientas por los corredores

del tiempo y subo y bajo sus peldaños

y sus paredes palpo y no me muevo, 

vuelvo adonde empecé, busco tu rostro, 

camino por las calles de mí mismo

bajo un sol sin edad, y tú a mi lado

caminas como un árbol, como un río

caminas y me hablas como un río, 

creces como una espiga entre mis manos, 

lates como una ardilla entre mis manos, 

vuelas como mil pájaros, tu risa

me ha cubierto de espuma, tu cabeza

es un astro pequeño entre mis manos, 

el mundo reverdece si sonríes 

comiendo una naranja, 

                                    el mundo cambia 

si dos, vertiginosos y enlazados,

caen sobre la yerba: el cielo baja, 

los árboles ascienden, el espacio 

sólo es luz y silencio, sólo espacio 

abierto para el águila del ojo, 

pasa la blanca tribu de las nubes, 

rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,

perdemos nuestros nombres y flotamos 

a la deriva entre el azul y el verde, 

tiempo total donde no pasa nada 

sino su propio transcurrir dichoso, 

 

no pasa nada, callas, parpadeas

(silencio: cruzó un ángel este instante

grande como la vida de cien soles), 

¿no pasa nada, sólo un parpadeo? 

-y el festín, el destierro, el primer crimen, 

la quijada del asno, el ruido opaco 

y la mirada incrédula del muerto 

al caer en el llano ceniciento, 

Agamenón y su mugido inmenso

y el repetido grito de Casandra

más fuerte que los gritos de las olas, 

Sócrates en cadenas (el sol nace, 

morir es despertar: “Critón, un gallo

a Esculapio, ya sano de la vida”), 

el chacal que diserta entre las ruinas

de Nínive, la sombra que vio Bruto 

antes de la batalla, Moctezuma

en el lecho de espinas de su insomnio, 

el viaje en la carreta hacia la muerte

-el viaje interminable mas contado

por Robespierre minuto tras minuto,

la mandíbula rota entre las manos-, 

Churruca en su barrica como un trono

escarlata, los pasos ya contados

de Lincoln al salir hacia el teatro, 

el estertor de Trotski y sus quejidos

de jabalí, Madero y su mirada

que nadie contestó. ¿por qué me matan?, 

los carajos, los ayes, los silencios

del criminal, el santo, el pobre diablo, 

cementerios de frases y de anécdotas 

que los perros retóricos escarban, 

el animal que muere y que lo sabe, 

saber común, inútil, ruido obscuro 

de la piedra que cae, el son monótono

de huesos machacados en la riña

y la boca de espuma del profeta

y su grito y el grito del verdugo 

y el grito de la víctima… 

                                       son llamas

los ojos y son llamas lo que miran, 

llama la oreja y el sonido llama, 

brasa los labios y tizón la lengua, 

el tacto y lo que toca, el pensamiento 

y lo pensado, llama el que piensa, 

todo se quema, el universo es llama, 

arde la misma nada que no es nada

sino un pensar en llamas, al fin humo: 

no hay verdugo ni víctima…

                                             ¿y el grito

en la tarde del viernes?, y el silencio

que se cubre de signos, el silencio 

que dice sin decir, ¿no dice nada?, 

¿no son nada los gritos de los hombres?,

¿no pasa nada cuando pasa el tiempo? 

 

-no pasa nada, sólo un parpadeo 

del sol, un movimiento apenas, nada, 

no hay redención, no vuelve atrás el tiempo, 

los muertos están fijos en su muerte 

y no pueden morirse de otra muerte, 

intocables, clavados en su gesto, 

desde su soledad, desde su muerte

sin remedio nos miran sin mirarnos, 

su muerte ya es la estatua de su vida, 

un siempre estar ya nada para siempre, 

cada minuto es nada para siempre, 

un rey fantasma rige tus latidos

y tu gesto final, tu dura máscara

labra sobre tu rostro cambiante: 

el monumento somos de una vida

ajena y no vivida, apenas nuestra, 

 

-¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?, 

¿cuándo somos de veras lo que somos?,

bien mirado no somos, nunca somos

a solas sino vértigo y vacío, 

muecas en el espejo, horror y vómito, 

nunca la vida es nuestra, es de los otros, 

la vida no es de nadie, todos somos 

la vida -pan de sol para los otros, 

los otros todos que nosotros somos-, 

soy otro cuando soy, los actos míos 

son más míos si son también de todos, 

para que pueda ser he de ser otro, 

salir de mí, buscarme entre los otros, 

los otros que no son si yo no existo, 

los otros que me dan plena existencia, 

no soy, no hay yo, siempre somos nosotros, 

la vida es otra, siempre allá, más lejos, 

fuera de ti, de mí, siempre horizonte, 

vida que nos desvive y enajena, 

que nos inventa un rostro y lo desgasta, 

hambre de ser, oh muerte, pan de todos, 

 

Eloísa, Perséfone, María,

muestra tu rostro al fin para que vea 

mi cara verdadera, la del otro, 

mi cara de nosotros siempre todos, 

cara de árbol y de panadero, 

de chófer y de nube y de marino, 

cara de sol y arroyo y Pedro y Pablo, 

cara de solitario colectivo, 

despiértame, ya nazco: 

                                     vida y muerte

pactan en ti, señora de la noche, 

torre de claridad, reina del alba, 

virgen lunar, madre del agua madre, 

cuerpo del mundo, casa de la muerte, 

caigo sin fin desde mi nacimiento, 

caigo en mí mismo sin tocar mi fondo,

recógeme en tus ojos, junta el polvo 

disperso y reconcilia mis cenizas, 

ata mis huesos divididos, sopla

sobre mi ser, entiérrame en tu tierra, 

tu silencio te dé paz al pensamiento 

contra sí mismo airado; 

                                      abre la mano, 

señora de semillas que son días, 

el día es inmortal, asciende, crece, 

acaba de nacer, un nacimiento

es cada amanecer y yo amanezco, 

amanecemos todos, amanece

el sol cara de sol, Juan amanece

con su cara de Juan cara de todos, 

puerta del ser, despiértame, amanece, 

déjame ver el rostro de este día, 

déjame ver el rostro de esta noche, 

todo se comunica y transfigura, 

arco de sangre, puente de latidos, 

llévame al otro lado de esta noche, 

adonde yo soy tú somos nosotros, 

al reino de pronombres enlazados, 

 

puerta del ser: abre tu ser, despierta, 

aprende a ser también, labra tu cara, 

trabaja tus facciones, ten un rostro

para mirar mi rostro y que te mire, 

para mirar la vida hasta la muerte, 

rostro de mar, de pan, de roca y fuente, 

manantial que disuelve nuestros rostros

en el rostro sin nombre, el ser sin rostro, 

indecible presencia de presencias… 

 

quiero seguir, ir más allá, y no puedo: 

se despeñó al instante en otro y otro, 

dormí sueños de piedra que no sueña 

y al cabo de los años como piedras

oí cantar mi sangre encarcelada, 

con un rumor de luz el mar cantaba, 

una a una cedían las murallas,

todas las puertas se desmoronaban 

y el sol entraba a saco por mi frente, 

despegaba mis párpados cerrados, 

desprendía mi ser de su envoltura, 

me arrancaba de mí, me separaba

de mi bruto dormir siglos de piedra

y su magia de espejos revivía

un sauce de cristal, un chopo de agua, 

un alto surtidor que el viento arquea, 

un árbol bien plantado mas danzante, 

un caminar de río que se curva, 

avanza, retrocede, da un rodeo

y llega siempre:

 

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Esta pequeña selección de poemas de Pablo Neruda (1904-1973) quiere ser solo un acercamiento al Premio Nobel de Literatura de 1971, uno de los dos únicos poetas chilenos en recibir el alto galardón. El segundo recayó en Gabriela Mistral. Hago hincapié en el término selección que significa escoger ¡y de qué manera! teniendo en cuenta la amplia producción artística de quien es, al día de hoy, una indiscutible referencia literaria. Conocido también por su trayectoria política de claro activismo y compromiso con el comunismo (ejerciendo como diplomático en Japón o Madrid), actualmente la figura de Pablo Neruda está sufriendo de la denominada cultura de cancelación por hechos de su biografía que sobrepasan el propósito de este pequeño ensayo. Sus más conocidos poemas giran en torno al amor, a la pérdida y la soledad. Están todos realizados con un sutil realismo en el que la naturaleza entra por los versos; versos que son de una fuerte originalidad a la par que rezuman sencillez. Aunque algunos de los aquí reproducidos, como “Walking Around”, tienen un cierto aura de surrealismo, no militó en literatura en corriente alguna y su opus fue evolucionando de manera personal.   

BARCAROLA de Pablo Neruda

Si solamente me tocaras el corazón, 

si solamente pusieras tu boca en mi corazón, 

tu fina boca, tus dientes, 

si pusieras tu lengua como una flecha roja

allí donde mi corazón polvoriento golpea, 

si soplaras en mi corazón, cerca del mar, llorando, 

sonaría con un ruido oscuro, con sonido de ruedas de tren con sueño, 

como aguas vacilantes, 

como el otoño en hojas, 

como sangre, 

con un ruido de llamas húmedas quemando el cielo, 

sonando como sueños o ramas o lluvias, 

o bocinas de puerto triste, 

si tú soplaras en mi corazón, cerca del mar, 

como un fantasma blanco, 

al borde de la espuma, 

en mitad del viento, 

como un fantasma desencadenado a la orilla del mar, llorando. 

 

 

Como ausencia extendida, como campana súbita, 

el mar reparte el sonido del corazón, 

lloviendo, atardeciendo, en una costa sola: 

la noche cae sin duda, 

y su lúgubre azul de estandarte en naufragio

se puebla de planetas de pata enroquecida. 

 

 

Y suena el corazón como un caracol agrio, 

llama, oh mar, oh lamento, oh derretido espanto

esparcido en desgracias y olas desvencijadas: 

de lo sonoro el mar acusa

sus sombras recostadas, sus amapolas verdes. 

 

 

Si existieras de pronto, en una costa lúgubre, 

rodeada por el día muerto, 

frente a una nueva noche, 

llena de olas, 

y soplaras en mi corazón de miedo frío, 

soplaras en la sangre sola de mi corazón, 

soplaras en su movimiento de paloma con llamas, 

sonarían sus negras sílabas de sangre, 

crecerían sus incesantes aguas rojas, 

y sonaría, sonaría a sombras, 

sonaría como la muerte, 

llamaría como un tubo lleno de viento o llanto, 

o una botella echando espanto a borbotones. 

 

 

Así es, y los relámpagos cubrirían tus trenzas 

y la lluvia entraría por tus ojos abiertos 

a preparar el llanto que sordamente encierras, 

y las alas negras del mar girarían en torno 

de ti, con grandes garras, y graznidos, y vuelos. 

 

 

Quieres ser el fantasma que sople, solitario, 

cerca del mar su estéril, triste instrumento? 

Si solamente llamaras, 

su prolongado son, su maléfico pito, 

su orden de olas heridas,

alguien vendría acaso, 

alguien vendría, 

desde las cimas de las islas, desde el fondo rojo del mar, 

alguien vendría, alguien vendría. 

 

 

Alguien vendría, sopla con furia, 

que suene como sirena de barco roto,

como lamento, 

como un relincho en medio de la espuma y la sangre, 

como un agua feroz mordiéndose y sonando. 

 

 

En la estación marina

su caracol de sombra circula como un grito, 

los pájaros del mar lo desestiman y huyen,

sus listas de sonido, sus lúgubres barrotes 

se levantan a orillas del océano solo. 

 

 

 

REPERTORIO 

  

Yo te buscaré a quién amar

antes de que no seas niño: 

después te toca abrir tu caja

y comerte tus sufrimientos. 

 

 

Yo tengo reinas encerradas

como abejas, en mi dominio, 

y tú verás una por una

cómo ellas se peinan la miel 

para vestirse de manzanas, 

para trepar a los cerezos, 

para palpitar en el humo. 

 

 

Te guardo estas novias salvajes

que te dejarán la primavera

y que no conocen el llanto. 

En el reloj del campanario

escóndete mientras desfilan

las encendidas de amaranto, 

las últimas niñas de nieve, 

las perdidas, las victoriosas, 

las coronadas de amarillo, 

las infinitamente oscuras, 

y unas, pausadamente tiernas, 

harán su baile transparente

mientras otras pasan ardiendo, 

fugaces como meteoros. 

 

 

Dime cuál quieres aún ahora, 

más tarde ya sería tarde. 

 

Hoy crees todo lo que te cuento. 

 

Mañana negarás la luz. 

 

 

Yo soy el que fabrica sueños 

y en mi casa de pluma y piedra 

con un cuchillo y un reloj 

corto las nubes y las olas, 

con todos estos elementos

ordeno mi caligrafía 

y hago crecer seres sin rumbo

que aún no podían nacer. 

 

Lo que yo quiero es que te quieran, 

Y que no conozcas la muerte. 

 

 

WALKING AROUND, uno de los poemas de Pablo Neruda más famosos 

 

Sucede que me canso de ser hombre. 

Sucede que entro en las sastrerías y en los cines

marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro 

navegando en un agua de origen y ceniza. 

 

 

El olor de las peluquerías me hacer llorar a gritos. 

Sólo quiero un descanso de piedras o de lana, 

sólo quiero no ver establecimientos ni jardines, 

ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores. 

 

 

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas

y mi pelo y mi sombra. 

Sucede que canso de ser hombre. 

 

 

Sin embargo sería delicioso

asustar a un notario con un lirio cortado 

o dar muerte a una monja con un golpe de oreja. 

Sería bello 

ir por las calles con un cuchillo verde

y dando gritos hasta morir de frío. 

 

 

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas, 

vacilante, extendido, tiritando de sueño, 

hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra, 

absorbiendo y pensando, comiendo cada día. 

 

No quiero para mí tantas desgracias.

No quiero continuar de raíz y de tumba, 

de subterráneo solo, de bodega con muertos, 

aterido, muriéndome de pena. 

 

Por eso el día lunes arde como el petróleo

cuando no me llegar con mi cara de cárcel, 

y aúlla en su transcurso como una rueda herida, 

y da pasos de sangre caliente hacia la noche. 

 

 

Y me empuja a ciertos rincones, a ciegas casas húmedas, 

a hospitales donde los huesos salen por la ventana, 

a ciertas zapaterías con olor a vinagre, 

a calles espantosas como grietas. 

 

 

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos 

colgando de las puertas de las casas que odio, 

hay dentaduras olvidadas en una cafetera, 

hay espejos 

que debieran haber llorado de vergüenza y espanto, 

hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos. 

 

 

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos, 

con furia, con olvido, 

paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia, 

y patios donde hay ropas colgadas de un alambre: 

calzoncillos, toallas y camisas que lloran 

lentas lágrimas sucias. 

  

Brevísimo análisis de estos poemas de Pablo Neruda

1.- En “Barcarola” nos llegan los ecos de ese realismo mágico que impregnó la literatura hispanoamericana de la época sin que el poeta perteneciera al movimiento. Con versos blancos y libres, Pablo Neruda nos adentra en un universo musical, sensual y dirigido por una naturaleza a la que se quiere asemejar el poeta. Es la suya una palabra intimista que se aparta del rebuscamiento para adentrarse en la realidad profunda del escritor, obviando siempre a los que están a su alrededor. Entre los versos, los sentimientos se asemejan al mar, al naufragio, al graznido, a las olas… Y se completa con audaces metáforas y comparaciones: “una botella echando espanto a borbotones”. Esto último será una constante en los poemas de Pablo Neruda. Y, por último, se enlaza con la “Canción desesperada” en ese sentimiento de soledad y búsqueda del otro reflejado en la repetición de “alguien vendría”.  

2.- En “Repertorio” el poeta es el que “fabrica sueños” adentrándonos de lleno en las posibilidades de los mundos posibles. E, incluso, se enlaza con el Romanticismo literario y su concepto casi sagrado del poeta, del hacedor, del intermediario entre la realidad intangible y la mundana realidad. 

3.- “Walking Around” está en la línea  del surrealismo literario sin adentrarse en esta corriente. Simplemente toma algunos flecos a igual que también encontramos ecos del existencialismo. Nos regala asociaciones insólitas y sorprendentes (“asustar a un notario con un lirio cortado”) en el que los símbolos intervienen en todo su esplendor. El lirio, simbolización de lo bello efímero y etéreo frente al serio notario “dando fe” de la realidad material. En este sentido tenemos que entender “los espejos | que debieran haber llorado de vergüenza y espanto”. Este elemento se encarga de devolver la realidad o de actuar, tal cual hace el poeta, como el intermediario entre el mundo etéreo o espiritual y la cruda realidad material. 

Reconozco que son escasos estos tres poemas de Pablo Neruda y que la selección se queda corta teniendo en cuenta el largo quehacer artístico del escritor chileno.  

Selección por Candela Vizcaíno

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Esta pequeña selección de poemas de Pablo Neruda (1904-1973) quiere ser solo un acercamiento al Premio Nobel de Literatura de 1971, uno de los dos únicos poetas chilenos en recibir el alto galardón. El segundo recayó en Gabriela Mistral. Hago hincapié en el término selección que significa escoger ¡y de qué manera! teniendo en cuenta la amplia producción artística de quien es, al día de hoy, una indiscutible referencia literaria. Conocido también por su trayectoria política de claro activismo y compromiso con el comunismo (ejerciendo como diplomático en Japón o Madrid), actualmente la figura de Pablo Neruda está sufriendo de la denominada cultura de cancelación por hechos de su biografía que sobrepasan el propósito de este pequeño ensayo. Sus más conocidos poemas giran en torno al amor, a la pérdida y la soledad. Están todos realizados con un sutil realismo en el que la naturaleza entra por los versos; versos que son de una fuerte originalidad a la par que rezuman sencillez. Aunque algunos de los aquí reproducidos, como “Walking Around”, tienen un cierto aura de surrealismo, no militó en literatura en corriente alguna y su opus fue evolucionando de manera personal.   

BARCAROLA de Pablo Neruda

Si solamente me tocaras el corazón, 

si solamente pusieras tu boca en mi corazón, 

tu fina boca, tus dientes, 

si pusieras tu lengua como una flecha roja

allí donde mi corazón polvoriento golpea, 

si soplaras en mi corazón, cerca del mar, llorando, 

sonaría con un ruido oscuro, con sonido de ruedas de tren con sueño, 

como aguas vacilantes, 

como el otoño en hojas, 

como sangre, 

con un ruido de llamas húmedas quemando el cielo, 

sonando como sueños o ramas o lluvias, 

o bocinas de puerto triste, 

si tú soplaras en mi corazón, cerca del mar, 

como un fantasma blanco, 

al borde de la espuma, 

en mitad del viento, 

como un fantasma desencadenado a la orilla del mar, llorando. 

 

 

Como ausencia extendida, como campana súbita, 

el mar reparte el sonido del corazón, 

lloviendo, atardeciendo, en una costa sola: 

la noche cae sin duda, 

y su lúgubre azul de estandarte en naufragio

se puebla de planetas de pata enroquecida. 

 

 

Y suena el corazón como un caracol agrio, 

llama, oh mar, oh lamento, oh derretido espanto

esparcido en desgracias y olas desvencijadas: 

de lo sonoro el mar acusa

sus sombras recostadas, sus amapolas verdes. 

 

 

Si existieras de pronto, en una costa lúgubre, 

rodeada por el día muerto, 

frente a una nueva noche, 

llena de olas, 

y soplaras en mi corazón de miedo frío, 

soplaras en la sangre sola de mi corazón, 

soplaras en su movimiento de paloma con llamas, 

sonarían sus negras sílabas de sangre, 

crecerían sus incesantes aguas rojas, 

y sonaría, sonaría a sombras, 

sonaría como la muerte, 

llamaría como un tubo lleno de viento o llanto, 

o una botella echando espanto a borbotones. 

 

 

Así es, y los relámpagos cubrirían tus trenzas 

y la lluvia entraría por tus ojos abiertos 

a preparar el llanto que sordamente encierras, 

y las alas negras del mar girarían en torno 

de ti, con grandes garras, y graznidos, y vuelos. 

 

 

Quieres ser el fantasma que sople, solitario, 

cerca del mar su estéril, triste instrumento? 

Si solamente llamaras, 

su prolongado son, su maléfico pito, 

su orden de olas heridas,

alguien vendría acaso, 

alguien vendría, 

desde las cimas de las islas, desde el fondo rojo del mar, 

alguien vendría, alguien vendría. 

 

 

Alguien vendría, sopla con furia, 

que suene como sirena de barco roto,

como lamento, 

como un relincho en medio de la espuma y la sangre, 

como un agua feroz mordiéndose y sonando. 

 

 

En la estación marina

su caracol de sombra circula como un grito, 

los pájaros del mar lo desestiman y huyen,

sus listas de sonido, sus lúgubres barrotes 

se levantan a orillas del océano solo. 

 

 

 

REPERTORIO 

  

Yo te buscaré a quién amar

antes de que no seas niño: 

después te toca abrir tu caja

y comerte tus sufrimientos. 

 

 

Yo tengo reinas encerradas

como abejas, en mi dominio, 

y tú verás una por una

cómo ellas se peinan la miel 

para vestirse de manzanas, 

para trepar a los cerezos, 

para palpitar en el humo. 

 

 

Te guardo estas novias salvajes

que te dejarán la primavera

y que no conocen el llanto. 

En el reloj del campanario

escóndete mientras desfilan

las encendidas de amaranto, 

las últimas niñas de nieve, 

las perdidas, las victoriosas, 

las coronadas de amarillo, 

las infinitamente oscuras, 

y unas, pausadamente tiernas, 

harán su baile transparente

mientras otras pasan ardiendo, 

fugaces como meteoros. 

 

 

Dime cuál quieres aún ahora, 

más tarde ya sería tarde. 

 

Hoy crees todo lo que te cuento. 

 

Mañana negarás la luz. 

 

 

Yo soy el que fabrica sueños 

y en mi casa de pluma y piedra 

con un cuchillo y un reloj 

corto las nubes y las olas, 

con todos estos elementos

ordeno mi caligrafía 

y hago crecer seres sin rumbo

que aún no podían nacer. 

 

Lo que yo quiero es que te quieran, 

Y que no conozcas la muerte. 

 

 

WALKING AROUND, uno de los poemas de Pablo Neruda más famosos 

 

Sucede que me canso de ser hombre. 

Sucede que entro en las sastrerías y en los cines

marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro 

navegando en un agua de origen y ceniza. 

 

 

El olor de las peluquerías me hacer llorar a gritos. 

Sólo quiero un descanso de piedras o de lana, 

sólo quiero no ver establecimientos ni jardines, 

ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores. 

 

 

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas

y mi pelo y mi sombra. 

Sucede que canso de ser hombre. 

 

 

Sin embargo sería delicioso

asustar a un notario con un lirio cortado 

o dar muerte a una monja con un golpe de oreja. 

Sería bello 

ir por las calles con un cuchillo verde

y dando gritos hasta morir de frío. 

 

 

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas, 

vacilante, extendido, tiritando de sueño, 

hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra, 

absorbiendo y pensando, comiendo cada día. 

 

No quiero para mí tantas desgracias.

No quiero continuar de raíz y de tumba, 

de subterráneo solo, de bodega con muertos, 

aterido, muriéndome de pena. 

 

Por eso el día lunes arde como el petróleo

cuando no me llegar con mi cara de cárcel, 

y aúlla en su transcurso como una rueda herida, 

y da pasos de sangre caliente hacia la noche. 

 

 

Y me empuja a ciertos rincones, a ciegas casas húmedas, 

a hospitales donde los huesos salen por la ventana, 

a ciertas zapaterías con olor a vinagre, 

a calles espantosas como grietas. 

 

 

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos 

colgando de las puertas de las casas que odio, 

hay dentaduras olvidadas en una cafetera, 

hay espejos 

que debieran haber llorado de vergüenza y espanto, 

hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos. 

 

 

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos, 

con furia, con olvido, 

paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia, 

y patios donde hay ropas colgadas de un alambre: 

calzoncillos, toallas y camisas que lloran 

lentas lágrimas sucias. 

  

Brevísimo análisis de estos poemas de Pablo Neruda

1.- En “Barcarola” nos llegan los ecos de ese realismo mágico que impregnó la literatura hispanoamericana de la época sin que el poeta perteneciera al movimiento. Con versos blancos y libres, Pablo Neruda nos adentra en un universo musical, sensual y dirigido por una naturaleza a la que se quiere asemejar el poeta. Es la suya una palabra intimista que se aparta del rebuscamiento para adentrarse en la realidad profunda del escritor, obviando siempre a los que están a su alrededor. Entre los versos, los sentimientos se asemejan al mar, al naufragio, al graznido, a las olas… Y se completa con audaces metáforas y comparaciones: “una botella echando espanto a borbotones”. Esto último será una constante en los poemas de Pablo Neruda. Y, por último, se enlaza con la “Canción desesperada” en ese sentimiento de soledad y búsqueda del otro reflejado en la repetición de “alguien vendría”.  

2.- En “Repertorio” el poeta es el que “fabrica sueños” adentrándonos de lleno en las posibilidades de los mundos posibles. E, incluso, se enlaza con el Romanticismo literario y su concepto casi sagrado del poeta, del hacedor, del intermediario entre la realidad intangible y la mundana realidad. 

3.- “Walking Around” está en la línea  del surrealismo literario sin adentrarse en esta corriente. Simplemente toma algunos flecos a igual que también encontramos ecos del existencialismo. Nos regala asociaciones insólitas y sorprendentes (“asustar a un notario con un lirio cortado”) en el que los símbolos intervienen en todo su esplendor. El lirio, simbolización de lo bello efímero y etéreo frente al serio notario “dando fe” de la realidad material. En este sentido tenemos que entender “los espejos | que debieran haber llorado de vergüenza y espanto”. Este elemento se encarga de devolver la realidad o de actuar, tal cual hace el poeta, como el intermediario entre el mundo etéreo o espiritual y la cruda realidad material. 

Reconozco que son escasos estos tres poemas de Pablo Neruda y que la selección se queda corta teniendo en cuenta el largo quehacer artístico del escritor chileno.  

Selección por Candela Vizcaíno

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Esta pequeña selección de los poemas de Gabriela Mistral (1889-1957), Premio Nobel de Literatura en 1945, quiere ser un mínimo acercamiento a una de las más importantes literatas hispanoamericanas. En ellos asistimos a una espiritualidad marcada por la religiosidad cristiana, a un canto a la tierra, a las gentes sencillas y, en buena de parte de ellos, se adivina el respeto por la figura de la maestra. Esta es tratada con una perspectiva que pudiéramos calificar de feminista y, también, como el nexo de unión entre un porvenir de esperanza y el alma antropológica tradicional. 

MARTA Y MARÍA, uno de los poemas religiosos de Gabriela Mistral  

Al Doctor Cruz Coke 

Nacieron juntas, vivían juntas, 

comían juntas Marta y María. 

Cerraban las mismas puertas, 

al mismo aljibe bebían, 

el mismo soto las miraba, 

y la misma luz las vestía. 

Sonaban las lozas de Marta, 

borbolleaban sus marmitas. 

El gallinero hervía en tórtolas, 

en gallos rojos y ave-frías, 

y, saliendo y entrando, Marta 

en plumazones se perdía. 

Rasgaba el aire, gobernaba 

alimentos y lencerías, 

el lagar y las colmenas

y el minuto, la hora y el día. 

Y a ella todo le voceaba

a grito herido por donde iba: 

vajillas, puertas, cerrojos,

como a la oveja esquila;

y a la otra se le callaban, 

hilado llanto y Ave-Marías. 

Mientras que en ángulo encalado, 

sin alzar mano, aunque tejía, 

María, en azul mayólica, 

algo en el aire quieto hacía: 

¿Qué era aquello que no se acababa, 

ni era mudado ni le cundía?

Y un mediodía ojidorado, 

cuando es que Marta rehacía

a diez manos la vieja Judea, 

sin voz ni gesto pasó María. 

Sólo se hizo más dejada, 

sólo embebió sus mejillas,

y se quedó en santo y seña

de su espalda, en la cal fría, 

un helecho tembloroso

una lenta estalactita, 

y no más que un gran silencio 

que rayo ni grito rompían. 

Cuando Marta envejeció, 

sosegaron horno y cocina; 

la casa ganó su sueño, 

quedó la escalera supina, 

y en adormeciendo Marta, 

y pasando de roja a salina, 

fue a sentarse acurrucada 

en el ángulo de María,

donde con pasmo y silencio 

apenas su boca movía. 

Hacia María pedía ir 

y hacia ella se iba, se iba, 

diciendo: “¡María!”, sólo eso, 

y volviendo a decir: “¡María!”

Y con tanto fervor llamaba 

que, sin saberlo ella partía, 

soltando la hebra del hábito

que su pecho no defendía.

Ya iba los aires subiendo, 

ya  “no era” y no lo sabía. 

 De Lagar

  

LA ESCUELA, poemas en homenaje a las maestras

A la maestra Señorita

Fidelia Valdés Pereira, Gratitud. 

LA MAESTRA RURAL 

A Federico de Onís

La Maestra era pura. “Los suaves hortelanos”, 

decía, “de este predio, que es predio de Jesús, 

han de conservar puros los ojos y las manos, 

guardar claros sus óleos, para dar clara luz”. 

La Maestra era pobre. Su reino no es humano. 

(Así en el doloroso sembrador de Israel.)

Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano 

¡y era todo su espíritu un inmenso joyel! 

La Maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida!

Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad. 

Por sobre la sandalia rota y enrojecida, 

tal sonrisa, la insigne flor de su santidad. 

¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso, 

largamente abrevaba sus tigres el dolor. 

Los hierros que le abrieron el pecho generoso

¡más anchas le dejaron las cuencas del amor! 

¡Oh, labriego, cuyo hijo de su labio aprendía

el himno y la plegaria, nunca viste el fulgor

del lucero cautivo que en sus carnes ardía: 

pasaste sin besar su corazón en flor! 

Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste

su nombre a un comentario brutal o baladí?

Cien veces la miraste, ninguna vez la viste

¡y en solar de tu hijo, de ella hay más que de ti!

Pasó por él su fina, su delicada esteva, 

abriendo surcos donde alojar perfección. 

La albada de virtudes de que lento se nieva

es suya. Campesina, ¿no le pides perdón?

Daba sombra por una selva su encina hendida

el día en que la muerte la convidó a partir. 

Pensando en que su madre la esperaba dormida, 

a La de Ojos Profundos se dio sin resistir. 

Y en su Dios se ha dormido, como en cojín de luna;

almohada de sus sienes, una constelación; 

canta el Padre para ella sus canciones de cuna

¡y la paz llueve largo sobre su corazón! 

Como un hendido vaso, traía el alma hecha

para volcar aljófares sobre la humanidad; 

y era su vida humana la dilatada brecha 

que suele abrirse el Padre para echar claridad. 

Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta

púrpura de rosales de violento llamear.

¡Y el cuidador de tumbas, cómo aroma, me cuenta,

las plantas del que huella sus huesos, al pasar! 

 

De Desolación 

 

 

TRIBULACIÓN 

 

En esta hora, amarga como un sorbo de mares, 

Tú sostenme, Señor. 

¡Todo me ha llenado de sombras el camino

y el grito de pavor!

Amor iba en el viento como abeja de fuego, 

y en las aguas ardía. 

Me socarró la boca, me acibaró la trova, 

y me aventó los días. 

 

 

Tú viste que dormía al margen del sendero, 

la frente de paz llena; 

Tú viste que vinieron a tocar los cristales

de mi fuente serena. 

Sabes cómo la triste temía abrir el párpado 

a la visión terrible; 

¡y sabes de qué modo maravilloso hacíase

el prodigio indecible! 

Ahora que llego, huérfana, tu zona por señales 

confusas rastreando, 

Tú no esquives el rostro, Tú no apagues la lámpara,

¡Tú no sigas callando! 

 

 

Tú no cierres la tienda, que crece la fatiga

y aumenta la amargura;

y es invierno, y hay nieve, y la noche se puebla

de muecas de locura.  

¡Mira! De cuantos ojos veía abiertos sobre

mis sendas tempraneras, 

sólo los tuyos quedan. Pero ¡ay! Se van llenando 

de un cuajo de neveras. 

De Desolación

  

LOS QUE NO DANZAN 

 

Una niña que es inválida

dijo: - “¿Cómo danzo yo?”

Le dijimos que pusiera

a danzar su corazón. 

 

Luego dijo la quebrada: 

-“¿Cómo cantaría yo? 

Le dijimos que pusiera

a cantar su corazón. 

 

Dijo el pobre cardo muerto: 

-¿Cómo danzaría yo?

Le dijimos: -“Pon al viento

a volar tu corazón…”

 

Dijo Dios desde la altura: 

-“¿Cómo bajo del azul?”

Le dijimos que bajara

a danzarnos en la luz. 

 

Todo el valle está danzando

en un corro bajo el sol. 

A quien falte se le vuelve

de ceniza el corazón. 

De Ternura

  

CASAS

 

-Mama, tienes la porfía

de esquivar todas las casas

y de entrarte por las huertas

a hurgar como una hortelana. 

¿No sabes tú que tienen dueño

y te pondrá mala cara?

A huertos ajenos entras

como Pedro por su casa. 

 

 

-A unos enseñé a leer,

otros son mis ahijados

y todos por estos pastos

vivimos como hermanados,

y las santiaguinas sólo 

me ven escandalizadas

y gritan ¡Válgame Dios! 

o me echan perros de caza. 

Pero pasaré de noche

por no verlas ni turbarlas. 

¡Qué buenos que son los pobres

para ofrecer sopa y casa! 

 

 

-No te entiendo, mama, eso

de ir esquivando las casas

y buscando con los ojos

los pastos o las mallacas. 

¿Nunca tuviste jardín

que como de largo pasas? 

 

 

-Acuérdate, me crié 

con más cerros y montañas

que con rosas y claveles

y sus luces y sus sombras

aun me caen en la cara. 

Los cerros cuentan historias

y las casas poco o nada. 

 

 

-Y a mí que me gusta tanto

pegarme a cerco de casas

y traerte por cariño

rosas y lilas robadas. 

 

 

-No es que deteste las flores,

es que me ahogan las casas. 

Oye tú, cuando las hacen

desperdician las montañas, 

apenas si ellos las miran

como si fueran madrastras. 

 

 

-Claro, tuviste el antojo

de volver así, en fantasma

para que no te siguiesen 

las gentes alborotadas, 

pasas, pasas, las ciudades, 

corriendo como azorada, 

y cuando tienes diez cerros, 

paras, ríes, dices, cantas. 

 

 

-Tapa tu boca, que tú 

no les pones mala cara

y gritas cuando los Andes

con veinte crestas doradas

y rojas, hacen señales

como madres que llamaran. 

Yo te gano la porfía, 

indito cara taimada. 

¿Cómo vas a convencer

a la criada en sus faldas

y guardada de sus sombras

y de ellas catequizada? 

Me duermo a veces mirándolas, 

tomada, hundida en sus faldas. 

Y con entregarme a ellas

mis penas se vuelven nada. 

Ya no soy, sólo con ellas

y los que manan: su gracia. 

 

 

-¿Qué es lo que tú llamas gracia,

pobrecita que no llevas

Sobre ti cosa que te valga? 

 

 

-La gracia es cosa tan fina

y tan dulce y tan callada

que los que la llevan no

pueden nunca declararla, 

porque ellos mismos no saben

que va en su voz o en su marcha

o que está en un no sé qué

de aire, de voz o de mirada. 

Yo no la alcancé, chiquito, 

pero la vi de pasada

en el mirar de los niños,

de viejo o de mujer doblada

sobre su faena

o en el gesto de una montaña. 

Bien que me hubiese quedado

sirviéndola embelesada, 

pero fue mi enemigo

la raya blanqui-dorada

de una ruta, de un río y, más

y más, un mar de palabra. 

 

 

-No te entiendo ¿por qué tú 

siempre andas pensando

para mí en una parada, 

en hoyos de aburrimiento

de una casa y otra casa?

 

 

-Es que, como el pecador, 

amo y detesto las casas:

me las quiero de rendida, 

las detesto de quedada. 

  

De Poema de Chile

 Poemas de Gabriela Mistral

 

Breve análisis a estos poemas de Gabriela Mistral

La chilena Gabriela Mistral nos ofrece poemas sencillos pero no por ello faltos de cuidado desde el punto de vista formal. Sus versos se inscriben en la rica tradición castellana manejando con soltura tanto los de arte mayor como los de arte menor. Predominan las redondillas, los serventesios y las cuartetas que están tratados con gran pericia y delicadeza. 

Aunque no pertenecen, en puridad a la temática religiosa, sí ofrecen un profunda espiritual en la que se transparenta el dolor y la tristeza. Hay que hacer notar el sobresaliente vocabulario, a veces de raigambre local y tomado de la vida campesina y sencilla. Todo ello confiere a las frases gran brillantez y exquisitez. Algunos poemas entroncan con la tradición de la mística literaria al buscar a Dios de manera heterodoxa y siempre centrado en lo personal. Son versos, por tanto, que se alejan de lo establecido para ir en post de una divinidad que se encuentra en todos y cada uno de los rincones de la naturaleza.

Otros poemas (quizás los más conocidos) son un canto a la tierra, a su mundo, a lo sencillo, al niño inocente e ingenuo. Y, por supuesto, no faltan los de tintes feministas como los dedicados a la figura de las maestras. A ellas Gabriela Mistral las honra y las homenajea liberándolas del juicio sesgado de aquellos que solo exhiben brutalidad e incultura. Las eleva espiritualmente y pone de manifiesto la importancia para la sociedad de su tarea, ya que sus enseñanzas perduran en unos descendientes que, aunque no son propios por biología, si los son por afinidad emocional.  En este sentido, la poeta se erige en una defensora de la formación, que no solo une a la maestra con sus discípulos, sino que cree que es la única vía para trascender tanto en el plano físico (por medio de la superación) como en el espiritual. 

La crítica ha considerado título fundamental dentro de los poemas de Gabriela Mistral la obra Tala, publicado en 1938.  La escribe en sus años errantes en Europa y en América. En el libro encontramos ese rico vocabulario americano referido a los alimentos, a los enseres sencillos o a las criaturas de la naturaleza que, lejos de referirse a una realidad material, nos adentra en lo más profundo de lo espiritual. En Lagar, publicado en Santiago de Chile en 1954, asistimos a ramalazos de corte social sin ser la poesía de Mistral de temática reivindicativa. Nos encontramos desperdigados por sus versos esa forma de vida sencilla y humilde de los pobres a la par que reivindica constantemente las figuras femeninas. Estos poemas están repletos de esa particular espiritualidad cristiana de la que hacía gala la poeta. Poema de Chile, publicado póstumamente en 1967, quiere ser un canto a su tierra, a las montañas, a sus gentes, a la inmensa geografía del país. En su opus artístico hay dos libros más, los primeros: Ternura (1924) y Desolación (1922).   

Y, por último a pesar de lo reducido de esta exposición, entendemos los poemas de Gabriela Mistral en toda su dimensión con la justificación de su Premio Nobel: 

… por una poesía lírica inspirada en poderosas emociones y por haber hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano. 

Selección por Candela Vizcaíno

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Esta pequeña selección de los poemas de Gabriela Mistral (1889-1957), Premio Nobel de Literatura en 1945, quiere ser un mínimo acercamiento a una de las más importantes literatas hispanoamericanas. En ellos asistimos a una espiritualidad marcada por la religiosidad cristiana, a un canto a la tierra, a las gentes sencillas y, en buena de parte de ellos, se adivina el respeto por la figura de la maestra. Esta es tratada con una perspectiva que pudiéramos calificar de feminista y, también, como el nexo de unión entre un porvenir de esperanza y el alma antropológica tradicional. 

MARTA Y MARÍA, uno de los poemas religiosos de Gabriela Mistral  

Al Doctor Cruz Coke 

Nacieron juntas, vivían juntas, 

comían juntas Marta y María. 

Cerraban las mismas puertas, 

al mismo aljibe bebían, 

el mismo soto las miraba, 

y la misma luz las vestía. 

Sonaban las lozas de Marta, 

borbolleaban sus marmitas. 

El gallinero hervía en tórtolas, 

en gallos rojos y ave-frías, 

y, saliendo y entrando, Marta 

en plumazones se perdía. 

Rasgaba el aire, gobernaba 

alimentos y lencerías, 

el lagar y las colmenas

y el minuto, la hora y el día. 

Y a ella todo le voceaba

a grito herido por donde iba: 

vajillas, puertas, cerrojos,

como a la oveja esquila;

y a la otra se le callaban, 

hilado llanto y Ave-Marías. 

Mientras que en ángulo encalado, 

sin alzar mano, aunque tejía, 

María, en azul mayólica, 

algo en el aire quieto hacía: 

¿Qué era aquello que no se acababa, 

ni era mudado ni le cundía?

Y un mediodía ojidorado, 

cuando es que Marta rehacía

a diez manos la vieja Judea, 

sin voz ni gesto pasó María. 

Sólo se hizo más dejada, 

sólo embebió sus mejillas,

y se quedó en santo y seña

de su espalda, en la cal fría, 

un helecho tembloroso

una lenta estalactita, 

y no más que un gran silencio 

que rayo ni grito rompían. 

Cuando Marta envejeció, 

sosegaron horno y cocina; 

la casa ganó su sueño, 

quedó la escalera supina, 

y en adormeciendo Marta, 

y pasando de roja a salina, 

fue a sentarse acurrucada 

en el ángulo de María,

donde con pasmo y silencio 

apenas su boca movía. 

Hacia María pedía ir 

y hacia ella se iba, se iba, 

diciendo: “¡María!”, sólo eso, 

y volviendo a decir: “¡María!”

Y con tanto fervor llamaba 

que, sin saberlo ella partía, 

soltando la hebra del hábito

que su pecho no defendía.

Ya iba los aires subiendo, 

ya  “no era” y no lo sabía. 

 De Lagar

  

LA ESCUELA, poemas en homenaje a las maestras

A la maestra Señorita

Fidelia Valdés Pereira, Gratitud. 

LA MAESTRA RURAL 

A Federico de Onís

La Maestra era pura. “Los suaves hortelanos”, 

decía, “de este predio, que es predio de Jesús, 

han de conservar puros los ojos y las manos, 

guardar claros sus óleos, para dar clara luz”. 

La Maestra era pobre. Su reino no es humano. 

(Así en el doloroso sembrador de Israel.)

Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano 

¡y era todo su espíritu un inmenso joyel! 

La Maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida!

Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad. 

Por sobre la sandalia rota y enrojecida, 

tal sonrisa, la insigne flor de su santidad. 

¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso, 

largamente abrevaba sus tigres el dolor. 

Los hierros que le abrieron el pecho generoso

¡más anchas le dejaron las cuencas del amor! 

¡Oh, labriego, cuyo hijo de su labio aprendía

el himno y la plegaria, nunca viste el fulgor

del lucero cautivo que en sus carnes ardía: 

pasaste sin besar su corazón en flor! 

Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste

su nombre a un comentario brutal o baladí?

Cien veces la miraste, ninguna vez la viste

¡y en solar de tu hijo, de ella hay más que de ti!

Pasó por él su fina, su delicada esteva, 

abriendo surcos donde alojar perfección. 

La albada de virtudes de que lento se nieva

es suya. Campesina, ¿no le pides perdón?

Daba sombra por una selva su encina hendida

el día en que la muerte la convidó a partir. 

Pensando en que su madre la esperaba dormida, 

a La de Ojos Profundos se dio sin resistir. 

Y en su Dios se ha dormido, como en cojín de luna;

almohada de sus sienes, una constelación; 

canta el Padre para ella sus canciones de cuna

¡y la paz llueve largo sobre su corazón! 

Como un hendido vaso, traía el alma hecha

para volcar aljófares sobre la humanidad; 

y era su vida humana la dilatada brecha 

que suele abrirse el Padre para echar claridad. 

Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta

púrpura de rosales de violento llamear.

¡Y el cuidador de tumbas, cómo aroma, me cuenta,

las plantas del que huella sus huesos, al pasar! 

 

De Desolación 

 

 

TRIBULACIÓN 

 

En esta hora, amarga como un sorbo de mares, 

Tú sostenme, Señor. 

¡Todo me ha llenado de sombras el camino

y el grito de pavor!

Amor iba en el viento como abeja de fuego, 

y en las aguas ardía. 

Me socarró la boca, me acibaró la trova, 

y me aventó los días. 

 

 

Tú viste que dormía al margen del sendero, 

la frente de paz llena; 

Tú viste que vinieron a tocar los cristales

de mi fuente serena. 

Sabes cómo la triste temía abrir el párpado 

a la visión terrible; 

¡y sabes de qué modo maravilloso hacíase

el prodigio indecible! 

Ahora que llego, huérfana, tu zona por señales 

confusas rastreando, 

Tú no esquives el rostro, Tú no apagues la lámpara,

¡Tú no sigas callando! 

 

 

Tú no cierres la tienda, que crece la fatiga

y aumenta la amargura;

y es invierno, y hay nieve, y la noche se puebla

de muecas de locura.  

¡Mira! De cuantos ojos veía abiertos sobre

mis sendas tempraneras, 

sólo los tuyos quedan. Pero ¡ay! Se van llenando 

de un cuajo de neveras. 

De Desolación

  

LOS QUE NO DANZAN 

 

Una niña que es inválida

dijo: - “¿Cómo danzo yo?”

Le dijimos que pusiera

a danzar su corazón. 

 

Luego dijo la quebrada: 

-“¿Cómo cantaría yo? 

Le dijimos que pusiera

a cantar su corazón. 

 

Dijo el pobre cardo muerto: 

-¿Cómo danzaría yo?

Le dijimos: -“Pon al viento

a volar tu corazón…”

 

Dijo Dios desde la altura: 

-“¿Cómo bajo del azul?”

Le dijimos que bajara

a danzarnos en la luz. 

 

Todo el valle está danzando

en un corro bajo el sol. 

A quien falte se le vuelve

de ceniza el corazón. 

De Ternura

  

CASAS

 

-Mama, tienes la porfía

de esquivar todas las casas

y de entrarte por las huertas

a hurgar como una hortelana. 

¿No sabes tú que tienen dueño

y te pondrá mala cara?

A huertos ajenos entras

como Pedro por su casa. 

 

 

-A unos enseñé a leer,

otros son mis ahijados

y todos por estos pastos

vivimos como hermanados,

y las santiaguinas sólo 

me ven escandalizadas

y gritan ¡Válgame Dios! 

o me echan perros de caza. 

Pero pasaré de noche

por no verlas ni turbarlas. 

¡Qué buenos que son los pobres

para ofrecer sopa y casa! 

 

 

-No te entiendo, mama, eso

de ir esquivando las casas

y buscando con los ojos

los pastos o las mallacas. 

¿Nunca tuviste jardín

que como de largo pasas? 

 

 

-Acuérdate, me crié 

con más cerros y montañas

que con rosas y claveles

y sus luces y sus sombras

aun me caen en la cara. 

Los cerros cuentan historias

y las casas poco o nada. 

 

 

-Y a mí que me gusta tanto

pegarme a cerco de casas

y traerte por cariño

rosas y lilas robadas. 

 

 

-No es que deteste las flores,

es que me ahogan las casas. 

Oye tú, cuando las hacen

desperdician las montañas, 

apenas si ellos las miran

como si fueran madrastras. 

 

 

-Claro, tuviste el antojo

de volver así, en fantasma

para que no te siguiesen 

las gentes alborotadas, 

pasas, pasas, las ciudades, 

corriendo como azorada, 

y cuando tienes diez cerros, 

paras, ríes, dices, cantas. 

 

 

-Tapa tu boca, que tú 

no les pones mala cara

y gritas cuando los Andes

con veinte crestas doradas

y rojas, hacen señales

como madres que llamaran. 

Yo te gano la porfía, 

indito cara taimada. 

¿Cómo vas a convencer

a la criada en sus faldas

y guardada de sus sombras

y de ellas catequizada? 

Me duermo a veces mirándolas, 

tomada, hundida en sus faldas. 

Y con entregarme a ellas

mis penas se vuelven nada. 

Ya no soy, sólo con ellas

y los que manan: su gracia. 

 

 

-¿Qué es lo que tú llamas gracia,

pobrecita que no llevas

Sobre ti cosa que te valga? 

 

 

-La gracia es cosa tan fina

y tan dulce y tan callada

que los que la llevan no

pueden nunca declararla, 

porque ellos mismos no saben

que va en su voz o en su marcha

o que está en un no sé qué

de aire, de voz o de mirada. 

Yo no la alcancé, chiquito, 

pero la vi de pasada

en el mirar de los niños,

de viejo o de mujer doblada

sobre su faena

o en el gesto de una montaña. 

Bien que me hubiese quedado

sirviéndola embelesada, 

pero fue mi enemigo

la raya blanqui-dorada

de una ruta, de un río y, más

y más, un mar de palabra. 

 

 

-No te entiendo ¿por qué tú 

siempre andas pensando

para mí en una parada, 

en hoyos de aburrimiento

de una casa y otra casa?

 

 

-Es que, como el pecador, 

amo y detesto las casas:

me las quiero de rendida, 

las detesto de quedada. 

  

De Poema de Chile

 Poemas de Gabriela Mistral

 

Breve análisis a estos poemas de Gabriela Mistral

La chilena Gabriela Mistral nos ofrece poemas sencillos pero no por ello faltos de cuidado desde el punto de vista formal. Sus versos se inscriben en la rica tradición castellana manejando con soltura tanto los de arte mayor como los de arte menor. Predominan las redondillas, los serventesios y las cuartetas que están tratados con gran pericia y delicadeza. 

Aunque no pertenecen, en puridad a la temática religiosa, sí ofrecen un profunda espiritual en la que se transparenta el dolor y la tristeza. Hay que hacer notar el sobresaliente vocabulario, a veces de raigambre local y tomado de la vida campesina y sencilla. Todo ello confiere a las frases gran brillantez y exquisitez. Algunos poemas entroncan con la tradición de la mística literaria al buscar a Dios de manera heterodoxa y siempre centrado en lo personal. Son versos, por tanto, que se alejan de lo establecido para ir en post de una divinidad que se encuentra en todos y cada uno de los rincones de la naturaleza.

Otros poemas (quizás los más conocidos) son un canto a la tierra, a su mundo, a lo sencillo, al niño inocente e ingenuo. Y, por supuesto, no faltan los de tintes feministas como los dedicados a la figura de las maestras. A ellas Gabriela Mistral las honra y las homenajea liberándolas del juicio sesgado de aquellos que solo exhiben brutalidad e incultura. Las eleva espiritualmente y pone de manifiesto la importancia para la sociedad de su tarea, ya que sus enseñanzas perduran en unos descendientes que, aunque no son propios por biología, si los son por afinidad emocional.  En este sentido, la poeta se erige en una defensora de la formación, que no solo une a la maestra con sus discípulos, sino que cree que es la única vía para trascender tanto en el plano físico (por medio de la superación) como en el espiritual. 

La crítica ha considerado título fundamental dentro de los poemas de Gabriela Mistral la obra Tala, publicado en 1938.  La escribe en sus años errantes en Europa y en América. En el libro encontramos ese rico vocabulario americano referido a los alimentos, a los enseres sencillos o a las criaturas de la naturaleza que, lejos de referirse a una realidad material, nos adentra en lo más profundo de lo espiritual. En Lagar, publicado en Santiago de Chile en 1954, asistimos a ramalazos de corte social sin ser la poesía de Mistral de temática reivindicativa. Nos encontramos desperdigados por sus versos esa forma de vida sencilla y humilde de los pobres a la par que reivindica constantemente las figuras femeninas. Estos poemas están repletos de esa particular espiritualidad cristiana de la que hacía gala la poeta. Poema de Chile, publicado póstumamente en 1967, quiere ser un canto a su tierra, a las montañas, a sus gentes, a la inmensa geografía del país. En su opus artístico hay dos libros más, los primeros: Ternura (1924) y Desolación (1922).   

Y, por último a pesar de lo reducido de esta exposición, entendemos los poemas de Gabriela Mistral en toda su dimensión con la justificación de su Premio Nobel: 

… por una poesía lírica inspirada en poderosas emociones y por haber hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano. 

Selección por Candela Vizcaíno

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Fue un movimiento artístico centrado especialmente en literatura, procedente de Hispanoamérica que estuvo en auge desde la década de los sesenta hasta bien entrado los ochenta del siglo XX. Para entender qué es el realismo mágico tenemos que adentrarnos en las obras de Juan Rulfo (1917-1986), Alejo Carpentier (1904-1980) o los premios Nobel de Literatura Gabriel García Márquez (1927-2014) y Mario Vargas Llosa (1936). En la definición de realismo mágico, además, tenemos que tener en cuenta que el término real maravilloso se utiliza como sinónimo. Este modelo de hacer literatura (especialmente novela) se ha materializado en obras de una calidad y riqueza indudables que ya han entrado en el canon universal. Una de las principales características del realismo mágico radica en esa puesta en valor de una cotidianidad que está cargada de magia, de hechicería, de espíritus que conviven con los vivos y por una fantasía que se vive cercana. No lo hace de manera forzada o procedente de la imaginación personal sino que recoge la cosmovisión de las distintas naciones donde proliferó esta fórmula artística. En palabras de Alejo Carpentier: 

A cada paso hallaba lo real maravilloso. Pero pensaba, además, que esa presencia y vigencia de lo real maravilloso no era privilegio único de Haití, sino patrimonio de la América entera donde todavía no se ha terminado de establecer, por ejemplo, un recuento de cosmogonías. Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en la historia del Continente.

 

Hacia una definición del realismo mágico a través de sus características  

1.- El movimiento surge tras la explosión del surrealismo literario y artístico y su búsqueda de la verdad en los rincones oscuros de la psique a través de la escritura automática o del simbolismo de los sueños. Por tanto, hay sustrato cultural en Europa que mira hacia una realidad ajena a la aceptada de forma unánime. Y de esto también se nutren los autores del movimiento. 

2.- A ello se unen las cosmogonías o religiosidades de la América Latina que, aunque eminentemente cristiana, no ha desterrado aún las creencias antiguas o ancestrales ancladas en distintos grupos populares. Es una religiosidad que acepta el poder de las fuerzas de la naturaleza, la intervención de espíritus que conviven con los vivos y la intervención de hechos sobrenaturales que no pueden explicarse por la mera superstición o superchería. 

3.- Esta particular religiosidad mantiene una fuerte presencia en forma de leyendas, cuentos o narraciones populares. Todos ellos conforman los distintos caracteres emocionales de los diferentes países latinoamericanos. 

4.- Este bagaje cultural combinaría con el poder de la imaginación de unos autores con gran formación y, en ocasiones, instruidos en el cosmopolitismo. Así, constatan la diferencia entre una Europa apegada a la reina razón y otro formato vital que no renuncia al conocimiento del inconsciente. Todo ello se plasma en unas obras en las que se difuminan las fronteras entre la vigilia y el sueño o la sobriedad de la locura. 

5.- También contribuye la belleza y la grandiosidad de la naturaleza de esta parte de mundo. Los paisajes actúan como un protagonista más en estas obras. 

6.- Se busca los primitivo o lo primigenio e, incluso, los símbolos del inconsciente colectivo de C.G. Jung que, en la época, se estudiaban con fruición casi. 

7.- También se apela a la libertad, a la dignidad, a una sexualidad y sensualidad disfrutadas bajo otros formatos distintos a los europeos. 

8.- Se recurren a los mitos antiguos y se busca inspiración en leyendas orales que tienen como protagonistas a jaguares, a cóndores, a espíritus y a chamanes que invocan los poderes de los astros y de las criaturas.  

9.- Las obras amparadas baja la definición de realismo mágico van evolucionando también hacia la novela del dictador cuya trama se basa en la denuncia de los desmanes del caciquismo latinoamericano. 

10.- Y por último, no podemos entender el realismo mágico sin esa búsqueda de la esencia de los pueblos autóctonos más allá de las cuitas de los personajes urbanitas de las grandes ciudades que tan poco se diferencian de las europeas.  

El realismo mágico y su búsqueda de lo auténtico latinoamericano  

Los autores del movimiento, de alguna manera u otra, querían alejarse de los modelos propuestos en Occidente y proponen uno propio. Y lo consiguieron con éxito sobresaliente. Para eso, se basan en personajes autóctonos que conviven con las leyendas ancestrales, con una naturaleza majestuosa (a veces agresiva, a veces acogedora), con una forma de reivindicar la libertad y la dignidad que era ajena a la literatura europea. Buscan la raíz primitiva de la fuerza vital en línea con los avances de la psicología de la época. 

Comprendemos lo que hay detrás del realismo mágico con estas palabras de Alejo Carpentier: 

En el África el rey era guerrero, cazador, juez y sacerdote; su simiente preciosa engrosa estirpe de héroes. En Francia, en España, en cambio, el rey enviaba sus generales a combatir; era incompetente para dirimir litigios, se hacía regañar por cualquier fraile confesor, y, en cuanto a riñones, no pasaba de engendrar un príncipe debilucho, incapaz de acabar con un venado sin la ayuda de sus monteros, al que designaban, con inconsciente ironía, por el nombre de un pez tan inofensivo y frívolo como era el delfín. Allá, en cambio -en el Gran Allá- había príncipes que conocían el lenguaje de los árboles, y príncipes que mandaban sobre los cuatro puntos cardinales, dueños de la nube, de la semilla, el bronce y el fuego. 

En definitiva, no podemos entender qué es el realismo mágico sin adentrarnos en las leyendas, fórmulas vitales, creencias, modelos de afrontar la convivencia con la naturaleza de unos creadores que reivindican su esencia. El que la gran mayoría de ellos tuvieran contactos y formación en Europa abunda más en esta tesis, ya que así les permitía confrontar las diferencias e incorporarlas de forma brillante en su obra.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Fue un movimiento artístico centrado especialmente en literatura, procedente de Hispanoamérica que estuvo en auge desde la década de los sesenta hasta bien entrado los ochenta del siglo XX. Para entender qué es el realismo mágico tenemos que adentrarnos en las obras de Juan Rulfo (1917-1986), Alejo Carpentier (1904-1980) o los premios Nobel de Literatura Gabriel García Márquez (1927-2014) y Mario Vargas Llosa (1936). En la definición de realismo mágico, además, tenemos que tener en cuenta que el término real maravilloso se utiliza como sinónimo. Este modelo de hacer literatura (especialmente novela) se ha materializado en obras de una calidad y riqueza indudables que ya han entrado en el canon universal. Una de las principales características del realismo mágico radica en esa puesta en valor de una cotidianidad que está cargada de magia, de hechicería, de espíritus que conviven con los vivos y por una fantasía que se vive cercana. No lo hace de manera forzada o procedente de la imaginación personal sino que recoge la cosmovisión de las distintas naciones donde proliferó esta fórmula artística. En palabras de Alejo Carpentier: 

A cada paso hallaba lo real maravilloso. Pero pensaba, además, que esa presencia y vigencia de lo real maravilloso no era privilegio único de Haití, sino patrimonio de la América entera donde todavía no se ha terminado de establecer, por ejemplo, un recuento de cosmogonías. Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en la historia del Continente.

 

Hacia una definición del realismo mágico a través de sus características  

1.- El movimiento surge tras la explosión del surrealismo literario y artístico y su búsqueda de la verdad en los rincones oscuros de la psique a través de la escritura automática o del simbolismo de los sueños. Por tanto, hay sustrato cultural en Europa que mira hacia una realidad ajena a la aceptada de forma unánime. Y de esto también se nutren los autores del movimiento. 

2.- A ello se unen las cosmogonías o religiosidades de la América Latina que, aunque eminentemente cristiana, no ha desterrado aún las creencias antiguas o ancestrales ancladas en distintos grupos populares. Es una religiosidad que acepta el poder de las fuerzas de la naturaleza, la intervención de espíritus que conviven con los vivos y la intervención de hechos sobrenaturales que no pueden explicarse por la mera superstición o superchería. 

3.- Esta particular religiosidad mantiene una fuerte presencia en forma de leyendas, cuentos o narraciones populares. Todos ellos conforman los distintos caracteres emocionales de los diferentes países latinoamericanos. 

4.- Este bagaje cultural combinaría con el poder de la imaginación de unos autores con gran formación y, en ocasiones, instruidos en el cosmopolitismo. Así, constatan la diferencia entre una Europa apegada a la reina razón y otro formato vital que no renuncia al conocimiento del inconsciente. Todo ello se plasma en unas obras en las que se difuminan las fronteras entre la vigilia y el sueño o la sobriedad de la locura. 

5.- También contribuye la belleza y la grandiosidad de la naturaleza de esta parte de mundo. Los paisajes actúan como un protagonista más en estas obras. 

6.- Se busca los primitivo o lo primigenio e, incluso, los símbolos del inconsciente colectivo de C.G. Jung que, en la época, se estudiaban con fruición casi. 

7.- También se apela a la libertad, a la dignidad, a una sexualidad y sensualidad disfrutadas bajo otros formatos distintos a los europeos. 

8.- Se recurren a los mitos antiguos y se busca inspiración en leyendas orales que tienen como protagonistas a jaguares, a cóndores, a espíritus y a chamanes que invocan los poderes de los astros y de las criaturas.  

9.- Las obras amparadas baja la definición de realismo mágico van evolucionando también hacia la novela del dictador cuya trama se basa en la denuncia de los desmanes del caciquismo latinoamericano. 

10.- Y por último, no podemos entender el realismo mágico sin esa búsqueda de la esencia de los pueblos autóctonos más allá de las cuitas de los personajes urbanitas de las grandes ciudades que tan poco se diferencian de las europeas.  

El realismo mágico y su búsqueda de lo auténtico latinoamericano  

Los autores del movimiento, de alguna manera u otra, querían alejarse de los modelos propuestos en Occidente y proponen uno propio. Y lo consiguieron con éxito sobresaliente. Para eso, se basan en personajes autóctonos que conviven con las leyendas ancestrales, con una naturaleza majestuosa (a veces agresiva, a veces acogedora), con una forma de reivindicar la libertad y la dignidad que era ajena a la literatura europea. Buscan la raíz primitiva de la fuerza vital en línea con los avances de la psicología de la época. 

Comprendemos lo que hay detrás del realismo mágico con estas palabras de Alejo Carpentier: 

En el África el rey era guerrero, cazador, juez y sacerdote; su simiente preciosa engrosa estirpe de héroes. En Francia, en España, en cambio, el rey enviaba sus generales a combatir; era incompetente para dirimir litigios, se hacía regañar por cualquier fraile confesor, y, en cuanto a riñones, no pasaba de engendrar un príncipe debilucho, incapaz de acabar con un venado sin la ayuda de sus monteros, al que designaban, con inconsciente ironía, por el nombre de un pez tan inofensivo y frívolo como era el delfín. Allá, en cambio -en el Gran Allá- había príncipes que conocían el lenguaje de los árboles, y príncipes que mandaban sobre los cuatro puntos cardinales, dueños de la nube, de la semilla, el bronce y el fuego. 

En definitiva, no podemos entender qué es el realismo mágico sin adentrarnos en las leyendas, fórmulas vitales, creencias, modelos de afrontar la convivencia con la naturaleza de unos creadores que reivindican su esencia. El que la gran mayoría de ellos tuvieran contactos y formación en Europa abunda más en esta tesis, ya que así les permitía confrontar las diferencias e incorporarlas de forma brillante en su obra.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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El realismo mágico o lo real maravilloso (términos utilizados indistintamente) fue un movimiento eminentemente literario e hispanoamericano de las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta del siglo XX. Como veremos al estudiar las características del realismo mágico, la narración se centra en cotidianidad del día a día. Sin embargo, esta aparece deformada y modificada siguiendo los mitos y las creencias de sus protagonistas. Fueron sus principales representantes Alejo Carpentier (1904-1980), Miguel Ángel Asturias (1899-1974), aunque este evolucionó hacia la denominada novela del dictador, Mario Vargas Llosa (1936), también por otros derroteros en estás últimas décadas, Augusto Roa Bastos (1917-2005), Arturo Uslar Pietri (1906-2001), Juan Rulfo (1917-1986) y el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez (1927-2014).  

Principales características del realismo mágico  

1.- No es una escuela aglutinada y tampoco original, aunque sus creadores hayan protagonizado un auténtico boom artístico. Los autores que crearon bajo esta fórmula simplemente utilizan todo aquello que se engloba bajo el término de maravilloso (en forma de mitos, costumbres y creencias), habitual en las tierras americanas. 

2.- El término procede de un ensayo aplicado a las artes plásticas del crítico Franz Roh y publicado en español en 1927. 

3.- Aunque es un fenómeno eminentemente americano, nos encontramos también resquicios de las características del surrealismo literario. Recordemos que estos artistas buscaban la verdad en aquello oculto, inconsciente, oscuro y anímico que se escamotea a la razón. Por eso se bucea en el mundo de los sueños y en el de los estados alterados de conciencia. 

4.- Toma protagonismo los paisajes, la naturaleza sobrecogedora y ajena a la civilización que actúa sobre la forma de vida y de relacionarse de sus habitantes. No encontramos seres mitológicos ni fantásticos. Lo real maravillo puede describirse, más bien, como una forma de enfrentarse a la cotidianidad desde un lado radicalmente diferente a lo racional.

5.- Los mitos indígenas se mezclan con las leyendas españolas y con la cultura criolla. Hay un gusto por lo primitivo y por lo sencillo que se combina con lo enigmático. Se mira hacia las raíces históricas de los pueblos, hacia el pasado o el origen. Sin embargo, la narración es casi siempre contemporánea. 

6.- Los personajes se convierten en símbolos y, a veces, actúan como seres transfronterizos que no pertenecen ni al mundo original, primitivo o autóctono ni al de la civilización. 

7.- A pesar de estas características, el realismo mágico narra hechos y sucesos contemporáneos. Es el día a día el que adquiere ese cariz asombroso aunque no ocurran aventuras destacables.  

A cada paso hallaba lo real maravilloso. Pero pensaba, además, que esa presencia y vigencia de lo real maravilloso no era privilegio único de Haití, sino patrimonio de la América entera donde todavía no se ha terminado de establecer, por ejemplo, un recuento de cosmogonías. Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en la historia del Continente. 

Alejo Carpentier 

Más características de lo real maravilloso  

8.- El mundo de los muertos se difumina con el de los vivos. Uno de los ejemplos más sobresalientes de esta fórmula narrativa es Pedro Páramo de Juan Rulfo. Los fantasmas se mezclan sin anomalías, sin dar sustos, sin sorpresa… como si fuera lo más normal del mundo. Esto es, se acepta como real, elementos que pertenecen a la fantasía, a lo mágico o a las creencias religiosas. 

9.- Las obras del realismo mágico abordan temas contemporáneos e, incluso, de denuncia social. Trasmiten un poso de nostalgia y plasman las injusticias cotidianas. 

10.- Los paisajes se convierten en protagonistas y el medio imprime carácter a los personajes.

11.- Hay preferencia por los personajes humildes, los braceros, los campesinos, las amas de casa, los desubicados en una sociedad, en parte, desesperanzada. 

12.- Las novelas se presentan, no como recuerdos del pasado o narraciones históricas, sino como algo vivo, aunque se recurran a los mitos y a las creencias populares. 

13.- No hay jerarquías y eso fantástico, que transcurre de manera natural en las páginas de estas obras, pertenece a lo popular. Forma, por tanto, parte del quehacer diario sin necesidad de conjuros o de mediadores sagrados. 

14.- Otra de las características del realismo mágico es la confrontación (en distintos planos) entre lo primigenio, popular y tradicional contra el desarrollismo, que viene a desbaratar el orden establecido. 

15.- Todo ello, por parte de algunos autores, evolucionó hacia la denominada novela del dictador cuyo mayor exponente es Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. En ellas sí asistimos a una clara denuncia de los desmanes de los caciques, sean estos locales o nacionales.  

Y, por último, una de las características del realismo mágico más significativa es esa unión del mundo de los sueños con el de la vigilia que difumina, incluso, las fronteras entre la vida y la muerte. Los protagonistas de las obras de lo denominado real maravilloso están moldeados por el paisaje al que pertenecen, por los pueblos en los que viven, por los mitos que forman parte de la cotidianidad y por un sistema de injusticia ancestral que los mantiene inmovilizados. Es el universo que se narra en estas obras que forman parte del canon universal: Pedro Páramo (1955), Cien años de soledad (1967), Los pasos perdidos (1953) o El siglo de las luces (1962).

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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El realismo mágico o lo real maravilloso (términos utilizados indistintamente) fue un movimiento eminentemente literario e hispanoamericano de las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta del siglo XX. Como veremos al estudiar las características del realismo mágico, la narración se centra en cotidianidad del día a día. Sin embargo, esta aparece deformada y modificada siguiendo los mitos y las creencias de sus protagonistas. Fueron sus principales representantes Alejo Carpentier (1904-1980), Miguel Ángel Asturias (1899-1974), aunque este evolucionó hacia la denominada novela del dictador, Mario Vargas Llosa (1936), también por otros derroteros en estás últimas décadas, Augusto Roa Bastos (1917-2005), Arturo Uslar Pietri (1906-2001), Juan Rulfo (1917-1986) y el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez (1927-2014).  

Principales características del realismo mágico  

1.- No es una escuela aglutinada y tampoco original, aunque sus creadores hayan protagonizado un auténtico boom artístico. Los autores que crearon bajo esta fórmula simplemente utilizan todo aquello que se engloba bajo el término de maravilloso (en forma de mitos, costumbres y creencias), habitual en las tierras americanas. 

2.- El término procede de un ensayo aplicado a las artes plásticas del crítico Franz Roh y publicado en español en 1927. 

3.- Aunque es un fenómeno eminentemente americano, nos encontramos también resquicios de las características del surrealismo literario. Recordemos que estos artistas buscaban la verdad en aquello oculto, inconsciente, oscuro y anímico que se escamotea a la razón. Por eso se bucea en el mundo de los sueños y en el de los estados alterados de conciencia. 

4.- Toma protagonismo los paisajes, la naturaleza sobrecogedora y ajena a la civilización que actúa sobre la forma de vida y de relacionarse de sus habitantes. No encontramos seres mitológicos ni fantásticos. Lo real maravillo puede describirse, más bien, como una forma de enfrentarse a la cotidianidad desde un lado radicalmente diferente a lo racional.

5.- Los mitos indígenas se mezclan con las leyendas españolas y con la cultura criolla. Hay un gusto por lo primitivo y por lo sencillo que se combina con lo enigmático. Se mira hacia las raíces históricas de los pueblos, hacia el pasado o el origen. Sin embargo, la narración es casi siempre contemporánea. 

6.- Los personajes se convierten en símbolos y, a veces, actúan como seres transfronterizos que no pertenecen ni al mundo original, primitivo o autóctono ni al de la civilización. 

7.- A pesar de estas características, el realismo mágico narra hechos y sucesos contemporáneos. Es el día a día el que adquiere ese cariz asombroso aunque no ocurran aventuras destacables.  

A cada paso hallaba lo real maravilloso. Pero pensaba, además, que esa presencia y vigencia de lo real maravilloso no era privilegio único de Haití, sino patrimonio de la América entera donde todavía no se ha terminado de establecer, por ejemplo, un recuento de cosmogonías. Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en la historia del Continente. 

Alejo Carpentier 

Más características de lo real maravilloso  

8.- El mundo de los muertos se difumina con el de los vivos. Uno de los ejemplos más sobresalientes de esta fórmula narrativa es Pedro Páramo de Juan Rulfo. Los fantasmas se mezclan sin anomalías, sin dar sustos, sin sorpresa… como si fuera lo más normal del mundo. Esto es, se acepta como real, elementos que pertenecen a la fantasía, a lo mágico o a las creencias religiosas. 

9.- Las obras del realismo mágico abordan temas contemporáneos e, incluso, de denuncia social. Trasmiten un poso de nostalgia y plasman las injusticias cotidianas. 

10.- Los paisajes se convierten en protagonistas y el medio imprime carácter a los personajes.

11.- Hay preferencia por los personajes humildes, los braceros, los campesinos, las amas de casa, los desubicados en una sociedad, en parte, desesperanzada. 

12.- Las novelas se presentan, no como recuerdos del pasado o narraciones históricas, sino como algo vivo, aunque se recurran a los mitos y a las creencias populares. 

13.- No hay jerarquías y eso fantástico, que transcurre de manera natural en las páginas de estas obras, pertenece a lo popular. Forma, por tanto, parte del quehacer diario sin necesidad de conjuros o de mediadores sagrados. 

14.- Otra de las características del realismo mágico es la confrontación (en distintos planos) entre lo primigenio, popular y tradicional contra el desarrollismo, que viene a desbaratar el orden establecido. 

15.- Todo ello, por parte de algunos autores, evolucionó hacia la denominada novela del dictador cuyo mayor exponente es Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. En ellas sí asistimos a una clara denuncia de los desmanes de los caciques, sean estos locales o nacionales.  

Y, por último, una de las características del realismo mágico más significativa es esa unión del mundo de los sueños con el de la vigilia que difumina, incluso, las fronteras entre la vida y la muerte. Los protagonistas de las obras de lo denominado real maravilloso están moldeados por el paisaje al que pertenecen, por los pueblos en los que viven, por los mitos que forman parte de la cotidianidad y por un sistema de injusticia ancestral que los mantiene inmovilizados. Es el universo que se narra en estas obras que forman parte del canon universal: Pedro Páramo (1955), Cien años de soledad (1967), Los pasos perdidos (1953) o El siglo de las luces (1962).

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Antes de adentrarnos en la poesía negrista (presente en un puñado de escritores sudamericanos de la década de los veinte y treinta del pasado siglo XX) me justifico (sí tal cual) diciendo que el término no está tomado en su sentido peyorativo. Por poesía negrista se entiende un particular género literario que hace protagonista al negro caribeño y su modelo de vida. Normalmente, estos versos están repletos de tintes reivindicativos sobre la dignidad inherente a todo ser humano. Además, la huella emocional de la pasada esclavitud era aún más evidente en la época en la que apareció la poesía negrista y el tema, por tanto, también forma parte de este modelo lírico. También es conocida como afroantillana, mulata, afrocubana o, sencillamente, negra. 

Características de la poesía negrista

1.- Hay una idealización del mundo africano, como fuente de fuerza y de radical verdad en contraposición a la decadencia occidental. Esta mistificación puede ponerse en relación con el desarrollo de los estudios sobre el inconsciente colectivo de C.G. Jung quien se basa en los llamados “pueblos primitivos” para su investigación. Este extremo lo entendemos mejor con las palabras de Alejo Carpentier (1904-1980). El novelista (aunque se inició en el surrealismo literario y acabó engrosando las filas del realismo mágico) también se vale de las características de la poesía negrista para sus obras en prosa. 

En el África el rey era guerrero, cazador, juez y sacerdote; su simiente preciosa engrosa estirpe de héroes. En Francia, en España, en cambio, el rey enviaba a sus generales a combatir; era incompetente para dirimir litigios, se hacía regañar por cualquier fraile confesor, y, en cuanto a riñones, no pasaba de engendrar un príncipe debilucho, incapaz de acabar con un venado sin la ayuda de sus monteros, al que designaban, con inconsciente ironía, por el nombre de un pez tan inofensivo y frívolo como era el delfín. Allá, en cambio -en Gran Allá-, había príncipes duros como el yunque, y príncipes que eran como el leopardo, y príncipes que conocían el lenguaje de los árboles, y príncipes que mandaban sobre los cuatro puntos cardinales, dueños de la nube, de la semilla, el bronce y del fuego. 

2.- Se buscan topónimos sonoros que evoquen un ambiente exótico y lejano. 

3.- Hay una amplia referencia a la flora y fauna local, especialmente a la endémica y diferenciada de Occidente. 

4.- Se retrata un ambiente sensual, cálido, lento e, incluso, de pereza y sueño. 

5.- Está muy presente el color, los bailes y la risa. 

6.- Hay preferencia por las nanas, las canciones de cuna, el arrullo o los poemas que, de una manera u otra, implican acogida. 

7.- En todos ellos se reclama la dignidad de sus protagonistas con más o menos acierto político. 

Clasificación temática  

Se pueden clasificar en tres variedades distintas:  

1.- Poesía culta, por la que el negro forma parte simplemente aportando una pincelada pintoresca, exótica o anecdótica.  

2.- Popular o folclórica, por la  que se adapta incluso el lenguaje del poema a las hablas de esta población. Buen ejemplo de ello es el poema “Mulata” de Nicolás Guillén reproducido a continuación. Estos versos, además, suelen tener una temática sensual, cuando no abiertamente erótica, en los que se incorpora el colorido de la vida antillana y/o caribeña. Representan la gran mayoría de la producción de la poesía negrista. 

3.- Poemas de crítica política o social en los que se denuncia el trato a esta población. Con estas obras se aspira al reconocimiento de la dignidad inherente a cualquier ser humano mediante la reivindicación. Paralelamente, se pone de manifiesto la carga emocional remanente de la esclavitud. 

Representantes de la poesía negrista 

1.- Luis Palés Matos (1898-1959) de Puerto Rico con sus nanas y referencias a la bailadora. Su obra más representativa es Tun-tun de pasa y grifería (1937). Su poema “Pueblo Negro” tiene todas las características de la poesía negrista y es tomado como modelo en los estudios de esta particular fórmula literaria. 

2.- Amadeo Roldán y Gardes (1900-1939), de Cuba, creador de la zarzuela Rebambaramba donde utiliza instrumentos musicales originales y auténticos procedentes de África. 

3.- José Zacarías Tallet (1893-1989), cuyo poema “Rumba” de 1928 es también tomado como modelo de este formato artístico. 

4.- Ramón Guirao (1908-1949)  en su composición “La Bailadora de Rumba” de (1928) introduce el tema de los bailes sensuales que son característicos de la poesía negrista.  

5.- Regino Pedroso y Aldama (1896-1983), en  su poema “Hermano Negro” aborda la temática contestaria y de corte social. Se posiciona no solo contra la esclavitud sino con la huella emocional que esta barbaridad dejó en los descendientes de aquellos que fueron arrancados de su tierra. 

6.- Emilio Ballangas (1908-1954), cubano de Camagüey y cuyos poemas están definidos por un sentimiento de piedad cristiana. Es por eso que aboga por la dignidad inherente a todos los seres humanos. Sobresalió en las nanas o canciones de cuna como “Para dormir a un negrito”, “Lavandera con negrito” y la “Elegía de María Belén Chacón”. 

7.- Nicolás Guillén (1902-1989) es uno de los poetas negristas más representativos. Por eso le damos protagonista a continuación.  

La poesía negrista de Nicolás Guillén 

Tres son las obras que pueden clasificarse con este modelo literario: Los motivos del son (1930), Sóngoro Cosongo (1931) y West Indies Ltd. (1934). Sus primeros poemas, como “Hermano Negro”, intentan ser una llamada a la rebelión y una invitación a desembarazarse de todas las cargas emocionales heredadas de la esclavitud. Introduce en sus versos el ritmo africano y el son cubano que, aunque evoluciona desde la música de estos pueblos, en esta época ya era un género diferenciado. Dejamos un ejemplo de uno de sus poemas: “Mulata”. En él nos encontramos esa sensualidad (incluso descarado erotismo) que caracteriza a la poesía negrista. “Mulata” ofrece un ritmo fuertemente marcado que se consigue, en parte, con la repetición de la palabra “tren”. Esta funciona como onomatopeya y como símbolo. El poema se clasifica como popular o folclórico. En él se adapta la ortografía al habla particular de este pueblo en un afán por conseguir verosimilitud y realismo.  

MULATA

Ya yo me enteré, mulata, 

mulata, ya sé que dice

que yo tengo la narice

como nudo de corbata. 

Y fíjate que tú

no ere tan adelantá, 

porque tu boca e bien grande, 

y tu pasa, color. 

Tanto tren con tu cuerpo, 

tanto tren; 

tanto tren con tu boca, 

tanto tren;

tanto tren con tu sojo, 

tanto tren… 

Si tú supiera, mulata,

La verdá;

¡que yo con mi negra tengo, 

y no te quiero pa ná! 

 

Y, por último, hay que apuntar que el negro fue un tema recurrente en la literatura española de los Siglos de Oro (tanto en teatro como en novela). Sin embargo, estos personajes siempre fueron tratados de manera anecdótica, exótica o residual. Por el contrario, la poesía negrista lo eleva a la categoría de protagonista en toda su dignidad y diferencia cultural.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Antes de adentrarnos en la poesía negrista (presente en un puñado de escritores sudamericanos de la década de los veinte y treinta del pasado siglo XX) me justifico (sí tal cual) diciendo que el término no está tomado en su sentido peyorativo. Por poesía negrista se entiende un particular género literario que hace protagonista al negro caribeño y su modelo de vida. Normalmente, estos versos están repletos de tintes reivindicativos sobre la dignidad inherente a todo ser humano. Además, la huella emocional de la pasada esclavitud era aún más evidente en la época en la que apareció la poesía negrista y el tema, por tanto, también forma parte de este modelo lírico. También es conocida como afroantillana, mulata, afrocubana o, sencillamente, negra. 

Características de la poesía negrista

1.- Hay una idealización del mundo africano, como fuente de fuerza y de radical verdad en contraposición a la decadencia occidental. Esta mistificación puede ponerse en relación con el desarrollo de los estudios sobre el inconsciente colectivo de C.G. Jung quien se basa en los llamados “pueblos primitivos” para su investigación. Este extremo lo entendemos mejor con las palabras de Alejo Carpentier (1904-1980). El novelista (aunque se inició en el surrealismo literario y acabó engrosando las filas del realismo mágico) también se vale de las características de la poesía negrista para sus obras en prosa. 

En el África el rey era guerrero, cazador, juez y sacerdote; su simiente preciosa engrosa estirpe de héroes. En Francia, en España, en cambio, el rey enviaba a sus generales a combatir; era incompetente para dirimir litigios, se hacía regañar por cualquier fraile confesor, y, en cuanto a riñones, no pasaba de engendrar un príncipe debilucho, incapaz de acabar con un venado sin la ayuda de sus monteros, al que designaban, con inconsciente ironía, por el nombre de un pez tan inofensivo y frívolo como era el delfín. Allá, en cambio -en Gran Allá-, había príncipes duros como el yunque, y príncipes que eran como el leopardo, y príncipes que conocían el lenguaje de los árboles, y príncipes que mandaban sobre los cuatro puntos cardinales, dueños de la nube, de la semilla, el bronce y del fuego. 

2.- Se buscan topónimos sonoros que evoquen un ambiente exótico y lejano. 

3.- Hay una amplia referencia a la flora y fauna local, especialmente a la endémica y diferenciada de Occidente. 

4.- Se retrata un ambiente sensual, cálido, lento e, incluso, de pereza y sueño. 

5.- Está muy presente el color, los bailes y la risa. 

6.- Hay preferencia por las nanas, las canciones de cuna, el arrullo o los poemas que, de una manera u otra, implican acogida. 

7.- En todos ellos se reclama la dignidad de sus protagonistas con más o menos acierto político. 

Clasificación temática  

Se pueden clasificar en tres variedades distintas:  

1.- Poesía culta, por la que el negro forma parte simplemente aportando una pincelada pintoresca, exótica o anecdótica.  

2.- Popular o folclórica, por la  que se adapta incluso el lenguaje del poema a las hablas de esta población. Buen ejemplo de ello es el poema “Mulata” de Nicolás Guillén reproducido a continuación. Estos versos, además, suelen tener una temática sensual, cuando no abiertamente erótica, en los que se incorpora el colorido de la vida antillana y/o caribeña. Representan la gran mayoría de la producción de la poesía negrista. 

3.- Poemas de crítica política o social en los que se denuncia el trato a esta población. Con estas obras se aspira al reconocimiento de la dignidad inherente a cualquier ser humano mediante la reivindicación. Paralelamente, se pone de manifiesto la carga emocional remanente de la esclavitud. 

Representantes de la poesía negrista 

1.- Luis Palés Matos (1898-1959) de Puerto Rico con sus nanas y referencias a la bailadora. Su obra más representativa es Tun-tun de pasa y grifería (1937). Su poema “Pueblo Negro” tiene todas las características de la poesía negrista y es tomado como modelo en los estudios de esta particular fórmula literaria. 

2.- Amadeo Roldán y Gardes (1900-1939), de Cuba, creador de la zarzuela Rebambaramba donde utiliza instrumentos musicales originales y auténticos procedentes de África. 

3.- José Zacarías Tallet (1893-1989), cuyo poema “Rumba” de 1928 es también tomado como modelo de este formato artístico. 

4.- Ramón Guirao (1908-1949)  en su composición “La Bailadora de Rumba” de (1928) introduce el tema de los bailes sensuales que son característicos de la poesía negrista.  

5.- Regino Pedroso y Aldama (1896-1983), en  su poema “Hermano Negro” aborda la temática contestaria y de corte social. Se posiciona no solo contra la esclavitud sino con la huella emocional que esta barbaridad dejó en los descendientes de aquellos que fueron arrancados de su tierra. 

6.- Emilio Ballangas (1908-1954), cubano de Camagüey y cuyos poemas están definidos por un sentimiento de piedad cristiana. Es por eso que aboga por la dignidad inherente a todos los seres humanos. Sobresalió en las nanas o canciones de cuna como “Para dormir a un negrito”, “Lavandera con negrito” y la “Elegía de María Belén Chacón”. 

7.- Nicolás Guillén (1902-1989) es uno de los poetas negristas más representativos. Por eso le damos protagonista a continuación.  

La poesía negrista de Nicolás Guillén 

Tres son las obras que pueden clasificarse con este modelo literario: Los motivos del son (1930), Sóngoro Cosongo (1931) y West Indies Ltd. (1934). Sus primeros poemas, como “Hermano Negro”, intentan ser una llamada a la rebelión y una invitación a desembarazarse de todas las cargas emocionales heredadas de la esclavitud. Introduce en sus versos el ritmo africano y el son cubano que, aunque evoluciona desde la música de estos pueblos, en esta época ya era un género diferenciado. Dejamos un ejemplo de uno de sus poemas: “Mulata”. En él nos encontramos esa sensualidad (incluso descarado erotismo) que caracteriza a la poesía negrista. “Mulata” ofrece un ritmo fuertemente marcado que se consigue, en parte, con la repetición de la palabra “tren”. Esta funciona como onomatopeya y como símbolo. El poema se clasifica como popular o folclórico. En él se adapta la ortografía al habla particular de este pueblo en un afán por conseguir verosimilitud y realismo.  

MULATA

Ya yo me enteré, mulata, 

mulata, ya sé que dice

que yo tengo la narice

como nudo de corbata. 

Y fíjate que tú

no ere tan adelantá, 

porque tu boca e bien grande, 

y tu pasa, color. 

Tanto tren con tu cuerpo, 

tanto tren; 

tanto tren con tu boca, 

tanto tren;

tanto tren con tu sojo, 

tanto tren… 

Si tú supiera, mulata,

La verdá;

¡que yo con mi negra tengo, 

y no te quiero pa ná! 

 

Y, por último, hay que apuntar que el negro fue un tema recurrente en la literatura española de los Siglos de Oro (tanto en teatro como en novela). Sin embargo, estos personajes siempre fueron tratados de manera anecdótica, exótica o residual. Por el contrario, la poesía negrista lo eleva a la categoría de protagonista en toda su dignidad y diferencia cultural.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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Poesía negrista

  Antes de adentrarnos en la poesía negrista (presente en un puñado de escritores sudamerica...

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De todos los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), ha superado con creces las brumas del tiempo el que comienza con los versos Hombres necios que acusáis | a la mujer sin razón. Y lo ha hecho, como veremos, por múltiples razones: por su belleza estilística, su perfección formal utilizando las redondillas y por el abordaje (rabiosamente contemporáneo) de la temática feminista. Y, además, lo hace una monja que vivió en el siglo XVII siguiendo los parámetros del arte barroco mexicano. 

Introducción a la obra de Sor Juana Inés de la Cruz 

Nació el 12 de noviembre de 1651 en una hacienda cercana a México, por entonces, capital del virreinato a las órdenes de la corona española. La sociedad de la época estaba estratificada en extremo y la escritora tuvo que zafarse de múltiples capas de convenciones sociales. Era una mujer, hija natural (ya que sus padres, al parecer, no estaban casados), criolla (esto es, mestiza de español y progenitora local) en un emplazamiento dirigido por una élite llegada de España. Poco podía hacer con esos mimbres y, sin embargo, un mero acercamiento a la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz nos devuelve el reflejo de una muchacha de fuerte carácter, convencida de su misión en el mundo. Además, acabó convirtiéndose en la escritora más importante del barroco español (o en español) codeándose, por mérito propio, con sus colegas varones, que no lo tuvieron tan difícil como ella. La época daba nulas oportunidades a las mujeres (incluso de la élite culta y adinerada) para llevar una vida que no fuera el matrimonio. Juana lo tuvo presente. Por eso, ingresó por propia voluntad, primero, en las Carmelitas y, posteriormente, en la orden de los Jerónimos. Era la única vía permitida para llevar una vida con cierta libertad intelectual.   

Así, a pesar de amoldarse (porque no había otra) a todas las imposiciones sociales que le tocó soportar, logró levantar una obra fresca, original y con tintes radicalmente feministas. En múltiples retazos de la obra de Sor Juana Inés de la Cruz deja clara su posición acerca del papel de la mujer en la sociedad, apoyándose incluso en escritos de autoridad. La escritora, tal cual hace en Hombres necios que acusáis, defiende a las mujeres de la estructura a la que estaban férreamente sometidas. Paralelamente, aboga por la educación de las niñas no solo como un bien para ellas mismas sino también para toda la sociedad. Se duele de que no haya mujeres sabias que pudieran hacerse cargo (como sucedió un siglo más tarde con los primeros colegios anglosajones de élite) de la formación femenina. Es contraria a la prostitución mostrando un pensamiento progresista y rompedor para los parámetros de la época y se duele de la dificultad a la hora de poder llevar a cabo cualquier papel intelectual. 

Sor Juana Inés de la Cruz, a pesar de amoldarse a la disciplina (de todo tipo) de la orden de los Jerónimos, recibió presiones durante toda su vida para que se aviniera a comportarse como una monja sumisa dejando de lado cualquier interés intelectual, literario o científico. De alguna manera u otra, consiguieron su objetivo ya que, al final de su vida, reduce el ritmo de su escritura y permite que se venda su biblioteca y sus instrumentos científicos. Afortunadamente, la obra de Sor Juana Inés de la Cruz se editó tras su muerte prácticamente sin interrupción. Y su poema Hombres necios que acusáis se ha convertido en un himno feminista a pesar de haber sido escrito en el siglo XVII, o quizás por ello.  

Hombres necios que acusáis y el feminismo de Sor Juana Inés de la Cruz  

[192]

Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan

HOMBRES NECIOS que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis: 

     si con ansia sin igual

solicitáis su desdén, 

¿por qué queréis que obren bien

si la incitáis al mal?

     Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia. 

     Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco,

al niño que pone el coco

y luego le tiene miedo.

     Queréis, con presunción necia,

hallar a la que buscáis,

para pretendida, Thais,

y en la posesión, Lucrecia. 

     ¿Qué humor puede ser más raro

Que el que, falto de consejo,

él mismo empaña el espejo,

y siente que no esté claro?

     Con el favor y el desdén

tenéis condición igual, 

quejándoos, si os tratan mal,

burlándoos, si os quieren bien. 

     Opinión, ninguna gana:

pues la que más se recata,

si no os admite, es ingrata,

y si os admite, es liviana. 

     Siempre tan necios andáis

que, con desigual nivel,

a una culpáis por crüel

y otra por fácil culpáis. 

     ¿Pues cómo ha de estar templada

la que vuestro amor pretende,

si la que es ingrata, ofende,

y la que es fácil, enfada?

     Mas, entre el enfado y pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere

y quejaos en hora buena. 

     Dan vuestras amantes penas

a sus libertades alas,

y después de hacerlas malas

las queréis hallar muy buenas.

     ¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

     ¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga:

la que peca por la paga,

o el que paga por pecar?

     Pues ¿para qué os espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis

o hacedlas cual las buscáis.

     Dejad de solicitar,

y después, con más razón,

acusaréis la afición

de la que os fuere a rogar. 

     Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo. 

 

Análisis formal, estilístico y temático de Hombres necios que acusáis | a la mujer sin razón

1.- El poema está formado por 17 redondillas. 

2.- Las estrofas llevan cuatro versos cada uno con rima en consonante A-D ; B-C y están compuestos en octosílabos perfectos. 

3.- Todo ello le confiere un ritmo trepidantemente sonoro que incide en el significado del mismo. 

4.- Se utiliza un lenguaje sencillo, directo, sin rodeos y claro al máximo. 

5.- A pesar de que hay que encuadrar a Sor Juana Inés de la Cruz en el arte barroco, el poema está despojado de tropos complicados y no encontramos metáforas rebuscadas. 

6.- El poema sí se sirve de los recursos a la historia y a la mitología clásica a la hora de plantear su sentido último. Esto sí es una de las características de la literatura barroca. Anoto que en él se alude a Lucrecia, personaje de la antigüedad clásica que, ante una violación, se decidió por el suicidio. Y la contrapone a Thais, una cortesana que acompañó a los ejércitos de Alejandro. El personaje de Lucrecia fue querido por las artistas de la época ya que es también protagonista de una de las obras de Artemisia Gentileschi.

7.- La temática es rabiosamente feminista e, incluso, combativa contra el machismo imperante en la época que ofrecía escaso margen (más bien nulo) a las mujeres. De hecho, salta a la vista, cuando abordamos la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz, que las únicas opciones para las mujeres fuera del matrimonio se reducían a las clausuras del convento. Esta última fue la que eligió nuestra protagonista para poder dedicarse a sus pasiones intelectuales. Y desde esos muros lanzó una obra feminista en la que defendía el derecho a la educación de las niñas y las muchachas como paso previo para el desarrollo de ellas mismas y de la sociedad. Se dolía por su obligado papel de sumisión y era combativa contra el machismo imperante y la prostitución. En esta línea hay que entender el Hombres necios que acusáis. 

Breve comentario del poema de Sor Juana Inés de la Cruz 

Hombres necios que acusáis tiene todos los mimbres para ser precisamente lo que se ha convertido: en un himno en favor de las mujeres y en contra de su utilización por los hombres. Desde el primer verso se achaca a los hombres el uso del poder que la sociedad entera le otorgaba para usar a su antojo a la mujer. Tanto era así (y lo sigue siendo en distintos emplazamientos contemporáneos) que poco margen se le ofrecía a las féminas. El poema, además, se estructura alrededor de una contraposición: entre Thais, la prostituta, y Lucrecia, la suicida que no puede soportar el deshonor de la violación. Sor Juana Inés de la Cruz no hace juicio de ninguno de los comportamientos. Nos da a entender que los asume a ambos como válidos ya que pocas opciones se abren a las mujeres al negarse su libertad. Por tanto, tanto Thais, la cortesana, como Lucrecia, la suicida, aparecen bajo el yugo de la peor violencia masculina. La mujer, por tanto, poco o nada puede hacer para satisfacer las ansias masculinas que no duda en ejercer su poder (por la fuerza, por el juicio o por la exclusión social) contra las mujeres que no se amoldan a su capricho.  

En este mismo sentido, en la carta titulada Respuesta a Sor Filotea, la escritora incide en este aspecto presentado en Hombres necios que acusáis: en la desigualdad femenina con respecto a los hombres. Y esta, como es de común aceptación, viene por la desigual educación, en la época (y hoy en día en medio planeta) muy limitada para niñas y muchachas. La misoginia atroz del siglo XVII condenaba a las mujeres a una vida sin libertad alguna y subyugada a la opinión de esos hombres necios que acusáis que Sor Juana Inés de la Cruz destripa en este poema. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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De todos los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), ha superado con creces las brumas del tiempo el que comienza con los versos Hombres necios que acusáis | a la mujer sin razón. Y lo ha hecho, como veremos, por múltiples razones: por su belleza estilística, su perfección formal utilizando las redondillas y por el abordaje (rabiosamente contemporáneo) de la temática feminista. Y, además, lo hace una monja que vivió en el siglo XVII siguiendo los parámetros del arte barroco mexicano. 

Introducción a la obra de Sor Juana Inés de la Cruz 

Nació el 12 de noviembre de 1651 en una hacienda cercana a México, por entonces, capital del virreinato a las órdenes de la corona española. La sociedad de la época estaba estratificada en extremo y la escritora tuvo que zafarse de múltiples capas de convenciones sociales. Era una mujer, hija natural (ya que sus padres, al parecer, no estaban casados), criolla (esto es, mestiza de español y progenitora local) en un emplazamiento dirigido por una élite llegada de España. Poco podía hacer con esos mimbres y, sin embargo, un mero acercamiento a la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz nos devuelve el reflejo de una muchacha de fuerte carácter, convencida de su misión en el mundo. Además, acabó convirtiéndose en la escritora más importante del barroco español (o en español) codeándose, por mérito propio, con sus colegas varones, que no lo tuvieron tan difícil como ella. La época daba nulas oportunidades a las mujeres (incluso de la élite culta y adinerada) para llevar una vida que no fuera el matrimonio. Juana lo tuvo presente. Por eso, ingresó por propia voluntad, primero, en las Carmelitas y, posteriormente, en la orden de los Jerónimos. Era la única vía permitida para llevar una vida con cierta libertad intelectual.   

Así, a pesar de amoldarse (porque no había otra) a todas las imposiciones sociales que le tocó soportar, logró levantar una obra fresca, original y con tintes radicalmente feministas. En múltiples retazos de la obra de Sor Juana Inés de la Cruz deja clara su posición acerca del papel de la mujer en la sociedad, apoyándose incluso en escritos de autoridad. La escritora, tal cual hace en Hombres necios que acusáis, defiende a las mujeres de la estructura a la que estaban férreamente sometidas. Paralelamente, aboga por la educación de las niñas no solo como un bien para ellas mismas sino también para toda la sociedad. Se duele de que no haya mujeres sabias que pudieran hacerse cargo (como sucedió un siglo más tarde con los primeros colegios anglosajones de élite) de la formación femenina. Es contraria a la prostitución mostrando un pensamiento progresista y rompedor para los parámetros de la época y se duele de la dificultad a la hora de poder llevar a cabo cualquier papel intelectual. 

Sor Juana Inés de la Cruz, a pesar de amoldarse a la disciplina (de todo tipo) de la orden de los Jerónimos, recibió presiones durante toda su vida para que se aviniera a comportarse como una monja sumisa dejando de lado cualquier interés intelectual, literario o científico. De alguna manera u otra, consiguieron su objetivo ya que, al final de su vida, reduce el ritmo de su escritura y permite que se venda su biblioteca y sus instrumentos científicos. Afortunadamente, la obra de Sor Juana Inés de la Cruz se editó tras su muerte prácticamente sin interrupción. Y su poema Hombres necios que acusáis se ha convertido en un himno feminista a pesar de haber sido escrito en el siglo XVII, o quizás por ello.  

Hombres necios que acusáis y el feminismo de Sor Juana Inés de la Cruz  

[192]

Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan

HOMBRES NECIOS que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis: 

     si con ansia sin igual

solicitáis su desdén, 

¿por qué queréis que obren bien

si la incitáis al mal?

     Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia. 

     Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco,

al niño que pone el coco

y luego le tiene miedo.

     Queréis, con presunción necia,

hallar a la que buscáis,

para pretendida, Thais,

y en la posesión, Lucrecia. 

     ¿Qué humor puede ser más raro

Que el que, falto de consejo,

él mismo empaña el espejo,

y siente que no esté claro?

     Con el favor y el desdén

tenéis condición igual, 

quejándoos, si os tratan mal,

burlándoos, si os quieren bien. 

     Opinión, ninguna gana:

pues la que más se recata,

si no os admite, es ingrata,

y si os admite, es liviana. 

     Siempre tan necios andáis

que, con desigual nivel,

a una culpáis por crüel

y otra por fácil culpáis. 

     ¿Pues cómo ha de estar templada

la que vuestro amor pretende,

si la que es ingrata, ofende,

y la que es fácil, enfada?

     Mas, entre el enfado y pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere

y quejaos en hora buena. 

     Dan vuestras amantes penas

a sus libertades alas,

y después de hacerlas malas

las queréis hallar muy buenas.

     ¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

     ¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga:

la que peca por la paga,

o el que paga por pecar?

     Pues ¿para qué os espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis

o hacedlas cual las buscáis.

     Dejad de solicitar,

y después, con más razón,

acusaréis la afición

de la que os fuere a rogar. 

     Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo. 

 

Análisis formal, estilístico y temático de Hombres necios que acusáis | a la mujer sin razón

1.- El poema está formado por 17 redondillas. 

2.- Las estrofas llevan cuatro versos cada uno con rima en consonante A-D ; B-C y están compuestos en octosílabos perfectos. 

3.- Todo ello le confiere un ritmo trepidantemente sonoro que incide en el significado del mismo. 

4.- Se utiliza un lenguaje sencillo, directo, sin rodeos y claro al máximo. 

5.- A pesar de que hay que encuadrar a Sor Juana Inés de la Cruz en el arte barroco, el poema está despojado de tropos complicados y no encontramos metáforas rebuscadas. 

6.- El poema sí se sirve de los recursos a la historia y a la mitología clásica a la hora de plantear su sentido último. Esto sí es una de las características de la literatura barroca. Anoto que en él se alude a Lucrecia, personaje de la antigüedad clásica que, ante una violación, se decidió por el suicidio. Y la contrapone a Thais, una cortesana que acompañó a los ejércitos de Alejandro. El personaje de Lucrecia fue querido por las artistas de la época ya que es también protagonista de una de las obras de Artemisia Gentileschi.

7.- La temática es rabiosamente feminista e, incluso, combativa contra el machismo imperante en la época que ofrecía escaso margen (más bien nulo) a las mujeres. De hecho, salta a la vista, cuando abordamos la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz, que las únicas opciones para las mujeres fuera del matrimonio se reducían a las clausuras del convento. Esta última fue la que eligió nuestra protagonista para poder dedicarse a sus pasiones intelectuales. Y desde esos muros lanzó una obra feminista en la que defendía el derecho a la educación de las niñas y las muchachas como paso previo para el desarrollo de ellas mismas y de la sociedad. Se dolía por su obligado papel de sumisión y era combativa contra el machismo imperante y la prostitución. En esta línea hay que entender el Hombres necios que acusáis. 

Breve comentario del poema de Sor Juana Inés de la Cruz 

Hombres necios que acusáis tiene todos los mimbres para ser precisamente lo que se ha convertido: en un himno en favor de las mujeres y en contra de su utilización por los hombres. Desde el primer verso se achaca a los hombres el uso del poder que la sociedad entera le otorgaba para usar a su antojo a la mujer. Tanto era así (y lo sigue siendo en distintos emplazamientos contemporáneos) que poco margen se le ofrecía a las féminas. El poema, además, se estructura alrededor de una contraposición: entre Thais, la prostituta, y Lucrecia, la suicida que no puede soportar el deshonor de la violación. Sor Juana Inés de la Cruz no hace juicio de ninguno de los comportamientos. Nos da a entender que los asume a ambos como válidos ya que pocas opciones se abren a las mujeres al negarse su libertad. Por tanto, tanto Thais, la cortesana, como Lucrecia, la suicida, aparecen bajo el yugo de la peor violencia masculina. La mujer, por tanto, poco o nada puede hacer para satisfacer las ansias masculinas que no duda en ejercer su poder (por la fuerza, por el juicio o por la exclusión social) contra las mujeres que no se amoldan a su capricho.  

En este mismo sentido, en la carta titulada Respuesta a Sor Filotea, la escritora incide en este aspecto presentado en Hombres necios que acusáis: en la desigualdad femenina con respecto a los hombres. Y esta, como es de común aceptación, viene por la desigual educación, en la época (y hoy en día en medio planeta) muy limitada para niñas y muchachas. La misoginia atroz del siglo XVII condenaba a las mujeres a una vida sin libertad alguna y subyugada a la opinión de esos hombres necios que acusáis que Sor Juana Inés de la Cruz destripa en este poema. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) es justamente catalogada como la mejor poeta de la época barroca del virreinato de México y entra, por mérito propio, en la lista de los escritores más sobresalientes de los siglos de oro de la literatura en español. A pesar de las críticas y presiones que recibió en vida, instándola a que se dedicara a los menesteres religiosos, su obra tuvo considerable aprecio. Y este se ha mantenido constante hasta hoy en día. La primera edición de sus obras completas se publicaron en España en 1689 reimprimiéndose hasta 1725. En estos tres tomos se incluyen sonetos, liras, romances, romancillos, un poema largo en silvas titulado Primer Sueño, comedias (Los empeños de una casa), autos sacramentales (El cetro de José), villancicos, loas y su obra en prosa condensada en Carta Atenagórica y la Respuesta a Sor Filotea. Es esta última fundamental para entender el carácter y la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz ya, que entre sus líneas, deja ver su pensamiento en favor de las mujeres y aporta datos tanto de su vida como de su personalidad. Algunos poemas de Sor Juana Inés de la Cruz han traspasado todas las brumas del tiempo, como el Hombres necios, que se erige en un canto feminista y en defensa de las mujeres atrapadas en convenciones sociales que impedían la más mínima libertad. Hoy dejo este puñado de versos que nos dice del gusto por los dones intelectuales de la escritora.  

Sonetos amorosos de Sor Juana Inés de la Cruz 

[16]

Que da medio para amar sin mucha pena 

YO NO puedo tenerte ni dejarte,

ni sé por qué, al dejarte o al tenerte, 

se encuentra un no sé qué para quererte

y muchos sí sé qué para olvidarte. 

     Pues ni quieres dejarme ni enmendarte, 

yo templaré mi corazón de suerte

que la mitad se incline a aborrecerte

aunque la otra mitad se incline a amarte. 

     Si ello es fuera querernos, haya modo,

que es morir al estar siempre riñendo;

no se hable más en celo ni en sospecha,

     y quien da la mitad no quiera el todo; 

y cuando me la estás allá haciendo, 

sabe que estoy haciendo la desecha. 

 

[23]

Que consuela a un celoso, epilogando la serie de los amores

AMOR EMPIEZA por desasosiego,

solicitud, ardores y desvelos; 

crece con riesgos, lances y recelos, 

susténtase de llantos y de ruego. 

     Doctrínanle tibiezas y despego,

conserva el ser entre engañosos velos, 

hasta que con agravios o con celos

apaga con sus lágrimas su fuego. 

      Su principio, su medio y fin es éste;

Pues ¿por qué, Alcino, sientes el desvío

de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

      ¿Qué razón hay de que dolor te cueste,

pues no te engañó Amor, Alcino mío,

sino que llegó el término preciso?

 

Sonetos funerales

[166]

En la muerte de la excelentísima señora marquesa de Mancera  

DE LA beldad de Laura enamorados

los cielos, la robaron a su altura,

porque no era decente a su luz pura,

ilustrar estos valles desdichados;

     o porque los mortales, engañados

de su cuerpo en la hermosa arquitectura, 

admirados de ver tanta hermosura,

no se juzgasen bienaventurados. 

      Nació donde el oriente y el rojo velo

corre, al nacer el astro rubicundo,

y murió donde, con ardiente anhelo,

     da sepulcro a su luz el mar profundo;

que fue preciso a su divino vuelo,

que diese como sol, la vuelta al mundo.   

Hombres necios que acusáis de Sor Juana Inés de la Cruz

[192]

Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan

HOMBRES NECIOS que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis: 

     si con ansia sin igual

solicitáis su desdén, 

¿por qué queréis que obren bien

si la incitáis al mal?

     Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia. 

     Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco,

al niño que pone el coco

y luego le tiene miedo.

     Queréis, con presunción necia,

hallar a la que buscáis,

para pretendida, Thais,

y en la posesión, Lucrecia. 

     ¿Qué humor puede ser más raro

Que el que, falto de consejo,

él mismo empaña el espejo,

y siente que no esté claro?

     Con el favor y el desdén

tenéis condición igual, 

quejándoos, si os tratan mal,

burlándoos, si os quieren bien. 

     Opinión, ninguna gana:

pues la que más se recata,

si no os admite, es ingrata,

y si os admite, es liviana. 

     Siempre tan necios andáis

que, con desigual nivel,

a una culpáis por crüel

y otra por fácil culpáis. 

     ¿Pues cómo ha de estar templada

la que vuestro amor pretende,

si la que es ingrata, ofende,

y la que es fácil, enfada?

     Mas, entre el enfado y pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere

y quejaos en hora buena. 

     Dan vuestras amantes penas

a sus libertades alas,

y después de hacerlas malas

las queréis hallar muy buenas.

     ¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

     ¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga:

la que peca por la paga,

o el que paga por pecar?

     Pues ¿para qué os espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis

o hacedlas cual las buscáis.

     Dejad de solicitar,

y después, con más razón,

acusaréis la afición

de la que os fuere a rogar. 

     Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo.  

 

Poemas de Sor Juana Inés de la Cruz: sonetos de tema moral

[209]

Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios, y justifica su divertimiento a las Musas

EN PERSEGUIRME, mundo, ¿qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento,

y no mi entendimiento en las bellezas?

     Yo no estimo tesoros ni riquezas;

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi entendimiento,

que no mi entendimiento en las riquezas.

     Yo no estimo hermosura que, vencida,

es despojo civil de las edades,

ni riqueza me agrada fementida,

     teniendo por mejor en mis verdades,

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades. 

 

Selección de Candela Vizcaíno

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Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) es justamente catalogada como la mejor poeta de la época barroca del virreinato de México y entra, por mérito propio, en la lista de los escritores más sobresalientes de los siglos de oro de la literatura en español. A pesar de las críticas y presiones que recibió en vida, instándola a que se dedicara a los menesteres religiosos, su obra tuvo considerable aprecio. Y este se ha mantenido constante hasta hoy en día. La primera edición de sus obras completas se publicaron en España en 1689 reimprimiéndose hasta 1725. En estos tres tomos se incluyen sonetos, liras, romances, romancillos, un poema largo en silvas titulado Primer Sueño, comedias (Los empeños de una casa), autos sacramentales (El cetro de José), villancicos, loas y su obra en prosa condensada en Carta Atenagórica y la Respuesta a Sor Filotea. Es esta última fundamental para entender el carácter y la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz ya, que entre sus líneas, deja ver su pensamiento en favor de las mujeres y aporta datos tanto de su vida como de su personalidad. Algunos poemas de Sor Juana Inés de la Cruz han traspasado todas las brumas del tiempo, como el Hombres necios, que se erige en un canto feminista y en defensa de las mujeres atrapadas en convenciones sociales que impedían la más mínima libertad. Hoy dejo este puñado de versos que nos dice del gusto por los dones intelectuales de la escritora.  

Sonetos amorosos de Sor Juana Inés de la Cruz 

[16]

Que da medio para amar sin mucha pena 

YO NO puedo tenerte ni dejarte,

ni sé por qué, al dejarte o al tenerte, 

se encuentra un no sé qué para quererte

y muchos sí sé qué para olvidarte. 

     Pues ni quieres dejarme ni enmendarte, 

yo templaré mi corazón de suerte

que la mitad se incline a aborrecerte

aunque la otra mitad se incline a amarte. 

     Si ello es fuera querernos, haya modo,

que es morir al estar siempre riñendo;

no se hable más en celo ni en sospecha,

     y quien da la mitad no quiera el todo; 

y cuando me la estás allá haciendo, 

sabe que estoy haciendo la desecha. 

 

[23]

Que consuela a un celoso, epilogando la serie de los amores

AMOR EMPIEZA por desasosiego,

solicitud, ardores y desvelos; 

crece con riesgos, lances y recelos, 

susténtase de llantos y de ruego. 

     Doctrínanle tibiezas y despego,

conserva el ser entre engañosos velos, 

hasta que con agravios o con celos

apaga con sus lágrimas su fuego. 

      Su principio, su medio y fin es éste;

Pues ¿por qué, Alcino, sientes el desvío

de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

      ¿Qué razón hay de que dolor te cueste,

pues no te engañó Amor, Alcino mío,

sino que llegó el término preciso?

 

Sonetos funerales

[166]

En la muerte de la excelentísima señora marquesa de Mancera  

DE LA beldad de Laura enamorados

los cielos, la robaron a su altura,

porque no era decente a su luz pura,

ilustrar estos valles desdichados;

     o porque los mortales, engañados

de su cuerpo en la hermosa arquitectura, 

admirados de ver tanta hermosura,

no se juzgasen bienaventurados. 

      Nació donde el oriente y el rojo velo

corre, al nacer el astro rubicundo,

y murió donde, con ardiente anhelo,

     da sepulcro a su luz el mar profundo;

que fue preciso a su divino vuelo,

que diese como sol, la vuelta al mundo.   

Hombres necios que acusáis de Sor Juana Inés de la Cruz

[192]

Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan

HOMBRES NECIOS que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis: 

     si con ansia sin igual

solicitáis su desdén, 

¿por qué queréis que obren bien

si la incitáis al mal?

     Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia. 

     Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco,

al niño que pone el coco

y luego le tiene miedo.

     Queréis, con presunción necia,

hallar a la que buscáis,

para pretendida, Thais,

y en la posesión, Lucrecia. 

     ¿Qué humor puede ser más raro

Que el que, falto de consejo,

él mismo empaña el espejo,

y siente que no esté claro?

     Con el favor y el desdén

tenéis condición igual, 

quejándoos, si os tratan mal,

burlándoos, si os quieren bien. 

     Opinión, ninguna gana:

pues la que más se recata,

si no os admite, es ingrata,

y si os admite, es liviana. 

     Siempre tan necios andáis

que, con desigual nivel,

a una culpáis por crüel

y otra por fácil culpáis. 

     ¿Pues cómo ha de estar templada

la que vuestro amor pretende,

si la que es ingrata, ofende,

y la que es fácil, enfada?

     Mas, entre el enfado y pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere

y quejaos en hora buena. 

     Dan vuestras amantes penas

a sus libertades alas,

y después de hacerlas malas

las queréis hallar muy buenas.

     ¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

     ¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga:

la que peca por la paga,

o el que paga por pecar?

     Pues ¿para qué os espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis

o hacedlas cual las buscáis.

     Dejad de solicitar,

y después, con más razón,

acusaréis la afición

de la que os fuere a rogar. 

     Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo.  

 

Poemas de Sor Juana Inés de la Cruz: sonetos de tema moral

[209]

Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios, y justifica su divertimiento a las Musas

EN PERSEGUIRME, mundo, ¿qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento,

y no mi entendimiento en las bellezas?

     Yo no estimo tesoros ni riquezas;

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi entendimiento,

que no mi entendimiento en las riquezas.

     Yo no estimo hermosura que, vencida,

es despojo civil de las edades,

ni riqueza me agrada fementida,

     teniendo por mejor en mis verdades,

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades. 

 

Selección de Candela Vizcaíno

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Es una de las grandes poetas del Barroco español o más bien en español ya que nació, creó y murió en México, por entonces, perteneciente a la corona española. Vino al mundo como Juana Ramírez de Asuje el 12 de noviembre de 1651 en una hacienda de San Miguel de Neplantla, muy cerca de la capital virreinal.  La biografía de Sor Juana Inés de la Cruz no puede entenderse sin los condicionantes de la época centrada en una inamovible estratificación social. Era su padre español y, por tanto, perteneciente a la élite procedente de la metrópolis. Su madre, sin embargo, era una criolla (hija de español y de una nativa americana) y situada en un escalafón social inferior. A pesar de que la pareja formó una familia con seis hijos, la madre, en su testamento, se califica como “soltera”. Por tanto, nuestra escritora tenía la condición de bastarda o natural, extremo este que condicionaría, en buena parte, su existencia.  

Los primeros años en la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz 

En La Respuesta a Sor Filotea, la poeta nos adentra en ese universo doblemente asfixiante y condicionado por sucesivas capas de normas estrictas: la política, la social, la familiar y la personal. A pesar de ser mujer, hija natural, en una colonia dirigida por una élite prácticamente extranjera y asfixiada por los preceptos de la Iglesia, llegó a tener fama y aprecio entre sus contemporáneos cultos. En este texto se confiesa y nos dice que, en cuanto tuvo conocimiento de la existencia de la Universidad de México (fundada en 1553), rogó a su madre para que la mandara a estudiar. Eso sí, tenía que ser vestida de hombre ya que su condición de mujer le impedía acceder a esa formación. La madre, consciente de las limitaciones, no llegó a atreverse a hacer tal cosa. Sin embargo, sí dio formación básica no solo a la pequeña Juana sino también al resto de sus hijas valiéndose de una maestra particular. La falta de instrucción reglada la compensó Sor Juana Inés de la Cruz con una curiosidad y una inteligencia innatas. Leía todo lo que caía en sus manos y devoró los libros de la biblioteca de su abuelo materno. Muy pronto, la procacidad intelectual de la futura escritora llegó a oídos de su familia cercana y unos parientes adinerados sufragaron parte de sus estudios de latín, imprescindibles para acceder a la ciencia básica.

Georgina Sabat de Rivers, una de las estudiosas de la obra y la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz, a la hora de hablar del carácter de la joven cita a Calleja (su primer biográfico) y nos pinta a una muchacha guiada por una desbordante ambición intelectual. Tanto era así que se auto-exigía objetivos de estudio y, si no los alcanzaba, se cortaba el pelo como castigo. La autora se excusa así:  

Que no me parecía razón estuviera vestida de cabellos cabeza que estaba desnuda de noticias.  

En este sentido, entendemos el fuerte carácter de Sor Juana Inés de la Cruz con esta sola frase de Sabat de Rivers:

En este vemos cómo Juana resolvió, desde temprano y de una manera muy personal, la supremacía de la menta sobre la belleza física.  

Sor Juana Inés de la Cruz en la corte virreinal mexicana 

Aunque el camino era arduo y difícil, los dones naturales de la joven escritora llegaron muy pronto a oídos de la élite culta. Fue invitada a participar en concursos florares y durante el virreinato de los marqueses de Mancera (1664-1673) la acogieron en palacio como literata. Su función era escribir poemas, versos y composiciones para celebraciones, funerales o despedidas y allí, según sus palabras, 

Estudiaba continuamente diversas cosas, sin tener para alguna particular inclinación, sino para todas en general. 

La importancia de la vida monacal en la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz

A pesar de este mecenazgo institucional, la sociedad de la época dejaba poco margen a la vida pública de la mujer y máxime a una que era mestiza y nacida fuera de los sacramentos. Cerrado el camino del matrimonio (probablemente por voluntad propia), la única opción era el ingreso en alguno de los veinte conventos que, por entonces, estaban en activo en México. Entra, así, en las Carmelitas de San José en agosto de 1667. Y las razones para elegir dicho camino las explica ella misma:  

Entreme religiosa, porque aunque conocía que tenía el estado cosas (de las accesorias hablo, no de las formales), muchas repugnantes a mi genio, con todo, para total negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación; a cuyo primer respeto (como al fin el más importante) cedieron y sujetaron la cerviz todas las impertinencias de mi genio, que eran de querer vivir sola; de no querer tener ocupación obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros.

Del convento de las Carmelitas salió a los tres meses. No conocemos las razones de tan pronta renuncia, aunque los últimos investigadores apuntan a las presiones y murmuraciones debido a su origen familiar.  Esta institución religiosa (como los colegios de élite actuales) acogía a las muchachas adineradas del virreinato y, con toda probabilidad, el genio de Sor Juana Inés de la Cruz impidió una convivencia pacífica con sus superiores y/o el resto de las hermanas.  

No volvió a la vida profana ya que tenía claro que deseaba una existencia intelectual (con sus condicionantes). Así, al poco, tomó de nuevo el hábito, esta vez en el Convento de los Jerónimos donde profesaría  hasta su fallecimiento. Sin más vueltas, era la única forma de poder dedicarse a los libros y a la escritura, aunque nunca tuviera libertad plena para ello. A pesar de la vida de clausura, pudo mantener relación con la élite de la corte virreinal y componía versos para infinidad de fiestas y eventos de todo tipo. Llegó, incluso, a atender escritos con peticiones de indulto y, también, a realizar estudios explicativos de elementos artísticos de la época. 

Sor Juana Inés de la Cruz y el feminismo 

Paralelamente a su fama de gran poeta, escritora y erudita llegan los ataques y las críticas. Alcanzan tal grado que, incluso, le prohiben por un tiempo realizar sus labores intelectuales. Las presiones para que abandone la carrera artística proceden de todos los ámbitos. En este sentido, nos han llegado los escritos y cartas de su confesor en el que  insta a Sor Juana Inés de la Cruz a que se amolde a la vida de una monja corriente, sumisa y sin carácter. Todo ello va haciendo crecer en el alma de la escritora un incipiente espíritu feminista (aunque el término sea contemporáneo), reivindicando la instrucción de la mujer como bien social y personal, rebelde contra su sociedad y crítica con todas las formas de prostitución. Conforme escalan los ataques, buena parte de sus poemas y escritos van dejando transparentar una defensa de la mujer obligada, en la época, a no poder desarrollar todo su potencial intelectual. 

Hombres necios que acusáis 

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión 

de lo mismo que culpáis; 

    si con ansia sin igual 

solicitáis su desdén, 

¿por qué queréis que obren bien

si las incitáis al mal?

 

Alrededor de 1682, Sor Juana Inés de la Cruz fue objeto de una auténtica persecución por parte de la jerarquía eclesiástica que, utilizando toda la maquinaria de poder, intentó contener los escritos de la monja. Tal como apunta una de las mejores conocedoras de la obra de la escritora, Georgina Sabat de Rivers, desde todas las instancias se le empujaba a salvar su alma antes que centrarse en su labor de escritora. Mientras el acoso se vuelve más y más asfixiante, Juana aboga por la necesaria instrucción de las niñas y muchachas. Además, se posiciona contra la prostitución que reduce a la persona a mera cosa. Los escritos de Sor Juana Inés de la Cruz van buceando sin prejuicios en temas espinosos de su realidad contemporánea, defendiendo sus posturas con argumentos convincentes. No hay misticismo literario en ellos  (en la órbita de Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz), aunque se transparente una fe verdadera y un amplio conocimiento de las escrituras.   

¡Oh, cuántos daños se excusaran en nuestra república si las ancianas fueran doctas como Leto, y que supieran enseñar como manda San Pablo y mi padre San Jerónimo! 

[…] 

Porque ¿qué inconveniente tiene que una mujer anciana, docta en letras y de santa conversación y costumbres, tuviese a su cargo la educación de las doncellas?  

Respuesta a Sor Filotea de Sor Juana Inés de la Cruz 

Los últimos años de Sor Juana Inés de la Cruz 

En la escritora prima su afán de conocimiento del mundo profano más que de los recovecos del interior religioso. Fue su talento innato y su voluntad inquebrantable los que la llevaron por el camino de la sabiduría y la fama, incluso después de su muerte. Todo ello chocaba con los poderes cívicos y la jerarquía de la iglesia que no podían tolerar el espíritu contestatario de una monja, de un mujer. Progresivamente, las presiones van haciendo mella en el ánimo de la poeta y, aunque nunca abandona la pluma, va paulatinamente relegando la escritura a segundo plano. Deja los afanes terrenales y apuesta por la salvación de su alma. Permite que sea vendida su biblioteca y los instrumentos científicos que tiene en su celda, reconcentrándose cada vez más en la oración y en los preceptos de la orden de los Jerónimos de la que formaba parte.  

En 1695 una peste invade los muros del convento infectando a la casi totalidad de las hermanas. Sor Juana se presta al cuidado de las que van cayendo en las garras de la enfermedad hasta que ella misma se contagia. Muere el 17 de abril de 1695 dejando una obra ingente y amplia no solo en el campo de la lírica sino también en el de la prosa, convirtiéndose por derecho propio en la mejor escritora del barroco mexicano y entrando a formar parte de aquellos que conformaron los siglos de oro de las letras en lengua española. 

La biografía de Sor Juana Inés de la Cruz no puede entenderse, en definitiva, sin ese choque entre el talento y los deseos de superación contra los prejuicios anquilosados de una sociedad estratificada al extremo.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla  

 

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Es una de las grandes poetas del Barroco español o más bien en español ya que nació, creó y murió en México, por entonces, perteneciente a la corona española. Vino al mundo como Juana Ramírez de Asuje el 12 de noviembre de 1651 en una hacienda de San Miguel de Neplantla, muy cerca de la capital virreinal.  La biografía de Sor Juana Inés de la Cruz no puede entenderse sin los condicionantes de la época centrada en una inamovible estratificación social. Era su padre español y, por tanto, perteneciente a la élite procedente de la metrópolis. Su madre, sin embargo, era una criolla (hija de español y de una nativa americana) y situada en un escalafón social inferior. A pesar de que la pareja formó una familia con seis hijos, la madre, en su testamento, se califica como “soltera”. Por tanto, nuestra escritora tenía la condición de bastarda o natural, extremo este que condicionaría, en buena parte, su existencia.  

Los primeros años en la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz 

En La Respuesta a Sor Filotea, la poeta nos adentra en ese universo doblemente asfixiante y condicionado por sucesivas capas de normas estrictas: la política, la social, la familiar y la personal. A pesar de ser mujer, hija natural, en una colonia dirigida por una élite prácticamente extranjera y asfixiada por los preceptos de la Iglesia, llegó a tener fama y aprecio entre sus contemporáneos cultos. En este texto se confiesa y nos dice que, en cuanto tuvo conocimiento de la existencia de la Universidad de México (fundada en 1553), rogó a su madre para que la mandara a estudiar. Eso sí, tenía que ser vestida de hombre ya que su condición de mujer le impedía acceder a esa formación. La madre, consciente de las limitaciones, no llegó a atreverse a hacer tal cosa. Sin embargo, sí dio formación básica no solo a la pequeña Juana sino también al resto de sus hijas valiéndose de una maestra particular. La falta de instrucción reglada la compensó Sor Juana Inés de la Cruz con una curiosidad y una inteligencia innatas. Leía todo lo que caía en sus manos y devoró los libros de la biblioteca de su abuelo materno. Muy pronto, la procacidad intelectual de la futura escritora llegó a oídos de su familia cercana y unos parientes adinerados sufragaron parte de sus estudios de latín, imprescindibles para acceder a la ciencia básica.

Georgina Sabat de Rivers, una de las estudiosas de la obra y la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz, a la hora de hablar del carácter de la joven cita a Calleja (su primer biográfico) y nos pinta a una muchacha guiada por una desbordante ambición intelectual. Tanto era así que se auto-exigía objetivos de estudio y, si no los alcanzaba, se cortaba el pelo como castigo. La autora se excusa así:  

Que no me parecía razón estuviera vestida de cabellos cabeza que estaba desnuda de noticias.  

En este sentido, entendemos el fuerte carácter de Sor Juana Inés de la Cruz con esta sola frase de Sabat de Rivers:

En este vemos cómo Juana resolvió, desde temprano y de una manera muy personal, la supremacía de la menta sobre la belleza física.  

Sor Juana Inés de la Cruz en la corte virreinal mexicana 

Aunque el camino era arduo y difícil, los dones naturales de la joven escritora llegaron muy pronto a oídos de la élite culta. Fue invitada a participar en concursos florares y durante el virreinato de los marqueses de Mancera (1664-1673) la acogieron en palacio como literata. Su función era escribir poemas, versos y composiciones para celebraciones, funerales o despedidas y allí, según sus palabras, 

Estudiaba continuamente diversas cosas, sin tener para alguna particular inclinación, sino para todas en general. 

La importancia de la vida monacal en la biografía de Sor Juana Inés de la Cruz

A pesar de este mecenazgo institucional, la sociedad de la época dejaba poco margen a la vida pública de la mujer y máxime a una que era mestiza y nacida fuera de los sacramentos. Cerrado el camino del matrimonio (probablemente por voluntad propia), la única opción era el ingreso en alguno de los veinte conventos que, por entonces, estaban en activo en México. Entra, así, en las Carmelitas de San José en agosto de 1667. Y las razones para elegir dicho camino las explica ella misma:  

Entreme religiosa, porque aunque conocía que tenía el estado cosas (de las accesorias hablo, no de las formales), muchas repugnantes a mi genio, con todo, para total negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación; a cuyo primer respeto (como al fin el más importante) cedieron y sujetaron la cerviz todas las impertinencias de mi genio, que eran de querer vivir sola; de no querer tener ocupación obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros.

Del convento de las Carmelitas salió a los tres meses. No conocemos las razones de tan pronta renuncia, aunque los últimos investigadores apuntan a las presiones y murmuraciones debido a su origen familiar.  Esta institución religiosa (como los colegios de élite actuales) acogía a las muchachas adineradas del virreinato y, con toda probabilidad, el genio de Sor Juana Inés de la Cruz impidió una convivencia pacífica con sus superiores y/o el resto de las hermanas.  

No volvió a la vida profana ya que tenía claro que deseaba una existencia intelectual (con sus condicionantes). Así, al poco, tomó de nuevo el hábito, esta vez en el Convento de los Jerónimos donde profesaría  hasta su fallecimiento. Sin más vueltas, era la única forma de poder dedicarse a los libros y a la escritura, aunque nunca tuviera libertad plena para ello. A pesar de la vida de clausura, pudo mantener relación con la élite de la corte virreinal y componía versos para infinidad de fiestas y eventos de todo tipo. Llegó, incluso, a atender escritos con peticiones de indulto y, también, a realizar estudios explicativos de elementos artísticos de la época. 

Sor Juana Inés de la Cruz y el feminismo 

Paralelamente a su fama de gran poeta, escritora y erudita llegan los ataques y las críticas. Alcanzan tal grado que, incluso, le prohiben por un tiempo realizar sus labores intelectuales. Las presiones para que abandone la carrera artística proceden de todos los ámbitos. En este sentido, nos han llegado los escritos y cartas de su confesor en el que  insta a Sor Juana Inés de la Cruz a que se amolde a la vida de una monja corriente, sumisa y sin carácter. Todo ello va haciendo crecer en el alma de la escritora un incipiente espíritu feminista (aunque el término sea contemporáneo), reivindicando la instrucción de la mujer como bien social y personal, rebelde contra su sociedad y crítica con todas las formas de prostitución. Conforme escalan los ataques, buena parte de sus poemas y escritos van dejando transparentar una defensa de la mujer obligada, en la época, a no poder desarrollar todo su potencial intelectual. 

Hombres necios que acusáis 

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión 

de lo mismo que culpáis; 

    si con ansia sin igual 

solicitáis su desdén, 

¿por qué queréis que obren bien

si las incitáis al mal?

 

Alrededor de 1682, Sor Juana Inés de la Cruz fue objeto de una auténtica persecución por parte de la jerarquía eclesiástica que, utilizando toda la maquinaria de poder, intentó contener los escritos de la monja. Tal como apunta una de las mejores conocedoras de la obra de la escritora, Georgina Sabat de Rivers, desde todas las instancias se le empujaba a salvar su alma antes que centrarse en su labor de escritora. Mientras el acoso se vuelve más y más asfixiante, Juana aboga por la necesaria instrucción de las niñas y muchachas. Además, se posiciona contra la prostitución que reduce a la persona a mera cosa. Los escritos de Sor Juana Inés de la Cruz van buceando sin prejuicios en temas espinosos de su realidad contemporánea, defendiendo sus posturas con argumentos convincentes. No hay misticismo literario en ellos  (en la órbita de Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz), aunque se transparente una fe verdadera y un amplio conocimiento de las escrituras.   

¡Oh, cuántos daños se excusaran en nuestra república si las ancianas fueran doctas como Leto, y que supieran enseñar como manda San Pablo y mi padre San Jerónimo! 

[…] 

Porque ¿qué inconveniente tiene que una mujer anciana, docta en letras y de santa conversación y costumbres, tuviese a su cargo la educación de las doncellas?  

Respuesta a Sor Filotea de Sor Juana Inés de la Cruz 

Los últimos años de Sor Juana Inés de la Cruz 

En la escritora prima su afán de conocimiento del mundo profano más que de los recovecos del interior religioso. Fue su talento innato y su voluntad inquebrantable los que la llevaron por el camino de la sabiduría y la fama, incluso después de su muerte. Todo ello chocaba con los poderes cívicos y la jerarquía de la iglesia que no podían tolerar el espíritu contestatario de una monja, de un mujer. Progresivamente, las presiones van haciendo mella en el ánimo de la poeta y, aunque nunca abandona la pluma, va paulatinamente relegando la escritura a segundo plano. Deja los afanes terrenales y apuesta por la salvación de su alma. Permite que sea vendida su biblioteca y los instrumentos científicos que tiene en su celda, reconcentrándose cada vez más en la oración y en los preceptos de la orden de los Jerónimos de la que formaba parte.  

En 1695 una peste invade los muros del convento infectando a la casi totalidad de las hermanas. Sor Juana se presta al cuidado de las que van cayendo en las garras de la enfermedad hasta que ella misma se contagia. Muere el 17 de abril de 1695 dejando una obra ingente y amplia no solo en el campo de la lírica sino también en el de la prosa, convirtiéndose por derecho propio en la mejor escritora del barroco mexicano y entrando a formar parte de aquellos que conformaron los siglos de oro de las letras en lengua española. 

La biografía de Sor Juana Inés de la Cruz no puede entenderse, en definitiva, sin ese choque entre el talento y los deseos de superación contra los prejuicios anquilosados de una sociedad estratificada al extremo.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla  

 

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Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) fue una de las más famosas escritoras del Romanticismo en España y en Latinoamerica. Conoció el éxito en vida y, al parecer, hacía gala de una personalidad arrolladora adornada, además, con una amplia cultura y belleza física. Destacó en todos los géneros y, a pesar de ello, no ha sido hasta las últimas décadas cuando sus obras han ocupado el reconocimiento que se merecen, más allá de las cuantas líneas con las que se despachaban por la historiografía más tradicionalista. Por si todo esto no fuera poco, su novela Sab (1841) es la primera calificada como anti-esclavista y en ella se aboga por la igualdad de todos y cada uno de los miembros de la raza humana. A pesar de que no es tan conocida como La Cabaña del Tío Tom (1851-1852), la de la Avellaneda (que así también es conocida la escritora) es anterior y sirvió como hipotexto a la obra de Herriet Beecherr Stowe (1811-1896). 

Biografía de Gertrudis Gómez de Avellaneda 

Primeros años y llegada a Madrid 

Nace en Cuba en 1814 de padre español alto funcionario de la administración y de madre perteneciente a las familias adineradas de las islas. Recibe una esmerada instrucción a pesar de que su padre fallece en 1823. La matriarca se vuelve a casar y de estas nuevas nupcias la escritora tiene tres hermanos más. Sin embargo, tanto en vida como en muerte (ya que están enterrados juntos) solo tiene buena relación con su hermano (de doble vínculo) Manuel. Ya desde niña muestra interés por las letras y cualquier avatar vital lo convierte en un hermoso poema. En 1836, tras pasar por Burdeos, La Coruña y Sevilla recala en Madrid donde se le abren las puertas de la corte y de las tertulias literarias. Nada más llegar se le reconoció su talento y comenzó a publicar.  

Alrededor de 1844 entabla una tortuosa relación con Gabriel García Tassara (que estaba casado) y se queda embarazada del poeta. De esta unión nace una niña enferma que muere a los pocos meses sin que su progenitor se dignara siquiera a conocerla, no ya a reconocerla. Gertrudis Gómez de Avellaneda se viene abajo al verse madre soltera en el Madrid decimonónico y viendo peligrar su carrera artística, extremo que afortunadamente no sucedió ya que ese mismo año (1845) gana dos premios literarios. De esta época son unas sentidas cartas al padre de su hija en el que le reprocha no haberse dignado a conocer a la pequeña. De su carácter fogoso y de esta relación tóxica se alimentan sus ideas feministas proponiendo en sus novelas el divorcio si la convivencia se hace desdichada, extremo revolucionario casi para los parámetros de la época. 

Época de madurez 

Un año después, en 1846, se casa con Pedro Sabater, aunque el flamante esposo (enfermo de una dolencia de garganta) la acompañará poco tiempo. En busca de mejores médicos viajan hasta París, pero, desafortunadamente, muere en Burdeos. La escritora, que sostuvo en brazos a su marido mientras exhalaba el último suspiro, se recluye en la Congregación La Sagrada Familia de Burdeos afianzando una espiritualidad que no le abandonará jamás. Aunque en 1853 se le ofreció un sillón de la Academia de la Lengua, el machismo imperante en España no permitió que una mujer ocupara tal honor hasta bien entrado el siglo XX. Y para entonces Gertrudis Gómez de Avellaneda no estaba en este mundo.  

Se vuelve a casar en 1856 y en 1859 los cónyuges viajan a Cuba donde fue recibida casi como una heroína. Enviuda de nuevo en 1864 y tras pasar por Nueva York, Londres y París recala en Sevilla. Muere en Madrid en 1873 y está enterrada junto con su hermano, la esposa de este y su último marido en el Cementerio de San Fernando de Sevilla.  

Obras de Gertrudis Gómez de Avellaneda 

La crítica es unánime a la hora de alabar y catalogar la obra de la escritora como una de las más señeras del Romanticismo literario. Cultivó todos los géneros y prácticamente toda su producción hace gala de una gran calidad. En todas ellas se eleva el amor como bien supremo, se promulga la igualdad de todos los miembros de la raza humana y se hace abanderada de un incipiente feminismo. 

1.- Poemas

Se publicaron por primera vez en 1841 y en una segunda edición aumentada en 1851. Si bien el amor y las pasiones eran temas recurrentes y básicos en el Romanticismo, la artista fue capaz de plasmar un sutil y refinado erotismo que los hacen únicos. La pérdida y la nostalgia también son vehículos de un poesía lírica altamente brillante y rítmica. Además de esta línea temática también cultivó versos de línea religiosa y tampoco quedan atrás sus poemas de tono irónico en los que no tiene empacho en poner en evidencia el lado oscuro de la raza humana. Tuvo preferencia por el verso de arte mayor (dodecasílabo y el rarísimo en castellano de dieciséis sílabas).  Sin ánimo de ser exhaustivos, algunos poemas de Gertrudis Gómez de Avellaneda son: 

  • Elegías
  • A él
  • Amor y orgullo
  • Soledades del alma
  • La juventud
  • A la Ascensión
  • Cuartetos escritos en un cementerio 
  • La Cruz
  • Plegaria a la Virgen
  • La venganza 
  • Dedicación de la lira a Dios 

2.- Obras para teatro

Son tres: Alfonso Munio (1844), Sául (1849) y Baltasar (1858). Este último título gira en torno a la figura del rey babilonio Baltasar que se resbala hacia el nihilismo cuando le ha abandonado el gusto por el disfrute de los placeres. La escritora (recordemos que tenía profundos sentimientos religiosos) se posiciona en contra de un hedonismo estéril que no sirve para el crecimiento espiritual. Baltasar despierta de este letargo depresivo cuando una esclava lo rechaza y lo confronta con su ética. Críticos hay que ponen la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda en relación con La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca.  

El drama es una apoteosis del cristianismo, de la fuerza de la virtud, del orgullo altivo, de la libertad y de la dignidad del individuo y su noble independencia. El tema podrá ser de Byron, ya que escribió una obra con el mismo nombre, pero el espíritu es de Calderón y españolísimo. 

Carmen Bravo-Villasante

3.- Novelas de Gertrudis Gómez de Avellaneda 

Tenemos cuatro títulos: 

3.1.- Sab (1841) que analizamos un poco más adelante.

3.2.- Espatolino (1844) nos cuenta el deseo de redención de un bandido italiano guiado por el amor. Tiene un final trágico ya que es apresado y ajusticiado. 

3.3.- Guatimozín (1846) está ambientada en la conquista de México comandada por Hernán Cortés. En ella asistimos a los amores entre Tecuixpa (india) y Velázquez de León en el bando europeo. El trasfondo filosófico y espiritual de la novela se adoba con la triste leyenda negra española

3.4.- El cacique de Turmequé (1854). 

Sab de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la primera novela anti esclavista de la historia 

Ha sido señalada no solo como el antecedente de la famosísima La Cabaña del Tío Tom sino también como uno de los primeros escritos en los que se reivindican los derechos humanos básicos. En ella, la autora se posiciona del bando anti-esclavista a la par que hace un alegato en favor de la independencia y la libertad social de la mujer. Para completar el panorama se atreve, incluso, a atacar a los estamentos superiores de la iglesia y a los estados que consienten tal salvajada.  

El lenguaje de Sab se empapa de poesía, perfecto para elevar los sentimientos poéticos de los personajes. Sab es un esclavo mulato que cae rendido de amor por su señora y dueña (literal en este caso). El joven, a pesar de estar en inferioridad social, se sabe merecedor de este amor por sus valores espirituales y morales.  

La extraordinaria novedad de la novela de Avellaneda consistía en proclamar la igualdad de todos los seres humanos, sin distinción de razas ni clases, mediante el sentimiento.  

Carmen Bravo-Villasante 

En definitiva, las obras de Gertrudis Gómez de Avellaneda, aparte de su indudable calidad literaria, se adelantan a los temas sociales de su tiempo: a una actitud anti-esclavista y, por tanto, anticolonial a la par que propaga los incipientes derechos de la mujer. Estos se centran, especialmente, en la libertad para amar a quien se elija (tema romántico por excelencia) sin imposición social. Aún quedaría más de un siglo para que los mismos se materializaran (al menos sobre el papel) en buena parte del mundo occidental. En el volumen de sus obras completas publicadas en 1873 falta Sab. La artista, a pesar de todo, aún no era capaz de defender ante la sociedad que la acogió novela de tal calibre revolucionario. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) fue una de las más famosas escritoras del Romanticismo en España y en Latinoamerica. Conoció el éxito en vida y, al parecer, hacía gala de una personalidad arrolladora adornada, además, con una amplia cultura y belleza física. Destacó en todos los géneros y, a pesar de ello, no ha sido hasta las últimas décadas cuando sus obras han ocupado el reconocimiento que se merecen, más allá de las cuantas líneas con las que se despachaban por la historiografía más tradicionalista. Por si todo esto no fuera poco, su novela Sab (1841) es la primera calificada como anti-esclavista y en ella se aboga por la igualdad de todos y cada uno de los miembros de la raza humana. A pesar de que no es tan conocida como La Cabaña del Tío Tom (1851-1852), la de la Avellaneda (que así también es conocida la escritora) es anterior y sirvió como hipotexto a la obra de Herriet Beecherr Stowe (1811-1896). 

Biografía de Gertrudis Gómez de Avellaneda 

Primeros años y llegada a Madrid 

Nace en Cuba en 1814 de padre español alto funcionario de la administración y de madre perteneciente a las familias adineradas de las islas. Recibe una esmerada instrucción a pesar de que su padre fallece en 1823. La matriarca se vuelve a casar y de estas nuevas nupcias la escritora tiene tres hermanos más. Sin embargo, tanto en vida como en muerte (ya que están enterrados juntos) solo tiene buena relación con su hermano (de doble vínculo) Manuel. Ya desde niña muestra interés por las letras y cualquier avatar vital lo convierte en un hermoso poema. En 1836, tras pasar por Burdeos, La Coruña y Sevilla recala en Madrid donde se le abren las puertas de la corte y de las tertulias literarias. Nada más llegar se le reconoció su talento y comenzó a publicar.  

Alrededor de 1844 entabla una tortuosa relación con Gabriel García Tassara (que estaba casado) y se queda embarazada del poeta. De esta unión nace una niña enferma que muere a los pocos meses sin que su progenitor se dignara siquiera a conocerla, no ya a reconocerla. Gertrudis Gómez de Avellaneda se viene abajo al verse madre soltera en el Madrid decimonónico y viendo peligrar su carrera artística, extremo que afortunadamente no sucedió ya que ese mismo año (1845) gana dos premios literarios. De esta época son unas sentidas cartas al padre de su hija en el que le reprocha no haberse dignado a conocer a la pequeña. De su carácter fogoso y de esta relación tóxica se alimentan sus ideas feministas proponiendo en sus novelas el divorcio si la convivencia se hace desdichada, extremo revolucionario casi para los parámetros de la época. 

Época de madurez 

Un año después, en 1846, se casa con Pedro Sabater, aunque el flamante esposo (enfermo de una dolencia de garganta) la acompañará poco tiempo. En busca de mejores médicos viajan hasta París, pero, desafortunadamente, muere en Burdeos. La escritora, que sostuvo en brazos a su marido mientras exhalaba el último suspiro, se recluye en la Congregación La Sagrada Familia de Burdeos afianzando una espiritualidad que no le abandonará jamás. Aunque en 1853 se le ofreció un sillón de la Academia de la Lengua, el machismo imperante en España no permitió que una mujer ocupara tal honor hasta bien entrado el siglo XX. Y para entonces Gertrudis Gómez de Avellaneda no estaba en este mundo.  

Se vuelve a casar en 1856 y en 1859 los cónyuges viajan a Cuba donde fue recibida casi como una heroína. Enviuda de nuevo en 1864 y tras pasar por Nueva York, Londres y París recala en Sevilla. Muere en Madrid en 1873 y está enterrada junto con su hermano, la esposa de este y su último marido en el Cementerio de San Fernando de Sevilla.  

Obras de Gertrudis Gómez de Avellaneda 

La crítica es unánime a la hora de alabar y catalogar la obra de la escritora como una de las más señeras del Romanticismo literario. Cultivó todos los géneros y prácticamente toda su producción hace gala de una gran calidad. En todas ellas se eleva el amor como bien supremo, se promulga la igualdad de todos los miembros de la raza humana y se hace abanderada de un incipiente feminismo. 

1.- Poemas

Se publicaron por primera vez en 1841 y en una segunda edición aumentada en 1851. Si bien el amor y las pasiones eran temas recurrentes y básicos en el Romanticismo, la artista fue capaz de plasmar un sutil y refinado erotismo que los hacen únicos. La pérdida y la nostalgia también son vehículos de un poesía lírica altamente brillante y rítmica. Además de esta línea temática también cultivó versos de línea religiosa y tampoco quedan atrás sus poemas de tono irónico en los que no tiene empacho en poner en evidencia el lado oscuro de la raza humana. Tuvo preferencia por el verso de arte mayor (dodecasílabo y el rarísimo en castellano de dieciséis sílabas).  Sin ánimo de ser exhaustivos, algunos poemas de Gertrudis Gómez de Avellaneda son: 

  • Elegías
  • A él
  • Amor y orgullo
  • Soledades del alma
  • La juventud
  • A la Ascensión
  • Cuartetos escritos en un cementerio 
  • La Cruz
  • Plegaria a la Virgen
  • La venganza 
  • Dedicación de la lira a Dios 

2.- Obras para teatro

Son tres: Alfonso Munio (1844), Sául (1849) y Baltasar (1858). Este último título gira en torno a la figura del rey babilonio Baltasar que se resbala hacia el nihilismo cuando le ha abandonado el gusto por el disfrute de los placeres. La escritora (recordemos que tenía profundos sentimientos religiosos) se posiciona en contra de un hedonismo estéril que no sirve para el crecimiento espiritual. Baltasar despierta de este letargo depresivo cuando una esclava lo rechaza y lo confronta con su ética. Críticos hay que ponen la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda en relación con La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca.  

El drama es una apoteosis del cristianismo, de la fuerza de la virtud, del orgullo altivo, de la libertad y de la dignidad del individuo y su noble independencia. El tema podrá ser de Byron, ya que escribió una obra con el mismo nombre, pero el espíritu es de Calderón y españolísimo. 

Carmen Bravo-Villasante

3.- Novelas de Gertrudis Gómez de Avellaneda 

Tenemos cuatro títulos: 

3.1.- Sab (1841) que analizamos un poco más adelante.

3.2.- Espatolino (1844) nos cuenta el deseo de redención de un bandido italiano guiado por el amor. Tiene un final trágico ya que es apresado y ajusticiado. 

3.3.- Guatimozín (1846) está ambientada en la conquista de México comandada por Hernán Cortés. En ella asistimos a los amores entre Tecuixpa (india) y Velázquez de León en el bando europeo. El trasfondo filosófico y espiritual de la novela se adoba con la triste leyenda negra española

3.4.- El cacique de Turmequé (1854). 

Sab de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la primera novela anti esclavista de la historia 

Ha sido señalada no solo como el antecedente de la famosísima La Cabaña del Tío Tom sino también como uno de los primeros escritos en los que se reivindican los derechos humanos básicos. En ella, la autora se posiciona del bando anti-esclavista a la par que hace un alegato en favor de la independencia y la libertad social de la mujer. Para completar el panorama se atreve, incluso, a atacar a los estamentos superiores de la iglesia y a los estados que consienten tal salvajada.  

El lenguaje de Sab se empapa de poesía, perfecto para elevar los sentimientos poéticos de los personajes. Sab es un esclavo mulato que cae rendido de amor por su señora y dueña (literal en este caso). El joven, a pesar de estar en inferioridad social, se sabe merecedor de este amor por sus valores espirituales y morales.  

La extraordinaria novedad de la novela de Avellaneda consistía en proclamar la igualdad de todos los seres humanos, sin distinción de razas ni clases, mediante el sentimiento.  

Carmen Bravo-Villasante 

En definitiva, las obras de Gertrudis Gómez de Avellaneda, aparte de su indudable calidad literaria, se adelantan a los temas sociales de su tiempo: a una actitud anti-esclavista y, por tanto, anticolonial a la par que propaga los incipientes derechos de la mujer. Estos se centran, especialmente, en la libertad para amar a quien se elija (tema romántico por excelencia) sin imposición social. Aún quedaría más de un siglo para que los mismos se materializaran (al menos sobre el papel) en buena parte del mundo occidental. En el volumen de sus obras completas publicadas en 1873 falta Sab. La artista, a pesar de todo, aún no era capaz de defender ante la sociedad que la acogió novela de tal calibre revolucionario. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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