Los signos de puntuación (coma, punto y coma, dos puntos, etc.) son elementos imprescindibles dentro del texto. Sus funciones consisten en facilitar la lectura aportando pausas; reducir ambigüedades y estructurar el sentido semántico del mensaje. El punto señala una pausa superior. Detrás de un punto siempre se escribe mayúscula. El punto delimita el significado de frases, oraciones, párrafos y mensajes completos.
Los tipos de puntos y sus usos
Existen tres tipos de puntos:
1.- Punto y seguido, que delimita pausas dentro de un párrafo.
2.- Punto y aparte, usado cuando se dividen dos párrafos con ideas distintas. Después de insertar este tipo de punto se escribe una línea aparte y, por supuesto, en mayúscula.
3.- Punto final es el que se utiliza para cerrar un texto.
Otros usos del punto
Hay que colocar un punto en las abreviaturas tipo Excmo. V.º B.º o D.ª siempre delante del superíndice o voladito cuando se usa esta grafía.
Usos incorrectos del punto
No se utilizará en los siguientes casos:
1.- En las siglas o acrónimos tipo RENFE, PIB, ONG.
2.- En las unidades de medida (m, km o g) ya que estas son símbolos.
3.- Según el Libro de estilo de la Unión Europea, tampoco lleva punto las cifras numéricas de varios dígitos (10 000 o 100 000) ni los años (1968, 2023 o 1492) ni los números de teléfono.
4.- Tampoco se coloca punto detrás de los títulos y subtítulos de libros, capítulos o artículos de libros o revistas.
5.- No llevan punto (ni delante ni detrás) cuando usamos interrogaciones y exclamaciones.
6.- Tampoco llevan punto los títulos que van dentro de gráficos o cuadros ilustrativos.
7.- No insertaremos punto y final en los eslóganes publicitarios. Sin embargo, dependiendo del equipo creativo, sí pueden llevar cualquier otro signo ortográfico dentro del cuerpo de texto.
Ejemplos de punto y seguido
La casa entró en un torbellino de actividad y de peleas. El aire parecía irrespirable y hasta los pájaros se callaron en sus jaulas. Los sirvientes corrían bajo las órdenes de ese patrón ansioso y brusco que no admitía demoras para hacer cumplir sus deseos. Clara continuó haciendo la misma vida, ignorando a su marido y negándose a dirigirle la palabra.
Isabel Allende: La casa de los espíritus
Se iniciaba ya el otoño. Los árboles de la ciudad comenzaban a acusar la ofensiva de la estación. Por las calles había hojas amarillas que el viento, a ratos, levantaba del suelo haciéndolas girar en confusos remolinos. Hicimos el camino en la última carretela descubierta que quedaba en la ciudad.
Miguel Delibes: La sombra del ciprés es alargada
Empezaba a caer la tarde y las piedras de los edificios se doraban despacio, como una carne. Emilio me contó la leyenda de dos puertas de aquellos edificios y se jactaba de estas historia como de viejas glorias de familia. Íbamos a paso perezoso deteniéndonos mucho. Por la calle de la catedral unos niños se disputaban en el suelo a mordiscos y patadas un pedazo de hielo que había caído de una camioneta.
Carmen Martín Gaite: Entre visillos
No sé cuántos días y noches rodaron sobre mí. Doloroso, incapaz de recuperar el abrigo de las cavernas, desnudo en la ignorada arena, dejé que la luna y el sol jugaran con mi aciago destino. Los trogloditas, infantiles en la barbarie, no me ayudaron a sobrevivir o a morir. En vano les rogué que me dieran muerte. Un día, con el filo de un pedernal rompí mis ligaduras.
Jorge Luis Borges: “El inmortal” en El Aleph
Ejemplos de punto y aparte
No fui a la universidad por la mañana, poseída por la estúpida tozudez de no ver a Ena, aunque a cada hora que pasaba se me hacía más penoso estar enfadada con mi amiga y recordaba sus mejores cualidades y su cariño sincero por mí. El único espontáneo y desinteresado que yo había encontrado hasta entonces.
Por la tarde vino a buscarme Gerardo. Le reconocí porque esperaba delante de la portería de casa, e inmediatamente se volvió hacia mí, sin sacar las manos de los bolsillos, según su costumbre. Sus gruesas facciones se habían borrado de mi memoria por completo. Ahora no llevaba ni gabán ni sombrero.
Carmen Laforet: Nada
Los hijos del Conde Olar heredaron la extraordinaria fuerza física, los ojos grises, el áspero cabello rojinegro y la humillante cortedad de piernas de su padre.
Sikrosio, el primogénito, tenía más rojo el pelo, también eran mayores su fuerza y corpulencia, su destreza con la espada y su osadía. Por contra, de entre todos ellos, resultó el peor jinete, precisamente por culpa de aquellas piernas cortas, gruesas y ligeramente zambas que algunos -bien que a su espada- tildaban de patas. Si hubo algún incauto o malintencionado que se atrevió a insinuarlo en su presencia, no deseó, o no pudo, repetirlo jamás.
Desde temprana edad, Sikrosio dejó bien sentado que no se trataba de una criatura tímida, paciente, ni escrupulosa en el trato con sus semejantes.
Ana María Matute: Olvidado Rey Gudú
En un país de casas blancas y jardines de rosas vivía una niña. Ella no lo sabía, pero era una princesa. Era la niña guapa como las estrellas y dulce como el algodón de azúcar.
La niña vivía feliz junto a su madre pero un buen día una pregunta en su corazón.
Candela Vizcaíno: El Bosque de las Respuestas
Un sublime ejemplo de punto final
Y se retiró de la ventana violentamente, porque sabía que iba a llorar y no quería que la Uca-uca le viese. Y cuando empezó a vestirse le invadió una sensación muy vívida y clara de que tomaba un camino distinto del que el Señor le había marcado. Y lloró, al fin.
Miguel Delibes: El camino
Y, por último, hay que tener en cuenta siempre que, cuando se cierra una frase con corchetes o paréntesis, el punto va fuera de este tipo de signo ortográfico.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla