Tipos de fuentes de información

Tipos de fuentes de información

Tipos de fuentes de información

Candela Vizcaíno

 

Las fuentes de información en periodismo (escrito, online, radio o TV) son los suministradores o confirmadores de aquello que sucede. De ellas proceden el conocimiento fehaciente y verdadero imprescindible para desarrollar una nota periodística. Sin fuentes no podemos hacer periodismo, ya que nos estaríamos inventando un relato y, por tanto, creando ficción.  

Es, por otra parte, difícil sustraerse a las realidades que son el motor del mundo (el poder, la economía, el mercado). Más aún, cuando la información periodística se encuentra siempre bajo la tiranía del tiempo y cuando siempre depende de quien la proporciona. Los factores tiempo y espacio se manifiestan aún más en los medios audiovisuales, en los que la noticia de inmediata actualidad (y, por ello mismo, en muchas ocasiones, poco elaborada) ha de competir con el infoentretenimiento, las declaraciones políticas, la propaganda y la publicidad. Tampoco debemos dejar de señalar que el omnipresente Internet, en palabras de Tom Wolfe, «El Periodismo Canalla y otros artículos», solo cumple la función de acelerar la búsqueda y difusión de la información. Pero esta facilidad de acceso a múltiples fuentes de información en cualquier lugar del mundo y en tiempo casi real, aunque útil en determinados hechos noticiables, no garantiza la verosimilitud de lo informado y no excluye su utilización como un elemento más de propaganda. 

Yolanda Martínez Solana: La comunicación institucional. Análisis de sus problemas y soluciones

 

¿Cómo debemos enfrentarnos a las fuentes? 

Las fuentes pueden ser oficiales, entresacadas de datos en Internet, de organismos oficiales, de agencias de noticias… El periodista debe ser escrupuloso en el manejo de las fuentes, ya que hay que distinguir entre la realidad y la manipulación e, incluso, entre la publicidad y la propaganda. El periodista nunca puede ser un mero transmisor de lo que se dice sin someterlo a crítica. Si así lo hiciera, despreciará su profesión al repetir como un papagayo lo que se le ofrece. Por eso es imprescindible tener espíritu crítico sin perder nunca de vista la objetividad. 

Resumiendo y reduciendo mucho hay que enfrentarse a las fuentes con espíritu crítico, con afán de búsqueda de la verdad, con criterio para crear un texto propio sin perder de vista la objetividad, con dotes de investigación y movidos por la curiosidad, con independencia y con ecuanimidad. 

Tipos de fuentes de información  

1.- Primarias. Son las personas que han sido testigos o actores de un hecho y que el periodista interroga para conocer la verdad de lo acontecido. 

2.- Institucionales. Estas fuentes de información están formadas por comunicados procedentes de la administración, empresas o entes oficiales. 

3.- Gubernamentales. Son las que se ofrecen en forma de nota de prensa o de rueda de prensa (con o sin preguntas) por parte de los distintos gobiernos. 

4.- Expertos independientes. A ellos se recurren para que aporten su experiencia. En este sentido, cuando se trasladan las frases textuales de estas personas, estas siempre deben ir con comillas para distinguirlas claramente de la nota periodística en sí. Ni que decir tiene que en este tipo de fuentes de información se debe reseñar la procedencia y presentar al lector el experto con unas pequeñas frases de su trayectoria y talento. Nunca debe confundirse con una entrevista, aunque esta pueda servir de base para un artículo posterior. 

5.- Fuentes documentales escritas, orales audiovisuales u online. Pueden estar publicadas o no. En este apartado también se incluyen los datos (que pueden consultarse vía Internet) que se publican por la administración sobre distintos aspectos. 

6.- Agencias de noticias. Han recogido los hechos directamente y los presentan a la prensa a manera de intermediarios. 

 

Cómo manejar los distintos tipos de fuentes de información en el periodismo  

También de manera esquemática, como en el párrafo anterior, tenemos a modo de resumen:  

1.- El profesional de la comunicación siempre debe tener en cuenta que aquello que publica tiene consecuencias para la sociedad o para un grupo concreto de personas. Por eso, hay que evaluar con criterio propio la veracidad de las fuentes, su procedencia y la posibilidad de estar siendo manipulados. 

2.- Un buen periodista es inteligente. Conoce el alma humana. Se para un poco, hace preguntas, se cuestiona y tiene como objetivo siempre la imparcialidad. 

3.- Hay que preguntarse por la calidad de la información y contrastarla incluso cuando estemos tratando con expertos. También hay que ser cuidadosos para no dar una sola voz amplificando opiniones o intereses comerciales. 

4.- Las preguntas son las herramientas del comunicador, incluso (o más) cuando se hacen a uno mismo. ¿Está diciendo la verdad? ¿Es parte interesada? ¿Es una persona cuyas palabras y criterios han de tenerse en cuenta?

5.- Un periodista nunca debe tomar parte, uno de los males de los medios de comunicación actuales.  

Términos utilizados para identificar las fuentes de información 

 

— «On the record», cuando todo es público. 

— «Not for atribution», cuando no se puede, por las razones que sean, publicar el origen de la fuente. 

— «Background» es la información de referencia cuya única finalidad es orientar. 

— «Off the record» se refiere a la información confidencial que hay que manejar con cuidado y definir los límites entre lo que puede publicarse y lo que puede constituir un delito. 

 

Y, por último, hay que distinguir estos tipos de fuentes de información de la denominada filtración y, por supuesto, de la intoxicación informativa. La primera puede ser intencionada o con fines poco claros. Aún así, el periodista está llamado a manejar estos datos con especial cuidado puesto que pueden volverse en su contra. En el caso de la desinformación o intoxicación informativa (máxime cuando es intencionada) no hay nada más que decir, ya que el supuesto profesional que se presta a ello no merece el noble título de comunicador, tarea esencial para el bien común. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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