Hablar en público, ya sea para desarrollar una conferencia, dar clases o defender un proyecto empresarial es una tarea tan compleja que, incluso, interviene de por medio, miedos y nervios, que, en último extremo, pueden arruinar la exposición. Para que el objetivo llegue al mejor puerto posible, existe una serie de técnicas para hablar en público que ayudan a afrontar este reto con determinación.
Técnicas para hablar en público
A.- Prepara el discurso
Y no solo se trata de escribir lo que vayas a decir (que también) sino de analizar a qué te enfrentas. Como norma general debes responder a las siguientes cuatro preguntas.
—¿Quién es el público objetivo? No es lo mismo defender una conferencia sobre un descubrimiento ante un aforo entendido que dar una opinión en una reunión de trabajo más o menos informal.
—¿Qué vas a decir? Ni que decir tiene que si estás buscando técnicas para hablar en público en Internet no quieres enfrentarte a la improvisación. Es más, ni siquiera los oradores más duchos y curtidos hacen tal cosa. Antes de ponerte a escribir y, por supuesto, a hablar, debes tener en mente qué quieres decir.
—¿Cuáles son los objetivos? Si el fin es comunicar una noticia escueta sin más preguntas, la preparación será distinta a si se trata de exponer un nuevo proyecto empresarial en el que necesitemos, por poner un caso, levantar una importante ronda de financiación.
—¿Cuándo y dónde vas a realizar la exposición? Tampoco es lo mismo una conferencia ante un público entendido que, además, está siendo grabada que una presentación de un libro en un local de un pueblo.
Estos cuatro extremos deben estar plenamente presentes, ya sea por escrito o mentalmente, a la hora de construir el discurso. Es más, deben ser consecuentes de principio a fin. De nada sirve que, esquemáticamente, organices una conferencia impecable, si, a lo largo de su ejecución, pierdes el norte de estos cuatro pilares.
B.- Organiza el discurso
Y escríbelo cuantas veces sean necesarias. Sin embargo, para no enredarte mucho y que el trabajo no cunda, es mejor optimizar el tiempo siguiendo este guion. Todo tiene que estar organizado. Así que lo más eficiente es:
— Anunciar el tema de forma clara
En la apertura del acto es muy importante manejar los tipos de comunicación no verbal para que la primera impresión sea lo más favorable posible al conferenciante. En este apartado no hay que olvidarse de saludar (aunque parezca mentira es más frecuente de lo que pueda parecer), dirigirse amablemente y educadamente a la audiencia y presentarse sin desgranar nuestro CV al detalle. La sencillez y la humildad (aunque estemos en la posición del sabio) es el camino más directo hacia el éxito.
El discurso se puede abrir con una frase célebre, con una cita o con una noticia de actualidad que se refiera al tema que se va a tratar. Así se predispone a la audiencia a participar de una manera emocional y, de una forma u otra, se crea un pequeño vínculo que ayuda a la coparticipación. Así, si queremos hablar sobre el mal, el egoísmo o la desafección de la sociedad contemporánea, por poner un caso, es efectivo referirse a los filósofos antiguos o a personas de autoridad. Es fácil comenzar anotando “decía…” que… y pongo un ejemplo.
Nuestra generación tendrá que arrepentirse, no tanto de las malas acciones de la gente perversa, como del pasmoso silencio de la gente buena.
Martin Luther King
Con esta introducción nos aseguramos una conexión con el público ya que nadie quiere estar en el grupo de «los malos». Inconscientemente, es más fácil la atención para no caer en esa etiqueta personal que, de entrada, se ha rechazado. Otras fórmulas que funcionan es contar una anécdota personal (dependiendo del auditorio) o lanzando al aire una pregunta retórica que no necesita contestación. Volviendo al ejemplo anterior: «¿Acaso queremos llevar nuestra vida como los malvados de la historia?».
— Desarrollar la alocución de manera escueta sin perderse en divagaciones
Para el cuerpo del discurso hay que alejarse de lo inconsciente emocional y centrarse en lo racional focalizando sin divagaciones aquello que queremos decir. Debemos exponer una estructura oral (aunque nos apoyemos en lo escrito) que no nos desvíe de nuestra tesis, exposición o disertación sin perdernos por las ramas ejemplificando (únicamente lo necesario) o introduciendo anécdotas que poco o nada aporten al tema principal. La oratoria debe ser clara, sencilla, concisa e, incluso, sin miedo a apelar al público. Eso sí, esto último debe hacerse con moderación e inteligencia. De lo contrario, nosotros mismos podemos dar pie a interrupciones que desbaraten toda la estrategia.
Primero, hay que realizar un guion y, después, completar cada apartado. Como garantía de éxito es mejor llevarlo escrito con distintos tipos de letra para no perdernos y que los párrafos, las negritas o mayúsculas nos ayuden en la exposición. Aunque nos apoyemos en la lectura, las técnicas para hablar en público aquí expuestas serán papel mojado si leemos como un papagayo, sin soltura o sin mirar a la audiencia. El escrito, el documento, el guion que llevemos debe ser una ayuda, una guía o un mapa, nada más. Por eso, no tengas empacho en leerlo todas las veces que sea en casa, en ensayar, en estudiarlo, en memorizarlo, en ponerte en las veces del conferenciante e, incluso, preparar con antelación los movimientos corporales que van a acompañar a la alocución. Así llegarás con la seguridad necesaria para que el evento sea todo un éxito.
— Cerrar el discurso a modo de conclusión
Aquí tenemos que derrochar raudales de ingenio puesto que será con lo que se quede la mayoría de los oyentes. Es el momento para una pizca de humor, para una nueva anécdota, para dar respuesta a la pregunta retórica del inicio: «Por supuesto, no queremos formar parte del grupo de los malvados, pero tampoco de los indolentes o de los cobardes». También, es la oportunidad para condensar la exposición en una cuantas frases (cuatro o cinco no más) que estén bien diseñadas y condensadas en su mensaje. Y también será la hora de abrir el turno de preguntas, siempre y cuando estemos auxiliados por un moderador.
En cada una de estas etapas puedes ir escribiendo qué quieres ir diciendo, qué quieres aportar, qué vas a decir. Ten en cuenta que el cuerpo del desarrollo debe ocupar los 3/5 del tiempo y este tiene que ser claro, conciso, sin titubeos y con empoderamiento. Es importante gestionar el tiempo, ni terminar demasiado pronto ni hacer interminable la exposición. Y, por último, hay que huir de los tópicos, de las frases hechas, del amaneramiento y del barroquismo. Una garantía de éxito es utilizar el humor en dosis contenidas, siempre y cuando se haga con cabeza, soltura y confianza. Si eres una persona seria o no pasas por tu mejor momento emocional, no fuerces la comunicación. Reitero: las técnicas para hablar en público con éxito son más fáciles si todo se lleva con sencillez, orden y pulcritud.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla