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Teatro isabelino | características y autores más allá de Shakespeare

Teatro isabelino

Teatro isabelino

Candela Vizcaíno

 

El teatro isabelino se desarrolla en Inglaterra a partir de 1570 con el reinado de Isabel I (1533-1603), continúa en el reinado de Jacobo I (1566-1625) y termina abruptamente en 1642 tras una prohibición del pujante sector puritano. Si bien su más alta cima es William Shakespeare (1564-1616), las obras de un buen puñado de autores tuvieron una fuerte aceptación por parte del público llegando a levantarse títulos que están en el cenit de la literatura inglesa y de la universal de todos los tiempos.  

Origen del teatro isabelino  

Tal cual sucedía en el resto de Europa, todas y cada una de las características del Renacimiento literario supusieron el cierre de los modelos medievales incentivándose, a la par, el género dramático más allá de las obras religiosas. Estas en su totalidad eran representadas en fechas especiales en los interiores des las iglesias como parte de la liturgia. Así, nada más comenzar el reinado de Isabel I una serie de autores comienzan a crear obras de diferentes líneas estilísticas. Por un lado, tenemos un teatro cortesano basado en la rica tradición de la cultura clásica. Y, por el otro, nos encontramos las grandes obras populares que tuvieron el favor de un público mayoritario.   

A este último tipo nos referimos cuando hablamos de teatro isabelino, ya que los otros dos están tan anclados en la tradición (religiosa, por un lado, y de la cultura grecolatina, por el otro) que poco aportan a la historia de la literatura. Si bien no siguen la tradición, este no surge de la nada y hay que tener en cuenta los siguientes aspectos que se encuentran en el origen del teatro isabelino.  

1.- Los modelos populares bebieron de la commedia dell’arte italiana y su gusto por las tramas de enredo, aunque las obras inglesas seguían un guión previamente escrito por un artista. Este llega, como sabemos, a su cenit con William Shakespeare y sus grandes obras universales. 

2.- Aparte de las formas de la commedia dell’arte, los autores también se basan en las tramas novelescas que llegaban desde las distintas ciudades-estado de Italia hasta Inglaterra. De hecho, la famosa Romeo y Julieta (por poner un solo ejemplo) tiene antecedentes en el Renacimiento italiano. 

3.- Inglaterra acababa de salir de un periodo de guerras civiles continuas en las que se ejercieron violencia extrema. Todo ello, así como el gusto por la historia, reunió material suficiente para levantar obras que eran del agrado del público, ya que, de alguna manera u otra, conocían las narraciones. Los grandes artistas, además, realizaron una labor educativa contribuyendo con sus textos a formar en valores morales y éticos a un público mayoritariamente sin instrucción.  

Características del teatro isabelino

1- En un principio, tal cual sucede con el teatro Barroco en España, no hay edificios para las representaciones como tal. Las obras se realizan en las plazas o en espacios abiertos. Sin embargo, en 1575 se publicó una normativa que logró lo contrario de lo que se pretendía. Se prohibía en Londres las representaciones. El ingenio se puso al servicio del arte y, a las afueras, se construyeron edificios específicos para tales menesteres. Nacen así los grandes nombres como El Cisne o El Globo. Estas construcciones actuaron a la manera de nuestros corrales de comedia, también perdidos en su mayoría. 

2.- Estos teatros tenían un formato circular con galerías de varios pisos donde se situaba el público. En el espacio central se colocaba el escenario sin ningún tipo de decorado. Este aspecto meramente material, de alguna manera u otra, influyó en el carácter de las obras. 

3.- Así, siguiendo el pacto de ficción, se dejaba a la imaginación del espectador el paisaje o emplazamiento donde se desarrollaba la obra. Al no tener que hacer cambios de tramoyas, se podían representar lugares y tiempos diversos con mucha facilidad.

4.- Y llegamos a una de las características del teatro isabelino más evidentes: la falta de unidad de las llamadas reglas clásicas. Hay variedad de tiempos y de lugares. Además, en demasiadas ocasiones, no se atiene a la estructura de los géneros mezclándose la tragedia con la comedia.

5.- Tampoco hay unidad de estilo y en un mismo texto nos encontramos la prosa mezclada con el verso, lo grave con lo cómico, lo profano con lo más elevado espiritualmente. 

6.- Siguiendo los modelos de la commedia dell’arte de la que beben los formatos teatrales de todo Europa, hay un gusto por el enredo, la acción, el movimiento y la emoción desbordada. Se buscaba complacer al público mayoritario que acudía al teatro como una forma de evasión y demandaba este tipo de trama. De alguna manera u otra, a este formato pertenecen las obras de Lope de Vega encuadradas en la comedia y buena parte de los títulos del Barroco español. 

Géneros del teatro isabelino 

1.- Comedia mayoritariamente siguiendo la temática de enredo, con temas y fórmulas procedentes de la novela pastoril, de los relatos fantásticos, de aventuras… 

2.- Tragedia donde se llegaron a las mayores cotas de calidad estilística. En ellas se narran grandes conflictos de intereses normalmente entre familias o clanes. La venganza, el odio, los celos y los sentimientos encontrados se dan cita magistralmente en estas obras. Tanto es así que  el teatro isabelino en este aspecto alumbró obras que hoy se encuentran en la cúspide de la literatura universal: Hamlet, Macbeth, El Rey Lear, Otelo… 

3.- Tragicomedias en el que todos los temas se mezclan siendo difícil discernir si es más importante lo grave y serio que lo chistoso o gracioso. 

4.- Obras de tema histórico que pueden pertenecer a alguna de las categorías temáticas anteriores aunque abundaron entre las tragedias. 

… los grandes dramaturgos sabrán elevar estos dramas a una auténtica reflexión histórica y política, ejerciendo así un notable papel en la educación de la conciencia popular.

Fernando Lázaro Carreter

Autores del teatro isabelino  

A modo de somera enumeración tenemos: 

1.- Thomas Kyd (1558-1594) quien realizó un primer Hamlet y es conocido por Tragedia española, escrita en los años ochenta del siglo XVI. 

2.- Cristopher Marlowe (1564-1593) quien también puso la semilla para el Fausto en su Tragedia del Doctor Fausto. Impulsor del verso blanco, entre sus obras también destaca Dido, reina de Cartago, Eduardo II, El judío de Malta o Tamerlán el grande. También fue un consumado poeta en la línea de la lírica renacentista con preferencia por los temas pastoriles. 

3.- Ben Jonson (1572-1637) quien también sobresalió en las tragedias. Entre ellas hay que destacar Volpone, prototipo del ávaro. Fue también un consumado poeta y la historia anota una rivalidad con Shakespeare, aunque las aguas no llegaron al nivel alcanzado por los dos grandes contemporáneos españoles Cervantes versus Lope de Vega

4.- John Webster (1580-1633) con preferencia por los temas históricos como Lady Jane, La caída del César, Appio y Virginia o La duquesa de Amalfi. Entre sus comedias destacan Cómo curar a un cornudo. 

5.- John Fletcher (1579-1625) cuyo éxito llegó con el reinado de Jacobo I (1567-1625)

6.- John Ford (1586-1640) cuya obra Lástima que sea una puta de 1626 ha sido llevada incluso al cine. Otros títulos del mismo autor son El corazón roto, El sacrificio del amor, Juicio de una dama, o El corazón lacerado. 

William Shakespeare (1564-1616), el genio que hay que poner aparte

Poco se sabe de quien, con toda probabilidad, sea el mayor artífice de las letras inglesas. Era hijo de un próspero comerciante de Stratford-von-Avon. Sus estudios fueron los elementales y su formación literaria totalmente autodidacta. Siendo muy joven se marchó a Londres con el fin de poder ser actor. Llegó hasta el Teatro del Globo donde se desempeñó como mozo de caballos hasta que pudo debutar en las tablas y como escritor. Gracias a la protección de Lord Chambelán   (y a su talento) consigue un gran éxito  (tanto que llega a ser propietario de El Globo), el favor del público y una gran fortuna. Murió en su localidad natal donde se retiró para descansar.  

Entre su producción no solo se encuentra lo mejor de lo mejor del teatro isabelino sino tipos universales que han traspasado todas las brumas del tiempo. Si bien El Rey Lear ha sido adaptada a todos los formatos posibles, son Macbeth y Hamlet los personajes que han roto todos los techos posibles. Romeo y Julieta, El sueño de una noche de verano, La fierecilla domada, Otelo, Julio César, Antonio y Cleopatra… son títulos imprescindibles no solo de su repertorio o del teatro isabelino sino de la literatura de todos los tiempos. Tanto es así que, por supuesto, merece estudio aparte más allá de situarlo en la corriente estilística a la que pertenece.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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