Poesía social en España

Poesía social en España

Poesía social en España

Candela Vizcaíno

La poesía social en España surge en la década de los cuarenta del siglo XX en un intento por incorporar a la literatura los sentimientos colectivos de una población sumida en un profundo abatimiento social, económico y espiritual. Tras la Guerra Civil Española, la tónica general es la desesperanza más absoluta que se unía a los graves problemas del día a día. De todo esto se hace eco la poesía social sin estar adscrita, como veremos, a una corriente política concreta.  

Características de la poesía social  

1.- Es un modelo lírico que, aunque tiene sus representantes, no forma un grupo homogéneo. Es más, los distintos poetas entran y salen constantemente de esta fórmula.

2.- Más que la intención de denuncia de las innumerables injusticias de la época, aspira a describir de manera objetiva y sin implicarse. Es la misma técnica utilizada por el naturalismo literario a finales del siglo XIX. 

3.- Choca con la elite cultural del momento ya que la poesía social es considerada sin gusto y falta de refinamiento. Sin embargo, con la debida distancia, estos poemas se leen al día de hoy con una clara sencillez y con una acertada descripción del alma humana. 

4.- Aunque se corre el riesgo de adscribirla a las ideologías de izquierdas, participaron poetas de todas las ideologías, incluso sobresalen aquellos con fuertes sentimientos religiosos. No puede calificarse ni de civil ni de política. Sí comparte fundamentos con el existencialismo. De hecho, buena parte de sus creadores se inspiran en la obra de Miguel de Unamuno y su particular visión del alma humana y de dios. 

5.- El poeta describe la realidad y pretende dejar constancia de los hechos para que el lector se involucre de forma asertiva. 

6.- El yo queda, a veces, aparcado en favor de los otros.  Y cuando se recurre a lo personal es para asemejarse a lo colectivo. 

7.- Aunque está acotada a la década de los cuarenta, algunos de sus representantes (tal cual es el caso de Blas de Otero) continuaron trabajando este formato incluso en los sesenta, cuando la realidad en España era esencialmente distinta. 

8.- La poesía social pretendía, en definitiva, reflejar una realidad gris, triste, desesperanzada y agónica. La misma que caracteriza en España los difíciles años de la década de los cuarenta y principios de los cincuenta.   

Lo social -término neutro y ya casi académico- no es en realidad más que un eufemismo para designar esa mezcla de indignación, asco y vergüenza que uno experimenta ante la realidad en la que vive. El poeta, como cualquier otro hombre de hoy, se encuentra inmerso en esa situación que clama al cielo, y responde a ella -es el poeta social- en la medida en que, por auténtico, desposa esa circunstancia y se hace cargo de ella con todas sus consecuencias.  

Gabriel Celaya: Poesía y verdad (1959)  

Representantes 

1.- Ángela Figuera Aymerich (1902-1984), con un lenguaje sencillo, se solidariza con ese estrato olvidado de la población que renuncia a la trascendencia en un afán por sobrevivir en el día a día. Un bonito ejemplo de su obra es el siguiente:  

Son de cal y salmuera. 

Viejas ya desde siempre.

Armadura oxidada con relleno de escombros. 

Tienen duros los ojos como fría cellisca. 

Los cabellos marchitos como hierba pisada. 

Y un vinagre maligno les recorre las venas.  

2.- Eugenio de Nora (1923-2018) que ejerció también como crítico e investigador literario. 

3.- Dámaso Alonso (1898-1990) se considera el creador de este particular movimiento con su obra Hijos de la ira (1944). Su extensa obra, tanto en el plano creativo como en el de la investigación, excede el humilde propósito del artículo.

4.- Vicente Aleixandre (1898-1984), uno de los más insignes representantes de la Generación del 27, también tiene obra que puede encasillarse dentro de la poesía social. Su legado, olvidado durante las últimas décadas, está siendo recuperado en los últimos años. 

5.- Todos los poemas de Miguel Hernández (1910-1942) pueden catalogarse como poesía social a pesar de que murió mucho antes y que su obra no fue generalmente conocida hasta bien entrada la década de los sesenta. 

6.- Ramón de Garciasol (1913-1994).

7.- Victoriano Crémer (1906-2009).

8.- José Hierro (1922-2002).

9.- Gabriel Celaya (1911-1991) comienza en el surrealismo literario para abandonarlo por esta nueva fórmula. 

10.- Blas de Otero (1916-1979) que, por su importancia, le dedicamos una epígrafe individualizado a continuación. 

Blas de Otero y la poesía social 

La crítica ha dividido la producción del poeta bilbaíno en dos etapas. La primera llegaría hasta 1950 con la publicación de Ángel fieramente humano. En la siguiente hay que señalar dos de sus obras más importantes: Redoble de conciencia (1951) y Pido la paz y la palabra (1955). Los tres libros, por derecho propio, han entrado en el canon literario español.  

Si bien en la primera etapa encontramos todas las características de la poesía social, a partir de 1951, el poeta entra en la estela de los existencialistas. Su angustia se expresa de una forma personal utilizando fórmulas clásicas, incluso el soneto del que fue un indudable maestro. A partir de la década de los cincuenta, encontramos poemas de corte religioso, expresión de un dolor íntimo que no encuentra consuelo en el espíritu ni en la realidad. Sigue la línea, por tanto, de los grandes autores de la Generación del 98, desde Antonio Machado con su tono intimista, hasta el particular Unamuno. Es la poesía de Blas de Otero un canto a la soledad, cuando no a la desesperación sin llegar a esos ramalazos de ira que encontramos en los poetas del exilio (especialmente en Luis de Cernuda). Sin embargo, las características de la poesía social, a pesar de esta evolución, está presente en todos sus versos, en unos textos que están dirigidos a sus contemporáneos inmersos en una vida triste y gris.  

Y, por último, no se puede confundir la poesía social con aquella del exilio donde el dolor de la pérdida, la soledad y el sentimiento de derrota es la tónica. Buena parte de la producción de los poetas de la Generación del 27, a partir de la década de los cuarenta, se encuentran en esta clasificación. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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