La Atlántida es una isla imaginaria (aunque se busca incansablemente su emplazamiento desde el Renacimiento) descrita por Platón (427-347 a.C.) en su obra inacabada Critias o La Atlántida. Es uno de sus últimos diálogos basado en el relato del sofista Critias (460-403 a.C.), tío carnal del gran filósofo griego, quién además, lo tomó de una supuesta tradición oral recogida por Solón de Atenas (640 -559 a.C.) Era este uno de los Siete Sabios de Grecia quien, sin base historiográfica alguna para sostener esta hipótesis, recogió la descripción de unas perdidas estelas grabadas. Estas, supuestamente, se conservaban en Egipto y, al día de hoy, ni han podido ser recuperadas ni se han hallado trazas de restos. Así que con estos datos vamos por partes y desmenuzamos lo que se sabe de la Altántida, un auténtico paraíso sobre el planeta Tierra hundida en el mar por la soberbia de los hombres. Su historia acaeció, más o menos, sobre el sexto milenio antes de Cristo.
Origen y situación de la Atlántida de Platón
La Atlántida era una isla remota, emplazada más allá de las columnas de Hércules (esto es, Cádiz, en el extremo occidental de Europa). La isla estaba bajo la protección Poseidón, dios de los mares y allí vivían los hijos que había tenido con una mortal de nombre Clito. La Atlántida es descrita como un lugar de gran belleza en el que las altas montañas estaban rodeadas por un valle en el que se había construido (por obra humana) tres anillos concéntricos con canales de agua. Estos servían tanto para la defensa como para la irrigación de sus cultivos. De resultas de la protección de Poseidón y de las innovadoras obras de ingeniería acometidas en la isla, la Atlántida disponía de riquezas de todo tipo.
Además, estas estaban completados por un sistema de gobierno regido por sabios que se reunían cada cierto tiempo (cinco o siete años) para impartir justicia. Por los textos de Platón que nos han llegado sobre la Atlántida, al parecer, la corrupción y el nepotismo eran ajenos a la gobernanza de la isla.
Los habitantes habían adquirido riquezas en tal abundancia, como nunca sin duda antes de ellos ninguna casa real las poseyera semejantes y como ninguna las poseerá probablemente en el futuro… cosechan dos veces al año los productos de la tierra: en invierno utilizaban las aguas del cielo; en verano las que daba la tierra dirigiendo sus corrientes fuera de los canales.
Platón: La Atlántida o Critias
Y en el mismo texto Platón describe con todo lujo de detalle cómo se realizaban las reuniones que aportaban paz, prosperidad y justicia a la Atlántida.
Cuando llegaba la obscuridad y el fuego de los sacrificios se había enfriado, se vestían todos con unas túnicas muy bellas en azul obscuro y se sentaban en tierra, en las cenizas de su sacrificio sagrado. Entonces, por la noche, después de haber apagado todas las hogueras alrededor del santuario, juzgaban y eran juzgados, si alguno de entre ellos acusaba a otro de haber delinquido en algo. Hecha justicia, grababan las sentencias, al llegar el día sobre una tablilla de oro, que consagraban en memoria, lo mismo que sus ropas.
Platón: La Atlántida o Critias
Sin embargo, los atlantes (habitantes de este lugar paradisiaco cercano a la utopía) comenzaron a corromperse conforme se iba degradando la estirpe divina de Poseidón. Tanto fue así que se enfrascaron en una guerra que, según las versiones, fue con Grecia o con Egipto o con los pueblos orientales europeos. De resultas de esta confrontación y también de la ira de Poseidón (que castigó a sus descendientes por alejarse del buen juicio y del amor a las leyes) la Atlántida fue presa de un gran maremoto y todo el territorio, en cuestión de días, pereció hundido en el fondo del océano. Este, desde ese momento, fue bautizado con el nombre de Atlántico.
El mito de la Atlántida a lo largo de la historia
Si bien al día de hoy se celebran sesudos congresos y costosas expediciones arqueológicas en busca de este lugar mítico, no se ha podido encontrar rastro alguno de su existencia. Además, por el tono irónico (con una fuerte base política) del escrito de Platón, los investigadores serios (los que se atienen a la evidencia) entiende la Atlántida como una suerte de mito. Este viene a simbolizar el paraíso perdido o la tierra utópica donde la inteligencia, la razón y las virtudes son los pilares del gobierno y de la coexistencia social.
Sin embargo, la Atlántida de Platón ha dado para hacer correr ríos de tinta, especialmente a partir del Renacimiento, cuando se vuelve a la historia, la filosofía y la literatura griega o romana. A partir del siglo XV (con la ayuda de la imprenta) se difunde la cultura clásica y la Atlántida vuelve a ser objeto de ilusión de eruditos, poetas y artistas. Su fascinación continúa a lo largo de los siglos y llega casi incólume al siglo XXI, cuando la moderna arqueología saca a la luz los últimos restos ocultos de antiguas civilizaciones. Y la Atlántida lo es como la que más. Sin embargo, no se han encontrado trazas de su existencia.
En este orden de cosas, se ha llegado a apuntar que la Atlántida estaba situada en Creta. Y el relato parece responder a un suceso dramático confirmado por la biología y la geología, ya que la isla se vio afectada por los efectos de un volcán cuya erupción enfrió y oscureció el planeta al completo. Eso sucedió en el segundo milenio antes de Cristo. También se han realizado excavaciones en las Azores o en las Canarias intentando encontrar los vestigios de esta civilización perdida entre sus montañas de origen volcánico y rodeadas por mar. Por supuesto, no hay nada concluyente ni se han hallado siquiera restos de textos antiguos que, siendo más cercanos a la historia del lugar, avalaran, de alguna manera u otra, su existencia.
La Atlántida de Platón como mito de una edad de oro perdida
Me hago cargo del juicio y debemos aceptar que este emplazamiento hay que entenderlo en la órbita de los mitos, de los relatos que se pierden en la historia del tiempo y que intentan explicar el mundo y su origen. Hasta que no haya una prueba concluyente de su existencia, debemos entender la historia de esta tierra como un símbolo de la utopía. Esto es, de un no lugar perfecto regido por la justicia y la abundancia.
Así la Atlántida evoca el tema del Paraíso, el de la Edad de Oro, que se encuentra en todas las civilizaciones, sea al albor de la humanidad, sea a su término. Su originalidad simbólica entraña la idea de que el paraíso reside en la predominancia en nosotros de nuestra naturaleza divina.
Jean Chevalier: Diccionario de símbolos
Además, si nos atenemos a las definiciones de la moderna psicología, la Atlántida de Platón funciona como un auténtico arquetipo. Es ese lugar perfecto que funciona mientras está regido por las virtudes del buen hacer, de la justicia, de la laboriosidad y del ingenio. Cuando estos se olvidan llegan los vicios de la arrogancia del narcisista, la pereza o el afán de apropiación. Y todo esto abona el camino para su perdición. La Atlántida, además, no solo puede ser entendida, desde el punto de vista simbólico, como un modelo social pionero para las fórmulas de la república sino también como un espacio personal perfecto o ideal en el que, con agradecimiento, nunca perdamos la guía de una vida recta. Este emplazamiento mítico, por lo demás, está hoy más vivo que nunca y no solo por la multitud de estudios costosos que se realizan en su búsqueda sino también en forma de decorado de videojuegos, películas de cine, títulos literarios y cómics.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla