Leyenda del Gólem

La leyenda del Gólem

La leyenda del Gólem

Candela Vizcaíno

 

Aunque la leyenda del Gólem sitúa la acción en la Praga del siglo XVI, el personaje ya aparece en los libros medievales cabalísticos. Esto es, el Gólem (también escrito Golem o golem en minúsculas) es un auténtico arquetipo monstruoso procedente del folclore hebrero tradicional. Además, el vocablo ha dado nombre a una criptomoneda contemporánea, a un súper ordenador y a un videojuego. El Gólem es una creación humana, una escultura que, por medios mágicos, cobra vida revolviéndose contra su creador a pesar de que no está dotado ni de inteligencia ni de libertad. Es el símbolo perfecto de la soberbia y sus consecuencias en su afán por asemejarse a la creación divina. El Gólem de la tradición judía, además, advierte sobre los excesos narcisistas. Hoy también se toma, con sus matices, como un paralelo de la inteligencia artificial y los robots que pretenden sustituir lo mejor de la raza humana: el raciocinio, los sentimientos y la toma consciente de decisiones; los tres pilares básicos sobre los que se sostiene la libertad. 

La leyenda del Gólem de Praga 

Aunque el protagonista aparece incluso en relatos medievales apócrifos, el más conocido es el que sitúa la criatura en la Praga del rabino Judá Leví ben Betzalel. Es este un personaje real nacido en Polonia en 1520 y muerto en la actual capital de Chequia de 1609 donde ejerció como rabino con el sobrenombre de Rabbí Löw. En español aparece como Judá León. No hay constancia de que fuera capaz de crear un engendro como el descrito por la leyenda, pero ciertos hechos sí han sido confirmados por la historiografía contemporánea. Así, los mundos posibles de la ficción se enredan con la realidad complicándonos discernir dónde se encuentran las fronteras entre la invención y lo que realmente sucedió.  

Cuenta la leyenda que en tiempos de Rodolfo II (1552-1612) en la corte de Bohemia comenzaron a desaparecer algunos niños cristianos. En la versión más conocida es un solo niño. Poco faltó para que esta comunidad acusara a los judíos de secuestro y asesinato. El rey, para acallar las posibles revueltas, mandó encerrar a los hebreos en un gueto. Allí se encontraba el Rabbí Löw, conocedor de los secretos alquímicos, quien, para librar a su pueblo de esta injusticia y ayudado por otros tres o dos rabinos (depende de las fuentes), se dispuso a crear un Gólem. Con la arcilla del río Moldava crearon una escultura del tamaño de un niño de diez años y escribieron en su frente la palabra “guelem” que puede traducirse como materia viva o vida sin más. Allí, los dos o tres rabinos que acompañaban a Judá Leví realizaron sus conjuros cabalísticos moviéndose siete veces sobre la escultura hasta que ésta, como si hubiera recibido fuego, se puso roja. A continuación, el Rabbí Löw, alzando la Torá, realizó un último conjuro que insufló vida a la materia inerte. 

Con esta criatura, que no podía hablar ni sentir y solo obedecía, se dirigieron a la judería. Y allí le ordenaron buscar al niño (o los niños que depende de las versiones) que había desaparecido. Al cabo de una hora apareció con el pequeño sano y salvo y este confesó que fue sus misma familia la que que lo encerró en un sótano para poder acusar injustamente a los judíos.  

Con la libertad recobrada, el rabino asignó más tareas al Gólem, como barrer y adecentar la sinagoga o traer agua del río. Sin embargo, la criatura que entendía las órdenes de manera literal, se dedicó a sacar toda el agua posible inundando varias calles. Para colmo de males, la leyenda del Gólem (sean cual sean las fuentes) nos dice que la criatura crecía sin media amenazando con aplastar a todo aquel que se acercara a él. Así, para evitar males mayores, el rabino borró una de las letras de la frente de su creación y ahora decía muerte. Al instante, se convirtió en un montón de arena que fue encerrada con llave en el ático de la sinagoga de Praga y allí sigue hasta el día de hoy.  

Otras versiones de la leyenda del Gólem obvia la narración del falso secuestro infantil y nos dice que la criatura fue creada simplemente como un esclavo para ayudar en las penosas tareas del rabino. Sin embargo, todas comienzan y terminan en lo mismo. La criatura es creada del barro, con las palabras mágicas en la frente y tiene que ser destruída por su crecimiento desmesurado y por la amenaza que supone para la comunidad. 

El Gólem en la literatura  

Aunque el arquetipo pertenece al folclore medieval hebreo, es a partir del siglo XIX, con su gusto por las criaturas monstruosas (Frankenstein de Mary Shelley, Drácula de Bram Stoker o el Jorobado de Notre Dame de Víctor Hugo) cuando la leyenda del Gólem cobra popularidad. El principal estudio sobre esta y otras figuras semejantes es de G.G. Scholem en su obra La cábala y su simbolismo (según la traducción española de 1979). Como el personaje ha sido tratado con una profusión que sobrepasa el objeto de este artículo, nos quedamos con dos obras literarias que ilustran su trascendencia: un fragmento de un poema de Jorge Luis Borges y un acercamiento a la novela homónima de Gustav Meyerink.

1.- Gustav Meyerink (1868-1932) cosechó un notable éxito con su obra Golem publicada en 1915. El Romanticismo había dejado ese gusto por los seres fantasmales o de otro mundo. Y esto se materializó en obras en las que se difuminaba la realidad de la la ficción. Además, el concepto de inconsciente de Freud estaba sobre la mesa y los artistas se afanaban por escribir relatos en los que no había diferencia entre los sueños y la realidad o entre la locura y la cordura. Es en este emplazamiento en el que hay que insertar esta obra que recoge la leyenda del Gólem tradicional adobada con elementos imaginarios extraídos de fantásticos mundos posibles, recovecos de la cábala a la que era aficionado el autor y fantasías oníricas al estilo de simbolismo. 

2.- El poema de Borges titulado precisamente Golem y del que reproduzco un fragmento incide en el poder de la palabra. Es la palabra la que da y quita la vida, es la que nos acerca a la obra de Dios. Sin la palabra (de la que carece la criatura) la raza humana no es nada.

Sediento de saber lo que Dios sabe,

Judá León se dio a permutaciones

de letras y a complejas variaciones

y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

 

La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,

sobre un muñeco que con torpes manos

labró, para enseñarle los arcanos

de las Letras, del Tiempo y del Espacio. 

 

El simulacro alzó los soñolientos

párpados y vio formas y colores

que no entendió, perdidos en rumores

y ensayó temerosos movimientos. 

 

Gradualmente se vio (como nosotros)

aprisionado en esta red sonora

de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora, 

Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

 

(El cabalista que ofició de numen

a la vasta criatura apodó Golem;

estas verdades las refiere Scholem

en un docto lugar de su volumen.)

 

El rabí le explicaba el universo

“esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga.”

Y logró, al cabo de años, que el perverso

barriera bien o mal la sinagoga. 

 

Tal vez hubo un error en la grafía

o en la articulación del Sacro Nombre; 

a pesar de tan alta hechicería, 

no aprendió a hablar el aprendiz de hombre. 

…. 

 

Significado simbólico de la leyenda del Gólem 

El Gólem no habla, obedece de forma literal, no tiene libertad y amenaza con su tamaño creciente. Es una criatura que entra dentro del imaginario de lo monstruoso, de las fuerzas oscuras y de los seres que se encuentran al otro lado de la frontera humana. Su sola presencia nos dice, además, de la soberbia humana ya que, obviando los peligros, se invocan conjuros para competir con la obra de Dios. En palabras de Scholem, que tan bien ha estudio las formas folclóricas hebreas, el Gólem, aunque no sea capaz del mal, ya que solo obedece, su misma creación es de por sí una aberración.  

Por desgracia, estas criaturas artificiales crecen muy deprisa y alcanzan la talla de gigantes. El mago escribe entonces sobre la frente la palabra hebrea que significa muerte y el gigante se desmorona al instante y queda reducido a una masa de arcilla inerte. Pero esta masa aplasta a veces bajo su peso al mago imprudente. Si el gigante conserva la palabra vida, su potencia puede provocar las peores catástrofes, pues por sí mismo solo es capaz de malas acciones. Pero un cabalista puede dirigirlo hacia el bien, como también hacia el mal. Un golem sustituye a veces a una persona real, hombre o mujer; o bien recibe la forma de un animal, león, tigre, serpiente… El golem simboliza la creación del hombre, que quiere imitar a Dios creando un ser a su imagen, pero que no consigue con ello más que un ser sin libertad, inclinado al mal, esclavo de sus pasiones. La verdadera vida humana no procede más que de Dios. En un sentido más interno el golem no es sino la imagen de su creador, la imagen de una de sus pasiones que crece y amenaza con aplastarlo. Significa por fin que una creación puede rebasar a su autor, que el hombre no es sino un aprendiz de brujo y que, si hemos de dar crédito a Mefistófeles,  “el primer acto es libre en nosotros; somos esclavos del segundo. 

G.G. Scholem: La cábala y su simbolismo 

A propósito del efecto Gólem 

Y, por último, el efecto Gólem es un término utilizado en psicología y en pedagogía para contraponerlo al efecto Pigmalión. Este último toma nombre del mito de Pigmalión y Galatea. Enamorado el rey Pigmalión de una escultura que había realizado él mismo y cuyo nombre era Galatea, la diosa Afrodita (la del amor y la belleza) otorga vida a la obra de arte justo cuando el rey se disponía a abrazarla. El efecto Pigmalión surge a mediados del siglo XX para intentar probar la correlación entre las expectativas puestas en los niños en edad escolar y el éxito que estos logran alcanzar. El efecto Golém, como el de la leyenda, actúa de forma contraria e, incluso, perversa. Al negar las posibilidades de los talentos y las habilidades, la persona queda anulada y le es más difícil desarrollar habilidades o conocimientos.  

La leyenda del Gólem de Praga (o las versiones más antiguas de la misma) nos puede servir, también, como símbolo contemporáneo de los supuestos peligros de la inteligencia artificial, ya que nunca la raza humana ha estado tan cerca de crear vida desde la materia inerte.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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