¿Quiénes eran los lestrigones de la Odisea?

Lestrigones

Lestrigones

Candela Vizcaíno

 

La tribu de los lestrigones aparece en el canto X de la Odisea. Son descritos por Homero como unos gigantes de gran fiereza y que practicaban la antropofagia con sus enemigos. Fueron, en última instancia, los causantes del desastre que narra este gran poema de la literatura griega, ya que destruyeron prácticamente toda la flota de barcos comandada por Ulises. Vamos por partes. 

Los lestrigones en la aventura de la Odisea  

Tras la guerra de Troya y en su viaje de vuelta a Ítaca, Ulises pidió ayuda a Eolo, dios de los vientos. Este le entregó una bolsa con los aires del oeste con una única condición: que no abriera el paquete hasta llegar a su hogar. Faltaba poco para arribar a destino cuando los hombres de Ulises, movidos por la curiosidad, abrieron la bolsa esparciendo vientos, tormentas y truenos. Y, con este estado del mar y del cielo, se perdieron, tanto que Ulises, el único superviviente de la travesía, tardó veinte años en llegar a su Ítaca amada. 

Tras perderse, los doce barcos que componían la flota comanda por Ulises llegaron al hogar de los lotófagos, de los ciclones y de los cíclopes donde se perdieron algunos hombres, ya que estos gigantes de un solo ojo también gustaban de comer carne humana. Pudieron salir huyendo sin demasiadas bajas y, a continuación, tras seis días a la deriva, arriban al país de los lestrigones. 

Estos seres fueron descritos como extremadamente rústicos y sencillos, ya que ni siquiera conocían la agricultura. Aunque con la talla de gigantes, los hombres de Ulises no se dieron cuenta de su ferocidad hasta que ya era demasiado tarde. La ciudad de los lestrigones se llamaba Telépilo de Lamos y se sitúa en la actual Sicilia.  Tenía un puerto natural en el que fueron amarradas once naves. La de Ulises se quedó al resguardo en una cueva natural, ya que no cabía en este espacio. Nuestro héroe se sube a un alcor y divisa signos de civilización. Así que manda una avanzadilla para presentar sus respetos al rey del lugar. Sabremos un poco más tarde que su nombre era Antífates.  

La destrucción causada por los lestrigones  

Envía a un heraldo de nombre desconocido y a dos hombres más. Uno es Euríloco, cuñado y lugarteniente de Ulises que es uno de los pocos supervivientes de esta aventura y también de la siguiente, la de la hechicera Circe. Avanzando en el relato de la Odisea nos enteramos que Euríloco es un ser cobarde e inconsistente. Es, en último extremo, el causante del destrozo de la última nave al aconsejar sacrificar al ganado divino y provocar la ira de los dioses. El segundo hombre era Polites que también llegó vivo a la isla de la hechicera Circe. Fue de los últimos en morir. Pues bien estos dos hombres, en ese momento de total confianza de Ulises, se adentran en el territorio de los lestrigones.  

Por el camino se encuentran a una muchacha que llenaba un cántaro de agua de una fuente y les dice que es la hija del rey. Los conduce hasta palacio y allí les recibe una giganta, la reina, que manda aviso a su esposo de la llegada de los extranjeros. Este deja apresuradamente la reunión que tenía y se dirige hacia su casa. Sin mediar más palabras, allí mismo mata y devora al heraldo de nombre desconocido. Aterrorizados, Euríloco y Polites salen corriendo intentando avisar a sus compañeros del gran peligro al que se enfrentaban.  

No sirvió de nada las carreras y el buen hacer de los dos hombres, ya que el rey de los lestrigones, Antífates, logró movilizar a todo su pueblo con grandes voces. Y todos los gigantes se dirigieron hacia el puerto cargados de grandes piedras que arrojaron sin piedad sobre los once barcos y sus tripulantes. La escabechina fue de tal calibre que todos ellos perecieron excepto los hombres que se habían quedado a resguardo y escondidos en la cueva. Euríloco y Polites pudieron alcanzar esta nave.  

Con gran dolor y pesar en el corazón, Ulises y sus hombres abandonaron el país de los lestrigones que tanto mal habían causado a sus valientes tropas. El siguiente destino fue la isla de la hechicera Circe donde permanecieron un año. Fue Polites el que convenció a su jefe de la necesidad de retomar el rumbo hacia Ítaca.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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