El león de Nemea

El león de Nemea

El león de Nemea

 

Hijo de Equidna, madre de todos los monstruos, y del gigante Tifón, el león de Nemea pertenece a una estirpe aberrante que simboliza, en la mitología griega, todos los vicios oscuros. ¿Quién era este león de Nemea y de dónde provenía? 

El árbol genealógico del león de Nemea 

Era su madre Equidna, una hermosa ninfa de ojos profundos y cabello largo oscuro de exuberante belleza de cintura para arriba. Sin embargo, de ombligo hacia abajo lucía serpientes por piernas. Su padre era el gigante Tifón cuyas enormes alas provocaba maremotos y terremotos. Con sus ojos ardientes arrasaba en llamas todo aquello que le causaba ira y, como su esposa, también tenía serpientes por piernas. De esta unión nacieron casi todos los monstruos de los mitos recogidos por la literatura griega: Cerbero, el perro de tres cabezas, portero del infierno; el dragón insomne Ladon, guardián del jardín de las Hespérides donde crecían manzanas de oro que otorgaban la inmortalidad; la hidra de Lerma, la Quimera, el perro Ortro de dos cabezas y… el león de Nemea. Los vicios de esta monstruosa familia no acaban aquí ya que Equidna, en el colmo de la abyección, se une a su hijo Ortro para crear la esfinge cuya más famosa y sublime representación en el arte egipcio es la gigantesca y más que conocida de la pirámide de Kefrén.  

Esta era la familia del león de Nemea condenada a llevar el caos allí por donde pasaban. El león nacido de Equidna y Tifón era de tal envergadura que nadie podía darle caza. Hacía estragos en Nemea donde se dedicaba a devorar a todo aquel que le salía a su paso. Era su piel tan dura que no era posible que le traspasaran las flechas.  El cuerpo, como su cabellera, brillaba como el sol o el metal. Y así siguió aumentando su reguero de muerte hasta que se cruzó en su camino Heracles o Hércules romano cuyo primer trabajo fue, precisamente, dar caza a esta bestia.  

Heracles y el león de Nemea 

Heracles, tras la locura provocada por Hera, esposa de Zeus (su padre) y diosa de la familia y el hogar, mata a su propia esposa, a sus hijos y a dos sobrinos. Castigado por tales horrendos crímenes, se le encarga que, para purgar sus culpas, deberá enfrentarse a doce trabajos. Estos consisten en dar caza o muerte a las más terribles bestias de la Grecia clásica. Así, amansó a Asterión, el minotauro, aunque este murió a manos de Teseo con la ayuda del hilo de Ariadna. Secuestró a Cerbero. Robó el cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas y mató a Ortro, cuando cuidaba los rebaños del gigante Gerión. 

Pero todo eso fue después de matar al león de Nemea, el primer trabajo de Heracles. Como la bestia tenía una piel tan dura que no le atravesaban las flechas, al rescate del héroe salió Atenea, diosa de la sabiduría y de la táctica de la guerra. Con la ayuda de la deidad pudo matar al animal justo cuando se disponía a darle un zarpazo y acabar con la aventura. Como era imposible desollarlo, utilizó las propias garras de la bestia. Con esta piel se vistió Heracles y con la cabeza se confeccionó un aguerrido y terrorífico casco. Y de esta guisa, con los despojos del león de Nemea, se presentaba en la corte de su primo el rey cada vez que completaba otro de los doce trabajos encomendados. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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