La hidra de Lerna fue un monstruo en forma de serpiente de la mitología griega. Su aspecto era tan aberrante que se la describe con cinco, siete o nueve cabezas, según las fuentes a las que acudamos. Emitía un aliento tan fétido que solo con su vaho dejaba tumbados a sus enemigos. Y si era peligrosa su sangre, ya que era venenosa hasta la letalidad, no lo era menos sus fieras cabezas dispuestas a morder o desgarrar, ya que se multiplicaban por dos cada vez que se cortaba una. Por eso, era tan difícil darle muerte. Fue Heracles (Hércules romano) el que pudo con la bestia en el segundo de sus doce trabajos. Pero vamos por partes.
Genealogía de la hidra de Lerna
¿Quién era este monstruo que habitaba los pantanos de Lerna sembrando el pánico entre sus habitantes? Era su madre Equidna, una bella ninfa de subyugantes ojos negros y larga caballera rizada que tenía serpientes por piernas. Unida eternamente al gigante Tifón cuyas enormes alas hacían brotar los volcanes, temblar la tierra o crear grandes huracanes, ambos engendraron la mayoría de los monstruos de los mitos griegos. La familia vivía en cuevas y el padre se dedicaba a incendiar (con sus ojos en llamaradas) todo aquello que se le ponía por delante. La madre, a la luz de los estudios del psicoanálisis, ha sido identificada con los símbolos de la lascivia ya que no se paraba ante nada. E, incluso, se unió a uno de sus hijos, Ortro, el perro de dos cabezas, para engendrar a la esfinge completando un círculo de absoluta abyección.
Esta familia tóxica, o infernal más bien, no se acababa aquí ya que formaban parte del clan el dragón insomne Ladon, guardián de las manzanas que otorgaban la inmortalidad del jardín de las Hespérides. A la esfinge, hay que unir la Quimera, el ya mencionado Ortro, el león de Nemea, tan fiero y con una piel tan dura que nadie podía darle muerte y Cerbero, el perro de tres cabezas guardián de las puertas del infierno.
Esta era la estirpe de la hidra de Lerna, simbolización perfecta de todos los vicios propios de la raza humana. Este monstruo habitaba las aguas pantanosas que rodeaban las entradas del inframundo. Y allí emitía su aliento fétido a todo aquel que osara acercarse a ella. No había manera de darle caza ya que surgían dos cabezas allí donde se segaba una, multiplicando, por tanto, el problema con cada nuevo golpe de espada.
Hércules y la hidra de Lerna, un resumen del mito
A esta escabechina puso fin Heracles (o Hércules romano) quien tras enloquecer por los tejemanejes de la diosa Hera (por ser el héroe hijo de Zeus, su esposo) mata a toda su familia: sus hijos, dos sobrinos y su esposa. Roto de dolor cuando se da cuenta de lo que ha hecho es obligado por el rey a realizar doce trabajos para purgar su culpa. Estos consistían, en dar muerte a la gran mayoría de los monstruos de la literatura griega. Ayudado por la diosa Atenea, la de la sabiduría, logra cazar al león de Nemea, hermano de la hidra de Lerna, recordemos. Con su dura piel se hace una armadura y con la cabeza un terrorífico casco. Y de esta guisa realiza el resto de los trabajos.
El segundo de ellos es dar muerta a la hidra de Lerna. Así se dirigió hacia las aguas pantanosas que eran el hogar de la bestia. No tuvo reparos en segar una a una sus cabezas con la espada, pero se encontró que cada vez que cortaba una cabeza esta volvía a surgir multiplicada por dos. Fue Atenea la que susurró al héroe lo que había que hacer. Y ayudado por su sobrino Yolao este dejaba caer una red ardiente sobre el muñón que el héroe lograba decapitar. Así cicatrizaba sin darle oportunidad a la hidra de Lerna a regenerarse. Con gran esfuerzo Heracles logró arrancar todas las cabezas hasta llegar a la última que la enterró bajo una piedra no sin antes aprovechar la sangre venenosa para empapar las puntas de sus flechas. Y tuvo especial cuidado de no mezclarla con el agua ya que eso supondría la muerte de todos los peces.
Simbolismo de la hidra de Lerna
A Heracles aún le quedarían por delante muchos monstruos por enfrentarse, entre ellos a Asterión, el híbrido mitad toro mitad humano, el minotauro que fue reducido por el héroe. También tendría que vérselas con las aguerridas amazonas para robar el cinturón de su reina. Y con esta hazaña que tratamos hoy el héroe se provee de un arma letal: el veneno de la hidra, símbolo de todos los vicios, de la arrogancia del narcisista, de la crueldad de la egolatría y del egoísmo del soberbio.
Esta figura ha sido estudiada a la luz del psicoanálisis y de los arquetipos de C.G. Jung, ya que las cabezas que surgen una y otra vez del lodazal actúan como el trasfondo de la corrupción. Ella es la ambición, la exaltación, la crueldad, la trivialidad y, además, el monstruo vive en las aguas estancadas de los pantanos donde el agua no fluye y, por tanto, no es posible la purificación. Su sangre es venenosa y sus cabezas, como los pecados, se multiplican sin fin. El héroe, por tanto, al conseguir reducirla, logra elevarse un peldaño más en post de ese afán de espiritualidad que persigue. Recordemos que los doce trabajos de Heracles (o Hércules romano) no son más que un castigo, una purga, por unos delitos que, si bien ha cometido de su mano, lo ha hecho en un momento de enajenación.
La hidra, que vive en los pantanos, se caracteriza más especialmente como símbolo de los vicios triviales. Mientras viva el monstruo y la vanidad no esté dominada, las cabezas, símbolo de los vicios, vuelven a salir, incluso a pesar de que en una victoria pasajera se llegue a cortar alguna.
Paul Dies: El simbolismo en la mitología griega
La imagen de la hidra de Lerna de la mitología griega fue, además, popular en el arte barroco y se representó con profusión. Este estilo, tan dado a lo grotesco, lo monstruoso y a la representación de lo que está al otro lado, vio en esta figura aberrante el trasunto perfecto de la oscuridad del alma humana.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla