Dios Hefesto de la mitología griega

Dios Hefesto

Dios Hefesto

Candela Vizcaíno

 

El dios Hefesto es uno de los principales protagonistas del Olimpo. Participa en los mitos que explican los inicios del mundo, la lucha de los titanes y las primeras relaciones con los hombres. Nacido de Zeus (dios del rayo, lo cielos y presidente de la asamblea divina) y de su esposa Hera  (la diosa del hogar, de las relaciones familiares normalizadas o tradicionales y del amor de los esposos), no fue amado por sus padres. Hefesto es un dios lisiado físicamente, ya que es representando cojo, tuerto o ciego. Posteriormente, en el arte barroco, es retratado con un aspecto aventajado, de piel oscura y, a veces, con heridas. Sin embargo, todas estas minusvalías físicas (para los parámetros de la perfección griega) la compensa con un espíritu fabril, de hacedor, de creador y de inventor. A pesar de su deformidad, se une a las diosas y princesas más bellas haciendo gala de un carácter seductor. 

El dios Hefesto en los mitos que explican los inicios del mundo 

Hefesto es el dios de la artes del fuego, de la fragua y de los metales que logra doblegar y trabajar con su martillo y su yunque. De su taller salen todas las armas de los dioses, las corazas de los héroes y los artilugios mágicos. Es capaz de elaborar joyas maravillosas, algunas con propiedades protectoras. Su ingenio no se para aquí, ya que realiza autómatas (o creaciones a las que insufla vida), es capaz de descerrajar todas las puertas y sus ligaduras son imposibles de romper. Por eso, es el protector de los herreros, de los orfebres, de los joyeros y de todos los obreros del metal. Sus talleres están situados en los volcanes y sus armas son barras incandescentes o las mismas llamas que maneja a su antojo. Es ayudado por los cíclopes y su carácter inventor y/o constructor se asemeja al de Dédalo, el mismo que creó no solo las alas de Ícaro para que este escapara de su prisión sino también el laberinto del minotauro, donde fue encerrado el príncipe híbrido fruto de amores aberrantes. 

En los inicios del mundo, cuando los dioses vencieron a los titanes y se negaba la civilización para los humanos, participa en el mito primigenio. Prometeo roba el fuego del Olimpo y se lo entrega a las tribus humanas. Su osadía es cruelmente castigada. Atado a una columna, un águila divina durante el día le devora un hígado que renace cada noche. El desdichado Prometeo, símbolo del afán de saber y de civilización, está así condenado eternamente atado a una columna indestructible creada por Hefesto. Esta tortura termina con la muerte del águila por parte de Heracles (Hércules romano) quien con su flecha, logra romper también las cadenas creadas por el dios de la fragua. Su papel en este mito primigenio no acaba aquí, ya que también, según algunas versiones, es el que moldea, desde el barro o la arcilla, a Pandora, quien abre la caja donde se encuentran todos los males que, desde entonces, acechan a la humanidad. 

Hefesto, uno de los dioses principales del Olimpo  

Su habilidad y sus herramientas, además, permiten el nacimiento de Atenea, la diosa de la sabiduría de la mitología griega. Sin intervención femenina, nace directamente de la cabeza de Zeus. Es Hefesto con  su hacha doble (herramienta de un fuerte carácter simbólico en las esferas de poder) quien abre la cabeza del rey del Olimpo y es así como la diosa protectora de las artes y el conocimiento despliega sus habilidades por el mundo. 

Se casa con la más bella de las diosas, la del amor y la seducción, Afrodita. Sin embargo, esta le es infiel no solo con Ares (Martes romano), hermano de Hefesto y dios de la guerra, sino con multitud de mortales, héroes y dioses. Hefesto compensa esta pérdida uniéndose a bellas princesas. Es amado por Tetis, la tercera de las Gracias, medio hermana del dios, ya que estas divinidades eran hijas de Zeus, según algunas versiones, o de Hera, según otras. Tetis representa  el espíritu de la abundancia y toda ella se reviste de belleza y de generosidad. En este amor correspondido se solaza Hefesto, olvidándose de los desplantes de Afrodita.  

Sentido simbólico del dios Hefesto de la mitología griega 

Hefesto es un dios dual, compensatorio, seductor que se vale de una astuta resiliencia. No importa que sea un lisiado o que sufra infidelidad, puesto que de sus manos salen grandes obras. No es una figura solitaria. Es todo lo contrario. Es amado y correspondido por figuras caracterizadas por un tradicional encanto femenino. Además, todo aquello que sale de su fragua tiene valor mágico y, por tanto, expande su poder allí donde él no puede llegar. Representa el triunfo del fuego, el que permite la metalurgia y, por tanto, el avance de la civilización, sobre el poder del agua. Es un dios que no se entretiene en juzgar sus obras. Para él le basta con su perfección. Busca la belleza a través del fuego y la creación. 

Por otra parte, carga sus obras con poder mágico, que le da la influencia sobre aquellos o aquellas que se sirven de estas: es el técnico que abusa de su poder creador para imponer sus voluntades en otros dominios diferentes del suyo propio. Con sus obras de arte metalúrgico capta las bellezas vivas. La magia de sus proezas técnicas lleva al que padece desgracia en lo físico a los mayores éxitos de amor. Se emparenta con los dioses ligadores de la India y los celtas, pero con esa diferencia, esa superioridad de que su poder permite animar lo inmóvil tanto como inmovilizar lo vivo y, no menos que encerrar a este en ligámenes ineluctables, conferir movimiento y vida a la materia inanimada.  

Luis Sechan y Pierre Leveque: Las grandes divinidades de Grecia

Y, por último, la figura del dios Hefesto y su correlato romano (Vulcano) ha sido ampliamente tratada en la historia del arte. Una de las obras fundamentales que lo tienen como protagonista es La fragua de Vulcano, una de las pinturas barrocas famosas más importantes de todos los tiempos y rincones del mundo. Reconocida, además, como una de las grandes obras de Velázquez, el genio andaluz lo retrata en el justo instante en el que es avisado de la infidelidad de su esposa (Afrodita) con Ares (o Martes romano). El simbolismo del dios Hefesto, sin embargo, es mucho más complejo, tal como  hemos visto, que el de un simple hacedor de artilugios y objetos metálicos. 

  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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