Hécate, diosa de los muertos

Hécate, la triple diosa de los muertos y las brujas

Hécate, la triple diosa de los muertos y las brujas

Candela Vizcaíno

 

Hécate es una diosa menor de la mitología griega asociada a los muertos, los infiernos, la magia y la brujería. Es una titánide; esto es, su concepción es anterior a la lucha mantenida entre los titanes y los dioses. Ganaron estos últimos y Zeus se convirtió en rey del Olimpo. De representación compleja y de simbolización aún más contradictoria, no se conoce con exactitud su origen (a pesar de que los mitos la sitúan entre la estirpe de los titanes). Los investigadores no se ponen de acuerdo con su procedencia y lo mismo sitúan la divinidad en el panteón griego que en el egipcio como en el de Anatolia. No es de extrañar esta disconformidad ya que Hécate evolucionó a lo largo de los siglos y su culto llegó incluso hasta la Edad Media. Es uno de los personajes de Macbeth, una de las grandes obras de William Shakespeare. Y fue recuperada por el Romanticismo literario y su gusto por los seres del más allá, las brujas y las hechiceras. 

Hécate la triple diosa 

Desde antiguo se la ha representado como si fueran tres mujeres, con tres caras y apariencias distintas que giran alrededor de una columna. Una lleva una antorcha, otra una serpiente y otra una espada, elementos con tan fuerte simbolismo que llegan a actuar hasta como arquetipos  según la definición de C.G. Jung.  

Hécate es la diosa de los muertos y de los infiernos. Se diferencia de Perséfone (esposa, sobrina y rehén de Hades) porque esta última solo permanece en el inframundo una estación (el invierno).  Cuando asciende a la tierra tiene lugar el proceso de floración de primavera, la germinación del verano y la cosecha del otoño. Hécate,  sin embargo, es más compleja a pesar de ser una diosa menor. Más que la diosa del infierno, es la reina de las criaturas fantasmales, de los muertos que no encuentran descanso,  de los magos que se empañan en doblegar las leyes de la naturaleza, de las brujas que manejan tanto plantas venenosas como hierbas medicinales. Se hace acompañar por yeguas, por lobos y por perros, animales psicopompos.  Esto es, que comunican los distintos mundos, los que están divididos por fronteras inexpugnables (la muerte de la vida). 

Gusta de moverse en la noche. Hécate es una diosa lunar y también ctónica (que pertenece a las esferas desconocidas e inferiores del mundo). En un principio se asociaba a la fertilidad, al proceso de descomposición necesario para crear una nueva vida. Sin embargo, muy pronto Hécate se convirtió en la triple diosa y como tal adquirió todos los atributos de la existencia, los luminosos y los sombríos. Es compleja y contradictoria.  

Como triple diosa, Hécate representa las tres fases de la vida: crecimiento, decrecimiento y desaparición. Cada una de las caras o modelos femeninos adquiere una de estas etapas. Sin embargo, el número tres no acaba aquí ya que une los tres niveles del universo: el inframundo o los infiernos, la tierra y los cielos. Por eso, se aparece en las encrucijadas, allí donde las brujas gustan de buscar sus ingredientes para sus pócimas mágicas. Y, además, se produce en todas las direcciones, tanto en horizontal como en vertical.  

La complejidad simbólica de la diosa Hécate 

Aunque se la asocia con los elementos negativos, oscuros y destructores de la existencia, hay un punto positivo en ella. Es malhechora y también benefactora y no solo de las fuerzas fantasmales.  Preside la germinación, la que se produce después de un proceso de descomposición. Está presente en los nacimientos, entre los marineros y prefiere la prosperidad y la abundancia, aunque para ello haya que recurrir a la magia. 

Aunque presenta dos aspectos opuestos; uno de ellos es benévolo y bienhechor: preside las germinaciones y los nacimientos, protege las navegaciones marítimas; acuerda la prosperidad, la elocuencia, la victoria,  las mieses y pescas abundantes, guía hacia la vía órfica de las purificaciones; por contra, el otro aspecto es temible e infernal: es la diosa de los espectros y pavores nocturnos… fantasmas y monstruos terroríficos… es la maga por excelencia, la maestra en brujería. Se la conjura para los encantamientos, los filtros de amor o la suerte. 

P.  Lavedan: Diccionario ilustrado de la mitología y de la antigua Grecia y Roma 

Hécate es la diosa de las brujas 

Y aquí entramos en otro aspecto de esta divinidad poliédrica en extremo. Es la maga de la noche, asociada la Luna y,  por tanto, al inconsciente, a lo oculto, al conocimiento que no se rige por la razón. Es aquí donde aparecen monstruos y fieras que nos dice de nuestra psique más caótica. Hécate, por tanto, se asimiló a la reina de las brujas, a las que cruzan la noche a la luz lunar, a las que ponen en evidencia nuestros vicios y pecados al sacarlos a la luz, a las que recurren a la magia o a las plantas que se encuentran en los caminos para doblegar la voluntad de los hombres. Ella es el caos pero también el inicio de todo orden.  

Hécate, la diosa de los muertos es la de las tres caras y el símbolo del número tres es casi unánime en todas las culturas. Es el orden que une (cual triángulo) dios, el universo y la raza humana. El tres es la suma de uno y dos (el cielo y la tierra). Y así Hécate es la triple diosa que comunica las fuerzas del infierno con las de la luna y se detiene en las encrucijadas.  Tal poder, a pesar de ser una divinidad menor, le lleva a ese calificativo de bruja con el que las civilizaciones de todos los tiempos han señalado cualquier elemento femenino que no se atiene a lo estipulado, a lo que se encuentra dentro de las fronteras de la sociedad. 

Tanto la pintura del Romanticismo como la literatura a partir del siglo XIX, en esa búsqueda de las fuerzas desconocidas de la naturaleza,  se afanaron por retratar lo otro, lo que se encuentra más allá, lo que da libertad. Por eso fueron favoritos temas que se adentraban en la ultratumba, en las peripecias de los espíritus, en los fantasmas, en las ruinas, en el universo de las brujas ajenas a las imposiciones sociales. Y la figura de Hécate, la triple diosa de los muertos, se ajustaba perfectamente a este afán de descubrir qué había más allá. Con las vanguardias, como la totalidad de los mitos clásicos, su nombre fue olvidado para retomarse ya en el siglo XXI como personaje principal de videojuegos, cine de fantasía o cómics.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

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