Fernán Caballero: biografía, obras y estilo

Fernán Caballero

Fernán Caballero

Candela Vizcaíno

 

Fernán Caballero es el pseudónimo de Cecilia Böhl de Faber y Larrea, nacida en 1796 en Berna (Suiza) y fallecida en Sevilla, donde está enterrada, en 1877. Hija de intelectuales, era su padre el hispanista alemán Juan Nicolás Böhl de Faber y su madre la gaditana aficionada a las tertulias literarias Francisca de Larrea. Educada en Alemania hasta los 17 años, dominaba tanto el alemán como el español, la lengua de su madre.  

Biografía de Cecilia Böhl de Faber y Larrea  

En 1814 todo la familia se traslada a vivir a Cádiz, aunque Fernán Caballero emprendería una vida nómada en los siguientes años, ya que en 1816, con tan solo 20 años, se casa con un capitán de granaderos. Se marcha con su esposo a Puerto Rico donde enviuda a los pocos meses. Se ve obligada a regresar a Cádiz, al Puerto de Santa María, junto con su familia en 1818. 

Los años de felicidad de Fernán Caballero comienzan en 1822 cuando se vuelve a casar con Francisco Ruiz del Arco, capitán del ejército, aristócrata titular del marquesado de Arco-Hermoso, propietario de casa en Sevilla y cortijo en la vecina localidad de Dos Hermanas. Anfitriona de élite en tertulias de carácter internacional por donde pasó, entre otros, Washington Irving, comienza a escribir relatos y cuentos siguiendo los postulados del costumbrismo literario. Para levantar su obra se inspira en el rico folclore andaluz. Sin embargo, toda esta vida idílica, de comodidad y progreso literario se ve truncada en 1835, cuando el esposo (enfermo pulmonar crónico) cae fulminado por el cólera.  

Fernán Caballero comienza a publicar

A pesar de esta pérdida, la situación económica de Fernán Caballero es aún desahogada, así como estable su estado anímico. Por eso, puede permitirse viajar a Londres, Bélgica, París o Lisboa antes de volver a instalarse, en 1836, de nuevo, en la vivienda familiar de Cádiz. De esta época, además, son las apasionadas cartas de amor no correspondido dirigidas al inglés Federico Cuthbert.  

Sin embargo, este enamoramiento no duró mucho, ya que vuelve a estar casada en 1837, con 41 años, con el joven abogado de Ronda Antonio Arran de Ayala, para más señas 17 años menor que la escritora. La diferencia de edad y de estatus social pudieron ser las causas, primero, de las desavenencias con la antigua familia política de Cecilia Böhl de Faber y de los problemas económicos, después. Para 1838 ya habían muerto tanto su padre como su madre faltándole a la escritora tanto ese apoyo espiritual como la ayuda financiera. Además, la aristocrática familia de su fallecido segundo esposo comienza a boicotear la economía de la escritora. 

Ante tal situación, Fernán Caballero intenta salir adelante moviendo los hilos de sus relaciones de alto nivel, publicando sus obras por entregas y traduciendo ella misma sus escritos. En este sentido, su obra más famosa, La gaviota, vio la luz en 1849 en el periódico El Heraldo por el popular método del folletín. 

La situación económica y su estabilidad emocional mejoran en 1857 cuando la reina Isabel II le ofrece una casa en el Alcázar de Sevilla y su marido puede aportar a la economía familiar los honorarios conseguidos en su puesto de diplomático en Australia. Además, la escritora sigue publicando y cosechando éxitos en sus tertulias internacionales. 

Los últimos años de Cecilia Böhl de Faber y Larrea

Sin embargo, todo salta por los aires en 1859. Su esposo, de vuelta a su puesto en Sidney, recala en Londres donde se entera que su socio le ha arruinado. Víctima de la neurosis y la desesperación, se quita la vida, no sin antes enviar una carta a la escritora que añadió más dolor a su pérdida. De algún modo u otro, la artista pudo sentirse culpable al constatar que su marido nunca quiso ser una carga para ella. 

Sumida en la más profunda de las tristezas, viuda por tercera vez, se dispone a ingresar en un convento. Sin embargo, su familia logra disuadirla de tal cosa. Continúa viviendo en el Alcázar de Sevilla hasta 1868 ya con una vida retirada, lejos del bullicioso ambiente social en el que se había movido. Fallece en 1877 en Sevilla donde está enterrada en el Panteón de Ilustres. 

 Obras de Fernan Caballero

Obras de Cecilia Böhl de Faber  

Sus primeros escritos datan de la época comprendida entre los años 1822 y 1835, cuando oficiaba de marquesa anfitriona de tertulias internacionales. No obstante, comienza a publicar a partir de 1849, cuando vive agobiada por los problemas económicos. La lista a continuación no es completa y el grueso de su obra data de 1840 a 1853.  

1.- La gaviota apareció publicada por entregas en El Heraldo a partir de mayo de 1849. La obra está estructurada siguiendo los parámetros de las novelas de costumbres. Está ambientada en los círculos aristocráticos españoles que tan bien conocía la escritora. 

2.- La familia de Alvareda también se publica por entregas en septiembre 1849 en El Heraldo. Al parecer, este texto ya estaba escrito en 1828, ya que se conserva una carta de Washington Irving dirigida al padre de Cecilia por la que el escritor inglés reconoce haber leído el libro. La acción está situada en tiempos de la invasión francesa, en Dos Hermanas, por entonces un pueblecito olivarero. 

3.- Sola o Verdad y apariencia se publicó en 1840. Es una novela costumbrista con tintes melodramáticos. 

4.- Elia o España treinta años ha se publicó en 1844 y es otro cuadro de la España que deja atrás el espejismo liberal de las Cortes de Cádiz para caer, de nuevo, en el absolutismo. 

5.- Clemencia (1852) fue la primera obra de Fernán Caballero publicada en formato libro. Narra una historia triste, moralista y didáctica tan del gusto de la autora. 

6.- Un servillán y un liberalito o Tres almas de Dios (1857) nos propone el choque sin posibilidad de entendimiento entre protagonistas de ideologías enfrentadas. 

7.- Un verano en Bornos (1853) está considerada por la crítica como la obra más equilibrada, desde el punto de vista estilístico y temático, de Fernán Caballero. 

Estilo de las obras de Cecilia Böhl de Faber 

La artista fue una ferviente investigadora y coleccionista de relatos folclóricos del sur de España. En este sentido, en sus escritos se centra en lo nacional, en lo local, en las costumbres conservadoras que eran la norma durante el Romanticismo en España. Fue, además, una firme y sincera creyente. Por eso, no militó en la temática satánica y en los asuntos del grotesco exagerado que son características del Romanticismo. Su escritura, por tanto, se basa en la contención, en la sobriedad y en la temática popular.  

Tampoco comulga con la exaltación ferviente y febril de la libertad romántica. Ella es partidaria del orden, de la ley, de la búsqueda de lo genuino para alcanzar la verdad. En este sentido, su obra reivindica lo tradicional y el hondo espíritu religioso católico.  

Todo esto desemboca en un afán moralizador y didáctico que, a veces, alcanza lo reaccionario contra las costumbres liberales. Ese moralismo choca con su educación cosmopolita, sus viajes y sus vivencias. El universo de Fernán Caballero es el del patriota andaluz, cómodo con las costumbres y la espiritualidad cristiana y poco dado a los cambios. Su puritanismo, quizás, sea una de las causas por la que su obra no tuvo buena acogida tras su muerte, cuando empezaron a despuntar todo tipo de vanguardias empeñadas en hacer trizas la tradición.  

Doña Cecilia con una cultura muy superior a la de casi todas las españolas de su tiempo, residente en medios en que lo más vivo, seres e ideas, era liberal, se muestra desde un comienzo como una intratable reaccionaria. La razón principal de ello es su patriotismo aprendido, su patriotismo ideológico.  

Rafael Montesinos

Del estilo de Fernán Caballero también hay que reseñar el gusto por las descripciones detalladas y prolijas que es una de las características del realismo literario, movimiento contemporáneo a los últimos años de vida de la autora. El lenguaje también se adapta al estrato social de los personajes buscando la mayor fidelidad y naturalidad posible. Esto no quita para que sea del gusto de la escritora el uso de metáforas complicadas y símiles que llegan a cansar al lector contemporáneo. 

Ni que decir tiene que la lista arriba reseñada con las obras de Fernán Caballero no es exhaustiva así como tampoco está detallada al máximo su azarosa biografía, que puede calificarse como de aventurera a pesar del carácter moralista y conservador de la escritora.  

Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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