Deméter, diosa de la tierra en la mitología griega

Deméter, diosa de la mitología griega

Deméter, diosa de la mitología griega

Candela Vizcaíno

 

El mito de Deméter, diosa de la tierra en la mitología griega, está ligado al de su hija Perséfone, raptada por su tío Hades y arrastrada (en principio, contra su voluntad) hacia el infierno. A través de todos los símbolos de esta narración primitiva entendemos no solo los poderes de la agricultura sino también el logro de la civilización. Además, esta diosa es la protectora de la fertilidad y guía del camino hacia el progreso. Sus virtudes y dones son, además, los de la maternidad. Por tanto, Deméter es un auténtico arquetipo primordial. 

Deméter y Perséfone, la explicación del ciclo de las cosechas

Amaba Deméter sobremanera a su hermosa e hija única Perséfone. Aunque la muchacha estaba rendida ante la belleza de Adonis, un mortal, Hades, señor de los infiernos y tío de la muchacha, estaba prendado de su gracia y hermosura. Celoso por la preferencia de la diosa hacia un mero mortal, un buen día, cuando Perséfone estaba junto a Hécate y en compañía de algunas ninfas, abrió un gran grieta en la tierra y de allí, envuelto en pestilentes vapores, sale el dios Hades y, con violencia, arrastra a Perséfone hacia los infiernos. La violenta y la hace su esposa a pesar de la querencia de la diosa por el bello Adonis.  

Enterada Deméter del rapto entra en tal cólera que, de inmediato, seca las cosechas mientras se dirige hacia las profundidades del averno. Hasta allí llega en busca de su apreciada hija. Hades intenta por todos los medios retener a Perséfone con la promesa de dirigir juntos (de igual a igual) los reinos del inframundo. Sin embargo, era tal el dolor de Deméter y su ira que arremetió contra las necesarias cosechas.  La devastación fue de tal grado que tuvo que intervenir en la disputa el mismísimo Zeus mediando para que Hades liberara a la joven. Sin embargo, el dios del inframundo manipuló a Perséfone para que se quedara en el infierno. Así hizo que la muchacha comiera frutos de una granada mágica y con eso gesto quedaría atrapada para siempre. 

Tras este ataque, fue de tal envergadura la confrontación con el consecuente duelo por parte de Deméter que no hubo más remedio que llegar a un acuerdo. Perséfone estaría con su madre la mitad del año (algunas versiones apuntan a tres trimestres). Serían los correspondientes al verano y primavera  (y también otoño según la segunda versión). El invierno lo pasaría en el infierno acompañando a su tío Hades que la hizo su esposa y, desde entonces, compartieron las labores de gobernanza de este reino bajo tierra. Así, Deméter hace florecer los campos con alegría mientras está acompañada de su hija y los seca en el invierno cuando ella baja a los reinos del inframundo.  

Simbolismo de la diosa Deméter  

Por las relaciones con su hija, diosa de los infiernos y, con Triptolemo, propagador de la cultura del trigo, Deméter se revela como la diosa de las alternancias de vida y muerte, que rima el ciclo de la vegetación y el de toda la existencia. Participa así del simbolismo de la tierra y de la madre. Pero se distingue de la tierra, elemento cosmogónico (Gaia, Rea) en que ella simboliza la tierra cultivada, la que produce el trigo y todas las ricas cosechas. 

Paul Dies: El simbolismo en la mitología griega 

Con un simple vistazo a la narración del mito entendemos el fuerte simbolismo de la diosa Deméter.  Ella es la organización, es la agricultura, es el primer paso hacia la civilización. Usa la naturaleza (transformándola en alimentos) para el progreso de la humanidad. Ella es la base, lo primario, como la madre, cuyo sentido simbólico está intensamente unido a su mito. Deméter es una diosa maternal que cuida y protege, que baja a los infiernos en busca de su hija. Es tal su ira que amenaza con la devastación. Por eso tienen que intervenir todos los dioses, porque la civilización y lo primario está en peligro. 

Perséfone, la hija de Deméter, sería el símbolo supremo del rechazo, y el sentido escondido de los misterios de Elusis consistiría en “el descenso a lo subconsciente con vistas a liberar el deseo rechazado (con vistas a buscar la verdad frente a sí mismo, lo cual puede ser la consumación más sublime.” Y Deméter que ha dado a los hombres el pan, símbolo del alimento espiritual, les dará el sentido verídico de la vida: la sublimación-espiritualización del deseo terrestre; es decir la liberación frente a toda exaltación y todo rechazo. Deméter se afirma así como “el símbolo de los deseos terrenos justificados, que encuentran satisfacción gracias al esfuerzo ingenioso del intelecto-servidor, el cual, aun cultivando la tierra, permanece accesible a la llamada del espíritu. Sin embargo, Deméter, la fecundadora material y espiritual no se equipara al espíritu como Hera, la esposa de Zeus. 

Paul Dies: El simbolismo de la mitología griega 

Los ritos iniciáticos de Eleusis y Deméter 

Los misterios eleusinos eran uno de los más importantes de entre todos los que se celebraban en Grecia. Fueron importados a Roma y, de alguna manera u otra están vinculados al sustrato de la cultura occidental.  Eleusis era una importante ciudad al norte de Atenas dedicada al cultivo de cereal. Estos ritos estaban dedicados a la diosa Deméter y a su hija Perséfone como la simbolización perfecta del renacer tras la muerte. Así, la semilla tiene que desaparecer y morir para que se produzca la cosecha. El ciclo de la vida,  por tanto, es un pacto con los dioses, una alianza para que la rueda eterna de la creación no se detenga. Deméter, en los ritos eleusinos, no es la luz, es más bien la guía del camino, es la linterna que, desde las profundidades del inframundo, guía a la humanidad no hacia la naturaleza sino hacia la cosecha, hacia la transformación. En este sentido, su simbolismo (aunque es más potente y arcaico) está vinculado a la diosa Cibeles.  

Estos ritos eran secretos y se consideraban un pacto con las divinidades para que la abundancia y la prosperidad llegara a la civilización. Se celebraban en septiembre (mayores) y en marzo (menores). El ritual era complejo y tenía el carácter de iniciático. A través de los sacrificios de los misterios eleusinos la raza humana implícitamente aceptaba los rigores del invierno para que Deméter, triunfante, se dignara a regalar los dones de las cosechas en primavera, verano e, incluso, otoño. Para eso intervinieron los dioses: para evitar que Deméter se quedara para siempre en el inframundo junto a su amada hija Perséfone y que su tristeza y/o ausencia no arruinara los campos necesarios para la supervivencia.  

Por Candela Vizcaíno |  Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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