Cornucopia es un cultismo que proviene de los términos latinos “cornu” (cuerno) y “copia” (abundancia). Es por tanto, el cuerno de la abundancia, el que regala dones materiales y espirituales. Aunque el término es latino, se encuentra presente en la cosmogonía (mitos que explican el origen del mundo con sus cosas dentro) de la cultura clásica. Es un símbolo de fecundidad, prosperidad y dicha. Se representa con la forma de un cuerno de cualquier material posible y su interior está repleto de frutos, granos o, incluso, elementos costosos como el oro o piedras preciosos. Aunque en el arte contemporáneo aparece con la abertura hacia abajo desparramando su interior, los modelos antiguos tenían preferencia por colocarlo al revés, como si fuera una copa o un recipiente.
Los mitos que explican el origen de la cornucopia
En el principio de los tiempos paganos, el rey del Olimpo Zeus (reconvertido en Júpiter romano) es amamantado por la cabra divina Amaltea. Otras versiones nos dice que Amaltea era una ninfa. Jugando con sus rayos y haciendo trastadas, Zeus rompe el cuerno de su nodriza causándole gran daño. Para compensarla por tal travesura, se lo devuelve reconvertido en un elemento mágico, ya que se llenaría de todo lo que ella deseara en el futuro. Por tanto, la cornucopia o cuerno de la abundancia adquiere el significado y el símbolo de generación gratuita de todos los dones divinos.
Otra leyenda nos vincula el cuerno de la abundancia con el río Aqueloo, el mayor de Grecia y nacido de los amores de uno de los titanes griegos, Océano, y de Tetis, una ninfa del mar. Océano, como divinidad primigenia que creó los ríos, mares, fuentes y todos aquellos elementos de la naturaleza que contienen agua, tiene la habilidad de transformarse en aquello que desee. El mito nos dice que Aqueloo se enamora de la bella Deyanira. Sin embargo esta es requerida en amores también por el héroe Heracles (Hércules romano). Para dirimir la disputa se enfrentan en duelo. Aqueloo, como su padre, tiene la capacidad de la metamorfosis. Así se transforma en toro para pelear con ventaja. Sin embargo, Heracles (vencedor del león de Nemea y de la hidra de Lerna) le arranca uno de los cuernos. Aqueloo acepta la rendición y le entrega el cuerno ya convertido en cornucopia por obra de su poder divino.
Significado del cuerno de la abundancia
Es el emblema de diversas divinidades y fue preferido por Dionisios (Baco romano), el dios del vino, la fiesta y las relaciones desordenadas. A lo largo de la historia se ha asociado con virtudes de todo tipo y no solo con la abundancia. De la cornucopia emana la constancia, la fortuna, la libertad… Es un regalo, recordemos, de los dioses para que pueda llenarse con todo aquello que se desee. Por eso, ha sido favorito de los artistas de todo tipo que ven en ella el molde donde tiene cabida y acogida los más dispares dones.
En el transcurso del tiempo el cuerno de la abundancia se ha convertido en atributo, más bien que en símbolo, de la liberalidad, la felicidad pública, la ocasión afortunada, la diligencia y la prudencia que están en las fuentes de la abundancia, la esperanza y la caridad, la estación otoñal de los frutos, la equidad y la hospitalidad.
Guy de Tervarent: Atributos y simbolismo del arte profano
La cornucopia, por supuesto, participa de la semántica simbólica del cuerno sin más. Es el atributo de los guerreros que ven en él una mezcla de talismán y de reconocimiento de la fuerza. Los cuernos sobre la cabeza representan el poder, la elevación, la fiereza y la victoria. Es normal encontrar cascos con cuernos en todas las culturas antiguas sobre el planeta Tierra. Y sobre este sentido simbólico se construye la cornucopia de la abundancia, el cuerno de la fortuna que los dioses entregan como regalo.
La cornucopia o el cuerno de la abundancia, por tanto, actúa como una suerte de fuente inagotable en la que tiene cabida cualquier regalo o tesoro que se desee. A pesar de tener un significado y simbolismo tan amplio, a lo largo de la historia del arte se la ha representado repleta de frutos o flores como una suerte de agradecimiento a los dones de la naturaleza, última representación de la divinidad universal.
Por Candela Vizcaíno | Doctora por la Universidad de Sevilla