Candela Vizcaíno

Candela Vizcaíno

Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla con una larga trayectoria de más de 20 años como periodista, columnista y contenidos online centrados en literatura, arte, viajes, vida sana, familia, gastronomía, moda y feminismo. Con cinco libros publicados, en la actualidad pueden encontrarse en las librerías El Bosque de las Respuestas (cuento infantil ilustrado), Los girasoles florecen en junio (novela) y Poemas sin orden ni concierto

 

La gran obra de Fernando de Rojas aparecida justo cuando el siglo XV daba sus últimos coletazos ha hecho correr ríos de tinta por críticos y eruditos de todas las épocas. Si la magistral puesta en escena de los personajes de La Celestina no fuera suficiente (dando para la posteridad uno de los tipos más conocidos, el de su protagonista), mención aparte merece el lenguaje y el estilo en La Celestina. Anoto algunas de sus características principales. 

1.- El lenguaje de La Celestina se caracteriza por la erudición que no es más que convención literaria

Aunque la crítica decimonónica se empeñó en crear una frontera entre la lengua de los personajes de estrato social alto (Calisto, Melibea y los padres de esta) con los del pueblo llano o del hampa (todos los demás con Celestina a la cabeza), esta distinción no está tan clara al día de hoy cuando se han publicado investigaciones y tesis a raudales sobre la obra. Así se ha encontrado que todos los protagonistas participan de un lenguaje elaborado, plagado de artificios estilísticos y de claras resonancias cultas. Todo ello se ha visto, simple y sencillamente, como una convención estilística, a igual que se usa el verso en el teatro del Siglo de Oro posterior. 

Dicho esto, es Calisto quien más hace uso y abuso de ciertas figuras retóricas tomadas o prestadas de la tradición petrarquista que tan buenos frutos dio en la lírica renacentista española que llegaría un poco después. Se ha reconocido en ciertos diálogos un gusto por los latinismos y por realizar la frase siguiendo la estructura de esta lengua clásica. Así, se colocan los verbos al final de la oración, se realizan incluso rimas y consonancias que nos confunden con respecto al género de la obra. A pesar de la retórica exagerada, a veces esta forma parte del dramático estilo de La Celestina.  

2.- Todos los personajes hacen uso de las citas independientemente de su estrato social 

Aunque el argumento de La Celestina nos presenta unos tipos y personajes arrastrados por todo tipo de vicios y pasiones que pagan, inexorablemente, con su propia vida, todos ellos quieren hacer gala de sabiduría. Y esta se presenta a través de citas eruditas, referencias a mitos clásicos o alusiones históricas. La genialidad de su autor hace que todo ese caudal cultural sea manipulado por ciertos personajes, especialmente por Celestina, no para servir como modelo para el bien, sino para excusar el mal egoísta que realizan. 

3.- El estilo de La Celestina está plagado de refranes  

Se han contabilizado hasta doscientos cincuenta que se encuentran en boca de todos los personajes de la obra. Tanto es así que buena parte de ellos se recogen por primera vez en la tradición escrita castellana. Esta sabiduría popular, a igual que sucede con el caso de las citas o referencias históricas, son utilizadas como excusas para justificar actitudes infames en la mayoría de los casos. En este orden de cosas, tenemos que reconocer que gran parte de la genialidad de La Celestina reside en su diálogo. Es a través del mismo por el que adivinamos una psicología tan abyecta a veces que se congracia en el regodeo de sus propios vicios. En palabras de Marcel Bataillon, uno de los críticos que mejor han estudiado el estilo de La Celestina nos encontramos que:  

“El uso cínico y sofístico que los personajes de La Celestina [se sirve] frecuentemente de las máximas y proverbios […] Esta utilización exige agudo discernimiento por parte del lector, pues con frecuencia dichas máximas están arrancadas de su recto sentido o se aplican como lecciones de sabiduría y virtud para justificar una causa inmoral, como cuando Celestina, con el fin de separar a Pármeno de la lealtad a su amo, aduce máximas de elogio de la amistad y del respeto que se debe a los padres." 

4.- El lenguaje de La Celestina se caracteriza por su dramatismo

Y todo en él gira en torno a este concepto. Por eso, cuando Calisto se expresa de manera amanerada para declarar su amor por Melibea, en sus palabras se transparentan las bajas pasiones que lo guían. Un tanto de lo mismo sucede con Celestina cuyas máximas y citas tienen como único fin la manipulación psicológica a la que somete a todos y cada uno de los protagonistas de la obra.  

Aunque buena parte de la crítica ha puesto de relieve que el lenguaje y el estilo en La Celestina se surte de toda la tradición culta anterior, la obra hace alarde de un realismo espiritual tan atroz que no hace falta caer en las expresiones del hampa para que nos conmueva. Y eso incluso hoy en día cuando buena parte de ese estilismo nos parece tan ajenos que, en ocasiones, no lo reconocemos como perteneciente a nuestra lengua. 

 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

La Celestina

10 Noviembre, 2020

Personajes de La Celestina

Si esta gran obra ha traspasado los límites del canon en español para alcanzar los de la literatura universal se debe, especialmente, a los personajes de La Celestina. Todos los tipos, nombres y protagonistas reflejados en ella adquieren una psicología propia, un carácter individual y un espíritu contradictorio que no solo los humaniza sino que los aleja de los modos de la literatura clásica. Los personajes de La Celestina, casi sin excepción, se comportan de una manera alejada de las fórmulas establecidas en la literatura griega, romana, medieval castellana o del siglo XV. Ellos mismos se levantan creando un mundo propio, una forma de estar que nos devuelve, mediante la técnica del bombardeo, sus miserias y pocas grandezas. Y esto último lo entendemos mejor cuando la crítica ha señalado que Fernando de Rojas, el autor de La Celestina, tuvo como objetivo crear una obra moralizante y ejemplarizante. Y lo hizo por el método de dejar al descubierto las ruindades más oscuras del corazón humano.  

Personajes de La Celestina principales

1.- Celestina, entre embaucadora, casamentera y hechicera

Es la protagonista indiscutible de la obra y sobre la que gira el principal argumento de La Celestina. Ella es quien aúna todos los demás caracteres a la par que se ha levantado sobre los demás creando un tipo particular. Este compite con Don Quijote, Sancho Panza o Don Juan Tenorio. Celestina es vieja, embustera, manipuladora, sin moral ninguna y se mueve solo por dinero. Aunque se ha propuesto por parte de la crítica que en la obra se da a entender que utiliza artes mágicas para rendir el ánimo de Melibea, el personaje principal no es una hechicera al uso de las obras fantásticas (como pudieran ser las novelas de caballería por poner un caso). Todo lo contrario, ya que es tremendamente realista en su crueldad, egocentrismo y afán por conseguir sus objetivos.  

Por edad, experiencia y malicia conoce los recovecos del alma humana y, como buena psicópata, se aprovecha de ellos en su propio beneficio. Las malas artes de Celestina estriba en esa manipulación, en ese hilar las debilidades humanas para conseguir aquello por lo que le pagan y en esa sabiduría o reconocimiento de las sombras espirituales de quienes les rodea. Aunque en la obra se dice que convive con elementos popularmente identificados con la brujería, más bien es una embaucadora lenguaraz que es capaz de tocar la tecla exacta de las debilidades de cada uno. De aquí su éxito y su perdición. Ella se reconoce en sus habilidades y no pone excusa para aquello a lo que se dedica. No hace juicio moral y acepta cualquier encargo que esté bien pagado sin pararse a meditar si está al margen de las normas sociales o morales. Entre otros aspectos, no estima ni respeta a nadie, ni siquiera a ella misma.  

2.- El egoísmo representado en los personajes de La Celestina: Calisto 

Si una de las características de las novelas de caballería que proliferaban en la época y de los poemas provenzales contemporáneos a la obra era la manifestación de un amor desprendido, platónico e idealizado, Calisto en ningún momento participa de estos extremos. Y eso a pesar de conducirse en público siguiendo esa convección o de conocer el mismo lenguaje, el cual usa para su propio beneficio. El joven persigue a un halcón y se encuentra, por casualidad, con Melibea. Al momento cae pasionalmente rendido y hace lo que sea por conseguir, no el corazón de la muchacha, sino el acceso a su cuerpo. Calisto no tiene altura moral ninguna ni atisbo de heroísmo. Nada hay en él que pueda ser excusable, ya que no hay ningún diálogo en la obra en el que adivinemos, aunque sea escondido, algún retazo de lo bueno o lo mejor del ser humano.   

Calisto es preso de un amor pasional, carnal e, incluso, poco caballeroso con su amada. En él solo prima el instinto básico de la consumación sexual con una joven que entiende bella y por la que se siente atraído. Para conseguir su objetivo, ya que es rechazado en primera instancia, se vale de todas las artes y medios a su alcance. Esta es la razón por la que contacta con Celestina a través de sus criados. No le importa el medio para conseguir su fin. Es tan egoísta que ni siquiera se lamenta de las muertes de quienes les han ayudado a conseguir el cuerpo de Melibea. Es un hedonista cruel que solo se rige por lo que desea en ese momento. Esa falta de heroísmo, caballerosidad o altura espiritual se reflejan en su muerte, la cual se produce de la manera más tonta posible, al perder pie en el momento de escalar los muros del huerto de Melibea. 

3.- Melibea, la joven rendida a la pasión amorosa 

Melibea, tercera de entre los principales personajes de La Celestina, es la que es representada en la obra con menos crueldad. Aunque, en un principio, rechaza tanto a Calisto como los tejemanejes de Celestina, muy pronto cae rendida a los placeres terrenales. No los conoce pero, cuando los prueba, le gusta y, además, de manera consciente. Por eso, es la encargada de gestionar los encuentros, abrir las puertas y dejarse llevar por esa pasión arrebatadora que acaba de una manera tan trágica. Melibea sabe cuál es su situación social, reconoce lo que sus padres esperan de ella y también asume que sus actos se conducen por la esfera de lo prohibido. Por eso, cuando Calisto muere de una manera tan tonta, a ella tan solo le queda la vía del suicidio. Este, por un lado, se produce porque el apego amoroso que ha sentido la ha obnubilado por completo y, por otro, porque para ella poco espacio social quedaría libre lejos de la infamia. Esto lo sabe bien Celestina, conocedora de todos los rincones y huecos oscuros del corazón cuando afirma:  

“Catívanse del primero abraço, ruegan a quien rogó, penan por el penado, házense siervas de quien eran señoras, dexan el mando y son mandadas, rompen paredes, abren ventanas, fingen enfermedades, a los chirriadores quicios de las puertas hazen con azeyte usar su oficio sin ruydo”.  

Personajes de La Celestina de estrato social bajo 

Si bien la literatura griega, romana, clásica o medieval no había tenido reparos en echar mano de tipos de extracción social baja, rondando, incluso, en el lumpen, estos siempre habían tenido una función en la obra. Esto es, en el teatro o en la poesía popular e, incluso, en la novelística posterior, se representarían con un punto cómico y utilizando estereotipos. Sin embargo, los personajes de La Celestina (a excepción de ella misma) que no pertenecen a la élite social, cobran protagonismo por méritos propios. Están representados con sus dudas (pocas), con sus miserias (muchas), con su espíritu retorcido (hasta niveles extremos), pero sin caer en el prejuicio de los que se esperan de ellos. De todos ellos Lucrecia, la doncella de Melibea es la que menor peso emocional tiene en la obra junto con Sosia y Tristán.  

Los criados de Calisto y Melibea: Sempronio, Pármeno, Sosia, Tristán y Lucrecia 

No sucede lo mismo con Sempronio y Pármeno, los mediadores entre Calisto, a quien sirven, y Celestina. En ellos, se representan espíritus innobles que son incapaces tanto de la ironía como de una mota de grandeza. Se burlan de su señor pero no para hacer ver sus fallas morales sino por deslealtad, cobardía y retorcimiento espiritual. No dudan en pelear por dinero y en matar para conseguirlo. Son tipos trágicos alejados del espacio cómico al que se relegaban los criados en la literatura tradicional. Ni siquiera tienen un espíritu hedonista o práctico. A igual que los personajes de La Celestina principales que pertenecen al estrato social más alto, se dejan arrastrar por la pasión, en su caso, por el dinero. Ellos asesinan a la vieja Celestina de manera cruel en una riña por las diferencias en las comisiones.  

Las meretrices del mundo de Celestina y Centurio  

Elicia y Areúsa son dos cortesanas que rondan la vida de la vieja alcahueta. En ellas se da la mano todos los recovecos del narcisista sin un atisbo de propósito de enmienda. Se consideran iguales a Melibea y su arrogancia les lleva a compararse con ella. Esto es, en la obra, de alguna manera u otra, se pone en la misma balanza el proceder de una joven aristocrática arrastrada por la pasión carnal que a mujeres orgullosas de ofrecer su cuerpo por dinero.  

En el mismo cajón se encuentra Centurio, un proxeneta fanfarrón que se jacta de saber matar pero, en el fondo, lo que le caracteriza es la cobardía. Es uno de los personajes de La Celestina añadido en las ediciones que aparecieron en los primeros años del siglo XVI y en él se condesa lo peor de la sociedad y del ser humano. Nada lo salva,  ni siquiera su afán por hacer gracia, su comicidad de perdedor y fracasado que no es capaz de ganarse la vida con aquello que dice saber hacer. Centurio es un monigote lenguaraz, un fantoche de los bajos fondos que nunca se ha encontrado con la nobleza cara a cara y, por tanto, la desprecia por considerarla poco útil.  

Más personajes secundarios en La Celestina: los padres de Melibea 

Pleberio y Alisa son los progenitores de la desdichada muchacha. Ellos, en parte, son las víctimas de los tejemanejes de la vieja alcahueta aunque, en la obra, de alguna manera u otra, son tachados de responsables del drama vivido en su familia. Son representados con un espíritu de extrema permisividad (para los parámetros de la época), ingenuos e, incluso, un poco arrogantes. Ni sospechan que algo así estuviera sucediendo en los límites de su casa con su propia hija. Para ellos, comportamientos de esta índole estaban fuera de su cosmovisión. Esta ingenuidad, adobada con un punto de arrogancia (al considerarse a salvo de estos enemigos), es la que se transparenta en el lamento que cierra la obra.  

Fernando de Rojas, el que es unánimemente considerado el autor de esta gran obra, levantó, con este puñado de personajes de La Celestina, tipos universales en los que exploró y llevó al límite los comportamientos más ruines, aquellos que no están disculpados por un asomo de grandeza. Son los mismos que hacen única este título de la literatura castellana de finales del siglo XV. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

La Celestina

La Celestina ha dado uno de los tipos más universales de la literatura castellana (junto con el genial Don Quijote, Sancho Panza y don Juan Tenorio) haciendo durante siglos las delicias de filólogos y estudiosos. Por si la obra en sí no tuviera sustancia artística suficiente para hacer correr ríos de tinta, un tanto de lo mismo se puede decir de la figura de Fernando de Rojas considerado, hoy por hoy, el autor de La Celestina

El problema de las ediciones con respecto al autor de La Celestina 

Si los personajes son dignos de estudio, un tanto de lo mismo sucede con el género, el lenguaje  y hasta el argumento de La Celestina definitivo, cada uno de ellos con una problemática específica. ¿Por qué? Porque la obra se conoce en distintas ediciones con variaciones tan significativas que afectan incluso al título. Pongamos un poco de orden en las primeras ediciones con los datos contrastados. 

1.- A la edición considerada príncipe le faltan las primeras hojas e, incluso, el título y también las páginas finales. Al parecer, fue impresa en 1499 por Fadrique de Basilea en Burgos. 

2.- Con el título de Comedia de Calisto y Melibea nos han llegado dos ediciones en ejemplares únicos en dieciséis actos. Fueron impresas en Toledo en 1500 y un año después en Sevilla. Son estas impresiones las primeras que dejan traslucir quién es el autor de La Celestina. El nombre de Fernando de Rojas aparece por primera vez en un acróstico (se lee con las primeras letras de cada verso) camuflado en once octavas insertas en la “carta a un amigo”. Además, se ha añadido el argumento que encabeza la obra y unas coplas del corrector: Alonso de Proaza, el cual, por otro lado, da las instrucciones para leer el acertijo. 

3.-  En 1502 aparecen cinco ediciones distintas, una en Salamanca, otra en Toledo y tres en Sevilla con el nombre de Tragicomedia de Calisto y Melibea. Y una de las de Sevilla es más original, ya que se titula Libro de Calisto y Melibea y de la puta vieja Celestina. Es en esta de la capital andaluza la primera versión en la que se incide en el carácter de su protagonista principal. Estas cinco ediciones presentan los veintiún actos con los que se conoce la obra que han sido añadidos. Estos, además, no han sido insertados al final, sino entre los actos XIV y XXI. Este añadido de las ediciones de 1502 se conoce como Tratado de Centurio

4.- Además, hay que esperar a un edición de Alcalá de Henares de 1569 para encontrar La Celestina como protagonista de la obra y así recogido en el título, aunque se da el caso que en las traducciones a otras lenguas romances lo hacen mucho antes, en 1519. 

5.- En la “carta a un amigo” de las ediciones de 1500 y 1501, Fernando de Rojas se excusa diciendo que se encontró por casualidad el primer acto y que en unas vacaciones de quince días completó la obra. Así, se complica aún más el tema de la autoría ya que, según el autor de La Celestina, ese primer capítulo no es suyo. 

Todo esto nos indica, por un lado, que la obra tuvo un éxito casi arrollador de público, ya que no solo se sucedieron las ediciones, sino también que, en pocos años, se añadiera más texto para “completar” el original. 

Datos contrastados de la biografía de Fernando de Rojas 

Aunque en algún momento se puso en duda la paternidad de Fernando de Rojas como autor de La Celestina, hoy en día se acepta su nombre como el creador de la genial obra. Si bien es verdad, debido a los pocos datos sobre su persona, también ha habido críticos que ponían en cuestión hasta su existencia. real. Sin embargo, en estos siglos desde la publicación de la obra han ido saliendo documentos que permiten perfilar su biografía, aunque solo sea someramente. Por eso, sabemos que: 

1.- A través de un proceso de la Inquisición contra su suegro (Álvaro de Montalbán), que estuvo casado con Leonor Alvares y que vivía en Talavera. 

2.- Que nació en Puebla de Montalbán y que fue bachiller en leyes. 

3.- Que en su época se sabía que él fue el autor de la obra y que así se hacía notar en distintas actas y procesos. 

4.- Vivió a partir de 1517 en Talavera de la Reina y allí ocupó, incluso, la alcaldía durante un breve tiempo. 

5.- Con toda probabilidad, era de origen converso, ya que así se señala en el acta de la Inquisición del punto 1. En la misma, no se acepta su valía como testigo por ser de esta condición y se solicita otro testimonio “syn sospecha”. 

6.- En 1584, uno de sus nietos solicita la prueba de hidalguía y se remite a su abuelo Fernando de Rojas que ya ostentaba esta condición. 

7.- Se conserva el testamento del autor de La Celestina fechado el 3 de abril de 1541. 

8.- El 8 de abril de 1541, su esposa hace inventario de sus bienes (por tanto, ya debía de haber fallecido) y en él aparece una importante biblioteca. Allí se dice que fue enterrado en la “yglesia del monasterio de la Madre de Dios” de Talavera. De aquí, son exhumados en marzo de 1968. 

¿Salió el Acto I de la mano de Fernando de Rojas, autor de La Celestina?

Tenemos pues que, en vida de Fernando de Rojas, se alude al mismo, en actas y procesos judiciales, como el autor de La Celestina. Ahora bien, ¿qué ocurre con ese primer acto que su mismo creador dice haberse encontrado por casualidad? Adelanto que no ha llegado constancia que el mismo hubiera sido publicado antes de 1499, fecha de la edición príncipe. Aunque hay estudiosos que, incluso, han encontrado padre para dicho fragmento (Rodrigo de Cota o Juan de Mena se postularon como favoritos), al día de hoy se considera que toda la obra salió de la misma mano y además no fue escrita en tan corto espacio de tiempo. Las críticas sobre la distinta autoría de La Celestina se apoyan fundamentalmente en las palabras de Juan de Valdés, quien en su Diálogo de la Lengua afirma: 

“ Celestina, me contenta el ingenio del autor que la comencó, y no tanto el de que la acabó”. 

Sin embargo, las razones (que no es una sola) para tanto secretismo por parte de Fernando de Rojas podemos encontrarlas en: 1) en la temática poco ortodoxa de la obra, 2) en la condición de converso (de origen judío) de su creador y 3) en las prácticas peligrosas de la Inquisición cuando se topaban con textos críticos en la vertiente social y este lo es. Solo cuando el éxito de la obra parecía asegurado, Fernando de Rojas comenzó a asomar tímidamente (con un acróstico) como  el autor de La Celestina

En este sentido, fue uno de los autores más importantes del Neoclasicismo español, Leandro Fernando de Moratín el que defendió esta última tesis (la de un único autor) basándose en una de los principios y características de la literatura neoclásica: el empirismo. Esto es, realizó un análisis detallado del texto en el que demostraba que la obra salió de la misma mano. Recojo su defensa: 

“El bachiller Rojas se mueve dentro de la fábula de la Celestina, no como quien continúa obra ajena, sino como quien dispone libremente de su labor propia. Sería el más extraordinario de los prodigios literarios y aun psicológicos el que un continuador llegase a penetrar de tal modo en la concepción ajena y a identificarse de tal suerte con el espíritu del primitivo autor y con los tipos primarios que él había creado. No conocemos composición alguna donde tal prodigio se verifique…”

La Celestina

19 Octubre, 2020

La Celestina | Resumen

 

La crítica, los lectores, los estudiosos y los que componen el canon son unánimes a la hora de evaluar la importancia de La Celestina, no ya para la literatura en lengua castellana, sino para la universal. Obra señera del siglo XV, ha llegado incólume al XXI dando uno de los personajes españoles más importantes del imaginario popular. La alcahueta, casamentera o mediadora en pasiones ocupa un podio de honor junto con el realista Sancho Panza, el idealista Don Quijote y ese espécimen entre truhan y desgraciado que es Don Juan. Su nombre, por tanto, ha quedado vinculado a una forma de ser y estar en el mundo cuya descripción o semblanza empieza y termina con ella misma. Hoy nos adentramos en el resumen corto de La Celestina, obra que ha copado obras de teatro, versiones cinematográficas e, incluso, musicales y óperas. 

El tema de La Celestina antes de abordar el resumen 

Los protagonistas principales de la obra son 1) Celestina, una casamentera, alcahueta o mediadora, por dinero, entre posibles enamorados, 2) Calisto  (joven aristocrático rendido a la pasión carnal sin medida) y 3) Melibea que se deja seducir por el muchacho. Aparte de esta triada de personajes nos encontramos con 4) Sempronio y 5) Pármeno, criados de Calisto retratados con vicios pequeños que les lleva a cometer grandes crímenes. También hay que destacar los nombres de 5) Alisa y 6) Pleberio, padres de Melibea que, aunque, en apariencia, están tratados con condescendencia también se vierten críticas sobre ellos.  

Porque La Celestina no es que solo sea una de las grandes obras de ficción de la literatura universal es que en ella, de una manera cruda y descarnada, se presentan todos los vicios, recovecos, maldades y, a la postre,  la menudencia de un alma humana que se niega a la trascendencia y se ufana en embarrarse en lodos morales. Y es aquí donde reside el tema de La Celestina. En ella no se canta al amor puro (cuya antítesis son las novelas de caballería que proliferaban en la época) sino que se entretiene en la más bajas pasiones carnales. Tampoco se llega al regocijo que pudiera presentar el Arcipreste de Hita en su Libro del Buen Amor, con su canto al hedonismo e instigación a vivir el momento. En La Celestina todo eso queda relegado y el ambiente se vuelve oscuro, espeso espiritualmente, asfixiante por la condena moral que viven los protagonistas incapaces de agarrarse a virtud alguna. Todos ellos están atrapados en almas que no pueden intuir los placeres de la grandeza humana y, por tanto, todos sus comportamientos son altamente retorcidos. Por eso, en la obra priman el egoísmo aberrante, las pasiones carnales descontroladas, la ruindad en todas sus aristas y, en último extremo, la falta de miras que conlleva un mínimo de responsabilidad moral para con el otro.  

Resumen corto de La Celestina 

Calisto es un joven aristocrático, ocioso y andariego que un día, persiguiendo uno  de sus halcones, recae en el jardín de Melibea. Allí se topa con la joven y,  al instante, cae rendido pasionalmente  ante la belleza de la muchacha.  Es tan loco su arrebato y de tal fulgor que hará lo imposible para que la doncella se encuentre entre sus brazos.  Ni que decir tiene que no hay en Calisto ningún atisbo de buenas intenciones (entendidas estas como el deseo de compartir y construir el amor con miras hacia el futuro). Y aunque la inocente Melibea, al principio, se deja requerir también sucumbe a esta pasión totalmente carnal y, entendemos, pasajera.  

Como Calisto no logra que, en un principio, la muchacha atienda sus requiebros, por medio de uno de sus criados, Sempronio, contrata a Celestina, una vieja dedicada a malmeter o a hacer sucumbir voluntades. Esta alcahueta, casamentera,  lenguaraz y desvergonzada trabaja por dinero. Aunque, en un principio Melibea se resiste a hacerse ver y tratar por el joven, por medio de la vieja accede a la petición. Como Celestina consigue sus objetivos, es recompensada generosamente por Calisto. Sin embargo, el premio (oro en mano) es llevado por los criados de este que, con el fin de procurarse una ganancia económica, entran en una pelea tan agresiva con la vieja que la asesinan cruelmente. El altercado llega a conocimiento de la justicia y ambos son sentenciados a muerte. Así que el resumen de La Celestina continúa con tres de sus protagonistas muertos de una manera violenta. 

Pero aún queda mucha sangre por correr en la obra, ya que los encuentros con Calisto se producen asaltando la tapia del jardín de Melibea, el cual (no hace falta que lo diga) se ha convertido en todo un símbolo. Y, una noche, debido a un traspié cae de mala manera y se mata. La joven, ante el percance y  sin poder afrontar la vida sin esa pasión y las consecuencias sociales y familiares de la misma, se suicida. Hay que anotar en este resumen corto de La Celestina que la obra termina con el lamento de los padres de la muchacha que no quisieron o no supieron ver los malos pasos de su hija.  

Argumento de La Celestina inserto en la misma obra 

Son legión los críticos que ven en la dureza de la obra una intencionalidad moralizante o educativa.  Y esto se subraya en el mismo resumen con el que aparece el texto. La Celestina es una obra de un realismo descarnado donde se pone, de manera magistral, en evidencia el lodazal de las pasiones más destructivas sin atener a ningún atisbo de grandeza. Todo ello se hace con un deseo de servir de advertencia. Este sentido viene manifestado así: 

“Por solicitud del pungido Calisto, vencido el casto propósito della -enterveniendo Celestina, mala y astuta muger, con dos sirvientes del vencido Calisto, engañados y por ésta tornados desleales, presa su fidelidad con anzuelo de codicia y de deleyte- vinieron los amantes, y los que los suministraron, en amargo y desastrado fin. Para comienço de lo que dispuso el adversa fortuna lugar oportuno, donde a la presencia de Calisto se presentó la deseada Melibea.” 

Y la intencionalidad moralizante de La Celestina queda, incluso, manifiesta en la introducción a la obra:  

“Síguese la comedia de Calisto y Melibea, compuesta en reprehensión de los locos enamorados, que, vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman e dizen ser su Dios. Assimismo fecha en aviso de los engaños de las alcahuetas y malos y lisongeros sirvientes”. 

Este resumen de La Celestina, sin entrar en otros condicionamientos literarios de la obra, ya nos dice de la originalidad y, a la par, de la intemporalidad de la misma.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

La Celestina

 

El arroz con leche casero es un postre tradicional que también puedes incorporar, tanto a los desayunos saludables como a las meriendas dulces. Tal es su versatilidad que, incluso, te sirve para un picnic (si previamente lo has guardado con cuidado en tarros de cristal tapados). Delicioso para los días de otoño o de invierno, se sirve frío y, si te sale mucho, dura unos cuantos días guardado en la nevera. Si quieres más razones para apuntarte a esta delicatessen con siglos de historia a su espalda, ya te digo que es del agrado de los niños. Tú ya sabes que, a veces, se ponen chocantes con algunos alimentos. Por si todo esto fuera poco, no necesitas cacharros complicados para elaborar esta receta de arroz con leche casero y, además, está listo en apenas media hora.  

Ingredientes del arroz con leche casero para seis personas 

Vamos a utilizar un vaso de agua como medida en lugar de un peso y las indicaciones que te doy a continuación se pueden modificar siempre y cuando tengas en cuenta las proporciones. 

  • 1 litro de agua. 
  • 1 vaso de agua hasta el tope de azúcar blanquilla. No utilices la variedad morena porque tomará un color oscuro que no va con esta receta. 
  • 2 vasos de agua hasta el tope de arroz redondo o tipo bomba. El alargado que se usa para las paellas no va bien para esta preparación porque queda suelto. Para esta receta de arroz con leche casero es importante que la variedad de arroz que utilices suelte almidón y se quede pegado. Busca el redondo. 
  • La cáscara completa de un limón previamente lavado y, a ser posible, entera. 
  • 1 rama de canela en rama.
  • Una cucharada de canela molida de la mejor calidad. 
  • 4 vasos (es un litro más o menos) de leche de vaca. 

Ingredientes del arroz con leche 

La proporción es un vaso de azúcar por dos de arroz y cuatro de leche. A partir de aquí puedes preparar esta receta de arroz con leche casero para las personas que quieras. Ten en cuenta que con esta medida salen seis raciones muy generosas. 

Elaboración del arroz con leche casero 

1.- En una olla grande pon el agua a hervir junto con el azúcar, la canela en rama y la cáscara del limón. Haz un almíbar suave y cuando empiece la ebullición, añade el arroz. Ve removiendo con cuidado de que no se pegue.  

2.- Antes de que se consuma el agua, añade la leche y baja el fuego para evitar que la preparación suba mucho y rebose la olla. Tardará aproximadamente 15 minutos en tomar el punto exacto.  

3.- El arroz tiene que estar muy tierno casi roto y desbaratado y debe quedar un poquito de leche muy cremosa resultado del líquido y el almidón del cereal. Puedes probarlo y rectificar de azúcar si lo crees necesario. Si ha quedado demasiado espeso o seco, no dudes en añadir más leche y cocer unos minutos más. 

Elaboración del arroz con leche 

4.- Retira la monda del limón y la canela en rama y deja reposar un poco. Lava cuidadosamente ambos elementos y, ayudándote con unas tijeras, corta tiras tanto de la canela como del limón. Las utilizarás más tarde para adornar según la maña y el arte que te des. 

5.- Cuando se haya enfriado un poco el arroz con leche casero, con un cucharón grande coloca en los mismos cuencos, platos o tarros que vayas a poner en la mesa, ya que estos no cambiarán. Añade a continuación un poco de canela molida espolvoreada y coloca las ramas y las mondas de limón que has cortado adornando al gusto.  

¡Y ya está! Si buscas una bebida para acompañar, elige zumos naturales de frutas suaves para los más pequeños. Los que mejor maridan son los de pera, manzana y piña.  Los adultos pueden incluso combinarlo con un vino tinto joven suave o con un Oporto. 

Ideas para hacer postres más complicados con la receta del arroz con leche casero 

Esta propuesta tradicional heredada de nuestras abuelas ha entrado en los últimos años en la alta cocina de la mano de chefs de renombre. Estos creadores lo han utilizado junto con otras elaboraciones artesanas. Si ánimo de ser exhaustiva, ten en cuenta que va bien con:  

1.- Combinada con las deliciosas torrijas típicas de los menús de Semana Santa del sur de España. Estas se elaboran con un pan cuadrado especial previamente empapado en vino blanco y, a continuación huevo batido. Se fríen en abundante aceite caliente cuidando de que no se quemen y, a continuación, se emborrachan en miel rebajada con agua y calentada en una olla. La combinación de ambas recetas es un lujo para los sentidos. 

 Arroz con leche

2.- El arroz con leche también va bien con manzanas asadas especialmente si es un postre que escoges para alguna de las comidas con amigos o familia en otoño. Puedes realizar manzanas asadas al horno simplemente envueltas en papel de aluminio. Cuando estén tiernas tritúralas en la batidora hasta que quede una mermelada fina. Si, además, combinas el arroz con leche en el mismo plato con las manzanas y un poco de miel o de ágave el resultado es de escándalo. La manzana también puede sustituirse por la pera. 

3.- Y, por último, una idea navideña es realizar un pudín o bizcocho de naranja y rematarlo con esta receta de arroz con leche. Al bizcocho básico se le añade zumo de este cítrico que completaremos con la fruta confitada. Es tan fácil hacer esto último como cocer las naranjas con su piel cortadas en círculos con agua y azúcar. En el post con ideas para realizar meriendas dulces he dejado la receta de un bizcocho básico que, en cuanto hagas el primero, seguro que te inspirarás para innovar con infinidad de especias, frutas, mermeladas o frutos secos.  

Esta receta de arroz con leche casero es tan fácil y versátil que seguro que, a partir de ella, podrás elaborar postres creativos para cada ocasión.  

Texto y fotos por Candela Vizcaíno | Autora del libro Recetas sencillas con ternera de la Sierra de Guadarrama

 

A partir del reinado de Carlos I y, especialmente con Felipe II, surgen una serie de historiadores de gran prestigio que afrontan los sucesos de España desde una perspectiva científica, esto es, dejando a un lado mitos y leyendas. Si dejan por escrito los avatares de los conflictos con los moriscos en las Alpujarras o los entresijos de la construcción de El Escorial en la Península Ibérica, la historiografía americana tiene un nombre indiscutible y ese es el Inca Garcilaso de la Vega.  

Biografía del Inca Garcilaso de la Vega 

Nacido en Cuzco con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa en 1539. Su padre era el capitán español Garcilaso de la Vega del linaje extremeño de Vargas de Hinestrosa. En el clan no era ajeno el oficio de escritor, ya que al mismo pertenecían Jorge Manrique, el marqués de Santillana y el gran poeta renacentista Garcilaso de la Vega. Si por parte de padre la estirpe era europea, por la rama materna, nuestro escritor estaba emparentado con la casa real de los incas del Perú.

Aunque sus progenitores no estaban casados e, incluso, el padre abandonó a la madre (de nombre cristianizado Isabel Chiampu Ocllo) para formar una nueva familia con una señora criolla, el Inca Garcilaso de la Vega recibió una esmerada formación. Consta que se educó con preceptores europeos junto a los hijos de otros conquistadores españoles. A los contenidos académicos propios del Renacimiento se le unió el bagaje cultural peruano, resultado de su mestizaje. En este sentido, se conoce que hasta su casa se acercaban parientes y amigos que contaban las grandes historias del perdido imperio inca. 

Con veinte años fallece el padre y nuestro escritor recibe herencia que decide gastarla en España.   Una vez en Europa, se enroló en la milicia real participando en los conflictos moriscos de las Alpujarras y en las innumerables guerras que España, por entonces, mantenía en Italia. En todos estos destinos puso a prueba su pericia tanto en el uso de las armas como en sus habilidades como jinete. A pesar de algunos desengaños porque no se le recompensó como esperaba, no volvió a Perú y se afincó en Sevilla, por entonces, el ombligo del mundo y puerto de salida hacia Las Indias. Vivió hasta muy avanzada edad, ya que falleció en Córdoba en 1616, donde está enterrado en la Capilla de las Ánimas de la Catedral.  

Obras del Inca Garcilaso de la Vega

Las biografía del Inca Garcilaso de la Vega está hilada por su condición de mestizo, por su pertenencia a dos mundos distintos: el europeo de su padre y el inca de la estirpe materna. Aunque su formación académica fue esmerada, su vocación se dirigió hacia las armas, la guerra y la aventura. Todo ello cambió en 1590, con casi cincuenta años, fecha en la que publica una certera y delicada traducción de los Diálogos de Amor de León Hebreo. Esta primera inmersión en el mundo de las letras le lleva a completar una maravillosa historia de la civilización peruana que se convierte en modelo literario (ya hablaremos del historiográfico) para futuras generaciones de escritores.  

1.- La Florida del Inca o Historia del Adelantado Hernando de Soto

Esta fue su primera obra y la crítica la tilda de novelesca más que levantada sobre bases historiográficas, ya que la misma está basada en el relato oral de uno de los amigos de su padre. Fue Gonzalo Silvestre, compañero del progenitor del Inca Garcilaso de la Vega, quien, cuando ambos vivían en Córdoba, relata al escritor los recuerdos, memorias e, incluso, nostalgias del Adelantado Hernando de Soto. Toda la narración está hilada con relatos, a veces, novelescos que el escritor adorna o completa con las historias o aventuras que escuchó de parientes en su casa de Cuzco.  

2.- Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega

Fue publicada en Lisboa en 1609 y en ella se hace una genealogía completa de los reyes incas y del pueblo peruano. No solo se da cuenta de batallas o acontecimientos importantes sino que también se desgranan costumbres cotidianas, pormenores religiosos o leyes antes de la conquista española. 

Para su ejecución no solo se sirvió de todos los relatos que parientes y amigos daban cuenta (llevados por la nostalgia y la tristeza) en su casa de Cuzco. Si bien gran parte de esas narraciones ya estaban trufadas de algunos ingredientes novelescos en los que se hacía hincapié en la grandeza del perdido imperio inca, nuestro escritor también se valió de la obra escrita en latín por el padre Blas de Valera. 

3.- Historia general del Perú  

La segunda parte de la historia peruana comienza donde acaba la otra: con la conquista española y en ella se da cuenta de las guerras civiles entre Pizarro y Almagro a la par que se entretiene en la vida cotidiana del periodo posterior. Aunque esta obra fue acabada por el Inca Garcilaso de la Vega no se publicó hasta en su muerte. Fue en Córdoba. La documentación para esta obra se centra en los grandes cronistas de Las Indias anteriores a nuestro escritor y el relato también está adobado con las narraciones orales recibidas de joven.  

El estilo entre la literatura y la historiografía

¿Qué ocurre con las obras del Inca Garcilaso de la Vega? Ni que decir tiene son escritos históricos que quieren dejar por sentado hechos del pasado. Sin embargo, estos están trufados con puntos novelescos, inventados o magnificados. Fue Menéndez y Pelayo el que, de alguna manera u otra, tachó al primer cronista de Perú de no ser fiel a las fuentes. Los críticos que han llegado detrás, a pesar de defender esta labor científica del Inca Garcilaso de la Vega, le han hecho flaco favor al indicar que en la historia incaica solo se recogía los acontecimientos favorables. Esto es, se obviaba no solo las derrotas militares o los fracasos de otra índole sino también se procedía a borrar a los malos gobernantes. Con este método solo llega lo grandioso, magnífico, rico e interesante.  

Precisamente fueron esos relatos sesgados de un pasado glorioso y brillante los que llegaron al joven Inca Garcilaso de la Vega. Estos, además, están adobados con un poso de melancolía y de tristeza por la pérdida de un pasado que en casa de su madre, con toda probabilidad, se consideraba mejor.  Además, escribe desde la lejanía en todos los sentidos ya que estas narraciones orales fueron recibidas en su niñez y primera juventud mientras que la escritura se realiza bien entrada la madurez, cuando cualquier palabra estaba ya atrapada en las brumas del tiempo.  

Dicho esto, la escritura del Inca Garcilaso de la Vega, a pesar de su imaginación (prestada o propia), se hace cálida, poética incluso, adobada de sensibilidad y ensoñación. A la par, nos deja la semilla y la esencia de una civilización perdida. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

A mediados del siglo XVI se retoma en versión dramática el tema medieval de la “Danza de la Muerte” en el que una serie de personajes se presentan ante la muerte (bajo el tratamiento de señora y con los atributos de un esqueleto) y dan cuenta de su vida de una manera tan crítica que llega, incluso, al cinismo. En estas obras se pone en cuestión no solo la fugacidad de la vida sino también los condicionantes que hacen difíciles la existencia en este plano hasta extremos que, a veces, rozan la crueldad. En España las distintas obras de teatro sobre las Danzas de la Muerte nos dicen de su éxito entre el público de la época.  

Características de las Danzas de la Muerte del teatro español 

1.- Son obras de teatro en ocasiones muy sencillas en las que actúan un puñado de personajes (alrededor de tres) tratados de forma estilizada o simbolizada. 

2.- Ante la muerte desfilan distintos protagonistas de diferentes clases sociales, extracción cultural y condición que amargamente ponen en cuestión su paso por este mundo. A la par, se quejan de la obligatoriedad del fin. 

3.- Las Danzas de la Muerte del teatro español son tremendamente irónicas y críticas, tanto que hacen un retrato ácido en extremo de la sociedad del momento. 

4.- Se caracterizan por una acusada sátira antieclesiástica ya que ponen en evidencia de una manera cruda todos los vicios del sistema de la época. 

5.- Por ello, se ha visto en las Danzas de la Muerte una impronta del erasmismo que tanto predicamento tuvo entre la élite española de la época. 

6.- Las obras se combinan con un espíritu ascético y de la mística literaria, ya que no dan solución a la muerte física proponiendo la aceptación como única vía. 

7.- A pesar de la crítica a las costumbres corruptas del clero de la época, son obras con una fuerte impronta religiosa.  

Autores de las Danzas de la Muerte 

Al género no se dedican dramaturgos o poetas que afrontan otras temáticas tanto del drama como de la poesía renacentista. Los nombres que dejo a continuación corresponden a creadores que, de alguna manera u otra, se dedicaron en exclusiva al género. 

1.- Juan de Pedraza y su Farsa llamada Danza de la Muerte 

De él se sabe que fue tundidor y que era oriundo de dicha localidad de Segovia. Murió en 1566 y la fecha de nacimiento es incierta, aunque se baraja el año 1510. Su obra está escrita en arte mayor y compuesta por diez escenas y una loa. Es muy sencilla, ya que solo tiene cuatro personajes: el Papa, representando al clero, el Rey, como símbolo de la aristocracia, la monarquía y el poder, el Pastor, en el que se reflejan las clases populares, mientras que la Dama aporta la perspectiva femenina. Los cuatro protagonistas son sorprendidos por la muerte y, ante tal percance, se lamentan de tal hecho.  

“En que declara cómo a todos los mortales, desde el papa hasta el que no tiene capa, la muerte hace en este mísero suelo ser iguales y a nadie perdona.” 

2.- El erasmista Diego Sánchez de Badajoz 

Es el más prolífico de todos, ya que escribió farsas de otras temáticas y algunas alegorías. Nació en Talavera la Real en fecha indeterminada a finales del siglo XV y murió en 1549. En casi todas sus obras nos encontramos la impronta costumbrista y todas ellas tienen un fuerte carácter crítico e irónico. Sus textos son tan anticlericales que la crítica le ha colocado la etiqueta de erasmista, ya que en sus 38 piezas conservadas no deja títere con cabeza. En ellas se dedica a poner de manifiesto todos los vicios sociales, de la iglesia y del corazón humano, a veces, de una forma cruda y cruel.  

Aparte de su Farsa de la Muerte, nos ha llegado algunas de otros temas y en todas ellas se dedica a desmontar costumbres y formas sociales corrompidas. Otras (como la dedicada al rey David) están entresacadas de la Biblia y algunas más están diseñadas para ser representadas en días concretos (como la del Santísimo Sacramento para la festividad del Corpus). 

En la Farsa de la Muerte de Diego Sánchez de Badajoz aparecen solo tres personajes: un pastor, un viejo y un galán que se quejan amargamente del fin que nos espera a todos.   

3.- Las Cortes de la Muerte de Micael de Carvajal (Plasencia, 1495-1578)

Al contrario que los autores anteriores, las obras que nos han llegado de este autor implican una complejidad estilística, técnica y de personajes que no es común en las obras sobre las Danzas de la Muerte. Su obra Las Cortesde la Muerte fue acabada por Luis Hurtado de Mendoza y se nombra expresamente en El Quijote. El argumento es muy sencillo, ya que la muerte convoca una especie de corte para oír a todos los humanos representados en distintas clases sociales, condición cultural e, incluso, símbolos espirituales. Cada uno de ellos expone su vida en la que, con sátira y crudeza, se retrata un sistema social cruel en el que la libertad no existe y los vicios están extendidos por todas partes incluso entre el clero, los conventos y los que se atreven a moralizar.  

4.- Las Danzas de la Muerte de Sebastián de Horozco (Toledo, 1510-1580) 

Su obra se titula Coloquio de la Muerte con todas las edades y estados. Y ya el nombre nos dice de las características de esta obra. Eran amargos lamentos no solo del fin de la existencia humana sino también de las condiciones vitales en este plano. Aparte de escribir algunas obras religiosas más con acierto discreto, a Sebastián de Horozco se le ha puesto en relación con la paternidad de El Lazarillo de Tormes, aunque este extremo ha sido rechazado simplemente por comparación. Esta gran obra anónima, ejemplo sublime de novela picaresca, a decir de la crítica especializada, no pudo salir de un escritor que solo puede clasificarse como mediano. 

El tema de las Danzas de la Muerte, con sus matices y modificaciones, continuó en el Barroco español con su gusto por la degradación y ese “Sic transit gloria mundi” que impregna poemas o pinturas. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

Hoy se definiría a Lope de Rueda, el más fino dramaturgo siguiendo el gusto italiano de las características del Renacimiento literario, como un auténtico showman. Aunque en la documentación de la época se dice de él que tenía por oficio el de “baltihoja” (batidor de panes de oro), en verdad fue un empresario teatral de éxito, autor original y actor entregado. El siguiente retrato proviene del mismísimo Cervantes y, por tanto, de una voz revestida de la máxima autoridad y juicio literario: 

“…yo, como el más viejo que allí estaba, dice que acordava de aver visto representar al gran Lope de Rueda, varón insigne en la representación y en el entendimiento. Fue natural de Sevilla, y de oficio baltihoja, que quiere dezir de los que hacen pan de oro; fue admirable en la poesía pastoril, y en este modo, ni entonces ni después acá ninguno le ha llevado ventaja; y aunque, por ser muchacho yo entonces, no podía hazer juycio firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria, vistos agora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho…”

Biografía de Lope de Rueda 

Al parecer, nació alrededor de 1510 en Sevilla y no se sabe a ciencia cierta cómo cogió el gusanillo del teatro. Lo cierto es que muy pronto abandona estas tareas artesanas para fundar su compañía y recorrer toda España con ella. Preparaba las funciones donde se representaban piezas que él mismo componía y, además, encarnaba, con asiduidad, el papel de uno de los personajes. Se tiene constancia que estuvo entre 1551 y 1552 en Valladolid a sueldo del ayuntamiento. También se sabe que el Conde de Benavente, en 1554, lo contrató para amenizar una velada en honor del príncipe (futuro Felipe II) en su ruta hacia Inglaterra para casarse con María Tudor. Otro contrato lo sitúa en Sevilla en 1559 en las fiestas del Corpus Christi y un tanto de lo mismo nos encontramos en Toledo en 1561.  

De él hablan maravillas el mismísimo Cervantes quien, al parecer, se inspiró en la obra de Lope de Rueda para levantar sus entremeses. Parece que actuó en Madrid y en Valencia. Allí se avino con el impresor Timoneda que sería a la postre el editor de la mayoría de sus títulos conocidos. Se casó dos veces y murió en Córdoba en 1565.  

Las obras de Lope de Rueda 

Aunque, como veremos a continuación, el autor no se preocupó lo más mínimo por reunir y pulir sus textos como sí hicieron otros escritores agobiados incluso por la posteridad, estos aparecieron publicados en tres volúmenes tras su muerte en la imprenta valenciana de Timoneda. Tenemos:

1.- El primer libro sale a la venta en 1567. Allí aparecen cuatro comedias, dos coloquios pastoriles, en línea con las églogas de la lírica renacentista (de Garcilaso de la Vega o de Juan Boscán), pero de otro tenor estilístico y un diálogo. 

2.- En 1570 aparecen dos volúmenes en el que se insertan sus famosos “pasos” y entremeses.  

Aunque la crítica acepta que sus obras tuvieron que ser muchas más, en 1908, la Academia de la Lengua Española sistematiza todos los textos y fragmentos que pudieron reunir en los siguientes volúmenes: 

1.- Cinco comedias escritas tanto en prosa como en verso: Discordia, Cuestión de Amor, Eufemia, Armelia, Los engañados y Medora. 

2.- Tres coloquios pastoriles tanto en prosa como en verso: Cuestión de Amor, Camila y Tymbria

3.- Diez pasos en prosa entre los que destacan Las aceitunas, versión del cuento de origen árabe de La Lechera, Los criados, Los lacayos ladrones, La generosa paliza, El rufián cobarde, Pagar y no pagar, La tierra de Jauja, El convidado, Cornudo y Contento, La carátula.  

Características de las obras de Lope de Rueda 

1.- Nada se sabe de la formación en letras del autor, sin embargo, por los títulos que nos ha dejado y las pocas notas biográficas que conocemos de él, con toda probabilidad, no tuvo una formación humanística. Y esto se transparenta en sus comedias que nos han llegado escritas. 

2.- A Lope de Rueda no le interesa dejar un legado literario pulido y editado para la posteridad. Su meta es más mundana, ya que, con toda probabilidad, el objetivo de sus representaciones era despertar la risa, la carcajada sonora y el entretenimiento. 

3.- En él no hay fina ironía o crítica social. Más bien presenta, en apariencia, obras sencillas en la que los personajes son realistas al máximo invitando con su diálogo a la comicidad extrema. 

4.- Todo su teatro está levantado “a la manera italiana” y el enredo constituye parte fundamental de la trama. En cada uno de los títulos se resuelven de manera jocosa calumnias o las complicaciones provocadas por personajes que se parecen o se asemejan como gemelos. También echa mano al socorrido recurso de familiares perdidos que se reconocen en el tiempo presente. 

5.- Tiene un lenguaje sencillo, rudo a veces, sin pulir, gracioso, jocoso con golpes de efecto que provocan en el espectador la carcajada limpia. 

6.- A pesar de ser obras que no están levantadas sin ningún espíritu humanístico, fue del agrado de la nobleza, de la élite aristocrática e, incluso, de príncipes. 

7.- En sus comedias abundan los tipos característicos que se comportan según un esquema preestablecido y que el público conoce y reconoce de antemano. 

8.- No hay estudio psicológico de los personajes como tal. Estos son prototípicos y siempre están exagerados al extremo. 

9.- Aunque también escribe en verso, da carta de legitimidad a la prosa, sencilla, limpia y entendible por todos. 

10.- Las obras de Lope de Rueda estaban diseñadas para que intervinieran los actores de su compañía y él mismo. Por tanto, siempre estaban escritas teniendo en cuenta los medios con los que contaba.  

Los “pasos” de Lope de Rueda

Mención aparte merecen estos pequeños retazos cómicos de la vida cotidiana insertados en las obras mayores y cuyo creador fue nuestro escritor. Aunque, con posterioridad, Cervantes los retomaría para sus famosos Entremeses, en ese momento era algo novedoso en el teatro español. Los pasos son pequeñas escenas sueltas en las obras que tienen entidad propia con su inicio, nudo y desenlace. Si bien la gran mayoría de las comedias de Lope de Rueda aparecen ante nosotros deshilvanadas, los pasos, a pesar de ser muy breves, pueden representarse por separado. 

Estas anécdotas con un relato muy sencillo en el que intervienen personajes muy perfilados de antemano tienen como objetivo desencadenar la comicidad, la risa y la carcajada sonora. Para ello se recurre al enredo, pero también a los caracteres exagerados de personajes bufos que se comportan como se esperan de ellos al estilo de los modelos de los chistes contemporáneos. En los pasos de Lope de Rueda, el humor se consigue estirando la caricatura hasta la apoteosis.  

Aunque hay algunos críticos, que no encuentran en Lope de Rueda el literato puro, intelectual y formado tan común en la época, sí son unánimes a la hora de señalar su importancia. Y esta reside en el talento no solo para un tipo de comedia de enredo que se inaugura en el Renacimiento sino para presentarnos un retablo social con una tremenda sencillez, realismo y sin ningún interés por la crítica social. Que Cervantes, tal como he anotado al inicio, lo tuviera por un maestro también ha contribuido en su fama posterior.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

 

La fiesta de Halloween tiene un origen incierto y se remonta a los ritos de pasaje de los druidas. Aunque en Occidente se celebra cada 31 de octubre, en el pasado, con toda probabilidad, duraba varios días en los que se despedía la estación luminosa y se daba paso a la oscura. Si en el mundo de los vivos se hacían ofrendas, se bebía y se cantaba, el de los muertos aprovechaba para traspasar al otro lado valiéndose de las puertas que justamente se abrían esos días. De aquí, al parecer, viene la costumbre de disfrazarse. Sería como una especie de camuflaje con el fin de  pasar desapercibido entre los que regresan del más allá, no fuera ser que se empeñaran en llevarnos al otro lado antes de tiempo. Todos esos ritos quedan muy lejos de Halloween 2020 aunque, en la actualidad, nos asaltan problemas similares a los del pasado. La vida y la muerte siempre ha estado dividida por una sutil frontera.  

Dicho esto, Halloween, tal como lo conocemos en la actualidad, proviene de la tradición anglosajona y los protagonistas son siempre los niños. En Estados Unidos no existe la costumbre de elegir disfraces de zombis, monstruos o seres de ultratumba. Y, aunque hay un componente de terror siempre, los más pequeños también se decantan por indumentaria más alegre tipo princesa o héroes de cine. Sí hay un gusto por decorar las casas (incluso semanas antes) y es imprescindible el “truco o trato”. Esta parte tan divertida en la que se sale a pedir caramelos de puerta en puerta ha seducido a los niños de media Europa.  

 

¿Tenemos que renunciar a celebrar a Halloween 2020? 

Y España es uno de esos países que han caído rendido a la festividad. Tanto es así que el Día de Todos los Santos (de precepto católico) siempre se había vivido en la intimidad, previa visita a los seres queridos que han abandonado este mundo. Eran días tristes en los que, a lo máximo, se disfrutaba con dulces locales como los huesos de santo o los buñuelos. Eso fue hasta que llegó Halloween haciendo estragos en las familias y poniendo la fecha como día grande en el calendario de los niños. Aunque es difícil calcular el inicio de la moda en España, más o menos comenzó a principios del siglo XX para llegar a este Halloween 2020 en el que los peques ya se están preguntando qué se podrá o no hacer.  

Tras la dura cuarentena por Covid en la que los niños se han llevado la peor parte y el inicio del curso con muchas imposiciones, los peques están empezando a reclamar su fiesta. Quieren volver a disfrazarse, se empeñan en decorar la casa, no renuncian a comer galletas con forma de calabaza e intentan (que este punto va a ser difícil) hacer el truco o trato. Llegados aquí, la mayoría de las familias se están preguntando si será seguro. Como todo en la vida, depende de nuestra responsabilidad. Pero, si no hay ninguna orden más restrictiva, los peques no tienen por qué renunciar a su Halloween 2020.  

 

5 Ideas para hacer de Halloween 2020 una noche especial 

¿Cómo lo vamos a hacer para no traer un gran problema a casa en esta noche de brujas? Dejamos el truco o trato para el final con una idea que se me ha ocurrido hablando con mi hija que se niega a renunciar a los festejos de otoño. Anota:  

1.- Decora la casa de manera dramática. Puedes encontrar en Instagram millones de ideas que incluso se hacen con cartulina negra recortando murciélagos y similares. Así nos vamos metiendo en ambiente. 

2.- Prepara galletas con las formas temáticas. Es muy sencillo y los moldes están disponibles en los bazares económicos. Puedes hacerlos incluso esa tarde o el día antes. Para hornear una tarta de Halloween solo tienes que elaborar un bizcocho corriente y adornar con algún tipo de cartulina temática. 

3.- ¿Qué te parece una merienda dulce para este día tan especial? No hace falta invitar a todo el barrio o a la familia extensa. Eso sí, es importante poner la mesa de forma teatral con adornos básicos (¡que no den mucho asco!) Van bien las calabazas o la vajilla de color oscuro. Coloca las galletas que has preparado, el pastel y bebidas. Ameniza con música acorde y… listo… ¡Ah! Os podéis disfrazar toda la familia. Ya sabes que este atrezzo se arregla en un periquete. 

4.- Otra opción de entretenimiento para Halloween 2020 con los peques es hacer una calabaza luminosa los días antes. Os puede servir como adorno de la merienda propuesta más arriba. Es tan fácil como comprar una calabaza pequeña en el súper. Quita la parte de arriba con un cuchillo con cuidado de que no se rompa. Vacía toda la pulpa y colócala aparte. Te puedo servir más tarde. para cocinar una crema con picatostes, mermelada o también un bizcocho. Esta verdura, previamente cocida, toma un sabor dulzón. Dibuja los ojos y una boca abierta. Y ve recortando estas formas hasta que quede hueca. Coloca una vela encendida. Tapa y… ¡listo! Antes de ponerse fea dura unos cuantos días. 

5.- Elige películas temáticas al gusto de los niños y que sean adecuadas para su edad. Es la más maravillosa forma de terminar esta noche de brujas. Si has preparado la crema de calabaza, seguro que la toman sin rechistar antes de irse a la cama. 

 

Truco o trato original para Halloween en tiempos de coronavirus 

Este es el asunto más espinoso y que se están preguntando todas las familias adictas a la fiesta. El ir de casa en casa pidiendo caramelos no es la mejor manera de protegernos tal como está la situación. Hay contacto. Los niños no van a respetar la distancia y no sabemos quién hay detrás de cada puerta. Dicho esto, para este Halloween 2020 lo mejor es no salir a la aventura y que los peques estén en un ambiente controlado. Esto es, se puede pedir a los vecinos de la comunidad más cercana (bloque, calle…) que dejen algunos caramelos para que los niños lo encuentren en algún lugar más o menos señalizado. Sería un juego parecido a la búsqueda de los huevos de Pascua pero sin rebuscar mucho con el fin de minimizar el contacto.  

Si te decides a no renunciar al truco o trato sería conveniente aleccionar a los niños y no dejar salir a quienes (por personalidad o porque son muy pequeños) no vayan cumplir las normas básicas. Es fundamental que no se lleven a la boca nada que no esté previamente envuelto y, cuando lleguen a casa con su botín, limpia el plástico que los recubre además de sus manos.  

Si tú vas a participar ofreciendo las chuches, mantén una higiene escrupulosa. Coloca los caramelos en lugares visibles que no necesiten rebuscar mucho. Lo que no queremos para nuestros hijos no lo queremos para los del vecino y, ¡mucho menos un rebrote en el barrio! Ante la duda y que no lo veas claro, es mejor organizar una búsqueda del tesoro en casa y que no salgan a la calle. 

 

Seamos responsables con este Halloween 2020 y los que vengan en tiempos de coronavirus 

Los niños han caído rendidos a la fiesta (¡y algún que otro adulto también!) Podemos hacer actividades de todo tipo en casa o con los grupos burbujas y pasarlo en grande. Tenemos que aceptar que los tiempos de las grandes fiestas de Halloween con conciertos, espectáculos de magia y cenas buffet temáticas se van a quedar aparcados una temporada, pero eso no quita para que los peques se puedan divertir de otra manera.  

Y llegados a este punto en el que estamos dando ideas para celebrar Halloween 2020 no nos podemos olvidar de los más jóvenes y su espíritu rebelde. Con toda probabilidad, se van a organizar fiestas ilegales de todo tipo. Está en nosotros el acompañamiento de nuestros hijos más mayores incluso en estos momentos tan difíciles. Vendrán otros años, aunque a ellos eso les parezca lejano. Las actividades de riesgo son eso: peligros innecesarios para todos. En nosotros está controlar en la medida que podamos la situación.  

¡Feliz Halloween a todos!

Por Candela Vizcaíno

 

 

 

Al contrario de la novela pastoril que se extendió por todas las literaturas europeas, la novela morisca es un género nacido en lengua castellana, probablemente al calor de los hechos históricos acaecidos durante largos siglos de convivencia musulmana en la península. En ella, los protagonistas sufren de amores imposibles (o posibles) en el entorno árabe con tintes, en la mayoría de los casos, históricos o reales. 

10 Características principales de la novela morisca 

1.- Surgió a medios del siglo XVI y su éxito fue tan arrollador que, incluso, encontramos los últimos coletazos de la misma en el Romanticismo literario

2.- Además, no solo se encuentran los temas o fórmulas en la literatura castellana posterior al siglo XVI, sino que los relatos del Renacimiento son retomados por autores europeos posteriores. 

3.- Son novelas cortas escritas con un ritmo trepidante en las que se ensalzan un sentimiento amoroso al estilo de la lírica renacentista, pero este ya se ha ido transformando y volviendo más terrenal. Nos encontramos, por tanto, sentimientos radicalmente humanos, verídicos y alejados del platonismo extremo de los temas pastoriles. 

4.- Los protagonistas son árabes (y también parejas imposibles de distintas culturas) que luchan en contra de un sistema social que no permite su amor. 

5.- Aunque también se describe la naturaleza, el bucolismo de la literatura renacentista queda aparcado en post de la puesta en escena de suntuosas fiestas, brillantes cortejos, juegos de todo tipo y descripciones de palacios bellamente adornados y de indumentaria lujosa. 

6.- Todo en la novela morisca remite a un mundo culto, rico, decadente e, incluso, ocioso. 

7.- A igual que en las novelas de caballería, sus protagonistas están adornados con atributos de virtudes superiores, haciendo gala de buena educación, mejor corazón, fina inteligencia y modales formales refinados. 

8.- La valentía de los protagonistas es un hecho diferencial de la novela morisca que no se da en otro género literario de la época. Todos ellos se encontraban enfrascados en un mundo pasado, perfecto, sublime y muelle (en el sentido de fácil) en el que las acciones de arrojo personal no tienen lugar. Estas, las de la novelas moriscas, sin embargo, no son al estilo de los cantares de gesta donde se muestra la brutalidad de la guerra. Más bien, asistimos en las obras en prosa renacentistas a una virtud palaciega, mundana y refinada que adorna en todo momento al héroe.  

9.- Aunque conocemos pocos títulos, por referencias en otras obras, tuvieron un notable éxito en la época. 

10.- Los protagonistas de la novela morisca fueron retomados por artistas posteriores llegando hasta los albores del Romanticismo, cuando se vuelve a poner en alza los escenarios exóticos y los amores pasionales o tortuosos de los que participa esta tendencia literaria. Dentro de la literatura castellana, encontramos ecos, resonancias, temas o narraciones en Calderón, Lope de Vega, Antonio de Alarcón e, incluso en el neoclásico Moratín. Fuera de la lengua española, el ejemplo más conocido son los Cuentos de la Alhambra de Irving, aunque también fue del agrado de poetas de la talla de Chateaubriand o Víctor Hugo.  

Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa, la más bella novela morisca en español 

De entre todos los títulos del género destaca este de autor anónimo y que, al parecer, narra hechos reales. La primera versión de la obra aparece intercalada en Los siete libros de Diana de Jorge de Montemayor, la obra más representativa de la novela pastoril. Esto no significa que este fuera su creador, ya que, en la época, no se ponía tanto celo en las ediciones como se hace actualmente. Aparece en una impresión de 1561 en Valladolid. Hay otra versión que se encuentra aprobada por la censura en 1551 y en la imprenta en 1565. Se trata de Inventario de Antonio de Villegas.  

En la obra se narra, al parecer, un hecho real acaecido en el sur de España. Abindarráez, de la estirpe de los Abencerrajes (víctimas de un acto cruel en La Alhambra momentos antes de caer el reino nazarí) es el protagonista. En esencia, el joven es apresado por el Alcalde de Antequera, el cual responde al nombre de Rodrigo de Narváez. De dicho caballero cristiano se tienen datos en distintos archivos administrativos y la crítica no duda de su existencia en el plano terrenal. Siguiendo con la historia, cuando el cristiano escucha los lamentos de su prisionero por no poder casarse con su amada Jarifa, en un gesto entre caballeros, lo deja marchar para que se consumen las nupcias. El trato es que tiene que volver. Sin embargo, el amor que todo lo puede, hace acabar la novela con la puesta en libertad del prisionero ya que, el vencedor, movido por el gran afecto de los esposos, tiene este gesto con ellos. 

Aunque el relato de esta hermosa novela morisca es muy simple, esta está escrita y levantada con un lenguaje claro, sencillo, natural y delicado que nos va introduciendo, como si de un poema se tratara, en los entresijos emocionales de los protagonistas. No solo el amor es el eje central temático, sino que también hay sentimientos de nobleza por ambas partes que acceden a realizar concesiones guiados por un espíritu noble. Sin duda, esta historia, así contada, encandiló a los lectores de la época que buscaban en los libros (y no solo en las características de las novelas de caballería) un mundo idealizado y perfecto en el que evadirse de los problemas cotidianos.   

La novela morisca en Ginés Pérez de Hita

Independientemente de la anterior que ha sido ponderada como la mejor y más perfecta de su género, el autor que abordó la temática con mayor acierto fue Ginés Pérez de Hita. De él apenas se conocen detalles de su biografía, ni siquiera la fecha de nacimiento aproximada. Parece que fue natural de Mula y que su vida transcurrió en la región de Murcia. Se le ha relacionado con el oficio de zapatero. A pesar de su trabajo de artesano, fue llamado a filas para formar parte de las guerras que se libraban contra los moriscos en las Alpujarras. Con toda probabilidad, sus aventuras bélicas le sirvió como inspiración y sustrato para sus libros.  

Se le conoce la Historia de los bandos de Zegríes y Abencerrajes o Guerras Civiles de Granada, que fue publicada en Zaragoza en 1595. En esta obra se narran los últimos años de los reinos nazaríes con sus historias de conspiraciones, amores, deslealtades, infidelidades y amoríos, los mismos que han pasado a formar parte de las grandes leyendas no solo de La Alhambra sino de toda Granada. En esta obra el escritor, como narra hechos del pasado (de 100 años antes), se permite una mayor libertad imaginativa en la que la historia se adoba con múltiples retazos literarios. Pérez de Hita se entretiene en presentar las aventuras amorosas y de la corte con una descripción colorida y fantasiosa en la que los protagonistas están repletos de las virtudes caballerescas en boga en la época obviando buena parte de la veracidad de los hechos históricos. 

De esta obra se publicó ya en el siglo XVII, en 1619, en Cuenca, una ampliación con la Rebelión de la Alpujarra en la que el escritor había formado parte como miembro del ejército de Felipe II. En estas páginas, sin embargo y al contrario de la primera parte, se abandona toda faceta artística (centrada en puntos inventados) y se crea un relato histórico. A ello, sin duda, contribuyó que el mismo novelista participó de estas aventuras y esa vivencia suplantó a la imaginación que adorna la primera obra. No obstante, en ambas relatos (pertenecientes al género de la novela morisca) intercaló algunos romances en los que se recogen amores, hazañas y aventuras. 

En definitiva, la novela morisca es un subgénero en prosa de la literatura amorosa del Renacimiento que había inaugurado Petrarca. Por las peculiaridades históricas de España, el ideal caballeresco también se colocó a los personajes árabes del reino nazarí, el mismo que había sido derrotado por los Reyes Católicos.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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