Piedra del Sol azteca

Piedra del Sol o calendario azteca

Piedra del Sol o calendario azteca

Candela Vizcaíno

 

La Piedra del Sol o calendario azteca es quizás una de las obras más importantes de los mexicas. Fue realizada en una época indeterminada entre 1250 y 1519. Es una inmensa mole de 24 toneladas de peso, de 360 cm de diámetro y 122 cm de espesor. Perteneció, con toda probabilidad, al Templo Mayor de Tenochtitlán y actualmente se guarda en el Museo Arqueológico de México. Sobre su construcción se ha conservado un relato (posterior a su ejecución) que se encuentra a medio camino entre el mito y la leyenda.  

Esta conspicua obra de arte pasó desapercibida para las crónicas españolas y fue  encontrada en 1790 en la Plaza Mayor o Zócalo de la actual Ciudad de México.  Desde allí fue trasladada a la Catedral para sufrir una última mudanza en 1875 con el fin de formar parte de los fondos permanentes del Museo Arqueológico. 

Características de la Piedra del Sol  

De forma muy resumida, reducida y esquemática tenemos: 

1.- Está bellamente labrada en roca de basalto extraída de canteras del sur de México. 

2.- La belleza de la obra se explica por el orden matemático de la misma, ya que está dividida (tanto de diámetro como de circunferencia) en 32 partes. 

3.- Está formada por una combinación de glifos y símbolos recurrentes en otros calendarios menores de los aztecas. Aparecen, por tanto, la calavera, representación de la muerte; el dios-conejo Tôchtli; el agua, la casa o la lluvia, arquetipos universales. Junto a ellos aparecen animales de la fauna local que también actúan como símbolos y como signos del calendario azteca: serpiente, mono, cocodrilo, águila, jaguar o buitre. 

4.- No está rematada por el labrado de los bordes. Se ha querido ver en esta característica de la Piedra del Sol un culto mágico (común a todos los pueblos de la tierra) que considera la piedra como símbolo de lo inmutable, de lo eterno y, por tanto, de lo divino. 

5.- El centro está ocupado por la cara del sol sacando la lengua, representación de buen agüero entre los aztecas y el resto de los mexicas. 

6.- La primera línea circular está ocupada por los días. La siguiente faja está labrada con la representación de los 20 meses del calendario azteca: buitre, águila, mono, cocodrilo, jaguar, etc. Continúan las siguientes fajas con la representación de los dioses serpientes. Ellos son el viento. Y de aquí, recordemos, viene el culto de la serpiente emplumada Quetzalcoatl, la divinidad que mueve el sol y la luna por el firmamento. Y en el último disco están representadas las estrellas del cielo.  

La construcción de la Piedra del Sol, entre el mito y la realidad

Hernando Alvarado de Tezozomoc (1525-1606), nieto de Moctezuma II (1466-1520) relató en su obra Crónica Mixicátlotl (alrededor de 1598) cómo la Piedra del Sol fue un encargo de Moctezuma (1398-1469). Esta se resistió a ser domeñada por los hombres demostrando tener vida propia (y por eso se la considera objeto sagrado). El último rey azteca acató las órdenes de la piedra y la veneró con humildad. La historia dice literalmente: 

Moctezuma, queriendo una piedra lo más ancha y espaciosa que se pudiera hallar, envió canteros para descubrirla. En un lugar llamado Aculco hallaron en un cerrillo una piedra muy poderosa,  y para transportarla empezáronla a descarnar y acudió toda la gente con sogas y palancas, y para que no faltase superstición e idolatría mandó Moctezuma que fueran todos los sacerdotes del templo y llevaron sus incensarios y muchas codornices para sacrificar, y juntamente mandó cantores de los templos para que bailasen y cantasen delante de la piedra cuando viniera por el camino y muchos chocarreros y representantes que hicieran entremeses, chocarrería y truhanería delante de la piedra y la festejasen y la alegrasen. 

A pesar de estas atenciones, la piedra se resistía a moverse; y al fin oyeron una voz que hablaba de dentro de la piedra y decía: «Miserable gente, pobre y desventurada, ¿por qué porfiáis en llevarme a México? Si tanto os empeñáis, yo iré hasta donde a mí me pareciere, pero será por vuestro mal». […] Allí se le forzó para ir avanzando hasta llegar a una acequia junto a la ciudad de México. Allí se había construido para pasarla una gran puente, pero cuando la piedra fue a la mitad «con gran estruendo y estallido quebró todas las vigas y cayó en la acequia que era muy sondable y llevó tras sí mucho número de indios que estaban asidos a las sogas y los ahogó a todos…» Vino Moctezuma con todos sus grandes al lugar donde la piedra había caído y mandó que la buscasen todos los buzos y mandóles que entrasen en el agua y buscasen en qué lugar de donde la habían arrancado y halláronla los mensajeros en el mismo sitio que solía estar, toda cubierta de papel y llena de sacrificios. Respetando su voluntad, Moctezuma fue a visitarla con toda la corte y le ofreció sacrificios como a un ser divino. 

 A pesar de que este relato es cercano al tiempo de la ejecución de esta particular obra de arte (que participa tanto de su cualidad de objeto sagrado como de elemento científico), no podemos dilucidar cuánto hay de inventado, mitificado o real. En este sentido, sí coinciden ciertas descripciones con ritos probados por la arqueología contemporánea. Y, por último, la Piedra del Sol o calendario azteca se ve afectada por daños en su disco central debido a los disparos del ejército estadounidense durante la guerra de 1846-1848. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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