Obras de El Greco

Obras de El Greco

Obras de El Greco

Candela Vizcaíno

  

El pintor de origen cretense que triunfó en la corte española de Felipe II nació en 1541 con el nombre de Doménikos Theotokópoulos y murió en Toledo (donde desarrolló su mejor obra) en 1614. Con un estilo único, sus primeras pinturas responden a las características del arte bizantino centrado en la elaboración de iconos religiosos. Viajó a Italia donde vivió más de diez años empapándose de lo mejor de la pintura de Renacimiento para recalar, a continuación, en España donde desarrolló el grueso de su producción y sus títulos más conocidos. Las obras de El Greco son originales y, de alguna manera u otra, se adelantan a los gustos de su época. Aunque las de madurez siguen las características del manierismo apartándose de la sobriedad clásica del Renacimiento y aún sin llegar a la exuberancia barroca, el artista adelanta, incluso, los modos del expresionismo. Y el grueso de sus obras de temática religiosa tiene tintes de la más genuina mística por lo que esta corriente supone de espacio de libertad al margen de la ortodoxia dominante. 

Sus figuras presentan un formato alargado (se ha llegado a apuntar, incluso, a algún problema en la vista) y una preferencia por colores que no se encuentran en la naturaleza para los objetos representados. Tiende, además, a reinterpretar los pasajes bíblicos con bastante libertad y todo ello propició más de un encontronazo con sus patronos. Las obras de El Greco, a pesar de su éxito en vida, fueron olvidadas durante el siglo XVIII para, a finales del siglo XIX, volver la mirada a su producción con fervor casi. Estamos en los estertores del Romanticismo y su afán de libertad. Se abren las puertas a las vanguardias históricas y el movimiento expresionista, especialmente, comenzó a ver en estas pinturas un antecedente de esa búsqueda de lo interior reflejado en lo exterior que es característico de este movimiento de vanguardia.  

El Greco El entierro del Conde Orgaz

El entierro del Conde de Orgaz, una de las obras de El Greco más conocida 

Narra un hecho milagroso que hasta el trabajo del artista no había sobrepasado las fronteras de lo local. El protagonista es don Gonzalo Ruíz de Toledo (1256-1323) y vivió en tiempos de Alfonso X, el Sabio. Fue un noble reconocido por sus obras piadosas, su generosidad, su caridad y su devoción. Llegó a ser tutor de Alfonso XI y protector de la reina María. Incluso en vida tuvo fama de santo. Fue enterrado en la Iglesia de Santo Tomé de Toledo. La leyenda cuenta que, por su piedad, los mismísimos santos Esteban y Agustín bajaron del cielo para dar sepultura al noble caballero. Dos siglos más tarde, el párroco de la iglesia ganó el pleito a la villa de Orgaz que se negaba a seguir pagando los tributos. Para celebrarlo de algún modo mandó adecentar el sepulcro del señor de Orgaz, construir una capilla y encargó loas tanto a la vida piadosa de don Gonzalo como a su reciente triunfo en los tribunales. Para honrar a su señor, lo último fue el encargo del cuadro conocido como El entierro del Conde de Orgaz, una de las más hermosas obras de El Greco.  

Es de grandes dimensiones (480 x 360 cms) y fue terminada en 1586. La narración se fecha en el oficio de difuntos y el pintor se tomó bastantes licencias, tantas que la obra no fue del agrado de sus patronos. En primer lugar se le indicó que el cielo debería ser “de gloria”, sin embargo, el artista realizó en la parte alta una impresionante representación del juicio final del señor de Orgaz, con Cristo juez en el centro, la Virgen a la derecha y el noble desnudo a la izquierda. La composición muestra un claro ejemplo de horror vacui ya que el resto de la escena se ha completado con figuras celestiales y angelotes. El siguiente nivel es el entierro propiamente dicho con los santos depositando el cuerpo del noble en su tumba. Los ropajes de estos, a igual que el público asistente están representados con todo lujo de detalles y siguiendo la moda contemporánea del artista. Toda esa “mucha gente que estaba mirando”, tanto de la leyenda como de los términos del contrato, se ha representado en el cuadro de manera profusa. Destaca el niño con golilla que mira al espectador aportando movimiento a la obra. Al parecer es el hijo del artista, Jorge Manuel, que, por entonces, contaba con ocho años. La identidad de los representados aún no se conoce, a excepción del párroco don Andrés Nuñez, promotor de la obra y que lleva los atributos de Santo Tomás, titular de la iglesia donde se guarda esta espectacular obra. Y son sobrecogedoras las manos alargadas de todos los personajes que destacan sobre el fondo oscuro y nos remite a esa idea de “hacer” que solo es propia del ser humano. La pintura en su totalidad hay que leerla de arriba (el cielo, la espiritualidad y la eternidad) hacia abajo (lo terrenal, la muerte, la pudrición y la desaparición). 

 El Greco View of Toledo

Vista de Toledo

Se conserva en Toledo y es una pequeña pintura al aceite de 48 x 43 cms realizada entre 1596 y 1600. Es uno de los pocos cuadros de paisaje de El Greco. El tratamiento tormentoso y acechante que ha escogido para la representación adelanta los gustos de la pintura del Romanticismo y su preferencia por los escenarios dramáticos en los que el alma humana se mide con las fuerzas de la naturaleza. Como otras tantas obras del artista, es un ejemplo de trabajo que se adelanta a su tiempo con un color que no corresponde a la realidad y, por tanto, totalmente subjetivo.  

El caballero de la mano en el pecho by El Greco from Prado in Google Earth

El caballero de la mano en el pecho 

Fue pintado entre 1578 y 1580 y es un retrato de un varón adulto ataviado a la moda del siglo XVI con un tratamiento repetido en infinidad de retratos de este tipo salidos de las manos de El Greco o de miembros de su taller. El protagonista podría ser Juan de Silva y Rivera, Marqués de Montemayor, recogido en una actitud digna con la mano sobre el pecho como si estuviera jurando. Actualmente se custodia en el Museo del Prado y la pintura se ha convertido en un símbolo del carácter recio, sobrio y reconcentrado que se le exigía a los varones en tiempos de la Contrarreforma. La serenidad y el aplomo del retratado llega a la tristeza y nos dice de esos pactos de honor que han conformado el carácter español hasta hace bien poco. 

 Las lagrimas de San Pedro 

Las lágrimas de San Pedro  

Es una de las múltiples versiones que existen de esta temática religiosa y nos remite al arrepentimiento, al dolor, al drama que tan del gusto fue del Barroco español. La versión que disfrutamos se encuentra en el Museo El Greco de Toledo y fue realizada en una fecha indeterminada entre 1541 y 1614. El tratamiento de la naturaleza, una cueva rocosa repleta de plantas, nos adelanta los modos posteriores, ya que el paisaje no es un decorado más sino que realiza un diálogo con el personaje principal. San Pedro, que porta las llaves del cielo y está representado como un adulto maduro, se muestra en actitud de dolor, de arrepentimiento y el entorno se hace uno con su estado anímico. 

Magdalena penitente

Magdalena penitente de El Greco  

Realizado entre 1580 y 1586, es un óleo sobre lienzo de dimensiones medias (104,6 x 84,3 cms). Se conserva en The Nelson-Atkins Museum of Art de Kansas y existen varias copias de taller repartidas por colecciones particulares, museos y templos.  La iglesia de la Contrarreforma, tan poderosa en España, potenció la figura de la Magdalena penitente. Se realizaron múltiples obras en la época con esta temática. La prostituta arrepentida de sus pecados era un símbolo eficaz para mostrar los preceptos de una iglesia enrocada contra las reformas. De hecho hay varias obras de El Greco que trata esta figura. Esta pintura en concreto se aleja del manierismo y se acerca a los modos de la pintura barroca. La santa es representada en estado éxtasis con el largo cabello rubio recorriendo el torso. El fondo rocoso nos anuncia el horror vacui característico del estilo barroco con su preferencia por la contorsión (tratado también en la protagonista), el drama, el pathos y lo extremo.  

El Expolio por El Greco

El Expolio, una de las más hermosas obras religiosas de El Greco

Custodiado en la Catedral de Santa María de Toledo, fue un encargo realizado entre 1577 y 1579. Estamos ante un lienzo de gran tamaño de 285 x 173 cms. Se conocen hasta diecisiete versiones de esta escena de la pasión de Cristo extremadamente rara en la iconografía cristiana. Fue un encargo de la Catedral de Toledo para colocarlo en la sacristía en el lugar de cambio de ropa. Así que, con toda probabilidad, el tema fue impuesto, aunque el tratamiento no era frecuente en la iconografía cristiana. Narra el despojamiento de las ropas de Cristo y comienzo de su calvario que terminaría en la cruz. El acto aparece recogido únicamente en el evangelio apócrifo de Nicodemo: “Y cuando llegó al lugar que se llama Gólgota, los soldados lo desnudaron de sus vestiduras y le ciñeron un lienzo y pusieron sobre su cabeza una corona de espinas, y colocaron una caña en sus manos” (X,56,59).  Cristo aparece en primer término ataviado con un traje de color rojo brillante, símbolo universal de la sangre derramada. El cuadro puede dividirse en tres partes de arriba hacia abajo. En la parte superior, Jesus va custodiado por un ejército de soldados con cascos, picas y vestimenta contemporánea al autor. En la parte central, aparece Cristo ya atado por las manos. Y en la parte inferior derecha las tres Marías (cuya presencia no está contrastada por las escrituras) y en la izquierda un personaje anónimo vestido de amarillo (que contrasta con el rojo vívido de la túnica de Cristo) que prepara la cruz.  

En las obras de El Greco son frecuentes las alusiones a San Pedro arrepentido, a la Magdalena, a los santos, a los apóstoles y la gran mayoría tratan pasajes bíblicos desde el Apocalipsis a la Sagrada Familia pasando por la adoración de los pastores o la Anunciación. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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