Y el sobrenombre le viene de su padre, el famoso pintor El Tintoretto (1518-1539) a cuya obra ya hemos dedicado estudio en este espacio. A pesar de que era hija nacida fuera del matrimonio, Marietta Robusti llevaba el apellido de su progenitor y es con el que ha pasado a la historia del arte.
Acercamiento a la vida de Marietta Robusti y la relación con su padre
Nació en Venecia en 1560 y allí murió en 1590. Era la primogénita e hija ilegítima del pintor El Tintoretto. A pesar de esta condición que, en la época, condenaba prácticamente a los pequeños, Marietta era la favorita de su padre y tuvieron un especial vínculo de por vida. Con tan solo siete años ya está la niña aprendiendo en el taller familiar y también recibe formación musical y en humanidades. Además, este se las ingenió, vistiéndola de chico, para que pudiera tener una instrucción reglada que, por entonces, estaba vetada a las mujeres. De hecho, buena parte de las pintoras, hasta prácticamente el siglo XX, o bien procedían de familias de artistas o de la élite intelectual. Es el caso de Artemisia Gentileschi, Catharina von Hemessen, Levina Teerlinc, Bárbara Longhi o Lavinia Fontana. A pesar del silencio sobre ellas y la dificultad para identificar sus obras (ya que, por imposición o por humildad, buena parte no están firmadas) han logrado un hueco en los libros de arte.
Marietta pertenece a esta estirpe femenina y también a la de los pintores de renombre. Muy pronto se convirtió en la asistente y ayudante de su padre destacando en el arte del retrato, género con alta demanda en la época. Por su talento y por ser quien era, desde joven ya era conocida como La Tintoretta. Se casó en 1586 con el joyero Jacopo d’Augusta. La relación con su progenitor era tan intensa que, a la muerte de Marietta en 1590 tras sufrir la pérdida de un bebé que no llegó al año de edad, el artista se sumió en una intensa depresión. Es más, a decir de biógrafos e investigadores, prácticamente no se recuperó en vida. Y con toda probabilidad este aspecto influyó en el sentido y cariz de su obra posterior.
La obra de Marietta Robusti
Fue conocida por la aristocracia de Venecia y alrededores por su pericia en el arte del retrato, muy demandado por la élite de la época. Marietta realizaba delicadas telas sobre un fondo negro en el que sus pinceles recogían la más mínima expresión de los que posaban para ella. Su fama traspasó las fronteras del Véneto y fue requerida por Maximiliano II de Austria y por Felipe II de España para que se incorporara como pintora de corte. Ambos son grandes honores ya que estamos hablando de dos de las monarquías más importantes del momento. Sin embargo, Marietta no quiso abandonar a su familia y se quedó ejerciendo en la rica Ciudad de los Canales sin más ambición que trabajar codo con codo su padre.
Quizás por eso, es difícil identificar su obra. Una de las más aclamadas es el Retrato de Ottavio Strada que reproducimos, realizado siendo muy joven y donde despliega toda su pericia con los pinceles siguiendo las características de la pintura renacentista. Esto es, busca sobriedad, elegancia, sencillez, armonía y una novedosa perspectiva que consigue con una original disposición de las figuras.
En Autorretrato con madrigal que abre este estudio, la artista se retrata, no con los pinceles, sino junto a un instrumento musical, que también maneja, tal como haría otra pintora casi contemporánea Lavinia Fontana. La crítica ve en este gesto un deseo de apartarse de la vanidad y la actitud narcisista de lo mejor que se sabe hacer. Sin embargo, ambas no renuncian a identificarse como mujeres cultas que saben tocar un instrumento o leer en distintas lenguas. En la obra de Marietta Robusti nos encontramos un delicado retrato en el que la artista ha utilizado una exquisita paleta de colores de la misma tonalidad (para el pelo y el vestido) y ha reproducido el ropaje con habilidad de miniaturista. A la par, la expresión y la reproducción del rostro está realizada con detalle y calidad casi fotográfica. Utiliza un pincelada muy pequeña, fluida y con una inteligente paleta de tonos de los mismos colores.
Marietta Robusti y los artistas del Romanticismo
La figura de la pintora fue retomada posteriormente por los artistas del Romanticismo. Fueron varios los que crearon obras inspiradas en su quehacer artístico. Así, la escritora francesa George Sand (1804-1876) escogió su figura para uno de los protagonistas de su obra Los maestros trabajadores del mosaico (1837). Posteriormente, el pintor francés Léon Cogniet (1794-1880) la hizo también protagonista de su más famosa obra: Tintoretto retrata a su hija muerta (1843). En ella asistimos a todas las características de la pintura del Romanticismo: patetismo, fuerte claroscuro, temática extrema (la muerte) y el dolor como trasfondo. La obra, por responder al espíritu de los tiempos, fue aclamada en la época y, por tanto, la figura de padre e hija revitalizada para un creciente público amante del arte. Además, fue elogiada por Charles Baudelaire (1821-1867) en uno de sus múltiples escritos críticos.
Marietta Robusti o La Tintoretta fue, en definitiva, una de esas artistas con talento sobresaliente que, a pesar de no poder formarse más allá de los muros de los talleres familiares, logró éxito en su día y fama perdurable.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla