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Judith decapitando a Holofernes de Artemisia Gentileschi | análisis y comentario crítico

Judith decapitando a Holofernes de Artemisia Gentileschi

Judith decapitando a Holofernes de Artemisia Gentileschi

Candela Vizcaíno

De la misma temática (tomada de la Biblia), Artemisia Gentileschi (1593-1656) realizó tres obras con perspectivas diferentes. De todas ellas, es esta (la que se custodia en la Galería de los Uffizi de Florencia) la que nos ocupa y la que ha estremecido tanto a público como a crítica. Realizada en 1620, para poder entenderla en toda su dimensión comunicativa y artística tenemos que saber, en primer lugar, que la artista ya había sufrido la terrible violación y humillante proceso judicial que, a todas luces, condicionó su carácter y su obra. Es un lienzo al óleo de gran tamaño de casi dos metros por ciento sesenta y dos centímetros. Del mismo también se conserva una pequeña copia en el Museo de Capodimonte de Nápoles.  

Datos biográficos de Artemisia Gentileschi que nos ayudan a entender Judith decapitando a Holofernes

Nace en Roma en julio de 1593. Y es su padre el pintor Orazio Gentileschi que crea siguiendo los modelos del nuevo arte Barroco impuesto por el gran Caravaggio. En una época en la que las mujeres están relegadas de cualquier actividad intelectual o de la vida pública, Artemisia disfrutó de educación y fue introducida por su progenitor en los rudimentos de las artes plásticas. Pronto despuntó su talento y su afán de convertirse (contra todo pronóstico) en una artista reconocida, incluso en su tiempo. Todo se torció unos cuantos meses antes de cumplir los 18 años. Uno de los discípulos de su padre la violó cruelmente y, es más, la joven Gentileschi no fue auxiliada ni siquiera por las mujeres de la casa, a pesar de sus desesperados gritos de auxilio. Con toda probabilidad, el personal femenino no veía con buenos ojos el afán de independencia de la pintora.  

El trauma no acaba aquí ya que Artemisia (que denunció los hechos) fue sometida a un humillante y agresivo juicio. En el mismo fue sometida a un “examen ginecológico” público y a una tortura espantosa ya que una verdugo, mientras declaraba, iba apretando con un hilo cada uno de sus dedos. El objetivo era, ni más ni menos, que vacilara en su testimonio y se retractara de sus fundadas acusaciones. No lo hizo y, como la Judith decapitando a Holofernes de su pintura, no se derrumbó en ningún momento. El colmo de la injusticia llegó con la sentencia que dejaba probada la violación pero al acusado se le condena simplemente con el exilio de Roma. Al parecer tenía deudas (económicas) que saldar y este “castigo” le vino bien. 

Un año después Artemisia se casa (en un arreglo pagado por su padre) y marcha a Florencia con su esposo. Allí comienza a tener un gran éxito entre los mecenas particulares a pesar de que, por su condición femenina, es apartada de los grandes encargos religiosos y civiles que se llevaban a cabo en forma de murales en palacios e iglesias. A pesar de tantas trabas, Artemisia Gentileschi durante toda su vida hizo gala de una inquebrantable independencia y no desfalleció en su afán por vivir dignamente de su pintura. Aunque, con dificultad, lo consigue ya que logra criar a dos hijas (una de su matrimonio y otra de padre desconocido) por ella misma. Las mejores obras de Artemisia Gentileschi están realizadas en Nápoles a donde se traslada buscando mejores proyectos. No abandonará la ciudad excepto un pequeño periodo de tiempo disfrutado en Londres llamada por el rey Carlos I. En Nápoles muere en 1656. A pesar de su reconocimiento y notable éxito en vida, muy pronto su obra es olvidada y escamoteada de los libros de historia del arte hasta que su figura, con justicia, es reivindicada a mediados del siglo XX.  

Características de Judith decapitando a Holofernes de Artemisia Gentileschi 

1.- Lo primero que tenemos que anotar es que la obra está realizada en 1620 justo cuando la artista ha salido de un humillante juicio y aún no se ha repuesto anímicamente de la violación. En el cuadro, por tanto, predomina el tema de la venganza, de la ira no resuelta y del odio hacia el violento, simbolizado en el tirano bíblico Holofernes. Judith (que se nos presenta con los rasgos de la artista) realiza este acto (el de cortar la cabeza a un ser humano) casi sin inmutarse anímicamente, a igual que la sirvienta. Ambas se muestran impasibles ante la sangre y la crueldad extrema de la escena. 

2.- Aunque la artista gusta de representar personajes femeninos bíblicos reconocidos por su fuerte carácter que, de alguna manera u otra, dan muerte al varón, conforme va cumpliendo años las distintas narraciones de sus obras se van suavizando progresivamente. 

3.- Sin embargo, en Judith decapitando a Holofernes de los Uffizi asistimos a una escena altamente violenta, sangrienta e, incluso, gore (por utilizar palabras contemporáneas). Holofernes apenas puede luchar por su vida ya que la espada de la heroína ha cortado la yugular regando de sangre toda la escena. Judith se muestra impasible como si lo que estuviera haciendo nada tuviera que ver con segar la vida de un ser humano por muy tirano que este sea. De igual guisa se nos presenta la sirvienta que sujeta el cuerpo del desgraciado sin una mueca de disgusto en su rostro. 

Judit decapitando a Holofernes por Artemisia Gentileschi

4.- Como nos encontramos en las pinturas barrocas que siguen los modelos de Caravaggio, la narración se desarrolla sobre un fondo oscuro. No hay decorado ni paisaje ni perspectiva. Las tres figuras humanas aparecen como flotando concentrando la emoción de la narración en los hechos. 

5.- La obra, a pesar de ser un trabajo de juventud casi, alcanza cotas de maestría en cuanto al realismo representado y al tratamiento tanto del color como del trabajo de luces y sombras. 

6.- El realismo de la escena alcanza cotas monstruosas con una representación de una decapitación en la que no se escatiman detalles escabrosos. Ese gusto por lo obsceno casi es característica de los pintores barrocos italianos, que los flamencos o los españoles tendrían otras temáticas y tratamientos. Y en este sentido nada más tenemos que compararlas con las sublimes obras de Velázquez. Tenemos, por último, que la ira de la artista se refleja (no en el rostro de ninguna de las mujeres) sino en el gesto de agarrar con fuerza los cabellos y las barbas (atributos masculinos) que permiten consumar un acto atroz. 

7.- Llegados a este punto tengo que hacer notar que la mayoría de las protagonistas femeninas de las obras de Artemisia Gentileschi son autorretratos (levemente modificados) de la pintora. Como mujer tuvo problemas para acceder a modelos (que solo querían posar para hombres) y además, al parecer, pedían mayores honorarios. En este sentido, Artemisia es capaz de trascender todos esos inconvenientes utilizando su propia imagen. 

8.- Además del gusto por los personajes femeninos de la Biblia (Salomé, Dalila…) o de la historia antigua (Cleopatra, Lucrecia…) Artemisia Gentileschi se vale del simbolismo del color en su obra. En este sentido, en Judith decapitando a Holofernes la heroína viste de amarillo, representación simbólica del poder, la fuerza espiritual, la majestad y la luz. El tirano Holofernes va cubierto con un manto rojo, simbolización de la sangre, la guerra y la agresión. 

Análisis y breve comentario de Judith decapitando a Holofernes de Gentileschi 

Con todos estos datos, hay que entender la obra como una especie de ajuste de cuentas tanto con la sociedad como con la agresión sufrida. En este sentido Holofernes (un tirano, recordemos) actúa como el símbolo de su violador. Recordemos que, en la Biblia, Judith es considerada una heroína, ya que al cortarle la cabeza a Holofernes libra a su pueblo de las injusticias que este ejerce de manera despótica. Así, al escoger esta narración, la artista nos está confesando sus más íntimos sentimientos. Sufre una violación, el rechazo social y un humillante juicio. Sin embargo, no se amilana ante la agresiva presión de un entorno que intenta apartarla de lo que más ama (pintar). Gentileschi, aunque con el alma herida, continúa con su vida y con su producción artística. Y lo hace, además, disfrutando de un discreto éxito y reconocimiento. Sin embargo, el trauma continúa en su interior y con estas obras, de alguna manera u otra, intenta una suerte de exorcismo de ese profundo dolor anímico. 

La obra nos viene a decir que es la mujer la que restaura el orden tras el caos de la tiranía. Es una heroína sola (con ayuda de otro personaje femenino) la que pone las cosas, de nuevo, en su sitio. Y, de alguna manera u otra, es este el mensaje (altamente feminista) que nos quiere presentar Gentileschi en Judith decapitando a Holofernes. Este sentido no solo se transparenta, a las claras, en su obra, sino también en su forma de vida, ya que logra abrirse paso sola (sin marido tras la separación) en un mundo de hombres. Todo ello se completa con una técnica casi perfecta en la que la pincelada está al servicio de un realismo abrumador que estremece al espectador por muy preparado que esté anímicamente para enfrentarse a la escena. Su manejo del color y de las luces y las sombras es casi perfecto. En definitiva, la fuerza expresiva de Judith decapitando a Holofernes de Artemisia Gentileschi deja indiferente a muy pocos.  

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla

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