Las conocidas como Chac Mool («jaguar o tigre rojo» en lengua maya yucatana) son esculturas de tamaño medio (aproximadamente 1 x 1 m), de varios cientos de kilos de peso, realizadas en piedra y originales de Mesoamérica. Tienen una representación antropomorfa masculina recostada sobre la espalda con las piernas encogidas hacia el tronco y apoyada en el antebrazo. La cabeza está girada en 90º y en el vientre de la misma hay un recipiente hueco en forma de vasija o bandeja, previsiblemente para guardar los restos de sacrificios humanos. Aunque a ciencia cierta se desconoce la utilidad que los pueblos de Mesoamérica dieron a los Chac Mool, los investigadores no dudan en darle un carácter ritual y creen que los Chac Mool servirían como mueble o mesa para las ofrendas.
Características básicas de los Chac Mool
Hago la lista de manera esquemática para contribuir al estudio. Tenemos:
1.- La primera escultura con forma de Chac Mool se encontró en la ciudad maya de Chichen Itzá por el aventurero, explorador y arqueólogo norteamericano Augusto Le Plongeon (1825-1908). A finales del siglo XIX se adentra en la selva de Yucatán acompañado por guías, porteadores y rastreadores locales con el único fin de fotografiar los restos de la civilización maya. Por el camino, los nativos hablaban a Le Plongeon de un jaguar rojo que, en la imaginación del aventurero, asimiló a un héroe, guerrero importante o rey. Él fue el primero que mostró un Chac Mool a ojos occidentales y también lo rescató para la cultura nativa. Eso fue en 1874. Sin saber muy bien qué era aquello que tenía delante de sí, lo bautizó con ese nombre: Chac Mool o «jaguar rojo» del que venía oyendo grandes historias. Ni que decir tiene que este tipo de esculturas no responden a esa representación y ni tan siquiera llevan grabado este animal mitológico en algunas de sus partes.
2.- Se han encontrado esculturas con forma de Chac Mool desde el centro de México hasta Costa Rica de variados estilos, aunque todas ellas con las características comunes aportadas anteriormente. Se han datado en un intervalo temporal tan amplio como el 600 a.C hasta aproximadamente el 1500. Esto es, estas elaboraciones en piedra estuvieron realizándose por todas las culturas precolombinas de Mesoamérica. A pesar de que están presentes en un gran número de yacimientos, su distribución no es uniforme. Es más, en alguno de relevancia no se ha encontrado muestra alguna.
3.- En la actualidad, hay contabilizadas más de 20 Chac Mool y el último se ha localizado en septiembre de 2023 en unas obras de Michoacán sin relación con yacimiento arqueológico alguno. Habrá que dilucidar cómo ha llegado hasta allí y quiénes lo depositaron en tal emplazamiento. La obra está tallada en basalto de una forma tosca.
4.- Aunque el centro arqueológico de los Chac Mool es Chichen Itzá, esta espectacular ciudad maya tuvo una historia convulsa. Hacia el año 879 hubo una primera migración hacia la costa y, posteriormente, hacia el año 1000, una reconquista. La nueva ocupación no se hizo solo con mayas sino que estos regresaron mezclados o acompañados por tribus toltecas. Por eso, los Chac Mool que se han conservado no solo presentan características estilísticas de los mayas sino también del arte tolteca e, incluso, rasgos de la escultura azteca. Esta peculiaridad lleva a pensar a los investigadores que los distintos pueblos de Mesoamérica tuvieron una fuerte mezcla o mestizaje cultural e, incluso, religioso.
5.- Las últimas teorías sobre su funcionalidad y representación apuntan a que los Chac Mool son la simbolización de un mensajero divino, más que de un dios. Y todo ello, a pesar de que el encontrado en Tacuba (un barrio de Ciudad de México) lleva grabado en la base glifos aludiendo a Tlaloc, el dios de la lluvia y protector de las cosechas. Más que la representación de una divinidad concreta estas figuras actuarían como vasos comunicantes entre el Cielo y la Tierra.
Función del Chac Mool
El historiador mexicano Alfredo López Austin (1936-2021) llega a la conclusión de que estas particulares esculturas cumplían tres objetivos: 1) altar para las ofrendas con el fin de congraciarse con los dioses, 2) recipiente para la sangre y 3) piedra de sacrificio:
El chacmool ha sido interpretado como un tlamanalco o mesa de ofrendas: directamente sobre el ara del personaje o en recipientes se colocaría un sinnúmero de dones, entre ellos tamales, tortillas, carne de guajalote, tabaco, plantas alucinógenas, flores, papel salpicado con hule, plumas, pulque, balché o incienso. Una segunda función sería la de cuauxicalli o recipiente para la sangre y los corazones de los sacrificados, pues algunos ejemplares mexicas tienen un cuauhxicalli en lugar de la habitual ara. Otra función sería la de téchcatl o piedra de sacrificios.
Por eso, hay que entender estas obras como elementos sagrados de las ceremonias, aunque algún que otro Chac Mool se ha encontrado en un entorno palaciego. Por las medidas y la vasija de su centro, estas esculturas debieron ser un contenedor de piezas de sacrificios que, o bien se mostraban o bien se quemaban en la ceremonia. Esta última idea se entresaca de los restos de carbón hallados junto a algún Chac Mool. Hoy en día, estas enigmáticas figuras forman parte del imaginario colectivo de México como un objeto perteneciente al rico patrimonio precolombino. Por eso, se reproduce como pieza de adorno o fruslería para turistas despojándolo, así, de toda su grandeza ritual y sagrada.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla