El arte tolteca se circunscribió a su metrópoli, Tula, actualmente a 120 km norte de Ciudad de México. Según las últimas excavaciones, la civilización tolteca estuvo activa desde el 950 hasta el 1150. La época de mayor esplendor y apogeo empieza con la caída de Teotihuacán y se extiende hasta el auge de Tenochtitlán.
La cultura tolteca
Su nombre originario era Tolán y, tanto los cronistas antiguos como los textos de los primeros colonizadores hispánicos, coinciden en clasificarla como una civilización avanzada. Con los toltecas ya se tiene conocimiento de una división y estratificación de la sociedad encabezada por un príncipe. Este reinaba por un periodo de 52 años. Si moría antes, se convocaba un consejo de nobles regentes que se hacía cargo de las tareas de gobierno hasta el próximo ciclo.
Su capital se situó en un fértil valle rodeado por montañas. Aunque fray Bernardino de Sahagún (1499-1590) en su Relación de las cosas de Nueva España ya apunta de la belleza e importancia estratégica del lugar, Tula no comienza a excavarse a conciencia hasta 1942. Todos los cronistas catalogan esta civilización como pacífica, aunque, en las últimas décadas, han salido a la luz frisos de piedra con una narración violenta por la que animales salvajes devoran corazones de humanos vivos. Aún así, no se puede afirmar que los toltecas realizaran sacrificios humanos (al parecer, sí de animales) o estuvieran fuertemente implicados en luchas sangrientas con sus vecinos.
Rendían culto a Quetzalcoatl, la serpiente emplumada y dios del aire, del movimiento, de los caminos y del comercio. Se han encontrado figuras de la divinidad con un aspecto antropomórfico portando el símbolo marino de la concha.
Características del arte tolteca
1.- Los relieves en piedra que se han conservado muestran retratos realizados con una alta estilización; con rostros de nariz aguileña y grandes ojos. Junto a ellos se han encontrado la representación de calaveras con tocados de plumas, imaginería del dios Tláloc, dador de las aguas, la abundancia, las cosechas y la fertilidad.
2.- Los artistas toltecas eran hábiles en la ejecución de joyas, tocados de plumas, labrado de la piedra y moldeado de cerámica o metales.
3.- Los elementos más representativos del arte tolteca son las grandes esculturas en piedra. Se pueden dividir en dos tipos: 1) los chac mools o guerreros acostados de cuyo vientre sobresale una vasija que se presume usada para sacrificios y 2) los atlantes de pie, de gran porte y tallados en basalto. Estos últimos están tocados con sombreros de plumas. Así que, con toda probabilidad, estuvieron vinculados al culto de Quetzalcoatl.
4.- De la arquitectura tolteca solo quedan restos de ese pasado grandioso del que hablan las crónicas. Cuando entró en decadencia, la ciudad fue incendiada y, más tarde, los aztecas utilizaron sus ruinas como cantera. Sí se ha conservado el espacio para el juego de la pelota, restos de un impresionante palacio con columnas, cimientos de casas apiñadas y pirámides. La mejor conservada es la denominada pirámide B, realizada en piedra caliza y escalonada.
5.- La mejor muestra del arte tolteca se encuentra en las esculturas talladas en piedra y en los grandes relieves, probablemente con una policromía hoy perdida, que muestran animales peligrosos, incluso atacando al ser humano: jaguares, águilas, serpientes…
6.- Hoy Tula, metrópoli del arte de los toltecas, exhibe sus restos alrededor de una plaza central. A un lado, se encuentra la alineación de atlantes que, según las últimas investigaciones, podían sostener un techo. Las impresionantes columnas del llamado Palacio Quemado nos dan una idea de la grandiosidad de la capital. Se encuentra delante de la pirámide B, la mejor conservada de esta civilización.
Y, por último fray Bernardino de Sahagún anota que llegó a ver libros ilustrados (al estilo de los códices mayas) con la narración de los hechos históricos de la cultura tolteca. Al parecer, allí se explicaba cómo Quetzalcoatl protegía a este pueblo. Sin embargo, nada de eso ha llegado hasta nosotros.
Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla