Arquitectura azteca

Arquitectura azteca

Arquitectura azteca

Candela Vizcaíno

 

Los aztecas llegaron al Valle de México cruzando la costa norte del Pacífico, procedentes de un lugar cercano al actual Río Grande, en la frontera con Estados Unidos. La fecha de llegada está documentada: 1143. Ese lugar ancestral tenía por nombre Aztlán, la Nación de las Siete Cuevas, cuyo emplazamiento exacto aún no ha podido dilucidarse. Entra, por tanto, este nombre en la esfera de los mitos primigenios, aquellos relatos simbólicos que los pueblos que se abren a la  civilización necesitan para construir una sociedad cohesionada tanto en lo político como en lo social. Los orígenes de la cultura azteca nos ha llegado a través de retazos. Por hilachas de narraciones podemos dilucidar que la migración tuvo carácter de peregrinación, ya que los aztecas fueron guiados por sacerdotes. Estos decían comunicarse de forma mística con el dios Huitzilopochtli, protector del pueblo, encarnación de la naturaleza y transmutado en colibrí. Los restos divinos se guardaban celosamente en un arca. Se transportaban y lo primero que se construía al llegar a alguna etapa era un santuario, aunque fuera uno rústico de paja y madera.  

El camino fue largo e imaginamos que duro y fatigoso. No se hizo en una sola etapa ya que el objetivo, de alguna manera u otra, era incierto. Se hacían paradas de tan larga duración que daba tiempo a cultivar, a recoger la cosecha y hasta a construir no solo chozas o viviendas provisionales sino también edificios de mayor envergadura. Así se reponían fuerzas hasta alcanzar el lugar prometido, a través de sus sacerdotes, por Huitzilopochtli. Y en esa peregrinación con sus respectivos descansos, los aztecas iban dejando ciudades completas. Estas, al día de hoy, pueden considerarse los sustratos evolutivos de la arquitectura azteca final que desembocó en Tenochtitlán, en la actual Ciudad de México, y cuyos restos se intentan recuperar desde mediados de siglo XX. 

La evolución de la arquitectura azteca a través de las ciudades paradas 

ArquitecturaAzteca 3 Malinaco

Malinalco, santuario de la migración azteca

Uno de estos lugares de paso o estancia provisional fue Malinalco, a 100 kilómetros de México y a 75 de Cuernavaca. El lugar estuvo regido por una hechicera de gran belleza que se autoproclamó hermana de Huitzilopochtli, el colibrí sagrado cuyos restos eran transportados en un arca especial y venerado constantemente durante la peregrinación. 

Los restos arqueológicos de Malinalco nos muestran una arquitectura tosca alrededor de un templo principal tallado en la roca de arenisca roja. Este está estructurado formando escaleras y emulando una pirámide. De la roca sobresalen esculturas en forma animal: tigre, águila o mono. Este último parece ser el guardián del monumento troglodita que muestra, además, restos de frescos policromados en su interior.  Y poco más se ha conservado en Malinalco, aparte de tambores rituales de casi un metro de altura grabados con motivos simbólicos entresacados de la naturaleza alrededor. 

 ArquitecturaAzteca 4 Tenayuca

Tenayuca, otra ciudad sagrada hito de la migración azteca 

Situada a poco menos de 20 kilómetros de la antigua Tenochtitlán, estaba intacta y conservada en todo su esplendor artístico cuando la visitó el cronista de México Bernal Díaz del Castillo (1496-1584) que la llamó Ciudad de las Sierpes. Hoy en día se está excavando a conciencia toda la zona arqueológica de la que sobresale una gran pirámide que había sido reconstruida hasta seis veces, cada 52 años que era el ciclo del Sol y también de gobierno de cada príncipe real.  Así, cada nivel de la pirámide muestra un estilo distinto, reflejo de los diferentes pueblos que, de alguna manera u otra, coincidían en un punto dado. Elementos característicos de Tenayuca son las esculturas o las figuras pétreas adosadas a la construcción en forma de serpiente. 

La cuarta, quinta y sexta construcciones (1403, 1455,1507) son puramente aztecas; la tercera (1351) es de estilo de transición entre el azteca y otro más simple (acaso chichimeca). Todavía más primitivos son los de las dos primeras pirámides, la de 1299 y la construcción inicial. Este primer templo podría haber sido edificado en cualquier momento del siglo XIII, pues que no era obligado construir un santuario exclusivamente en el comienzo de un periodo de cincuenta y dos años.  

Vaillant: Primeras culturas del Valle de México (1935) 

Tenochtitlán, la capital azteca 

La gran peregrinación llegó a esta zona del Valle de México hacia 1393 0 1323 instalándose en una zona pantanosa rodeada por lagos. En sus inicios fue un simple campamento de chozas alrededor de un rústico santuario para guardar los restos del dios colibrí Huitzilopochtli. Y con estas bases fueron levantando grandiosos edificios tanto civiles como religiosos que estaban intactos a la llegada de los españoles. Es esta civilización la que se considera depositaria de la cultura y la arquitectura azteca que duró hasta el 13 de agosto de 1521, cuando el último rey Moctezuma II se rindió a las tropas de Hernán Cortes y las tribus aliadas locales. 

 Arquitectura azteca 1

Características de Tenochtitlán, la capital de la arquitectura azteca  

De Tenochtitlán quedan, al día de hoy, solo restos arqueológicos. Sin embargo, podemos deducir su pasada grandiosidad y belleza a través de las crónicas de los que pudieran disfrutarla con sus mismos ojos. De manera esquemática podemos describirla así:  

1.- La ciudad estaba amurallada y se accedía por tres puertas distintas. Esto ya da cuenta del carácter belicoso del pueblo azteca, distinto a aquellos que habían levantado Malinalco, por poner un caso, que consideraban este lugar como sagrado y repleto de magia. 

2.- En su interior se desperdigaban 73 templos; los palacios (algunos cerrados); las residencias de los sacerdotes, de la nobleza; los edificios burocráticos; escuelas y campos de pelota. Los campesinos, la soldadesca y los trabajadores se hacinaban en chozas de una sola habitación construidas con adobe y rematadas con techos de paja. 

3.- El Templo Mayor estaba revestido de estuco rosa y dedicado a Tlaloc, el dios del agua, que compartía, en un principio, protagonismo con Huitzilopochtli. Estaba construido en piedra, en forma de pirámide escalonada. Delante se extendía una plaza abierta y usada como mercado. 

4.- Las medidas de la ciudad que nos han llegado por las crónicas son muy ambiguas, ya que se describían “a semejanza”. Así, esta plaza del mercado era parecida a la Plaza Mayor de Salamanca y la altura del Templo Mayor era igual a la de la Giralda de Sevilla

5.- Andando el tiempo Huitzilopochtli se erige en el dios principal del Valle de México suplantando al dios Sol y, además, demandando sangre. Este extremo no solo fue atestiguado por los primeros colonizadores españoles sino también por las excavaciones que se han llevado a cabo en las últimas décadas. En marzo de 2022, por anotar una fecha, se anunció a la prensa el hallazgo de restos humanos pertenecientes a niños de corta edad. Estos muestran cortes de cuchillo en cuello y esternón. Con esas marcas no es aventurado anotar que sirvieron como sacrificios humanos. Además, se han encontrado junto a un árbol sagrado fosilizado. 

Arquiitectura azteca 0 

El urbanismo en la arquitectura azteca 

Tenochtitlán estaba dividida en cuatro barrios. La gran mayoría de la casas eran humildes y quebradizas. Sin embargo, tanto los reyes como los señores adinerados (aunque no residieran en la capital todo el año) disponían de ricos palacios, tal como nos describe la residencia real el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557) en estos términos:  

Había un patio muy grande con cien aposentos de 25 a 30 pies de largo cada uno; en torno a dicho patio estaban alojados los señores principales que servían de guardias, que de continuo eran más de 600, y cada uno tenía más de 300 servidores, de manera que a lo menos nunca faltaban 3000 hombres de guerra en esta guardia cotidiana del Palacio.  

Por tanto, estos palacios disfrutaban de patios interiores con árboles, flores y aljibes. Las cubiertas de las construcciones estaban realizadas con vigas de madera y las paredes se enlucían o encalaban. 

También por las crónicas españolas conocemos que Moctezuma II (1466-1520) salía en peregrinación hacia Teotihuacán, lugar sagrado situado a unos 40 km de la actual Ciudad de México. En este sentido, los investigadores sostienen que la llamada Ciudadela es obra azteca (y no de los toltecas). Pertenece, por tanto, a un pueblo violento y guerrero, muy distinto del carácter religioso de los toltecas, fundadores de Teotihuacán. La Ciudadela, en esencia, es un recinto rectangular cerrado por una alta y gruesa muralla. En el fondo se encuentra un altar en forma de pirámide sin escalones. Y, desperdigados por el emplazamiento, se cuentan un sin número de pequeños altares. Todas las construcciones están embellecidas con relieves geométricos.  

Y, por último, una de las piezas más importantes del arte azteca es la Piedra del Sol, también llamada Calendario Azteca. Está realizada en basalto y en ella se ha grabado una serie de intrincados símbolos y glifos siguiendo un orden lógico-matemático. Esta obra de 24 toneladas de peso debió formar parte del Templo Mayor. Esto es, es una pieza inherente a la arquitectura azteca y no una obra exenta de esta civilización. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla 

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